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TODO TIENE UN PRECIO

por Carlos López

Tardé en prestarle atención y cuando por fin lo hice tampoco llegué a ser adicto. Pero sí soy de los que echarán de menos al doctor Gregory House, que hace menos de un mes terminaba su serie después de ocho temporadas. Ocho años han dado para mucho. Para capítulos memorables y para otros de puro formulismo. Y sobre todo, para que el personaje quede inscrito en la historia de la televisión.

Un protagonista que, dejando a un lado la referencia holmesiana, es un mal bicho. Borde, incorrecto y mentiroso, sin una gota de sensibilidad. Pero en cuya brillantez confiamos porque, al final, es el que apaga el incendio. Y quien nos muestra, aunque no quiera, que tiene el corazón herido.

Hugh Laurie, ese gran actor que también es novelista y cantante, reconoce que nada más leer su perfil se dio cuenta de que el personaje no se hacía querer. Y sin embargo, él mismo se enamoró desde el primer minuto.

Laurie lo cuenta maravillosamente, más o menos así: “En los dramas televisivos hay una tendencia a pintar los personajes de un solo color, por eso el héroe es infinitamente heroico. Bien, House no es así. Está en el bando de los ángeles, pero él no es un ángel. Realmente no sábe cómo acertar, esa es parte de su verdad y de su encanto, porque así somos los seres humanos.”

Y luego añade: “Todos los actos heroicos requieren un coste, de otro modo no serían heroicos. Tiene que haber un dragón, tiene que haber un riesgo, tiene que haber dolor. Hay que pagar un precio.”

Ese es el asunto. Todo tiene un precio.

LOS HÉROES CHUNGOS

Es un fragmento del cuarto y último episodio del jugoso documental America in Primetime, en el que actores y creadores de las mejores series estadounidenses destripan la sustancia de su trabajo. En esta última entrega hablan de esa evolución de los héroes televisivos, desde los arrojados salvadores de antaño, limpios y repeinados, que casi ni sudaban, de integridad a toda prueba, entregados a su causa con generosidad sin límite… a estos protagonistas de hoy, malencarados, torcidos, miserables y hasta paranoicos. ¿Qué ha pasado en estos años? ¿Nos hemos vuelto locos? ¿Nos hemos cansado de amar el bien? Sencillamente, digo yo, no nos lo creemos, el bien pintado de blanco ya no nos resulta interesante. No queremos ver cómo el elegido rescata a la princesa, queremos ver a uno que se pelea consigo mismo. Esa es su categoría de héroe. Ya no importa tanto que gane o pierda, importa cómo juega.

Un forense que también es un asesino justiciero. Un publicitario mujeriego con identidad falsa. Un profesor de química que en su doble vida es un narcotraficante. Dexter, el Draper de Mad Men, el Walter White de Breaking bad. ¿Tienen algo en común? Claro. Ninguno es un modelo a seguir. Los tres, igual que House, engañan, fingen, no muestran compasión, sólo siguen su propio código, no se fían de nadie y nadie debería fiarse de ellos. Pero todos son conscientes de sus miserias y las purgan a la vista.

Igual que el héroe clásico, se enfrentan a un dragón, sí. Pero esta vez el dragón lo llevan dentro.

Disculpad, una vez más, el tono de academia nocturna de guión. Tanto aforismo y tanta paradoja para contar algo simple y evidente: hoy nos gustan los héroes chungos.

¿Evidente? Pues aquí aún andamos lejos. En la ficción española, siempre temerosa de molestar, que quiere contentar a todos, sentar a la familia completa en el sofá y no escandalizar a nadie, el cliché sigue siendo el mismo de hace cuarenta años: los héroes son guapos, sanos y generosos. Se enamoran con dulzura y actúan con nobleza. Hablan de frente y jamás golpean los primeros. Según los que mandan, que son los que se juegan el dinero, esto es lo que gusta al público. Y punto. Cualquier otra cosa suena a peligroso experimento, a autoría incorregible, a veneno puro.

Pero la visión de este documental no me hizo pensar sólo sobre cuestiones de guión…

¿PANADERÍAS PÚBLICAS?

America in Primetime está producido y emitido por una cadena pública. Sí, hasta en los Estados Unidos hay una cadena pública (PBS, financiada, hasta donde yo sé, con donaciones). He disfrutado viéndolo, pero no he podido evitar una terrible sensación de desamparo. Aquí vamos a vender a precio de saldo las cadenas autonómicas y la nacional se está desvaneciendo cada día que pasa. Parece que nadie lo lamenta, no merecerán un responso, ni una simple despedida. Nos quedaremos sin ellas con esa actitud de estúpida resignacion que nos inculcan desde arriba, hay que conformarse, qué remedio, ya nos gustaría, qué le vamos a hacer, hemos gastado mucho, mejor quitar esto que camas de hospital… Bueno, camas de hospital también van a quitar, no es que vendiendo las televisiones salvemos la sanidad, no son vasos comunicantes, no es tan sencillo. Pero bueno, nadie se va a quejar porque se desmonte y se desguace la televisión: total, como dijo el ministro, si es para pasar el rato.

Es verdad. Si lo piensas dos veces, la tele es inútil, superficial, ociosa. No vale para nada. Igual que la ópera, el teatro, la novela, la música o el Museo del Prado. No pretendo compararlos, pero todos son para pasar el rato. Tarde o temprano, a este paso, todos acabarán en la hoguera. Por la misma razón: qué le vamos a hacer.

Me diréis que exagero. Ojalá.

Me diréis que defiendo lo mío. Sí, es verdad. Es lo que conozco, y nuestros puestos de trabajo son tan honrados como cualquier otro. El sector audiovisual es el que más ha sufrido el aumento del paro después del de la construcción. Se está desintegrando. Muchos profesionales de primera categoría llevan más de un año sin trabajar. Como en los demás sectores, me diréis. Exacto. ¿Y nosotros tenemos que callarnos, volatilizarnos sin derecho a queja, de verdad os habéis creído que todos somos vagos, derrochones y sin seso? Creedme, la mayoría no defiende privilegios que nunca tuvieron, ahora mismo la mayoría solamente reclama su derecho a ganarse el pan.

Me diréis que el modelo actual de televisiones no es viable. Vale. Y ya se están encargando de que cada vez lo sea menos. Por lo pronto, los políticos han malgastado nuestro dinero para que las televisiones les sirvan de instrumento y de altavoz. Exprimidas hasta dejarlas sin credibilidad ninguna. Y lo mismo que ha sucedido con varias autonómicas está a punto de pasar con TVE: a base de recortar, quedará convertida en algo tan cochambroso que resultará carísima aunque fuera la más barata de Europa. Cuando ya no le guste a nadie, de puro esquelética y casi bochornosa, entonces no habrá más remedio que venderla. Sí, otra vez el qué-le-vamos-a-hacer. Se desharán de ella con una oferta de mercadillo y, pese a todos los malos augurios, alguien habrá que la compre, alguien que al día siguiente exigirá un trato de favor para reflotarla. Ayudas, exenciones, facilidades, manga ancha. Y todos los canales serán privados, refundidos en dos o tres manos nada más.

Habremos perdido algo nuestro. De todos.

Me diréis que no podemos defender algo que no es rentable. Y yo digo, desde la más atrevida de las buenas intenciones, que un servicio público no puede regirse por criterios de rentabilidad. Precisamente por eso requieren de ayuda pública. Necesitamos líneas de tren aunque sean deficitarias, centros de salud en los barrios donde vive poca gente, carreteras que lleguen hasta el último pueblo, conservatorios en los distritos del sur. Y también necesitamos una televisión pública digna. Alguien tiene que hacer programas que las demás cadenas nunca van a hacer. Programas como America in Primetime sólo los producirá una televisión pública. Y también series que empujen la industria, documentales rigurosos, debates honestos, productos nacionales en la primera línea del escaparate. Una cadena que se distinga de las demás en un simple zapping.

Y si solo hay dinero para un canal de tres de la tarde a once de la noche, eso será mejor que nada.

En un debate político reciente, la presidenta de la Comunidad de Madrid rebatió las críticas de la oposición con una pregunta: “Si no existen panaderías públicas, ¿por qué van a existir televisiones públicas?”. Lo más extraño es que quien dijera esto lleve tantos años al frente de lo público, administrando además una cadena pública de televisión. Y ahora nos enteramos de que no le parecía bien su existencia. Claro, que este debate habría sido bien diferente si se realiza un mes después; entonces quizá el silogismo habría sido: “Si no existen panaderías públicas, ¿por qué van a existir bancos públicos?”.

Supongo que me caerán piedras –aquí mismo, en unos minutos– por defender unas televisiones cuya muerte por inanición hay muchos esperando. No defiendo las televisiones actuales, ni su gestión ni su programación. Defiendo la necesidad de una televisión pública. Y en cualquier caso, aborrezco la resignada pasividad con la que, en este asunto como en tantos otros, nos dejamos arrastrar al desagüe.

Si queremos conseguir algo habrá que correr riesgos, sufrir, enfrentarse a la llamarada del dragón. Saldremos chamuscados, sí, ya sabes, todo tiene un precio. Pero si dejamos que nos arrebaten un servicio público, habremos pagado un precio demasiado alto.

32 comentarios en «TODO TIENE UN PRECIO»

  1. Si te caen piedras las recogemos y las tiramos al que la lance con más fuerza. Porque razón te sobra. Existe mucha gente con escasa amplitud de miras y amplia demagogia que, todo lo contempla desde el punto de vista de la efectividad exacta. Y existen cosas indiscutibles, como esta. Resisten no sólo en la historia, sino en la esencia de la condición humana, a través de los años y las dificultades. Por ende si deben ser IMPORTANTES (importantísimas). Si es necesario explicar que lo que expones es así, es que esas personas jamás entenderán nada. Así que las piedras para el otro lado, a ver si acertamos, y de la pedrada alguno soluciona su cerrazón.

    1. En efecto, vivimos tiempos en que lo indiscutible no es que sea puesto en duda, es que es desechado despectivamente. Triste.

  2. Muy bien dicho, Carlos. Es lo de siempre, beneficios privados, pérdidas públicas… y una televisión puede ser un gran negocio.

    1. Gracias, David. Claro que es un negocio. Por eso no hay que engañarse: entonan el miserere del no-hay-más-remedio para venderlas y que no se les escape el negocio. Un amigo mío explica la crisis con una sola frase: el capital se ha decidido a tirar los muros e invadir lo que parecía sagrado. ¿Quién ha dicho que no se puede hacer negocio con la sanidad, con la educación, con todo? Montamos una crisis y vendrán corriendo a pedirnos que les compremos.

  3. Tema realmente fascinante: ese odio hacia los servicios publicos que comparte una buena parte de la sociedad. Y no hablo solamente de gente de rentas muy altas a las que puede no hacer mucha gracia la progresividad en las tasas, sino de gente corriente. Gente que, si volvieramos al neoliberalismo del siglo XIX no estaria en la burguesia acomodada, sino trabajando de sol a sol por una miseria sin ningun tipo de derechos. Y aun asi, despotrica hacia lo publico. Y gente asi, la hay a patadas.

    Gente que aborrece el intervencionismo pero que en tiempos de crisis acusa de la situacion al gobierno… ¿pero no defienden que el gobierno no intervenga?. Como niños que piden que los profesores les dejen tranquilos y luego se quejan de que les pegaron en el recreo y nadie hizo nada.

    Y eso es algo que me resulta tan absolutamente ilogico que siempre me he preguntado ¿Cual es el proceso mental que les lleva a pensar asi?.

    Tomando el caso de los ferrocarriles: en vez de hacer una red de ferrocarril eficiente y practica, hemos dedicado el dinero a hacer el AVE de turno a Valdebotijos para media docena de pasajeros. Y la gente aplaudia, ojo. Para, acto seguido, pedir que se privatice porque los sistemas publicos, ellos, son ‘ineficientes’.

    En el fondo, el fracaso de la gestion publica, sea en los ferrocarriles, el cine o el turismo (lease como hemos destrozado la mejor costa turistica del Mediterraneo), es un fracaso de la sociedad en su conjunto.

    Y, desde mi punto de vista personal, ese odio hacia lo publico no es sino una incapacidad de enfrentarse al fracaso. El fracaso de ‘lo publico’, que es un fracaso en primera persona del plural. No se puede decir que lo ‘publico’ fracase, porque el termino correcto es ‘fracasamos’. Porque los ultimos responsables de la gestion somos, en ultimo termino, la sociedad. Asi que la solucion, para quien no es capaz de lidiar con ello, esta en convertir a lo ‘publico’ en una entidad independiente, algo que tiene vida propia, algo a lo que referirse como ‘ello’. Algo que flota, por ahi, en una especie de nube, ajeno a nosotros. Por desgracia nadie termina de creerse esa mentira. Y de ahi quiza tanto odio: el fracaso de lo ‘publico’ no deja de recordarnos que ‘hemos’ fracasado, nosotros, como sociedad, en primera persona del plural. Y mucha gente no tiene la madurez suficiente para enfrentarse a ello.

    El problema es que esta falta de madurez nos va a salir, como sociedad y como pais, muy cara.

    1. Esta falta de madurez nos lleva saliendo cara desde hace siglos. Llevamos siglos aprendiendo a sobrevivir comiendo sin rechistar las mondas de patatas que nos arroja el señor pero somos capaces de rajar de arriba abajo a aquél de entre nosotros que se coma una patata entera porque haya sido capaz de cultivarla.

      No hay dicho que resuma mejor la idisioncracia española que el de “O follamos todos, o la puta al río”.

    2. Es que que alguien cultive esa patata en España en un insulto: recuerda a los demas que no han sido capaces de hacerlo.

      Es como el tema de los controladores. Ahora pagamos las mismas tasas o incluso mas (si empezamos a contar ‘inventos’ de ultima hora como el embalado obligatorio por parte de empresa autorizada), pero ahora estamos contentos: el dinero va cada vez menos a profesionales y cada vez mas a los corbatas de turno. Y eso es tranquilizador: ser un profesional es una cuestion de esfuerzo y talento, ser un corbata es una cuestion de contactos. Que los profesionales tengan un buen sueldo implica que ser pobre es culpa propia. Mientras que si la riqueza la tiene el señorito entonces, oye, entonces es que el mundo que es injusto.

      En el fondo el españolito medio no quiere un profesional con un sueldo decente, porque eso le recuerda que si es pobre es culpa suya. Ni quiera unos servicios publicos comunes, porque si fracasan tambien tiene su parte de culpa, como parte de la sociedad. En España no tenemos tolerancia al fracaso, y tratamos de superarlo poniendo a parir al projimo, especialmente si triunfa, para sentirnos mejor. Como yo digo: a Almodovar no se le detesta porque haya hecho peliculas con putas y maricones que son infumables (que las tiene). Se le detesta porque ha hecho peliculas con putas y maricones que son obras maestras.

      1. ¿El último para lo del abrazo?

        Gracias, Juan. Tanto derroche de sensatez para intentar explicar algo realmente inexplicable, eso que detallas y que viene a ser odio a nosotros mismos, sí. En todo esto hay que tener muy presente la persistente demagogia de los representantes de la rapiña, que cala en gente humilde, justo la que necesita esos servicios públicos, y que acaban repitiendo como papagayos el mensaje que les hacen decir: que si los inmigrantes nos quitan el trabajo, que si no hay dinero para tantos, que si lo que sea.

        Y algo que nunca deja de asombrarme: los neoliberales más recalcitrantes, la gente que abomina de lo público, que defiende que todos los males vienen por no dejar absolutamente TODO en manos privadas… son precisamente funcionarios desde que acabaron la carrera. Entre ellos, el noventa por ciento de este gobierno, o gente como Pedro Schwartz o Carlos Rodríguez Braun.

        En fin.

    3. Si no hay panaderías ni televisiones públicas… ni nada… ¿Para qué queremos políticos de lo público? ¿Para que controlen bancos que se supone que son privados? ¿Para que privaticen todo menos sus cargos? Para eso, mejor vendemos España a El Corte Inglés y acabamos antes. Además, España estaría mejor gestionada.

      1. Gracias, Javier. Sí, se supone que los elegimos para que administren lo nuestro. Y muchos políticos mira lo que hacen: se enriquecen, malgastan, se endeudan y nos convencen de que hay que venderlo todo. Menudos presidentes de comunidad de vecinos serían.

    4. Ya os digo yo que a Telemadrid no va a haber Dios que tenga cojones de recortarle ni el gasto en Post-Its, no hablemos ya de privatizarla. No mientras la lideresa Dña. Esperanza Aguirre tenga la vara de mando. Ya puede perder dinero a espuertas y no verla más que los cuatro gatos nostálgicos que se manifiestan en el Valle de los Caídos al grito de “¡Vuelva, General!”, que los madrileños no nos vamos a quedar sin nuestros partidos de fútbol de Segunda B ni nuestras retransmisiones desde el Tendido Cero de la Plaza de las Ventas, (todo de interés general, se entiende). Mientras Dña. Espe tenga que cortar la cinta inaugural de hospitales concertados a medio terminar y en los que los pacientes comparten habitación con una hormigonera; mientras haya una aldea en la región sin su correspondiente delegación de PePéMadrid; mientras haya un antiguo censor de la Falange sin un trabajo que tertuliano que echarse a la boca… Telemadrid resistirá.

      Y sí hay que darle quince millones de euros a Garci para que ruede un spot de dos horas sobre el Dos de Mayo, se le dan.

      Y si hay que rescatar a Telemadrid, se rescatará.

      ¡Ningún rico se quedará atrás!

      1. Eso pensaba yo, pero creo que ya hemos pasado de pantalla, y perdón por el juego de palabras. Hoy en el Congreso han aprobado las reformas necesarias para que se puedan privatizar las teles autonómicas. Hoy.

    5. Voy a pagar este año una barbaridad a Hacienda, porque trabajé mucho. Nunca me quejo. Mis hijos van a colegios públicos, no tengo Sanidad Privada y estudié en la Complutense. Pagar es mi obligación y que mis hijos estudien en buenos colegios públicos, un derecho…. Que nadie nos confunda: una televisión pública también es un derecho. Bravo, señor López!!!

      1. Hoy lo he dicho en otra parte: quedarnos sin televisión pública es un lujo que no nos podemos permitir. Gracias, Vero.

    6. Hola Carlos, muy buen artículo. Justamente mañana viernes debatiremos sobre este tema en la Jornada en defensa de las televisiones autonómicas que organiza Faga y que tendrá lugar en el Colegio Mayor Rector Peset de Valencia. Los que os podáis pasar estáis invitados.

    7. Por cierto, hoy mismo he publicado un post en guionistasVlc para anunciarlo y no solo coincidimos en argumentos, también en paralelismos mortuorios.
      Bueno, yo aún espero que resucitemos al tercer día ;)

      1. Gracias, Miguel, te he leído ahora mismo. Suerte mañana, creo que tuitearéis el evento. Hacen falta más actos así.

    8. Totalmente de acuerdo, la defensa de lo audiovisual es de gran trascendencia, como la defensa de la sanidad y la educación, pues la información y la formación tienen que ver mucho con la cultura y la democracia. Lo de la sra. EA es de traca, parece, mas bien los es, como un personaje de Valle-Inclán de los cuernos de Don Friolera. El parasitismo político del pp madrileño es como una ensoñación alucinante de la pesadilla inacabable.

      1. Gracias, hombre. La sra. EA, como la llamas, acaba de aprobar un tijeretazo en los presupuestos de la Comunidad (hoy mismo) de agárrate y paga.

    9. Te tiraré una piedra. Pero al ladito, sólo pa que te dés la vuelta y me veas aplaudiéndote. Te cuento: vengo de argentina. Vivo aqui desde hace diez años. Seguía TVE desde allí. Cuando vine, me alucinaban los despliegues que tiene cómo canal de TV. La calidad (que la tiene y mucha, por mucho que le quieran colgar el cartelito de “cutre nacional”, como al cine español) me dejó asombrado. El riesgo que corre poniendo documentales y programas como POCOYÓ, Página 2, el escarabajo verde o Redes, es dignísimo. Cierto es que House aparece en un tele privada, pero al final TVE es House: cojea, está rodeado de profesionales que quieren ofrecer lo mejor para su paciente (televidente), putea consigo mismo, exige que se esfuercen al máximo, nos salva del ostracismo de la TDT,y, aparentemente, nadie lo quiere. Seguramente tome pastillas para soportar los embistes de este ninguneo general. Seguramente nos mire con ojos azules y diga: “Todos mienten. Lo que me gustaría saber es… por qué.”

    10. Gracias, Alvaro. Yo creo que TVE tiene (todavía) los mejores informativos que se han hecho nunca en este país, y además aprovecha para hacerlos toda la red de corresponsales y los medios que tiene. Si ahora vuelven a ser partidistas (como lo han sido siempre), nos obligarán a dejar de ver telediarios y el gran público no tendrá un solo medio en el que le informen, que es lo que quieren, claro. Y si miras los propósitos que rondan a la nueva TVE, verás que el recorte es apabullante, no se va a mantener en pie casi nada. De las series, creo que solamente Cuéntame.

      Eso sí, para lo que queda de año hay comprometidos 40 millones de euros en cine norteamericano. Eso es lo que ha salido en los periódicos.

    11. Hola a todos. Gracias Carlos por tu defensa. Está todo dicho y muy bien.

      Informaros que el viernes nos juntamos en Valencia organizado por el Foro de Asociaciones de guionistas (FAGA) y EDAV, y vinieron además otras asociaciones, para hablar del futuro de las teles públicas. El documento definitivo que se redactó es este, que se agradece su difusión. Creo que la batalla que tenemos es la de la opinión publica y posts como el de Carlos pueden ayudar.

      Un saludo y gracias por anticipado.

      http://www.mimesacojea.com/2012/06/el-insostenible-modelo-de-televisiones.html

    12. Poco más se puede añadir a lo dicho; suscribo todas y cada una de las palabras escritas en este post, así como los comentarios derivados del mismo. Lamentablemente, la suerte de rtve está echada y, con ella, la credibilidad, la objetividad y el compromiso de este país llamado “España”. Correrán malos tiempos, sin duda, justo estamos al inicio de la decadencia. Cuídense.

    13. ¿Qué hay de lo mío?
      ¿Realmente es un servicio publico imprescindible las televisiones autonomicas fuera de los territorios con idioma propio?
      ¿Donde ponemos el limite en lo publico o que merece subvención? Ya que estamos con los medios de comunicación no debería haber un diario del estado? y no me refiero a la Razón. ¿A caso no somos todos iguales y merecemos ayuda? Por que el campo, el carbón, los bancos, las nucleares o el gremio audiovisual se merecen ayudas y su servicio publico es absolutamente imprescindible y no el de cualquiera pequeño empresario que se vea con el agua al cuello, o el de una persona sin prestación del paro que lo puede estar pasando igual de mal que los trabajadores del sector audiovisual? ¿Que tiene que ver esa arbitrariedad con la Justicia social? ¿Mas allá de sectores troncales como la sanidad, la educación, la justicia, o las prestaciones sociales que sentido tiene para un país subvencionar a largo plazo determinados sectores económicos? ¿Esa tiene que ser realmente la función del estado? Al final en el país de la piruleta deberían de existir ayudas para todos, pero eso no puede ser. Y como se encargan de recordarnos cada día no hay ni para lo mas básico.
      Planteároslo así: con vuestro dinero se esta financiando directamente telemadrid. Estáis financiando directamente la propaganda pepera. Si se privatiza seguirá siendo lo mismo pero al menos no lo pagaremos todos

      Un beso

      1. Créeme que me abochorna Telemadrid. Y me abochorna precisamente porque es la prueba evidente de cómo se puede pervertir un servicio público. Pero sigo pensando que si ahora se privatiza nos quedamos sin ella. Y claro que la necesitamos. Yo creo que el derecho a la información es un pilar básico, un sector troncal como tú llamas. Y la capacidad formativa, divulgativa y de cohesión social de la televisión la convierten en un bien público necesario. ¿Tú crees que no? Vale, prescindamos de ella. Pero no pongas la línea donde te convenga, vamos, acabemos de una vez con toda la televisión pública, ese engorroso gasto. ¿Que dices que no hay para lo básico? ¿Qué es lo básico? ¿Sabes que con la indemnización a sólo dos consejeros de Bankia se sufraga el cine español de todo un año? Solo a dos. ¿En qué mejoramos exactamente si además de perderlo todo dejamos en manos privadas la posibilidad de enterarnos qué narices está ocurriendo? El imaginario colectivo es un asunto importante. Para mí, sí. Es otro tipo de alimento. Si no nos parece importante, estamos jodidos, compañero.

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