LA ROPA

Por Chico Santamano.

Lourdes había nacido para coser. Desde pequeña jugaba con el costurero de su madre y creaba con un poco de hilo, aguja y trapos de cocina vestidos de princesas y brujas. Siempre supo que ESO era lo suyo, pero no veía sus vestidos en pasarelas o escaparates. La moda le provocaba una profunda indiferencia, con lo que Lourdes soñaba era con ver sus vestidos, sus chaquetas, sus trajes perfectamente cortados en la gran pantalla.

Durante años se preparó para ello y en cierta forma consiguió cumplir su sueño. Sus trajes no llenaban de color y texturas las pantallas de cine, pero sí lo hacían en la tele. Comenzó como ayudante y acabó siendo la máxima responsable de los atuendos que caracterizaban a cada uno de los personajes de la serie.

El ritmo de la tele era diabólico. Casi no tenía tiempo para coser detalles que contarán “algo más”, ni presupuesto para comprar las mejores telas. Sin tiempo ni dinero, acababa comprando una vez tras otra en las mismas tiendas donde compraban el común de los mortales. ¿Qué le iba a hacer? Ella no podía luchar contra los elementos. Aún así, Lourdes era muy buena y conseguía auténtica magia combinando unas prendas con otras, tiñendo, cosiendo y descosiendo… Ese era el auténtico reto y ella lo superaba con tanto orgullo como resignación.

Luego estaban los actores, claro. Lourdes se hartaba de escuchar una y otra vez que si “esto me hace gorda”, “esto no se lo pondría mi personaje”, “esta camisa ya huele”… Lidiar con las estrellas nunca ha sido fácil, pero nuestra protagonista era paciente y con una sonrisa y un poco de verborrea engañabobos conseguía ceder lo justo e ignorarles lo suficiente como para no tener que estar cambiando el vestuario de todo el reparto día tras día.

Con todo y con eso, Lourdes disfrutaba con su trabajo. Excepto un día clave que se repetía por cada nuevo capítulo al que se debía enfrentar. Lo peor que llevaba Lourdes era el pase de vestuario. Los jefes de equipo se sentaban alrededor de una mesa; arte, maquillaje, producción… No faltaba nadie. Es importante que todos los departamento sepan cómo van a lucir los protagonistas. El ayudante de dirección, junto al director de ese capítulo, iba repasando una por una cada prenda que aparecería en ese capítulo. Lourdes iba poniendo el vestido sobre la mesa y todos comentaban como si ella no estuviera delante. Como si toda esa ropa hubiera salido de la nada y no fuera fruto de su esfuerzo y el de su equipo. El ayudante de dirección no perdía la oportunidad de destacar alguna costura o el típico botón que por las prisas se había quedado un poco suelto. Todos reían. Lourdes también… no quería quedar como una siesa, claro. De repente, el director y su comentario de siempre… “Otra vez ese color”. Lourdes era consciente de la repetición, pero qué haces cuando tienes tantos personajes a los que vestir y llevas tantos capítulos a tus espaldas. Es difícil no reincidir. Como siempre, el jefe de producción se echaba las manos a la cabeza y la hacía sentir culpable por haber usado telas caras. ¿Qué culpa tenía ella de tener que vestir a personajes ricos?

Con el tiempo, Lourdes se fue acostumbrando. Sabía que no lo hacían con maldad ninguna. Cuando se trabaja durante mucho tiempo en una misma serie la ilusión deja paso al cinismo y todo el mundo necesita reírse un poco de la ropa para no caer en el tedio. Además… ¿Qué podía hacer ella? Era evidente que todos sabían más que Lourdes sobre vestuario. Todos tenían un figurinista dentro. Posiblemente el mejor figurinista de todos los tiempos.

Todos se creían con derecho a opinar y sobre todo a señalar y a hacer bromas sobre las carencias del esfuerzo de Lourdes. La figurinista siempre se lamentaba de que no hubiera mesa de planes de rodaje, desgloses de producción o pases de peluquería. Ella también quería hacer bromas del trabajo ajeno. Pero a Lourdes le había tocado ser el centro de atención en el único momento del proceso donde todos sus compañeros se reunían. Y aunque todos ellos fueran conscientes del poco tiempo que tenía para preparar el capítulo, puesto que también eran víctimas de esas condiciones de trabajo, sus compañeros no podían evitar reírse del guión… perdón, de la ropa de Lourdes.

13 comentarios en «LA ROPA»

  1. Este texto deja entrever que Chico Santamano sueña con ser modista, como su madre, pero se dedica a escribir por el qué dirán.

  2. Chico, me ha encantado … cuando veo alguna serie, especialmente de época, me llama la atención la ‘gracia’ del vestuario, sin la cual el resto de ambientación difícilmente sería creíble

    1. Odylon, creo que precisamente hablaba de vestuario, como una parte ninguneada de la producción y por eso mi comentario, pero bueno no sé, igual tienes razón…. bloguionistas es lo más parecido a una cena familiar navideña, tiene mucho morbo pero te deja agotado

    1. Totalmente de acuerdo, pero viendo que algunos se han quedado con que hablaba de vestuario, parece que no sobra.

    1. En el momento que hace el subrayado final el subtexto ya es texto.

      – texto:¿subes a casa a tomar una copa?(Subtexto: ¿quieres follar conmigo?)
      – texto: ¿subes a casa, nos tomamos algo y luego follamos?( subtexto: ???)

    2. No creo que en un blog de guionistas se le dé tanta cancha al tema del vestuario, que por otra parte y quitando series de época y poco más, poca importancia tiene en la televisión de este país (que por otro lado, son las series que más se hacen últimamente, las de época…).

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