ALIADOS

por Silvestre García Ortega.

Un amigo me comentó recientemente una interesante experiencia en la que había participado: una fiesta de aduladores. Dicho “evento”, según me explicó, consistía en una fiesta típica, con su bebida, su música, su flirteo y sus cosas típicas de fiesta. Pero, con una particularidad que la convertía en una fiesta totalmente diferente a cualquier otra: en ella se infiltraría un grupo de aduladores. Grupo del que nadie sabía su existencia, y cuyos miembros a su vez se desconocían entre ellos.

Dichos aduladores debían agasajar verbalmente a todo aquel con el que se cruzaba, entablaba conversación, o saludaba. Y ojo, no podían mentir, debían resaltar aquello que de verdad les gustase y pareciese digno de destacar de la otra persona. Así pues, mi amigo hizo de adulador en aquella fiesta. Y cada vez que hablaba con alguien le comentaba lo bien que le sentaba el peinado, lo moreno que estaba, lo inteligente de su punto de vista sobre tal o cual tema, etc. Todo, todo, era verdad, solo que eran cosas que no se acostumbran a decir en voz alta.

El resultado de aquella fiesta fue que todo el mundo se imbuyó de un buen rollo arrollador. No solo los adulados, sino también quienes se dedicaron a buscar y halagar cualquier detalle de toda persona con la que se cruzaba, pues se iba contagiando y todos se contaban y cantaban las virtudes de los demás. Y no es que se dedicaran a comerse las pollas. No era peloteo, en el sentido de que no querían, ni buscaban nada del otro. Simplemente se complacían halagando. Generando un buen ambiente del que ellos también se beneficiaban.

Y… ¿a qué viene esto?

Viene a que pretendo adular, halagar y mostrar el lado positivo de una persona, de un compañero. Un guionista y director con quien colaboré, y sobretodo de quien fui íntimo amigo. Jorge Naranjo. Lo particular del caso, es que Jorge y yo nos peleamos, nos distanciamos y dejamos de hablarnos hace más de año y pico.

Quizás os preguntéis qué cojones os importa todo esto a vosotros, y qué interés tiene publicarlo en un blog sobre guión.

Pues bien, creo que puede resultar interesante por tres motivos.

1) Porque desafortunadamente en este mundo del guión, del cine, la tele, y la creación audiovisual, todos, o la mayoría, nos movemos, o nos hemos movido, pavoneando un gran ego. El cual provoca desencuentros, envidias, malas lenguas, hipocresía… Por ello creo afortunado hablar de lo contrario, del halago, del piropo sincero y de la cercanía entre personas que aman una misma forma de ganarse la vida.

2) Porque es fácil hablar mal de alguien, sacar trapos sucios, firmar con seudónimo y mostrar lo oscuro, dañino y conflictivo que afloró en el choque con otra persona. Pero, como sucede cuando estás en un atasco y en lugar de acelerar rápido para que no se te cuelen, cedes el paso y sonríes. Es mucho más fácil el gesto fraternal, en este caso hablar bien de alguien. Contar y compartir todo lo bueno que produjo el encuentro con esa persona. Y de la misma forma que las sonrisas se contagian de manera espontánea (incluso en un atasco), contagiar ese brillo, ese abrazo compartido de una amistad que se busca recuperar.

*Sí, soy un hippie irremediable. ¿Qué esperabais de un tipo al que sus padres pusieron semejante nombre?

3) Y por último y más importante motivo. Porque Jorge ha escrito, rodado y autoproducido un largometraje: “Casting”.

Casting es un largo precedido por tres cortos, este, este y este. Interpretado por el protagonista de la primera entrega, el inmenso actor y mejor amigo, Javier López. Junto a él también la genial Esther Rivas, y un elenco de lo más variado (Ruth Armas, Ken Appledorn, Marta Poveda, Nay Díaz, Beatriz Arjona y Daniel Pérez Prada). Pero sobre Casting volveré más adelante.

Conocí a Jorge antes de llegar a Madrid. En Barcelona, ambos fuimos a un concierto de REM, y desde el primer momento entramos en esa sintonía de creadores, en la que ambos habíamos leído los mismo libros de guión, amado las mismas pelis, seguido las mismas series, y sobretodo nos hermanaron nuestras ganas e ilusión por crear historias.

Poco después, cuando me instalé en Madrid, Jorge tuvo la generosidad de presentarme e incluirme en su círculo de amigos. Y sobretodo, de hacerme testigo de sus proyectos. Me dejó un primer tratamiento de un largo en el que trabajaba. Y yo, prepotente de mí (bendita juventud) le devolví el tratamiento con notas, comentarios y un resumen de lo que yo creía que se podía mejorar. En lugar de tomárselo a mal, Jorge decidió que podríamos escribir juntos.

Y comenzamos a trabajar. Por aquella época aprendí que además de escribir mucho (las famosas mil páginas de pianista) lo que un guionista ha de hacer es pensar y repensar la historia. Darle mil vueltas a todo, y hablarlo y comentarlo en voz alta. Para lo cual viene muy bien escribir con otra persona. Fue de los grandes aprendizajes que Jorge me brindó: escribir a cuatro manos. Colaborando, sumando, haciendo de frontón. Fuimos estableciendo el universo de la peli.

Para encontrar y concretar el tono de la historia, Jorge me hablaba de otras películas o libros. Uno de los referentes que más me cautivó, y que Jorge me mostró como una pequeña joya, fue un corto de Truffaut que para él contenía la esencia y el espíritu que el largo en el que trabajábamos debía contener. No por casualidad, el título inicial era “El año que murió Truffaut”, que luego terminó convirtiéndose en “Pequeño”.

Estábamos inmersos en la peli, en sus personajes, su ambiente, sus tramas… pero no conseguíamos terminar de encontrarle el empaque definitivo. Eran tantas las ganas de pasar del papel a la cámara, que se nos ocurrió la posibilidad de hacer un corto con la esencia del largo. Y de carrerilla, escribimos y reescribimos “Cinco contra uno“. Jorge demostraría otra de sus principales virtudes: la capacidad de montar un equipo, el mejor equipo, en prácticamente nada de tiempo, logrando que se involucrasen en el proyecto, que aportasen lo mejor de sí mismos, sin él perder la voz y la firma en la obra.

Desde el principio me enamoró la película que Jorge quería escribir. Era una historia de chavales, de infancia-adolescencia en los años 80, de tratar esa edad con la dignidad y respeto, a la vez que con el desenfado, que se merece. Como atrevidamente me decía, se trataba de cruzar el entretenimiento de Los Goonies con la verdad de Truffaut. Años más tarde a aquel verano en el que iniciamos nuestra colaboración, acudiríamos a un cine a ver Herois. Salimos contentos. Por un lado con ganas de volver a impulsar “Pequeño”. Pero por otro, con la sensación de que alguien ya había hecho “nuestra” historia. Y le había salido redonda. Pena que no funcionase bien en taquilla. Y pena que finalmente “Pequeño” se quedó en papel.

Pero supongo que los proyectos que se caen, o que no se levantan, o que simplemente se quedan en el cajón porque el impulsó que les hizo colarse en la primera hoja en blanco se ha perdido, supongo, que esos proyectos sirven y son necesarios para avanzar. Para convertirse en materia orgánica que sirva de abono a lo nuevo.

Y lo nuevo es “Casting”. Es lo nuevo y ha sido lo antiguo, pues Jorge lleva haciendo “Castings” desde hace más de dos años. Tres cortos y un largo. Ya escritos, ya rodados. Que son, que están hechos. Creo que esa es la mayor virtud de Jorge: hace las cosas. No es que se las proponga y las haga. Yo creo que salta el proponérselas, y directamente las hace. Y eso me parece envidiable. En un momento en el que a todo hay que darle mil vueltas, buscar mil ayudas, hablar con mil interlocutores, repensarse y marearse a uno mismo estudiando la idoneidad de una idea, de una historia. Lo que ha hecho Jorge con prácticamente todos sus proyectos: Lanzarse, dejarse llevar por la historia y lograr construirla tal cual, confiando y guiado solo por ella, me parece digno de admiración.

Jorge sabe de mi intención de escribir este post. De mi intención de reencontrarnos. Y como parte de esa intención, me gustaría ayudar dando a conocer Casting. Por ello le pedí que me diese información de ella. Se lo pedí con reparo, temiendo que le molestase que una persona con la que no tenía contacto le pidiese algo tan cercano. Felizmente, la sonrisas ya comenzaban a contagiarse, Jorge me dejó cantidad de material del proyecto para que me sumergiese en el. Me dejó el guión, varias fotos, dossieres de prensa, y un adelanto de los brutos que pude ver en primicia.

Soy una persona muy crítica, excesivamente crítica. Más, cuando se trata de ver, leer o analizar material de alguien cercano. Me siento ante el material con las uñas preparadas. Es inconsciente, involuntario, me gustaría que no fuese así, pero en pose felina me puse a leer el guión. Encima, pesaba todo el tiempo de desencuentro, de silencio y distancia entre la persona que había escrito el guión y quien lo leía.

Pero sucedió lo mejor que le puede pasar a alguien cuando lee una historia: Me olvidé que había sido escrita, me olvidé que detrás de las palabras había una mano, y me encontré con las historia y los personajes que dichas palabras habitaban. A las pocas páginas estaba dentro. De manera sencilla y natural, como la propia historia. Y es que creo que la principal virtud de Casting es que tiene verdad. Sé que es una expresión manida en la profesión. Me refiero a la verdad de la que hablaba recientemente Carlos López en este post. Una verdad sencilla, trasparente, sin trucos. Una verdad cercana a la que traspiran pelis como “antes del atardecer”.

De lo que más se habla en el guión es de las relaciones de pareja, de los encuentros, los desencuentros y los reencuentros. Y no es sólo que te puedas identificar con los personajes. Sino que sientes que lo que les pasa no son situaciones o sentimientos de escaparate, sino que hablan y están construidos desde la vida. La vida de unos personajes que se alejan de las necesidades dramáticas y se acercan a las suyas.

Recuerdo que muchos de los desencuentros que teníamos Jorge y yo a la hora de escribir es que yo tiraba hacia lo peliculero, lo artificioso, lo efectista. Resultaba más elaborado, trabajaba más la estructura, la escaleta. Pero, y ahora lo veo con más claridad, perdía verdad. Pues forzaba a los personajes a transitar e ir por donde el guionista quería (necesitaba) que fuesen. Jorge permite a los personajes sentir, les escucha. De hecho, Casting comenzó como la escucha de un guionista ante un personaje, un amigo actor que le contaba anécdotas de castings. Por eso Javi se llama Javi. No porque se interprete a sí mismo, sino porque de origen se construyó la historia en base a ese personaje, entrevistándole, interrogándole…

No sé cómo sería el proceso en los otros cortos de casting, pero viendo el resultado, me atrevo a adivinar que también fue fruto de un proceso de interiorización y comprensión del personaje-persona. En mi opinión, la mayor muestra de verdad, un atisbo de vida entre arrugas y miradas se da en Casting 3. La obra más generosa, y en elegante equilibrio entre sus recursos narrativos y la desnudez de su propuesta.

Una de las grandes aportaciones, y de las enseñanzas que recibí por parte de Jorge fue durante el rodaje del que fue mi primer corto “profesional”. Yo, ingenuo de mí, había decidido financiarlo por mi cuenta, sin subvenciones, sin productora, confiando en el guión, en los actores y en el equipo. En dicho equipo apenas había personas de peso en producción, y mi ayudante de dirección (aunque amigo) no tenía mucha experiencia. Ello produjo momentos, en los que literalmente quise salir corriendo del rodaje cual Forrest Gump sin rumbo.

Pero allí estuvo Jorge. Vino expresamente de Barcelona (se había marchado a escribir en Buenafuente) para colaborar en el corto. Fue una colaboración fuera de los cánones de los equipos de rodaje. No fue auxiliar, ni del equipo de producción, ni del de cámara… fue mi aliado. Estaba para apoyarme, para que pudiera desahogarme en un aparte y no perder la entereza delante del equipo. Estaba para darme un abrazo cuando todo parecía derrumbarse. Para decirme vamos, hay que seguir, que se puede, que está quedando genial. Y lo decía de corazón.

Un aliado que durante los tres días de rodaje se volcó en la parte humana que a veces se descuida. Que se olvidó de él mismo para echar la mano que siempre hacía falta, fuese para recoger a alguien, apaciguar ánimos, o devolver la furgoneta con el equipo. Puede parecer que fue un rodaje caótico, infernal o conflictivo. No lo fue. Y estoy seguro que en buena medida fue gracias a la figura de ese aliado. Figura imprescindible y que creo debería extenderse y ser capital en todos los rodajes.

Para recuperar ese aliado, para volver a contar con un compañero de aventura cuya forma de vida también es contar historias, para que podamos apoyarnos mutuamente, para saber que hay alguien como tú, que aún ama esta profesión por encima del dinero, la fama, o lo que es peor, el desencanto. Para todo eso y mucho más he tratado de escribir este post.

Y puede que muchos tachen este escrito de frívolo con toda la que está cayendo, pero quizás, ahora más que nunca, haya que reafirmarse y apoyarse en el compañerismo (que no amiguismo), en el altruismo (que no peloteo) y en la fraternidad, como valores que nos ayuden a seguir adelante, construyendo y realizando lo que nos motiva, ilusiona y conmueve. Valores quizás ingenuos, pero poderosos. Porque son los que nos hermanan y agrupan, los que nos alían y convencen de que no estamos solos. Los que nos aprovisionan para el trabajo en equipo. Valores que además… no pueden recortarse.

Jorge Naranjo ha sido guionista de televisión: “Los Hombres de Paco”, “Impares”, “Buenafuente”; Ha escrito y dirigido varios cortometrajes, entre los más reconocidos: “Llama ya”, “Cinco contra uno”, “Los niños de Charlot” o “Superhero”; Actualmente ultima su primer largometraje: “Casting”.

La web de la peli. El blog de la peli.

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7 comentarios en «ALIADOS»

  1. Por alguna extraña razón no puedo seguir los links de la película y los cortometrajes, y es algo que me gustaría ver e investigar.

    Cuántos buenos filmes y mejores historias nunca llegan a los cines.

    1. Gracias por dejar los links y por el post, Silvestre. Están muy conseguidos. Echo de menos el corto de “Llama ya”, es el único que conocía y para mí tiene una sencillez y una gracia difícilmente superables.

  2. Lo de la fiesta de aduladores pinta bien, pero yo
    preferiría estar en una fiesta del arco iris como la
    que aparecía en aquel capitulo de CSI…

  3. Buenísimo, íntimo, y sin pretensiones. No veo nada de lo que comenta Ana Coresta. Me parece un buen ejercicio de auto-reflexión personal y de crítica cinematográfica.

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