ACORDAROS DE “PIOPÍO” LOPE

Por David Muñoz

Una de las razones más habituales por las que somos incapaces de terminar un guión de largometraje es porque nos empeñamos en contar una historia que no da para un largo o que directamente no es una historia. O al menos una historia tal y como se entienden en el cine. Nos pasa a todos. A mí el primero. Además es uno de esos problemas que resulta muy fácil detectar en los guiones ajenos y no tanto en los propios. El personaje protagonista no busca un objetivo claro, su peripecia no permite un arco de transformación bien definido, no existe relación de causa y efecto entre unos hechos y otros, o no tenemos giros y por tanto debemos resignarnos con la descripción reiterada de una situación estática que a ojos de los espectadores acabará siendo aburrida.

Ya sea porque nos hemos enamorado de la caracterización de un personaje, o porque nos gusta tanto el mundo que queremos mostrar que nos parece suficiente con enseñarlo, hemos acabado metiéndonos en un callejón sin salida.

Pero tengo la manera de evitar tener que escribir 60 folios para darte cuenta de que tenías que haberte pensado mejor las cosas antes de escribir el primero.

Vuestro nuevo ángel de la guarda guionístico se llama “Piopío” Lope.

El pequeño Lope es el protagonista de uno de los poemas narrativos de Gloria Fuertes recopilados en el libro que precisamente lleva como título “Piopío Lope, el pollito miope”.

Sí, es un libro editado en 1981. Y yo nunca lo leí de niño. Lo leí por primera vez hace unos días, o más bien, se lo leí a mi hija de dos años. La historia de cómo llegó el libro a mis manos y cómo he acabado leyéndoselo a mi hija es bastante larga y os la voy a ahorrar. Solo diré que no es precisamente el libro que yo habría elegido para leerle cada noche. Pero claro, a ver quién deja ahora a mi hija sin “Piopío Lope”, con el cariño que le ha cogido. Porque encima ya sabéis como son los niños. Cuando les gusta un cuento no se conforman con que se lo leas un par de veces, no, quieren leerlo todos los días hasta que un día se cansan de él y deciden pasar a otra cosa. En fin, que me temo que tengo “Piopío Lope” para largo.

Aunque tampoco me importa. Porque yo también he terminado por querer al pobre “Piopío Lope”. Quizá por lo bonitas que son las ilustraciones de Ulises Wensell, he llegado a empatizar con Lope, un pollito muy mono que se merecía una historia mucho mejor que la que protagoniza.

Y es que llamarla “historia” es ya muy generoso.

Este es el poema de “Piopío Lope”:

Por si os da pereza leerlo, os lo resumo: “Piopío Lope” es un pollito miope. Tan miope que nació con gafas. Eso le hace ser cobardica y pasarse el día escondido bajo el ala de su madre o de su tía. Come “de tarde en tarde” porque el resto de los pollos no le dejan tranquilo, pero él nunca se queja. “Un mal día” llega una galerna y una ola se lleva por delante el corral. Y mueren todas las gallinas, los gallos y los pollos del corral, excepto Piopío y su tía. ¿Cómo se ha salvado Piopío? Pues escondido dentro de un huevo de oca. Y bueno, también porque “era un pollito excelente, quedó de superviviente”. Encima, toma ya, se produce el milagro y Piopío deja de ser miope gracias al agua de mar, y se queda “muy feliz” con su tía.

¿Qué tiene que ver el hecho de que Piopío sea miope con la resolución de la historia?

Nada, para el caso podía haber sido cojo, o manco, o lo que fuera.

¿Por qué pasa lo que pasa?

Porque sí.

¿En qué cambia el pollito?

En nada.

¿Qué aprende?

Nada tampoco.

No hay progresión, no hay evolución, son una serie de cosas que pasan unas detrás de las otras.

Un personaje pasivo (resignado) recibe un premio que no ha pedido ni se merece. Aunque lo del merecimiento puede ser discutible.

Y hay muchos proyectos de guiones frustrados y que frustran que comparten los mismos problemas que la “historia” de Lope.

Si la caracterización de un personaje no guarda relación con el argumento que va a protagonizar, mal. Si pasan unas cosas como podían pasar otras, mal. Si el personaje llega al final siendo el mismo, mal. Si ese final es resultado de un descarado “Deus Ex Machina”… requetemal.

Aunque, ahora que lo pienso. A lo mejor en realidad “Piopío Lope” es una obra maestra…

…pero del género satánico, no el infantil.

No hay otra explicación. Al cuento le falta una página.

“Piopío” Lope, el pollito miope es un resentido, un alma envenenada, y ha hecho un pacto con el diablo para lograr que su sueño, lograr escapar del corral dónde nadie le quiere para poder vivir solo con su amada tía el resto de su vida, se haga realidad.

Es la única manera de aceptar que precisamente sea el pollito que no ve “tres en un burro” quien se haya salvado de la ola asesina tras encontrar en solo segundos un huevo dónde esconderse. Es tan inverosímil que solo puede justificarlo la intervención de Satanás.

“Piopío”… el pollito “Damien”.

Mmm… Gloria Fuertes influenciada por el cine satánico… ¿Por qué no? El libro es del año 1981. No habían pasado tantos años desde el estreno de “La profecía” por Ej.

O quizá era Gloria Fuertes la posesa. Quizá por eso escribió un poema en el que el protagonista consigue la felicidad después de que una catástrofe acabe con las vidas de casi todos los miembros de su familia y de sus amigos. Si os parezco exagerado, probad a imaginaros la misma historia pero con un niño en lugar de un pollito (“¡Destruyeron su guardería y encontró el paraíso!”). Eso, o es que la Fuertes lo pasó fatal de niña y esta es su fantasía de venganza contra todas esas crías repelentes que le hicieron la vida imposible mientras su familia miraba para otro lado. Mira, contado así hasta empatizo y todo.

Bromas aparte, tampoco quiero ensañarme con Gloria Fuertes. Reconozco que nunca le vi la gracia, ni siquiera de niño, cuando era una presencia habitual en televisión (siempre me dio un poco de miedo), pero estos cuentos son fruto de una mentalidad y de una época que aunque nos parece muy cercana en el tiempo, en realidad nos es ya ajena. Además del cuento de “Piopío” Lope, en este libro podéis encontrar historias de moros desmemoriados, peces que agonizan tras aterrizar de un salto en la playa y de gorriones que se ahogan al caer al agua. Y estos no son nada comparados con los de otro libro anterior suyo que también anda por mi casa dónde el tema más habitual es el hambre y en el que la resignación es la mayor de las virtudes que pueden mostrar los protagonistas de los poemas (hacen que “Camino” parezca una de Disney). Desde luego, era otra España. La de Carpanta y la de “El cochecito”. Una España que afortunadamente, y pese a la crisis, aún nos pilla muy lejos.

Pero volviendo al tema que me impulsó a escribir esta entrada…

La próxima vez que dudéis si la “historia” que se os ha ocurrido puede serviros para escribir un guión de cine, pensad en “Piopío Lope”.

¿Vuestra historia se parece a la suya?

¿Sí? ¿Aunque sea solo un poco?

Pues entonces guardarla en una carpeta de vuestro ordenador y olvidarla para siempre. O mejor, borrarla. No os permitáis ni siquiera la posibilidad de caer en la tentación.

Que no os lleve la ola.

4 comentarios en «ACORDAROS DE “PIOPÍO” LOPE»

  1. Pues hombre, la moraleja está bastante clara, y mas para aquellos tiempos. Y para estos, ya puestos ¿no?

    Si eres una persona timorata, ciega a la realidad, y vives en un cascarón bien protegidita sin sacar la cabeza, pues es menos probable que te partan la cara a si vives tu vida de frente encarando la realidad. Al fin y al cabo es la filosofía que sigue una parte muy, muy importante de la gente de este país.

    Saludos.

  2. Cuando te enamoras de un personaje (aunque no tenga evolución) siempre puedes intentar hacer una novela corta. Aunque sea por quitarte el no-sé-qué de dentro.

    He leído recientemente El cementerio de Praga, de Umberto Eco (enlace aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/El_cementerio_de_Praga) y, creeme, tiene bastante de Piopio Lope (o de Steven Seagal), porque aprender y evolucionar, el protagonista no aprende ni evoluciona ni nada. Sin embargo ahí tienes la historia, que ha tenido un éxito notable de público.

    PD: Yo tengo a mi niña enganchada al cuento de las 10 gallinitas y al de “Un ángel para Susanita”, historia en la que Susanita evoluciona y tiene su recompensa a través de su esfuerzo y todo.

  3. Me ha dejado helada con el análisis del poema, David. A mí que los cuentos de Gloria Fuertes siempre me han parecido más simples que un botijo. Supongo que un buen guionista debe tener capacidad para sacarle punta a todo.

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