FIRMAS INVITADAS: CARLOS MORELLI

Carlos Morelli es un guionista y realizador uruguayo afincado en Berlín. Ha dirigido, entre otros, los cortometrajes de ficción “Monstruo” (2011), “Warisover” (2010) –premiado en los festivales de Hamburgo, Soria y Pamplona- y los documentales “Small hands big hall” (2010) y “Teaching the Soloist”. Ha impartido clases de cine en universidades de España, Chile, México y China.

TRES CONTINENTES

“For all of the difficulties, all the frustrations and hardships, filmmaking is, finally, a human adventure…”

Theo Angelopoulos.

Yo he nacido en Montevideo, Uruguay. Gabriela, mi mujer, es mexicana, de Guadalajara (Tapatía). Mi hijo mayor, Santiago, nació en el 2006 en Zapopan, una ciudad pegadita a Guadalajara. Éramos tres cuando en el 2008 la DAAD de Alemania, a través del programa Berliner Kuenstlerprogramm, me otorgó una beca para residir con mi fmailia y trabajar en Berlín durante un año. Armamos nuestras maletas y nos despedimos del sol y los maravillosos platos picantes de Guadalajara. Dos años después nació mi segundo hijo, Mateo, en Berlín… y ahora somos 4.

Monstruo es un cortometraje escrito en Berlín, financiado por el ICUA (Instituto del Cine y Audiovisual del  Uruguay), producido por una productora Uruguaya (NÉKTAR FILMS), otra Alemana (LA OFI-CINE) y otra Mexicana (CINESCOPIO). Filmamos en Montevideo, con actores, artistas y técnicos Uruguayos, editamos la imagen en México, la música fue hecha en Montevideo, el sonido y la corrección de color en Berlín.

El proceso no ha estado libre de complicaciones ni malos entendidos, han habido momentos de desesperación, frustración y desencuentros, pero también hay algunos detalles en este proceso intercontinental de trabajo, que fueron maravillosos y reveladores.

La aplicación al concurso de guiones para cortometrajes del ICUA fue hecha en febrero de 2011 de forma remota entre la productora en Montevideo (Veronica Pamoukaghlian) y yo en Berlín. Cada uno redactó los documentos que le competían y se presento una esplendorosa carpeta que (a mediados de abril) resultó premiada.

En junio del 2011 viajé a Santiago de Chile para dar un curso de guión de cortometrajes en el Master en Guión (MGDA) de la Universidad de los Andes, y en un fin de semana libre que se cruzaba durante mi taller tomé un avión para reunirme en Montevideo con el fotógrafo, la directora de arte, los actores y elegir las locaciones. En esa ocasión estuve en Montevideo unas 30 horas que exprimimos al máximo para poder resolver la mayor cantidad de detalles posibles.

Entre Julio y agosto del 2011, desde mi pequeño estudio en Prenzlauer Berg en Berlín, mantuve diarias entrevistas vía skype con todos los integrantes del equipo, definiendo la estética del film, concertando la forma de trabajo y gestionando (tanto allí como aquí), el resto de los apoyos necesarios para producir el corto.

En el año 2006 yo había viajado a Montevideo a encontrarme con mi padre en su lecho de muerte. Yo llevaba más de 3 años viviendo y trabajando entre Barcelona, Shanghai y Guadalajara cuando recibí la noticia de su estado de salud crítico. Mi visita al terruño fue traumática y brevísima (era diciembre y era un verano brillante, pero fueron días oscuros y amargos). No fue hasta setiembre del 2011 que regresé a Montevideo para filmar Monstruo, pero en esta oportunidad mi estadía superó el mes: 2 semanas de pre producción y ensayos, una semana de rodaje, una semana de back up por si algo se atrasaba y para visitar a la familia y amigos.

Durante los últimos 50 años Latinoamérica ha vivido en eterna y miserable crisis (imaginen 50 años con el mismo pulso y angustia con el que se vive en Europa estos años), pero resulta que en los últimos tiempos todo ha cambiado y Latinoamérica, con Brasil a la cabeza y Venezuela a la cola, crece como nunca (con tasas de desempleo históricamente bajas). Es un crecimiento un tanto ficticio porque está sustentado en la venta de materias primas (que pasan por un momento de alza) y de un artificial estímulo del consumo interno (créditos, burbujas… Lo mismo de siempre). Aún así el crecimiento tiene su lado positivo y ha cambiado completamente al continente.

La combinación de 6 años de crecimiento económico y dos gobiernos continuos de izquierda, dieron lugar al nacimiento de la Ley de Cine y del Instituto de Cine del Uruguay (ICAU). Hoy día la existencia del ICAU asegura fondos para desarrollar varios largos, cortometrajes, documentales, proyectos de serie de televisión y unitarios, también apoya proyectos de formación y de co producción con Brasil y Argentina. El ICAU es una institución nueva y mejorable en muchos sentidos, pero es un exitoso proyecto que está haciendo crecer la cantidad y calidad de las producciones nacionales, apostando por nuevos géneros y formas de hacer cine, sacando lentamente al “Cine Uruguayo” del marcado acento bucólico-pseudo intelectual, que tanto caracteriza cierto cine Frances o Finlandés: Como consecuencia de haber mayor cantidad de recursos y nuevos criterios de distribución, el ICAU poco a poco comienza a apostar, también, por otras formas narrativas. Si no existiera el ICAU Monstruo no existiría porque es un cortometraje (casi) de género, en el que se propone un relato (moral) que se sostiene a través de la acción, tiene una estética visual mínima, pero también tiene escenas de riesgo, tiene música que manipula y cortes que pretenden perturbar.

Junto con la fuerte industria de cine publicitario que aporta una buena cantidad de impuestos y puesto de trabajo en el Uruguay, el ICUA con sus fondos de desarrollo y producción, ha hecho crecer la calidad de los técnicos y artistas vinculados al cine: cuando llegué al Uruguay para rodar Monstruo me encontré con un crew de gente joven que ya había trabajado en dos o tres largos, series de ficción para la televisión nacional, algunos cortos, programas de entretenimientos y muchísimos comerciales. En mi época de estudiante colarse en la producción de un largo era como ganar un mundial.

El crecimiento económico del Uruguay aún no termina de verse reflejado en las vidas de los ciudadanos (seguridad, educación, oportunidades de desarrollo, igualdad, cultura etc.), pero las cosas están cambiado y para bien. Mucho mejor.

Rodar requiere por parte de los artistas y técnicos involucrados una complejísima combinación de concentración, cariño, cálculo, intuición, talento y suerte y Monstruo en particular fue un corto muy difícil de rodar. Lo que me salvó es haber trabajado con dos enormes actores que tuvieron la paciencia y el cariño para escucharme y seguirme: Nos enamoramos y disfrutamos como chanchos haciendo la película, desarrollando los personajes y la clave fue que ellos decidieron (ciegamente y sin ninguna razón concreta) confiar en mi.

Cuando encontras un actor que se anima a confiar en ti, la mitad de tu proyecto se ha salvado.

Carlos Morelli (centro) dirigiendo a los Monstruos: Roberto Jones y Roberto Suárez.

Con Diego Varela, director de fotografía.

Diego Varela (Foto) entendió muy pronto las imágenes que yo tenía escondidas en mi cabeza, y desde el primer cuadro que me presentó en el monitor comprendí que ya no debía preocuparme. Con el fotógrafo todo el problema radica en la comunicación: la dificultad sería poder expresar las ideas plásticas (encuadre, luz, movimientos, sombras, etc.) a través de palabras. En este sentido hay dos opciones, o el director es un gran comunicador, o el fotógrafo es intuitivo y sensible. Diego es pura intuición. Yo me contradigo y me repito y confundo a mi mismo.

Hubo un par de accidentes con los autos, retrasos de todos los colores y formas, hubo jornadas que empezaron muy lentas y terminaron a las patadas, hubo miedo y angustia, fastidio, fue una guerra como lo son casi todos los rodajes (sobre todo si se tienen 5 días para rodar en 7 locaciones incluyendo escenas de riesgo). En todo caso fue un rodaje en el que al tirar la última toma (8 AM del quinto día, luego de 16 horas de trabajo), todos los involucrados aplaudieron a rabiar con lágrimas en los ojos.

Carlos Morelli durante el rodaje.

Lo más triste de haberme pasado un mes en Montevideo rodando Monstruo, fue que Santiago, Mateo y Gabriela se quedaron en Berlín. Ellos son parte de mi y tenerlos lejos fue como dejar un brazo, el cuello y la pierna derecha en el norte. Pero lo mejor fue regresar y volver a encontrarlos. A mi llegada Mateo me recibió firmemente parado en sus dos piernas, corriendo hacia mi por los pasillos de Tegel.

Yo había llegado a Guadalajara, México, en febrero de 2004 (completamente enamorado) tras los pasos de Gabriela y al poco tiempo conocí a Yordi Capo, quien se transformó en mi editor de cabecera: cada proyecto que filmé desde entonces sería editado por él (el único proyecto mío que no editó fue un corto realizado en una toma única), pero la colaboración con Yordi fue más lejos y en el 2006 firmamos juntos un guión llamado Happy Llantas que ganó varios premios del IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía).

Al día siguiente de haber terminado de filmar Monstruo llevamos el disco duro LaCie Rugged de un tera byte, (un disco especialmente pensado para traslados) a las oficinas de Fedex en Montevideo y lo pusimos en un envío expreso dirección Guadalajara. Dentro de este disco estaba todo el material de cámara (Proxy y 4k) y el material de audio. Otro de estos discos se quedó en poder de la productora en Montevideo y el tercero me lo traje con migo a Berlín.

Una semana después del ultimo día de rodaje de Monstruo llegué a Berlín. Era jueves y Mateo corría por todas partes mostrándome sus nuevos súper poderes. Fue un fin de semana de reencuentro, cuentos, reproches y amor. El martes de la siguiente semana recibí un mail de Yordi que contenía un attach: se trataba de un proyecto de FINAL CUT llamado MONSTRUO 1. Abro el attach pero solo se lee MEDIA OFFLINE.

Siguiendo las indicaciones de Yordi perfectamente explicadas en el cuerpo del mail (porque Yordi además de ser un gran montajista, director y guionista, es un exquisito docente), conecto mi disco duro Lacie, reconecto los archivos y en pocos segundos tengo frente a mi el primer montaje de Monstruo. Maravillado lo miré unas doscientas veces, abrí una nueva time line y tomando como base el trabajo de Yordi experimento cortes para la escena de la calle, la escena del auto, la farmacia etc. Al finalizar guardé todos mis experimentos y junto con un e mail con apuntes sobre la primera versión, adjunté el proyecto Final Cut llamado Monstruo 2, y lo envié a Yordi.

Así sucesivamente Yordi enviaba una versión y yo trabajaba sobre la time line que luego salvaba con un nuevo nombre y volvía a enviar, el único requisito fue que siempre debíamos tener los mismos archivos, nombrados y ordenados de la misma manera en nuestros discos duros. Llegando a la versión 9 comenzaron a surgir problemas, Yordi me mandó la versión 9 y yo no pude reconectarla, habían archivos que seguían diciendo MEDIA OFFLINE, a lo que Yordi me pidió una cita por ICHAT. El I chat tiene una herramienta maravillosa con la que uno puede darle a su interlocutor autorización para operar sobre tu ordenador y discos duros. Así entonces una noche nos conectamos por I chat, lo habilité para que pudiera controlar mi computador y me fui a dormir. A la mañana siguiente cuando abro el proyecto desde el Final Cut descubro que el problema estaba resuelto: Yordi se había pasado la noche (todo el día) desde Guadalajara, organizando mi disco duro, actualizando mis programas y revisando los settings de mi Time Line para que nunca más tuviéramos problemas a la hora de reconectar el material.

El montaje del corto continuó así durante unas 3 semanas más. Cada vez se espaciaba más el tiempo entre la finalización de una versión y otra, cada vez era necesario por parte de ambos más tiempo para pensar y analizar los cambios. Esta metodología marcada por la distancia (y la diferencia horaria) permitía plantear ideas a través de cortes y no de palabras. Como yo no soy montajista, mis propuestas eran presentadas de forma bruta, acompañadas de notas y comentarios (en el Final Cut es posible adjuntar comentarios a un corte, transición o frame, como si fuera un documento de Word), y Yordi se tomaba el tiempo de descifrar, emprolijar y elevar la propuesta al nivel de idea.

La distancia (y la diferencia horaria) estimuló el pensamiento analítico y pausado. Eliminó el “ruido” en la comunicación.

A los 5 años de edad, comencé a estudiar el violín con el método Suzuki y a las 15 tocaba en los primeros violines de la orquesta filarmónica juvenil (fundada por el maestro José Antonio Abreu y su sistema Nacional de Orquestas Juveniles e infantiles). Lo que no sabía en ese entonces era que en la fila de los trombones soplaba brillante y luminoso Hernán González, quien a la postre se transformaría en compositor de bandas de sonido para películas (La casa muda le debe mucho de su éxito a Hernán) y sería el compositor de la música de Monstruo.

Con Hernán en Montevideo la mecánica fue muy similar a la que usamos con Yordi en Guadalajara, aunque ahora si era necesario que nos reuniéramos por Skype porque yo no podía proponerle ideas a Hernán con música, solo podía hacerlo a través de la palabra (hablada). Pero Hernán es una de las personas más maravillosas que conozco y no hay nada más interesante que  charlar con él durante dos horas cada día. Cuando dimos por concluido el proceso de composición de la música sentí falta de su presencia cotidiana en mi vida.

Con él la metodología fue más sencilla: Hernán tenía una versión en Quick Time en baja calidad del último corte del film, y componía mirando ese file, al terminar su propuesta me enviaba por mail un track de audio con la música. Yo el proyecto desde el final cut y sincronizaba la imagen con el track de la música: Cada mañana, después de llevar a Santiago a su Kita, corría a mi estudio, bajaba la nueva versión de la música, la sincronizaba con la imagen, escuchaba, tomaba apuntes, tomaba café y más apuntes y café. A la noche nos encontrábamos en Skype y charlábamos un par de horas hasta entendernos. Muchas noches Hernán hacía arreglos en el momento (mientras habábamos), otras veces charlábamos y luego de cortar él trabajaba hasta tener una nueva versión y enviarla para que yo la abriera, sincronizara y escuchara a la mañana siguiente. Finalmente la música se terminó de componer y lo ideal hubiera sido que Hernán viniera al estudio, en Berlín, para hacer la mezcla final, pero como no teníamos dinero para pagar su boleto, lo que hizo fue enviarme la música separada por instrumentos (25 tracks que subió a una carpeta de drop box), y envió una versión mezclada para que el diseñador de sonido pudiera entender todas sus ideas.

Una vez más la distancia, en vez de complotar contra nosotros, generó una metodología de trabajo meditada, detallada, con tiempos y espacios para que las ideas y las respuestas a los estímulos crecieran y se desarrollaran.

La post producción de sonido fue realizada en Berlín, el diseñador de sonido fue Gregor Bonse y trabajamos de forma convencional: Cuando Gregor terminó de pulir los diálogos, marcamos una agenda de dos semanas de para hacer el diseño (Gregor trabajaba solo durante 4 días y el quinto nos reuníamos). Durante este tiempo Gregor dirigió el trabajo de folley que fue grabado por  Hanse Warns y Carsten Richter (¿el mejor folley artist de Alemania?). El sonido directo durante la escena del auto resultó inutilizable, por lo que Gregor nos encargó la realización del doblaje de toda la escena del auto y este fue uno de los momentos más divertidos de todo el rodaje de la película:

Veronica Pamoukaghlian (la productora en Montevideo) concertó una cita con los actores involucrados en la escena a doblar (Roberto Jones y Roberto Suárez) y los técnicos (Fran Nasser y Luis Ravizza) en el exquisito estudio Berequetum. Gregor envió desde Berlín un mail con todas los apuntes y comentarios técnicos sobre las frases necesarias de doblar, Yordi en Guadalajara exportó la secuencia a doblar en un Quick Time que compartió via drop box con Verónica y Luis en Montevideo (esta secuencia venía con subtítulos para que los actores pudieran leer mientras doblaban). El día marcado entré a Skype para encontrarme con Verónica en el estudio en Montevideo, Luis conectó la consola de su estudio a la computadora de Verónica por lo que el sonido que yo escuchaba a través de mis auriculares era el sonido que se estaba grabando, a su vez Luis acercó el micrófono con el que se comunica al interior del estudio a la computadora de Verónica, dándole así a mi voz proyección (desde Berlín) a los oídos de los actores (literalmente me escuchaban a través de los auriculares). Los actores tiraban la escena, yo escuchaba y al terminar hacía mis comentarios, y tirábamos una nueva toma, y así sucesivamente hasta que reconstruimos una a una las líneas de la escena del auto.

Lo más complicado de doblar es re crear la actuación, la tensión y la angustia del rodaje. Para hacerlo bien se requieren actores con una altísima capacidad de “transportarse”: dos meses después de finalizado el rodaje deben regresar al drama. Por otro lado el doblaje le da la oportunidad al director de remarcar y enfatizar ciertos elementos en el discurso que pueden ser reforzados o acentuados. En este caso, luego de haber conseguido suficientes tomas en las que se re producían las emociones proyectadas en el rodaje, hice varias tomas extras intentando “cambiar” ligeramente la naturaleza y las intenciones del diálogo de la escena del auto.

Luis y Fran sincronizaron el material y me confirmaran que teníamos todo lo que Gregor había pedido en su e mail, luego se juntaron frente a la cámara de la computadora de Verónica y se despidieron de mi dejándome un sabor amargo de alegría, euforia, satisfacción y soledad. Me hubiera gustado abrazarlos y agradecerles invitándolos una cerveza (allá era verano y de día, aquí noche e invierno de -15 grados sin nieve).

Doblaje dirigido por Skype.

A la mañana siguiente Fran envió a Gregor a su carpeta Dropbox, todas las tomas hechas durante el doblaje, con comentarios y apuntes técnicos y dos días después fui al estudio de Gregor para descubrir que el doblaje funcionaba a la perfección. El resultado fue técnicamente perfecto.

Monstruo es la prueba viviente de que vivimos en un mundo pequeño y gigante. Es una película en la que se conjugan las artes y habilidades de personas formadas en las más variadas culturas, pero todos trabajan bajo los mismos protocolos y entienden el mismo lenguaje.

El resultado final a mi me parece altamente satisfactorio y aunque la lista de críticas y observaciones crece cada vez que visiono el corto, no puedo dejar de sentir un altísimo grado de orgullo y satisfacción al saberme parte de un proyecto de dimensión intercontinental.

Monstruo es una película uruguaya, alemana, mexicana. Como mis otros dos hijos.

5 comentarios en «FIRMAS INVITADAS: CARLOS MORELLI»

  1. Mr. Subvenciones, becas, ayudas y otras

    Lo principal que se extrae de este lo que sea es que el tal Morelli es un subvencionadísimo sujeto. Enorme mérito. Enhorabuena.

    1. La IP desde la que se ha publicado este comentario ya ha usado cinco nicks distintos. “Lo principal que se extrae de este lo que sea” es que:
      a) Esta IP corresponde a un cibercafé extraordinariamente frecuentado por lectores de este blog, o bien
      b) Que el autor es un “sujeto” tan cínico que se avergüenza de sus propios comentarios.

  2. salame: se extrae que una de las cosas que hace bien es lograr algo muy dificil que es que los demas confien en el. no seas asi de resentido y trata de lograr vos algo siquiera parecido. besito

  3. Participé del rodaje y doy fe que fue un proceso complejo y agotador. En la misma medida que desafiante y satisfactorio. Y sobretodo, hubo muy buena onda y mucho cariño por lo que se hace. Un abrazo grande.

  4. Creo que queda claro lo esforzado que es hacer lo que le gusta a la gente con talento y poca plata y que con ganas, confianza y conocimiento y mucho amor las cosas salen, porque muchos están en lo mismo y “Dios los cría y ellos se juntan”, muy bien Carlitos te
    felicito a ti y a todos los que participaron

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