por Fernando Navarro.
Como todos medio sabemos, un guionista es un ser extraño. Tan vago como constante. Tan currante como inseguro. Y tan perezoso como decididamente entregado a su oficio. En varios de mis encuentros con los guionistas que escriben en este blog, Sergio Barrejón ha acabado pidiéndome textos, ideas, colaboraciones. Nunca he encontrado ni el tiempo para pararme a escribir sobre algo ni, aún peor, el tema sobre el que escribir.
Hasta ahora. Después de darle muchas vueltas, he encontrado una manera (modesta) de contribuir a Bloguionistas: traducir un artículo breve de “Written By”, la revista que edita el Sindicato de Guionistas Americanos (WGA) y que recibo periódicamente. Se trata de una divertida entrevista en la que Buck Henry recuerda la escritura de una de las mejores películas (mi favorita) de los 60: “El Graduado”.
Espero que os interese.
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BUCK HENRY RECUERDA “EL GRADUADO”
por ARLENE HELLERMAN. Traducción de Fernando Navarro
(Publicado originalmente en “Written By” Volume 15/No.6 November/December 2011)

Cameo de Buck Henry en “El Graduado”.
“¿Qué opinas?”, preguntó el director Mike Nichols. “Creo que es fenomenal”, contestó el guionista Buck Henry después de haber leído la novela de 1963 “El Graduado”, escrita por Charles Webb.
Un simple intercambio que dio luz a un clásico del cine. La carismática película de 1967 que sorprendió al público de la época con su sexo realista y sus desnudos casuales mientras representaba el cambio de ciclo de toda una generación.
Henry empezó su carrera escribiendo e interpretando sketches en los primeros tiempos de la televisión (“El Show de Steve Allen”, “El Show de Garry Moore”). Se pasó a la sit-com de media hora cuando Dan Melnick, un ejecutivo de Talent Associates, lo puso a trabajar con Mel Brooks para co-crear “Superagente 86”.
En algún momento durante las dos temporadas de esta serie, Nichols (que también había sido comediante) le pasó la novela “El Graduado” para que se le leyera.
Una vez que Henry escribió el guión, todos los estudios rechazaron el proyecto. La película pudo hacerse solo después de que un productor independiente, Joseph Levine, la financiera. ¿Resultado? “El Graduado” se convirtió en la película más taquillera del 67. Henry recibió el premio del WGA por el mejor guión de comedia. Nichols ganó los premios del Sindicato de Directores y el Óscar a mejor director.
Henry dice que necesitó solo dos versiones para dar por terminado el guión. Rara vez escribe más de dos. Nunca escribe un outline, pero antes de sentarse y empezar a teclear necesita saber tres cosas: el principio, algo muy convincente en la mitad que lo anime a seguir avanzando y una idea para el final.
Ahora con 81 años, Henry recuerda la adaptación de “El Graduado” y como respetuosamente se esfuerza por “escribir el guión que el autor de la novela o la obra de teatro podrían haber escrito”.
¿Cómo surge “El Graduado”? Fue Mike Nichols quien te trajo el proyecto, ¿no?
Él me trajo el libro y únicamente me dijo: “Léete esto”.
¿Nichols trabajó contigo en el guión o simplemente te lo pasó y te pusiste a escribir?
Trabajó conmigo unas semanas cerca del final, sobre todo en la secuencia del montaje. La parte en la que el patio trasero de los Braddock y la habitación de hotel estás mezcladas.
Compartiste crédito con Calder Willingham. ¿Escribió él un guión?
Sí, pero yo nunca supe nada de los guiones que existían antes de que yo empezara a trabajar. Hubo varios, de distintos guionistas, pero Willingham fue el único que pidió al Sindicato un arbitraje por el crédito.
Este era tu primer guión de largometraje para un estudio. ¿Fue difícil la transición de hacer televisión a escribir una película?
Llevaba escribiendo para televisión unos diez años antes de eso. Yo no considero que hubiera ninguna transición. Era simplemente otra historia que contar.
En el guión, cada escena lleva a la siguiente. Por ejemplo, Ben abre la puerta de su casa y cuando la cierra ya está en la habitación del hotel con la Señora Robinson.
Ese tipo de secuencias son muy divertidas de ver. Pero son muy complicadas de escribir. Y de rodar y editar. Tienen que ser lo suficientemente ingeniosas. De lo contrario pueden quedar muy aburridas o sentimentaloides, como en esos montajes interminables de algunas películas con los chicos enamorándose mientras pasean, bailan, montan en una noria, comen chucherías y se besan.
Luego hay un muchos ejemplos famosos secuencias de montaje que funcionan perfectamente. Uno de los mejores y más sencillos está en la que puedo argumentar que es la mejor película jamás hecha, “El Tercer Hombre”. Cuando el detective, Trevor Howard, le enseña a Joseph Cotten por qué está equivocado sobre su amigo. Además, no es muy larga. No serán más de siete u ocho planos. Es brillante. Le enseña al público lo realmente malo que es Harry Lime.
¿Y esa escena en el hotel entre Ben y la Señora Robinson? En el guión la escena tiene 21 páginas. Es la única escena larga de la película.
Casi toda es del libro, que es maravilloso. Ese libro está lleno de un material muy bueno.
La interpretación de Anne Bancroft, su vulnerabilidad, ¿eso es tuyo o estaba ya en el libro?
Cuando íbamos a empezar los ensayos el personaje no era así. Ese personaje, ese carácter, se forjó durante el trabajo de los ensayos de Anne y Mike.
¿Necesitó Dustin Hoffman mucho trabajo de dirección con su personaje? Cuando uno ve la película parece que estabas escribiendo para él.
No lo estaba. Y nadie sabía que iba a interpretarlo hasta que se hizo el casting. El guión fue escrito sin ningún actor en la cabeza.
Es interesante que los tres cortes principales que hay en el guión sean secuencias de sueño. Aunque las dos segundas son más ensoñaciones. En la primera, el personaje de Dustin Hoffman, Ben, está leyendo un discurso en su graduación.
Está dando un discurso como estudiante con las mejores notas de su promoción. Recuerdo esa secuencia perfectamente, pero no me acuerdo de las otras.
Hablemos de esa escena, que abre tu guión. ¿Por qué la escribiste y por qué fue eliminada?
Mike y yo estuvimos hablando mucho de eso. La escribí después de terminar el primer borrador. La secuencia está sacada de un famoso incidente que ocurrió durante la investidura de John Kennedy. Robert Frost compuso el poema inaugural. Frost era un hombre muy mayor. Estaba allí, en el podio, con un frío y un viento heladores. Empezó a recitar su poema y tuvo bastantes problemas leyendo.
De repente, se detuvo, muy quieto. No estoy seguro de si había terminado de leer el poema. Pero para aquellos de nosotros que crecimos con Kennedy y con Frost fue un momento muy dramático. En eso está basado. La gente que vivió aquella época supongo que, de haber conservado la secuencia, hubiera sentido una sacudida al recordarlo. Aunque nunca la rodamos porque nunca la necesitamos.
Es como evocadora del resto del guión.
La escena va sobre una graduación. Y la película, después de todo, se llama “El Graduado”. Trataba de buscarle un sentido a eso, un significado. Pretendía ser una pequeña metáfora sobre el resto de la historia. He empezado muchos de mis guiones con este tipo de secuencias.
Los siguientes cortes son más de fragmentos que de secuencias. Ben está flotando en una colchoneta en la piscina y su madre le dice que si no llama a Elaine para una cita, invitará a cenar a los Robinson. Y él se imagina cómo sería de horrible esa cena. ¿Te acuerdas de escribir esa secuencia?
No.
El tercer corte es una serie de fragmentos en los que Ben está conduciendo a Berkley.
No tengo ni idea de lo que estaba haciendo ahí. Probablemente estaba perdiendo el tiempo y tratando de darle al guión un poco de luz. Estoy contentísimo de que la quitaran.
Parece que como si trataras de arropar el viaje en coche. Pero entonces llegaron Simon y Garfunkel e hicieron precisamente eso.
Excepto que, por supuesto, no había música hasta que todo estuvo escrito, rodado y montado. Imagino que estaba haciendo pasos de tiempo de la manera más interesante. En cualquier caso, ahí estaba trabajando por encima de mis posibilidades.
La película entera cambia de rumbo cuando Ben dice que se va a casar con Eleaine Robinson.
Cambia de rumbo un poco antes de eso. Cuando sale con Eleaine. Todo el pasado se desmorona y todo el futuro le asusta. Este es el “pitch”: un chico tiene una lío con una mujer y se enamora de la hija. Ese es el pitch básico de la película y es bastante bueno, aunque todo el mundo en los cinco estudios de Hollywood le dieran la espalda.
¿La película va también sobre rebelarse?
Va más sobre el desplazamiento que sobre la rebelión, en términos de como lo siente la gente joven. El alejamiento sobre sus padres, sobre sus hogares, sobre sus vidas.
Y eso está presente en la última escena. Ese último momento es un poco “¿Y ahora qué?”.
Es totalmente un momento “¿Y ahora qué?” Pero es solo en la última escena. No significa que toda la película haya girado en torno a eso.
¿Esperabas que esta película fuera tan bien como fue?
No. Pensé que iba a ser buena, pero nunca pensé que nadie excepto la gente que había ido a las prep schools1 fuera a verla.
El guión ganó el premio del WGA y el BAFTA.
Mi premio favorito es uno que tengo de un tipo de Brooklyn que inventó su propia Academia y me envío una precioso “Mejor Guión por “El G-r-a-u-d-a-d-o” con membretes en relieve y adecuadamente enmarcado. “El Graudado”.
Suena como la versión alemana2. Mientras hablamos estoy buscando en internet el título en alemán de la película. Es “Die Reifeprüfung”.
En Alemania no fue un éxito.
Traducido significa “El Examen de Selectividad”.
Y ahí está el porqué.
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Lo que mas me llamó la atención de “El Graduado” la
primera vez que la vi:
– Katharine Ross.
(Demonios, que chica mas guapa)
– La Banda sonora de Simon y Garfunkel
(al volver a pensar en ella se me ha vuelto a meter el tema de la señora Robinson en la cabeza y ya no lo puedo sacar).
– Los ingeniosos recursos de montaje.
(Recuerdo especialmente un plano en el que Dustin Hoffman
se lanza sobre una colchoneta que flota en su piscina y en
el siguiente aterriza sobre Ann Bancroft).
– el mítico final.
Y hay un par de escenas que me gustan bastante:
– un gag en el que Dustin Hoffman tiene un arranque y besa
torpemente a la señora Robinson, y esta aguanta hasta que
termina para exhalar el humo del cigarrillo que estaba fumando.
– La escena en la que Dustin Hoffman lleva a Katharine Ross
a un local de Striptease en la primera cita, y ella se echa a
llorar. Moraleja: no es buena idea llevar a una chica a un
local de striptease en la primera cita (ni a un cine porno,
¿verdad Travis Bickle?)
Gracias Fernando!
Gracias por la traducción.
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