VESTIR EL NEGRO

Por Natxo López

Soy cinturón negro de Judo. Hace ya un porrón de años que no ejerzo y mis manos no son, ni mucho menos, armas mortales, no al menos si no estoy jugando a los dardos. Fui un niño tocapelotas y un poco bruto, y a mis padres les recomendaron que me dejaran desfogarme haciendo deporte. Yo encantado, claro, lo mío era correr, saltar, escalar y putear al personal. Me apuntaba a cualquier tipo de especialidad y competición que tuviera a tiro. Fútbol, balonmano, natación, ajedrez, tenis, patinaje, hockey… Incluso me inscribí en el equipo de baloncesto del colegio, a pesar de ser el niño más bajito de la clase. Cuando el entrenador me vio allí el primer día se echó a reír en mi cara, lo que dolió un poco, he de decir. Hijoputa. El tipo dio por hecho que aquel iba a ser mi primer y último día en el equipo, pero yo juré por mi honor que volvería al día siguiente. Y lo hice. Después de esa segunda clase, ya, dejé el equipo. Con mi honor intacto.

El único deporte que practiqué durante años con regularidad fue el Judo. Creo que porque me lo pasaba teta. Tenía buenos amigos y encima se me daba bien. Me apodaban “el rompehuesos” porque, en mi enérgico afán, había dislocado consecutivamente, en tres campeonatos, la muñeca, el codo y el hombro de tres contrincantes. Mi profesor era un tipo medio español medio asiático que infundía bastante respeto, de esos que te dejan las frases a medias, en plan misterioso, rollo místico. Le hacía gracia mi ímpetu un poco falto de técnica. Era un buen profesor.

Para conseguir el cinturón negro –creo que fue con 16 años- debías pasar un examen teórico de katas, pero antes era necesario obtener cierta cantidad de puntos en un campeonato que se celebraba anualmente. El día que me tocó pelear por mis puntos gané sin dificultad a varios contrincantes. Para mí era un juego y no me supuso una especial satisfacción. Pero entonces mi profesor se acercó a mí y dijo “López…”. No hacía falta más, entendí la mirada de “vamos a hablar en serio tú y yo”. Me llevó aparte y me echó un sermón, uno de los pocos que me han echado en mi vida. Me dijo que ese día yo había vencido a buenos judokas, chavales que se esforzaban y entrenaban duro para conseguir lo que yo había logrado con tanta facilidad. Y sin embargo yo lo consideraba un hobby, una diversión. Era injusto. “Si lo vas a hacer, hazlo bien”, me dijo. Tenía razón.

El profesor quería un pupilo vencedor y me convenció para tomármelo en serio, lo que significaba entrenamiento diario, además de ir a correr por las mañanas, sesiones de pesas, controlar la dieta… Lo que viene siendo el comienzo de una carrera deportiva profesional.

Pero el destino es caprichoso y le gusta llevar la contraria. Unos meses después unos amigos me llamaron para ir a jugar un partido de fútbol de un campeonato local. Era sábado. Les faltaba un jugador. Yo era un futbolista pésimo, pero corría mucho y peleaba cada pelota. Y además no tenían a nadie más.

En aquel partido me jodí la rodilla. Corriendo tras un balón imposible noté un “crack” y caí al suelo. Recuerdo al padre de uno de los chicos del otro equipo riéndose de mí porque decía que estaba haciendo teatro. “Tu puta madre”, pensaba yo retorciéndome de dolor en el suelo. Cojeando, llamé desde una cabina a mi padre, que me recogió y me llevó al hospital. Me hicieron una radiografía. Tenía rotos los ligamentos. Me operaron a las pocas semanas y estuve tres meses con unos hierros incrustados en mi pierna. Después, un año de rehabilitación (en aquella época esas operaciones eran más jodidas).

Así que tuve que dejar el Judo, para disgusto de mi Profesor. Era una lesión que se reproduciría fácilmente en un deporte tan fuerte. No tuve más remedio que olvidarme de una actividad que empezaba a convertirse en parte fundamental de mi vida. Mi rodilla nunca quedó bien, y de hecho con los años he tenido que volver a operarme, de ambas rodillas. Mis talones de Aquiles.

Tras aquello, de pronto me encontré con un montón de tiempo libre y un gran vacío por delante. Durante un año no pude hacer deporte. Pero yo seguía teniendo energía que canalizar (ya que en Pamplona, lo que es follar, más bien poco). Así que empecé a probar otras cosas. Me apunté a un coro. Formé un grupo de música a capella. Dibujé comics, caricaturas. Rodé cortos. Hice teatro. Y empecé a escribir.

Y la escritura se convirtió en una costumbre y una diversión, heredada de mi afición por la lectura que debo agradecer al empeño de mis padres por comprarme libros como si les fuera la vida en ello. Empecé a pergeñar relatos que fotocopiaba, encuadernaba y vendía a mis amigos (sí, yo también siento vergüenza ajena al pensarlo). Empecé a considerar el cine como algo más que una simple afición, gracias a los clásicos que mi padre grababa en video y almacenaba como un tesoro. Más de 300 cintas VHS grabadas en LP, con las que aprendí a mirar la pantalla de otra manera.

A los dos meses de empezar ingeniería de Telecomunicaciones les dije a mis progenitores que la dejaba, que no me gustaba, y que quería estudiar Comunicación Audiovisual, una carrera mucho menos prometedora y muchísimo más cara (en Pamplona sólo se impartía en la universidad privada). Se trataba de un cambio de rumbo que me haría perder todo un año académico. Nunca podré agradecerles suficientemente que me apoyaran y que comprendieran lo que entonces podría haber parecido una pataleta inconsistente.

Con el tiempo, aquel capricho de la narrativa se convirtió en mi oficio. Eso sí, tuve que retomar el sermón de mi entrenador y tomármelo en serio. “Si lo vas a hacer, hazlo bien”. Me obligué a mí mismo a no abandonarme, a dedicarle trabajo, empeño, a sobrellevar los sinsabores, pero casi siempre con ese espíritu de diversión que me había permitido tiempo atrás ganar combates (y que no experimenté, ni por asomo, estudiando una ingeniería).

Perdonen el coñazo nostálgico, pero ustedes saben que a los guionistas nos gusta hablar del mundo contando historias. Y he querido recurrir a ésta porque me acojonan un poco, como a todo el mundo, los tiempos que vivimos. Y me preocupa la gente joven que no ve nada claro el futuro. Gente con la que hablo en los cursos, en los trabajos, gente que nos escribe a bloguionistas buscando soluciones, casi mendigándolas.

Sobre todo, veo mucha gente desconcertada. Gente que se había trazado un recorrido en su cabeza, que ahora se ha roto. Son muchos los jóvenes aspirantes a guionistas que planteaban su carrera con esquemas parecidos a estos:

1- Estudio la carrera.
2- Hago un máster que me permita entrar en una gran productora.
3- Dentro de la productora, voy escalando puestos.
4- Consigo convertirme en productor ejecutivo, y hago mi gran serie.
5- Me forro.

O bien:

1- Escribo cortos. Los dirijo porque si no nadie lo hará.
2- Gano el Notodofilmfest.
3- Después doy el salto al largo.
4- Después de dos o tres largos exitosos, salto el charco y dirijo en Hollywood.
5- Me follo a Scarlett Johansson.

O también:

1- Escribo un blog satírico en internet.
2- Empiezo a hacerme popular en las redes. Dedico gran cantidad de mi tiempo a twitear y postear.
3- Un productor epatado por mi talento cómico me contrata para hacer un programa de televisión.
4- A partir de ahí todo viene rodado. Hago tele, cine, de todo.
5- Me forro.

Bien, todos estos esquemas –obviamente paródicos e inexactos- tienen algo de razonable. Hay gente que ha tomado caminos parecidos. Pero ése es, a la vez, uno de sus principales problemas: son recorridos ajenos, son intentos de imitar las carreras de otras personas. Cada trayectoria profesional es diferente, fruto de mil azares, búsquedas, deseos , contratiempos, y talentos variopintos. Uno debe encontrarse con las rodillas rotas, los mentores místicos, los contrincantes aviesos y los fracasos encadenados. No todo el mundo puede ser productor ejecutivo, ni todo el mundo puede ser Rodrigo Cortés.

Además, éstas son hipótesis construidas a partir del convencimiento de un discurrir invariable de las cosas. Pero es que ha llegado la crisis. El godzilla. El armagedón económico. Y muchos planes se han venido al traste. Ya no se sabe qué pasa con las subvenciones, ya no es tan fácil –tampoco lo era antes- entrar a trabajar en una productora, en una serie, vender un guión de largometraje. Todo el mundo es muy gracioso en twitter, todo el mundo escribe pruebas, o hace cortos resultones, o tiene largos en el cajón, y parece que no hay sitio para todos, que el Notodo ya no es lo que era y que sólo unos pocos elegidos van a conseguir follarse a Scarlett Johansson, al menos en un futuro cercano. Empiezo a sospechar que no me encuentro entre ellos.

La crisis nos ha descolocado a todos y estamos un poco como cervatillos deslumbrados por los faros, esperando que el coche nos dé la hostia que nos mande al otro barrio. No sabemos qué hacer, dónde ir, a qué puerta llamar. Es jodido de cojones.

Pero, amigos, a riesgo de sonar condescendiente y un poco hostiable, quiero decir que precisamente éste es el momento de descubrirse a sí mismo. La crisis nos pone a prueba, sí. Hay que reinventarse, hay que doblarse como el junco (la planta, no el cantante), hay que mirar alrededor, buscar la mejor salida, clavar los talones en la tierra, con decisión, y salir corriendo para evitar el atropello. Ya no sirven los mismos esquemas. El Notodo, la beca, el máster, el compadreo, el concurso, la medrada piramidal… siguen siendo válidos y necesarios, claro, pero no son la única respuesta. Más que nunca, nuestras respectivas carreras, estén en el punto que estén, deben encontrar nuevas direcciones. Las hay, aunque ahora parezca difícil verlas.

Nada más lejos de mi ánimo que acercarme a vacuos y justificatorios discursos de esta derecha que nos gobierna, pero sí creo en esa difícil máxima que dice que los tiempos de crisis son, también, tiempos de oportunidades. Hay huecos, hay rendijas, y hay mucha gente acojonada que no se atreve a meter la cabeza ni siquiera para ver qué se vislumbra. Es el momento de los valientes, de la gente con iniciativa, con talento, con ganas y, también, con capacidad de sufrimiento. Hay que echarle cojones, vestir el negro, e irse a luchar al muro y curtirse mientras dure el invierno, aunque dé miedito.

No quiero tampoco parecer negativo, ni dar la impresión de que estoy animando a los diletantes a que renuncien a convertirse en guionistas (aunque intuyo que algunos lo harán antes o después, aplastados por las dificultades y el pesimismo), pero hay que tener los pies en la tierra, y si se te jode la rodilla debes aceptar que no podrás ser un judoka profesional. Y si mides 1,65 no podrás jugar en la NBA. A lo mejor sí, pero, a priori, es complicado, y no tiene demasiado sentido empeñarse en ello.

Porque, oh, sí, esto del guión te tiene que gustar. No es fácil, no es glamuroso y te caen mamporros por todos los lados. Te tienes que divertir bastante escribiendo, o no vas a aguantar, no vas a tener tanta paciencia porque el camino es largo y el futuro incierto. Si no te gusta de verdad de la buena, puedes redirigir tus esfuerzos hacia la dirección, la producción, o tantas otras disciplinas de la industria, no pasa nada. O incluso probar en otras industrias. Porque además es que hay que rebajar expectativas. Nada de follarse a la Scarlett y forrarse y ser el nuevo Sorkin. Eso no va a pasarte mañana ni pasado mañana. Si es lo que esperas, sólo vas a conseguir frustración, desilusión. El próximo reto es muy sencillo. Está delante de ti, y es tu próxima página de guión.

¿Que cuál es el camino? Yo creo que ahora lo interesante y lo complicado es que cada uno debe encontrar su propio camino. Puede estar en los recorridos tradicionales, pero también en Internet, en la autoproducción, en la especialización, en las nuevas tecnologías, en el extranjero, en la cooperación, la experimentación, el estudio, la reivindicación, el mediometraje, el documental, el teatro… Pero, al menos para un guionista, siempre tendría que estar relacionado con la búsqueda de la propia voz como narrador, con el aprendizaje y con el compromiso con el trabajo y la escritura incansable.

Hay que escribir. Es la única cosa que no nos pueden quitar. Escribir proyectos propios, ajenos, buenos, malos, mediocres y brillantes. Hay que escribírselo todo y comerse el mundo antes de que el mundo se nos coma a nosotros. Habrá que atravesar los años malos, sí. Pero pasarán, y estoy convencido de que después nos encontraremos con una de las generaciones de guionistas más brillantes, curtidas y llenas de proyectos que hemos tenido en este país. El hambre, el deseo, la rabia y la lucha joden, pero también estimulan. Siempre y cuando, claro, uno se ponga a escribir. Ahora mismo. Ya. Sin parar.

Corran.

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38 comentarios en «VESTIR EL NEGRO»

  1. ¡Qué post más bueno! Me ha gustado mucho. Me parece que has definido muy bien las expectativas y las falsas esperanzas que se pueden tener a la hora de ser guionista. Felicidades.

    Saludos desde mi blog.

  2. Gracias, Natxo. Grande.

    Un colega me lo dijo así el otro día: “La única que nunca nos falla es la pagina en blanco”.

  3. Gracias por el post, me ha animado a seguir creando y a ser un poco más optimista.

    Coincido contigo en que en los tiempos que corren, sólo los más valientes saldrán adelante, así que hay que ir a por todas.

    Un saludo.

  4. Me gusta mucho el post, aunque encuentro que la mención de La Guardia de la Noche en este contexto no es demasiado afortunada. Eso es un viaje que no tiene vuelta, una renuncia a muchas cosas de por vida, no sólo cuando vienen malos tiempos. Por lo demás, y a pesar de tener un ligero tufillo a blockbuster de jolibud, dices cosas que mucha gente no sólo agradecerá, si no que necesitará escuchar. Un saludo.

  5. Gracias a todos por leer y opinar. Me alegra haberos entretenido un rato, aunque sea con tonterías.

    Nomzamo, la alusión a la Guardia de la Noche, evidentemente, no está hecha muy en serio, aunque sí que me gusta esa idea de que es un sitio donde vas a pasarlas putas, pero también a enfrentarte a tus miedos y tus verdades, y, seguramente en última instancia, a encontrarte a ti mismo.

    Saludos.

  6. ¿Y no podemos simplemente darnos cursos los unos a los otros hasta que se pase esto de la crisis?

  7. Aunque sigo bloguionistas con regularidad (y gusto) no suelo hacer comentarios. Pero hoy al acabar este post, con ese apremio del autor por ponerse corriendo a escribir, no he podido remediarlo…
    Enhorabuena! Me ha encantado. Me he reído y he aprendido cosas. ¿Qué más se puede dedir? Sí, algo más: gracias

  8. Para mi, el paradigma de guionista siempre ha sido
    Sherezade. Alguien que vive gracias a su habilidad para
    contar historias (y dejarlas con un cliffhanger).
    “Cuando la noche acabó y la historia no habia concluido, el
    sultán decidió perdonar la vida a Sherezade hasta el dia siguiente”.

  9. Gustavo Villamar Castro

    Muy cierto, hay que escribir y escribir. Eres un gran maestro. Gracias por recordarlo. Saludos

  10. Muy bueno el post, Natxo, me ha servido para decidirme, estaba dudando entre seguir siendo Costalero o Guionista, ya lo tengo claro, voy a intentar alcanzar mi sueño: Amnistiado Fiscal!!!!
    Saludos cordiales!!!

  11. Pues yo no pienso rebajar mis expectativas. La Scarlett cae. Puede que tarde un poco mas, pero cae….

  12. Gracias Nacho. Me ha traído a la memoria muchas de mis propias circunstancias hasta acabar en este querido oficio nuestro. De obligada lectura, sobre todo para los que llevan años en la carretera.

  13. Pero qué bien me cae usted sr. Natxo López. Un post genial.Me siento totalmente identificada. Yo soy del esquema 1. Un apunte:añadir a, por ejemplo Ryan Gosling junto a Scarlett Johansson. (siento ser tan toca-pelotas, pero es por sentirme integrada)

  14. Pingback: Vestir el negro

  15. Gracias a la chica por el añadido de Ryan Gosling. Ahora sí, parecía que Natxo nos estaba hablando a tod@s.

    Gracias por el post, Natxo!

  16. Ryan Gosling es guapete, he de decir, y gran actor además.

    Les tengo en muy alta estima, estimadas lectoras, y sé que ustedes comprenden que no ande duplicando ejemplos y mencionando a los “ciudadanos y ciudadanas”. Espero que entiendan que mi recorrido vital con Scarlett no es el mismo que con el Sr. Ryan. Y, a fin de cuentas, estamos ante un post bastante onanista y egocéntrico, como es habitual en un servidor.

    Muchas gracias a todas y todos por leer.

    1. jaja, decididamente tengo que darme de baja por aquí…entre lo de la costurera prodigiosa y la acampada pasaré a los anales del blog (que fíjate, es escribirla y a le veo un segundo sentido a la palabra, esto es una tortura) … por lo demás muy de acuerdo con el post, creo que se puede ser realista pero esto está llegando a un punto de discurso excesivo.

  17. Hola Natxo,
    He descubierto tu blog pq esudio Comunicación y Audiovisuales con 42 y la profesora de Guión nos animó a leer este blog: Una enfermedad de jovencita me impidió como a ti seguir mi destino, y tuve que dejar los estudios de periodismo, pero yo pienso que nunca es tarde si la dicha es buena.
    Casada con dos hijos y como no encontré mi futuro en otro tipo de comunicación, soy comercial y tampoco no me ha ido mal, pero como quería quitarme la espinita reeprendi los estudios y los resultados son más que buenos, has escrito un buen guión de como enfrentarse a la crisis, y tienes mucha razón en lo que dices, me alegro de caer por aquí…
    Un cálido abrazo
    Lluïsa

  18. Qué gozada (plas, plas, plas). En verdad, lo he disfrutado. Gracias, por tan buen rato. No sé que tan buenos sean sus guiones; pero, desde luego, sus escritos son de diez.

    Mis respetos.

  19. Muy de acuerdo. Y a ver si los que mandan aprenden a distinguir a los buenos de los malos, que yo creo que viene a ser el problema.

    Los que trabajan no tienen ni puta idea y los que sabéis estáis todos aquí, viéndolas venir. Exagerando, sí.

    Al menos decir que uno es guionista ayuda a follar. Al menos así era hará diez años. Como haya dejado de ser así entonces sí que podéis iros tirando por la ventana.

    Pero vamos, que sí, que de acuerdo en casi todo. Todo lo que no sea estar vivo consiste en estar muerto. Así que todos a trabajar como cabrones. ¡Por España! ¡Por el rey!

    1. Quique…

      Lección número 1 de guion: los que follan son los técnicos.

      Ejercicio: Repite en alto la palabra “guionista” y coméntala con tu compañera de al lado.

  20. Un post inspirado e inspirador, Natxo. Celebro que finalmente encontrara su verdadera vocación y oficio. No estoy de acuerdo en que su post sea egocéntrico y onanista (que cosas se le ocurren) pero si lo es, no hay duda que ha sabido engañar muy bien a todos.

    Es verdad que el destino a veces es caprichoso (y acertado en su caso) a la hora de conducirnos por unos u otros detorreros. Realmente ¿Quién necesita ser cinturón negro de kárate, teniendo un buen gancho de lengua? En el otro post, entre Sergio y usted han dejado kao al pobre Teddy. Él que quería pasar inadvertido e iniciar una nueva etapa como comentarista…Si es que no tienen corazón!

  21. Joder, lo de empezar carreras absurdas que no le gustan a uno es tipical guionista. Yo hice la técnica de teleco y fui tan imbécil que, sabiendo que no me gustaba, empecé segundo ciclo de Ing. electrónica… A unos nos cuesta más darnos cuenta, a otros menos, pero al final todo, TODO, cae por su propio peso.
    La superior al menos me permitió conocer algo que no fuera Valencia haciendo un año de erasmus en Italia que cambio mi vida. Decidí dejar la carrera e inscribirme en el máster de guion Iberamericano de la FIA, y justamente me seleccionaron entre los más de 100 aspirantes que habían para 24 plazas… por ser Ingeniero…. Les hacía gracia…
    Efectivamente, cada uno tiene un camino distinto para meter cabeza, a cada cual más raro, dentro de esta profesión… y creo que es siempre muy personal e intransferible. También creo que TODOS los guionistas empezamos con el oculto deseo de FORRARNOS, y que con el tiempo sencillamente te alegras de poder vivir de esto porque lo amas.

    Solo añadir una cosa más que me enrollo, pero es que me ha gustado mucho el post y quiero participar… Yo era de los que pensaba que era importante para esta profesión conocer a muchos guionistas, directores, productores, actores… y que te conocieran. Es cierto que el audiovisual es muy “social”, pero no hay que olvidar que lo más importante es escribir, y la mejor manera de que te conozcan es por tu trabajo, por lo que uno escribe y hace, y no sencillamente conocer a alguien en un festival, encuentro o conferencia. Eso está bien pero debe de ir acompañado de cosas concretas que mostrar, y sobre todo acabadas. No ideas esbozadas, ni sinopsis, ni siquiera tratamientos al principio. GUIONES terminados que estén listos para rodar. Si no eres capaz de terminar un guion que interese no sirve de nada tener buenas ideas. Si ese es el caso de alguien que se alíe con un guionista (y que le pague si puede ser…)
    Si es bueno lo que escribes, tarde o temprano te darán una subvención (qué tiempos aquellos…), o ganarás algún concurso, o llamarás la atención de algún: productor, compañero guionista, profesor que te contratará (así me metí yo en la profesión), si no, como bien dice Natxo hay que aprender a aceptar las limitaciones de uno mismo, y reorientar la carrera que hay mil posibilidades dentro del audiovisual mismo.

    Me ha encantado el post Natxo, y creo que muchos nos vemos reflejados de maneras distintas en el. Gracias por compartir y animarnos a seguir escribiendo y a reinventarnos.

    1. Gracias a ti, Juanjo, por tu aportación. Desde luego, desde Valencia os lo estáis currando para seguir con la pelea y las ganas pese a todo lo que os está cayendo. Un abrazo, compañero de telecos, jaja.

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