Por David Muñoz
“Buenos días. Me llamo R., y soy estudiante del último año de Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos.
En estos momentos estoy realizando mi Trabajo de Fin de Grado, “Análisis estructural de un guión de largometraje”, en el que tengo que realizar mi propia propuesta teórica de análisis de guión. Por desgracia, en español hay muy poca información acerca de este tema, lo que está haciendo que mi trabajo sea un poco complejo.
Me gustaría saber si podríais darme algún tipo de información sobre cómo lleváis a cabo los análisis de guión. Cualquier dato me ayudaría mucho con mi trabajo, ya sean unas pautas o algún pequeño consejo.
Gracias por vuestro tiempo. Un saludo”.
Hola R.,
La verdad es que no sé si he entendido bien tu pregunta. Porque mi impresión es que sí que hay bastante información en español sobre el tema que te ha llevado a escribirnos.
El trabajo que tienes que escribir se llama “Análisis estructural de un guión de largometraje”, por lo que entiendo que tienes que analizar el guión de alguna película desde el punto de vista estructural. Y hay varios libros publicados en español que explican muy bien cómo funciona la estructura de un largometraje. De entre ellos, quizá el que te resulte más útil sea “El libro del guión” de Syd Field. De forma muy clara y concisa, Field cuenta cómo funcionan y porqué la mayor parte de los guiones. Además tiene la ventaja de que no es demasiado largo. También podría recomendarte “El guión” de Robert McKee, pero su lectura resulta bastante más pesada y para lo que tú necesitas, con lo que cuenta Field creo que puede valerte. Uno puede pasarse toda la vida dándole vueltas a los porqués de la escritura de los guiones, pero lo básico se cuenta muy rápidamente. Además, el libro de Field es fácil de encontrar. Y sí, también puedes descargártelo. Antes de escribir este texto he hecho una búsqueda rápida y he visto que hay muchas páginas que lo ofrecen. Pero yo te recomiendo que pagues por él. Cuesta 15 euros y estarás apoyando al editor que se ha tomado la molestia no solo de editarlo sino de traducirlo y corregirlo (y que ha pagado dinero por los derechos para poder hacerlo), facilitando que pueda poner otros títulos a la venta. Pero si estás muy apurada de dinero y comprarlo se te hace un mundo, es probable que hasta puedas encontrarlo en la biblioteca de tu facultad.
También hay un libro muy interesante: “Diccionario del guión audiovisual”, de dos autores españoles, Jesús Ramos y Joan Marimón, que desmenuza varios guiones de largos usando diagramas que permiten ver de forma muy clara cómo funcionan estructuralmente. Pero resulta más difícil de encontrar. Y es caro.
La cuestión es que sí que existe la suficiente información publicada en español para que puedas hacer ese trabajo.
Respecto a cómo llevamos a cabo los guionistas el análisis de un guión, supongo que eso depende de cada analista y de las necesidades de la productora que encarga el guión. Porque no es lo mismo un análisis académico, sobre un guión rodado y estrenado, que lo que hacemos los guionistas cuando nos encargan un análisis.
En mi caso, cuando he tenido que escribir uno, ha sido siempre porqué un productor quería saber mi opinión sobre un guión que estaba pensando en producir pero que no acababa del ver del todo claro, y en mi trabajo no solo consistía en analizarlo, sino en proponer maneras de mejorarlo.
Para analizar la estructura del guión que me pasan lo primero que hago es leerlo un par de veces, luego, escribo su escaleta, desgranándolo escena por escena, intentando localizar los puntos básicos de la estructura de cualquier guión: el detonante, los puntos de giro, el punto medio, y el clímax.
Esa escaleta, en la que a veces cada acto está coloreado de una manera, me permite saber rápidamente si los actos están descompensados (lo habitual es que el segundo acto sea demasiado corto y el primero demasiado largo), si el detonante llega en el momento adecuado (normalmente tarda en aparecer), etc.
A partir de ahí paso a otra “capa”: aislar cada trama y analizarla por separado. De esa manera a menudo descubres que se ha puesto más énfasis en una subtrama que una trama, por Ej.
De lo que se trata es de extraer la suficiente información del guión como para conseguir entender cómo funciona desde el punto de vista estructural y que te sea posible determinar cuáles son sus puntos débiles y dónde cabe la posibilidad de una mejora.
Una vez has “entendido” el guión comienza el trabajo más complicado. Porque debes pasar del análisis objetivo, de describir lo que hay (cosa que no es tan sencilla como parece) a valorarlo. ¿Está bien? ¿Está mal? Si es así, ¿es mejorable? ¿Y cómo?
Para poder hacer bien su trabajo, el analista debe tratar no de cambiar totalmente el guión, transformándolo en otro, sino encontrar la manera de conseguir que alcance su verdadero potencial. Que sea la mejor versión de si mismo. Y lo hará siempre comparando la versión que le han dado a leer con esa versión ideal que de momento solo existe en su cabeza y que se ha escrito –aunque por ahora solo sea virtualmente-, de acuerdo a sus parámetros, a su idea de lo que es un buen o mal guión.
Por eso es crucial que la persona que está analizando tu guión comparta tu forma de ver las cosas. Porque sino, el trabajo que hay que llevar a cabo a partir de ese análisis es imposible. Si guionista y analista viven en mundos narrativos antagónicos, no hay nada que hacer. El análisis no servirá para nada.
La verdad es que éste es un tema interesante del que acabaré hablando en otra entrada tarde o temprano.
En todo caso, creo que cuando se analiza un guión hay que tener claro que éste no es mejor ni peor porque encaje mejor con una plantilla estructural prestablecida. Hay guiones maravillosos donde el primer punto de giro llega tarde y otros horrorosos que sin embargo funcionan como un mecanismo de relojería. De lo que se trata es de que la historia resulte entretenida, de que interese. Y si lo hace, pueden perdonársele muchas cosas. Cuando no es así, es cuando uno tira de teoría para tratar de mejorarlo.
El guionista John August lo explicaba muy bien hace poco en su blog comentando un análisis de su guión para la película de Tim Burton, “Big Fish”: “Demasiado a menudo veo a guionistas principiantes peleando para conseguir que las grandes películas que ven en su cabeza encajen en una plantilla. Así que os doy permiso oficial para que dejéis de hacerlo. Relajaos. (…) La teoría es la teoría. Escribir es real, y a veces resulta muy duro. Merece la pena saber lo bastante sobre teoría dramática para que puedas hacer preguntas inteligentes sobre tu trabajo -“¿Cómo puedo conseguir que a mí héroe las cosas le resulten más difíciles?”, es una buena- pero no se te pide que contestes cada pregunta o que marques cada casilla. Y recuerda: Si los supuestos expertos realmente conocieran los secretos, estarían escribiendo películas en vez de vendiendo libros sobre cómo escribir películas”.
Pero como digo, este es un tema complejo en el que merece la pena profundizar más. Aunque en lo básico estoy de acuerdo con August, no comparto su desprecio por aquellos que se dedican a la enseñanza de la teoría del guión sin ser guionistas. Y últimamente cada vez que veo una película que me aburre, cuando luego pienso en ella suelo llegar a la conclusión de que no lo habría hecho de haber tenido en cuenta alguna regla de dramaturgia básica (pues para eso valen, para conseguir que nos interesen las historias, es de lo único que se trata). Y de eso también espero hablar pronto por aquí. También de otra teoría mía a lo mejor absurda que he llamado “la teoría de la compensación”.
Volviendo al tema que nos ocupa… R, tu mensaje me ha hecho pensar en las preguntas que recibimos en Bloguionistas. Muchas veces son tan generales que la única manera de responderlas adecuadamente sería escribir un ensayo… ¡o un libro! También pasa que están formuladas de una manera tan ambigua que no conseguimos entender qué es lo que se está realmente preguntando. Pero lo peor es cuando no son nada concretas.
Así que, por favor, a aquellos que queráis enviarnos consultas a Bloguionistas, por favor, ser precisos y concretos. Nos facilitaréis el trabajo y tendréis muchas más posibilidades de que os contestemos.
Porque R., tu mensaje ha estado a punto de quedarse sin contestación por esas mismas razones: dices que buscas “algún tipo de información” sobre el tema que te ha llevado a escribirnos, y que “cualquier dato” te vale. Pero decir eso es como no decir nada. Porque a poco que uno se tome estas cosas un poco en serio, lo que quiere es ser útil, no explicar una serie de vaguedades que quizá al final no le sirvan de nada a quien nos ha escrito. Que puede que sea lo que yo he hecho en esta entrada, mal que me pese.
R., termino recomendándote el único blog donde se habla habitualmente de análisis de guiones, el de Ana Sanz-Magallón, que además de saber mucho sobre estos temas, es la autora de un libro excelente: “Cuéntalo bien”, que también sumo a la lista de lecturas recomendadas.
Espero haberte sido útil.
Espléndidas las referencias y, especialmente, el enorme esfuerzo en la respuesta. Muchas gracias (aunque no haya sido yo quien planteó la consulta). Luis
Creo que la parte más difícil del analista es intentar ponerse en el lugar del autor del guión analizado. Tratar de saber qué quería contar, qué tono, qué objetivo tenía. Porque es seguro que muchas veces analista y guionista tendrán gustos, géneros y hasta estilos de escritura opuestos. Claro que las normas narrativas y dramáticas, en general, son más o menos iguales para todos. Pero claro, ahí surge un problema que no sé yo si percibimos con la suficiente asiduidad. El hecho de que el cine, por obligación, no tiene por qué ser (sólo) narrativo. Ya que mencionas a McKee me llama la atención que en su libro sea capaz de “amplificar” su clasificación de tipos de estructura sólo para que todo el cine quepa en ella. Pero qué le vamos a hacer, a un alto porcentaje del cine moderno no se le pueden entremeter, usemos el calzador que usemos, la estructura narrativa. Y tampoco hace falta. Pero de todos modos ese tipo de cine, más alternativo, no creo que pase por muchas productoras, ni que pase por muchos lectores. Por eso creo que al libro de McKee le sirve de buen contrapeso el de Michael Chion, donde se ven ejemplos de muchas más clases (cine de otras procedencias, que no sea sólo la anglosajona, tan etnocentristas ellos).
Yo siempre que he tenido que hacer análisis, en mi productora, he tratado de ser muy respetuoso, y, además de señalar posibles errores, indicar posibilidades. No para que el autor me haga caso, que no es probable, sino para, al menos, y tal vez sea la clave, lograr detonar (ya que estamos con vocabulario de guión) en su imaginación sus propias respuestas.
Cuando, a su vez, yo he recibido buenos análisis, es lo que más útil me ha sido: se crea una especie de brainstorming a distancia, que facilita que uno mismo encuentre soluciones.
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Cito de mi propio blog: Sensato, interesante y pedagógico, como siempre, David Muñoz. Que tiene además un exquisito buen gusto en lo que se refiere a manuales de guión. Gracias, David.
“La dramaturgia” de Yves lavandier lleva siendo mi libro de cabecera hace años. Tantos en sus formas como en sus contenidos, está lejos de los gurús engañabobos como Syd Field o Robert McKee. ¿Será porque es europeo?
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