por Verónica Fernández
Tres de la mañana. Me preparo un nescafé capuccino. Me equivoco, como siempre y meto la leche con el sobrecito incorporado en el microondas. Se me desborda la taza de espuma. Me equivoco, como siempre a estas horas y en vez de dos minutos, he puesto cinco. Así que me quemo. Malhumorada y sin ganas de beber el capuccino asesino, amenazo a las galletas de canela, las napolitanas que tanto le gustan a mi hijo, esas que escondí durante mi etapa de dieta Dukan. Y entonces mi perro, que las huele, empieza a ladrar. No pueden los perros tomar azúcar, le intento explicar, pero el perro no atiende a razones y sigue ladrando. Son las tres y diez. La única manera de calmarlo es haciendo desaparecer las galletas. Así que me como cuatro casi de un bocado y me atraganto. El perro deja de ladrar pero yo casi muero asfixiada. ¿Por qué no te vas a la cama?, me digo mientras subo hacia mi habitación con el perro lamiéndome la cara. Tengo que escribir un post para bloguionistas, tengo que escribir un post para bloguionistas, tengo que escribir un post para bloguionistas, repito con cierta musiquilla. Menos mal que a estas horas el único testigo de mis tropelías con el capuccino, las napolitanas y el blog es mi perro. ¿Por qué no cuento por qué son las tres de la mañana del miércoles 1 de febrero y está el post sin escribir? No es mala idea. Y me pongo a ello. Quizás me salga un post demasiado autobiográfico, pero bueno, de eso se trataba, ¿no?, de contar nuestras experiencias. Y además mi zozobra nocturna no tiene que ver con dramas familiares, ni con aquel vecino que no me dejaba dormir, gritando como loco: así, así, así… a su enésimo ligue mientras temblaba el tabique del cuarto de baño, mi nerviosismo tiene que ver con el laburo.
Televisión Española ha parado todos sus proyectos en desarrollo. Lo sabéis, no me cabe duda. Y yo soy una de las damnificadas. Miro mi mesa y veo libros, apuntes, fotos y un post it que pone: “no olvidarme de Madame Carette”. Casi me pongo a llorar. No lo hago porque mi perro es muy sensible y si lloro se pondrá a ladrar otra vez. Te llaman un día, una productora que no conoces, te contratan para hacer un proyecto, es más, les pones condiciones como una pareja de baile, un documentalista y empezar un mes más tarde y aceptan. Te ilusionas, sí, te ilusionas. Me ilusiono con facilidad. Estás dos meses buscando documentación, perdiéndote entre los caminos, a veces insondables, de internet, no hablas de otra cosas, te bajas al Ipad todos los documentos que puedes al respecto, porque vas a hacer un viaje y quieres aprovechar las horas de avión, en casa no se habla de otra cosa, tus hijos te odian porque ya no te sientas nunca a ver series con ellos y no te dicen nada, pero piensan que estás loca si crees que ellos tienen que interesarse por ese proyecto que te tiene absorbidos los sesos. La mesa empieza a sufrir el acopio de documentación. Y qué le vas a hacer. Es un biopic histórico y la historia es lo que tiene, que o la conoces un poco o te sientes más perdido que Pulgarcito.
Luego vienen las horas sin dormir, el sentir que has leído poco, el no saber muy bien cómo afrontar un proyecto así. Contar la vida de alguien por muy fascinante que sea te exige varias cosas imprescindibles para convertirla en ficción:
1.- Capacidad de Síntesis: Es evidente que siempre tenemos un tiempo limitado para contar las historias. Cuando te encuentras con un personaje que ha vivido un siglo y que le han pasado ocho mil cosas interesantes o tienes esta capacidad muy desarrollada o te pasas días y días navegando entre acontecimientos sin saber muy bien a qué hincar el diente. ¿Qué eliges de toda esa maraña? ¿Lo que fue más importante en la Historia, lo que fue más importante para el personaje, lo que tiene más potencial para ser ficcionado? Además se produce un efecto empático con el personaje en cuestión que no sabría muy bien cómo explicar. Supongo que a fuerza de hacer una inmersión en la vida real de alguien empiezas a conocerlo y por ende a entenderlo. Y por muy hijo de puta o hija de puta que te parezca es tu protagonista. Y a los protagonistas se les quiere.
2.- Inmersión en la Época: Tener que escribir una ficción en un periodo determinado de la Historia te lleva a sentirte el último de clase. Te preguntas por qué no atendiste aquel día en la clase de 8º de E.G.B. cuando aquel profesor de Sociales explicaba tan bien el Tercer Imperio, la Revolución Industrial o las Campañas Militares de Carlos I de España. No sabías que años después ibas a estar sintiéndote como un imbécil leyendo Wikipedia, tratando de localizar el árbol genealógico de algún monarca centroeuropeo. ¡Qué poca cultura general tenemos! El Trivial sólo sirve para hacer autodefinidos. Y uno hace lo que puede: busca películas de la época, lee libros y se convierte unos días en un ser obsesionado por cada cosa que descubre: ¿sabes que en su alcoba tenía un montacargas para bajarle los vestidos directamente? Leer, ver películas, documentales, sacar periódicos de las hemerotecas está muy bien, pero yo me imagino a un guionista del siglo XXII tratando de saber cómo son estos tiempos leyendo Millenium, viendo las pelis de Alex de la Iglesia y encontrando en las videotecas Gran Hermano. No sé si eso le valdría para crear un buen contexto en una hipotética película de las primeras década del siglo XXI. Así que uno sabe, que por mucho que se documente, al final tienes que hacer una recreación que parezca verosímil, que no verdadera. Cuando llegas al guión aparecen otros problemas relacionados con esto y no de poca importancia: ¿cómo demonios hablan mis personajes? ¿se tienen que llamar de vos por ser época? Leemos más libros para llegar a la conclusión de que nos tenemos que inventar la forma de hablar. Yo ya lo sé, sé que siempre pasa lo mismo. La documentación tiene un límite y nosotros también.
3.- Reorganización Dramática: Una vez que ya hemos elegido lo que vamos a contar y nos metemos en el farragoso y a veces pantanoso terreno de las biblias, te asalta una pregunta que asusta bastante: ¿de qué va esto? Te respondes que te encargaron hacer un biopic. Es una repuesta insatisfactoria porque exige una nueva pregunta: ¿Y qué contamos con la vida de ese alguien? Y ahí sí que entran dudas y muchas. Piensas que cuando creas de cero una historia sabes lo que quieres contar y eliges los personajes adecuados para hacerlo (no es cierto en muchas ocasiones, pero en ese momento te lo crees). En un biopic tienes los personajes y los acontecimientos pero no siempre las vidas responden a un esquema dramático en el que todo avanza hacia un clímax final. Las vidas reales no son tan coherentes como los guiones, son más erráticas, más vacilantes, a veces ni siquiera tienen una trama definida, son un río sin márgenes muy definidos. Y es en ese momento donde tienes que coger la azada y hacer un surco en la tierra: ésta es la historia de un hombre que sacrificó todo por amor o de una mujer adelantada a su tiempo que luchó contra toda la sociedad o…. ¡Yo qué sé! Intentas que el surco tenga sentido y te dedicas a esquilmar de la biografía todo lo que no tiene que cabida en él y reorganizas los hechos con más o menos precisión histórica para beneficiar la ficción, que es en definitiva lo que te han encargado.
4.- Culpa: Y cuando el surco está hecho, cuando te sientes un experto en tal o cual época, cuando el proyecto va creciendo y fascinándote al mismo tiempo, te sientes un traidor. Te da por pensar en los historiadores que verán tu biopic, sacas a colación su posible opinión a cada paso. Te da miedo que todo el mundo ataque el producto por tu falta de rigor histórico. ¡Ay madre, qué miedito! Y cómo somos dados a vivir en los extremos: un día maldices la hora en la que te metiste en un proyecto que puede dejar en evidencia tu falta de cultura y otro día te sentirías capaz de discutirle a un catedrático de Historia cualquier episodio de la vida de tu personaje.
Y bueno, después de todo este maravilloso trabajo, que te ha tenido abstraído del mundanal ruido durante unos meses, te sientes más culto, más fuerte, más capaz de afrontar materiales ambiciosos y hasta te lees cosas que ya no hacen falta o te permites el lujo de dedicar tardes enteras a buscar una buena ilustración para cada apartado de la biblia. Y cuando llega el día de la entrega, estás deseando que el mundo lea tu obra de arte pero también estás deseando salir corriendo por si al leerla se arrepienten de habértela encargado. Quien se sienta seguro de sí mismo cada vez que entrega una primera versión de algo, que me dé la receta. Pues ese mismo día, señores, Televisión Española para sus proyectos en desarrollo. Te lo dicen, no te lo crees, te van a pagar por eso no te preocupas, pero te sientes el más tonto del reino. ¿Y qué hago con los libros que hay sobre mi mesa? ¿Y con esas secuencias que escribí para ver cómo hablaban los personajes? ¿Qué hago con mi post it de madame Carette, con mi viaje en Semana Santa para ver los escenarios reales…? ¿Qué le digo a mi vecina que el otro me interrogó sobre mi próxima serie mientras paseábamos al perro?
La tele es así, nos lleva al cielo y nos baja a los infiernos con una facilidad apabullante. Llevo ya unos cuantos años en esto y no me acostumbro a esta frustración. No me duele tanto quedarme sin un trabajo con el que contaba, afortunadamente tengo otros. Lo que realmente me duele es no poder ver esto en pantalla, me duele la frase que se me ocurrió una noche y que no he llegado a poner en ningún guión y esa secuencia que inventé con mi compañero de fatigas que era muy buena para hacer llorar al tipo más duro. Me duele que las cosas se desvanezcan tan rápidamente.
Ya son las cuatro y cuarto, mi perro no me hace caso, se ha dormido mecido por el sonido de mis dedos golpeando el teclado. Mañana tendré que limpiar mi mesa para dejar sitio a otros proyectos que volverán a ilusionarme. Hoy me voy a la cama con el sabor dulce de la canela y con la tristeza del que se despide de un amigo que se va del país.
Yo empiezo a creer que cuando se afronta un guión sobre un personaje real, al final mejor conocer o contactar con un historiador.
Porque la Wiki me da poca confianza, y “bucear” entre toda la posible bibliografía… Como no se tenga a mano a alguien que cribe y te ayude, o, cuando menos, te dé indicaciones sobre qué libros te van a ayudar más, por ejemplo, a saber cómo era la sociedad, me da que puedes volverte loco.
En cuanto al habla… Ignoro si hay bibliografía al respecto (yo diría que sí) pero siempre que el guión no represente épocas muy lejanas, siempre está la opción a la literatura de ese momento histórico: ahí puede haber ejemplos de cómo se dialogaba entonces.
Pero desde luego, como tú expresas, es un curro de narices. Menos mal que te lo pagan. Lástima que se pare todo en TVE, pero, al menos, el proyecto está “cerrado”. Siendo positivos (que cuesta tanto estos días), piensa en que hubiera sido peor que te comunicaran que pararas sin el proyecto finalizado.
Así, seguramente, lo hubieras dejado apartado, y entonces el trabajo sí que hubiera sido inútil. Con todo lo hecho, quién sabe, si no una serie, puede salir una película. Un cómic. O una novela.
Nunca el tiempo es perdido. Buen post
Muchas gracias por tu comentario. Agradezco los consejos. Un abrazo.
Ánimo y un abrazo muy fuerte, Verónica.
Besos, Pablo.
Uuuuuuaaaaauuuuuhhhhh!!!!!
Sobran palabras….con el silencio lo digo todo….
Como nos enseñó Steve Jobs, seguro que en un futuro puedes conectar los puntos y todo esto cobra sentido.
Asusta pensar que un canal basa toda una serie histórica en lo que jaya podido obtener espabulándose el guionista…. asusta y explica muy bien el nivel bajo cero de nuestras series.
Desde luego, no es culpa del guionista, que bastante hace ya.
Un saludo.
PS: ¡Cuántas veces he dicho yo aquí que el saqueo al que se sometía a RTVE para sufragar a la sexta (y más cosas) no llevaría a nada bueno!
OS2: Aterra pensar lo que habrán hecho con la pobre Isabel I, encarnada por una pijilla de discoteca y casada con una fotocopia de Willy Toledo…. Dios mío, sólo falta “El Fiti”
Si es que no sé cómo no te han erigido una estatua (mayor que la de Fabra) al visionario y lider de masas que estabas llamado a ser. Lástima que los mediocres españoles no lo hayan sabido ver. Se merecen lo que les pasa y más.
Igual a Isabel I la tendría que haber encarnado su señora madre.
Kohonera:
Cuando lo digo, porque soy un facha, cuándo se demuestra que es verdad. porque soy un chulo sabelotodo…
Todo menos encarar las cosas como son.
un saludo.
PS: Michelle Jenner está como un queso y no es mala actriz, pero no es Isabel, no sirve para isabel y no vale para Isabel. NO ES EL PERFIL. De Fernando ya ni hablo.
Compara como tratan los británicos a su isabel. que no era más que una harpía medio calva tan sanguinolienta como su padre y, desde luego, mucho menos decisiva en la Historia que la nuestra
http://www.imdb.com/title/tt0414055/
Y luego vas y lo cuentas… o me insultas, para variar.
ataulfo: de buen rollo ¿de veras te parece este un buen ejemplo de buena peli histórica (no hablo de los medios? el bellezón de Cate Blanchett ¿se parece en algo a la “harpia medio calva” de Isabel? y lo poco que auganté de esa película , sí que parecía mucho más importante esta Isabel que la de Castilla. Por no hablar de Jordi Mollá haciendo de un Felipe II caricaturesco ¿acaso da el lperfil?
Luego no entiendo tu opinión sobre M. Jenner: primero es una pijilla de discoteca y luego no es mala actriz ¿en qué quedamos? en caunto a si da no el perfil, nunca he visto retratos de Isabel I de joven así que no tengo ni idea porque los retartaos que he visto de ella es cuando era una mujer madura ¿tú has visto algún retrato juvenil de Isable? nuevamente, lo pregunto de buen rollo, que quede claro.
Y leugo Calificar a Roberto Sancho de fotocopia de Willy Toledo me parece una simpleza. Me parece un actor bastante correcto y además, lo más importante con presencia; no sé en qué se te parece a W. Toledo sinceramente ¿lo has visto actuar alguna vez?
Y siguiendo con la visión de los ingleses de su historia tenemos los Tudor con esa Catalina de Aragón que no sabe hablar dos palabras bien en español y a un modelo de Hugo Boss haciendo de la montaña de grasa pelirroja que era Enrique VIII
Ataulfo, vive Dios, ¿cuándo le he insultado yo a usted?
Todos los términos despectivos los ha puesto usted de su cosecha, contra otros y contra sí mismo.
Tendencia al pre-juicio. Le aterra que den una imagen de doña Isabel agarrándose a lo de “Católica”, ¿no?, porque usted está convencido que ningún guionista de este país es capaz de sustraerse a la crítica de la religión de usted. Pre-juicio.
Ah, y la chulería le viene del tonito que usa, no de lo que dice.
arpía (tiene razón Barrejon cuando reivindica la corrección ortográfica, es increíble como puede desprestigiar a priori un escrito lleno de faltas de ortografía que incluso dificultan la lectura).
Algo parecido pasa con la ficción por aquí, no hay personaje femenino que no parezca un anuncio de L’Oreal, de alguna forma todo el trabajo que lo rodea pierde credibilidad.
Voy a intentar responder a todos a la vez.
Isabel de Castilla es una adolescente. Su padre la ha prometido con el heredero de Portugal. Pero ella tiene otros planes. Ha decidido con su primo, Fernando de Aragón, que va a unir Castilla con Aragón. Como suena. No se han enamorado como Romeo y Julieta, aunque se quieren. Tienen, ambos, razones de Estado Dos adolescentes y es el siglo XV. Se fugan y se casan en secreto. Ella tiene 18 y él tiene 17. No ayer, sino en 1469.
Fernando es un político tan hábil, eficaz y despiadado, que será el modelo de “El príncipe” de Maquiavelo
Ella, mujer, en el siglo XV, tiene los arrestos y la capacidad como para mantenerse a su altura y que se diga el famoso “Tanto monta, monta tanto”.
Isabel está embarazada durante una revuelta de la ciudad de Segovia. Su hija, la infanta Isabel, de seis años, ha quedado como rehén. La reina cabalga hasta Segovia, embarazada, con sólo una pequeña escolta. Llega ante las puertas y cuando le intentan poner condiciones para entrar exclama: “Ésta ciudad es mía, me la dio mi padre y nadie necesita pactos y componendas para entrar en lo que es suyo”. Es tal su autoridad que, la muchedumbre le abre paso según avanza hasta el alcázar, donde está su hija. Poco después, la ciudad estaba pacificada.
Éstos son los personajes.
Lo siento, pero yo no veo a estos dos con las caras de Michelle Jenner y el otro.
Es un problema de perfil. El perfil es en un 95% físico. Dustin Hoffman es un grandísimo actor, pero si le ponen a hacer de Aquiles en Troya, parecerá “rainman” con casco y lanza
Y cuando veo que los ingleses, para dos personajes muy inferiores, ponen a Blanchett y a Owen… pues siento algo muy parecido a la envidia. Porque esas caras sí me encajan en los personajes. Y porque sé que detrás hay un cinematografía que entiende la épica y se toma en serio su trabajo y, mas aún, porque hay una nación que no se avergüenza de su pasado.
Kohonera:
Como ves, no tenía nada que ver con lo que dices, pero para que veas que no me escapo y sobre lo que afirmas:
Exactamente. Más aún, no es que crea que no puedan resistirse a criticarla. Es que creo que no pueden resistirse a denigrarla, insultarla o inventar cualquier patraña contra ella.
Niégalo si te atreves.
Cris:
Yo por mis faltas de ortografía, tú por tu falta de ideas, está claro que a ambos nos aburre leernos el uno al otro. Llegados a este punto, creo que lo mejor es ignorarnos. Yo por ejemplo, ya he empezado
Un saludo.
Bueno, el supuesto respeto por la Historia de los anglosajones es más cuestionable de lo que aparenta.
En Gran Bretaña ha habido una polémica interesante porque los críticos se dedicaron a ir fallo por fallo en la ambientación histórica de The Hour, que precisamente no es que tuviera lugar hace siglos, sino hace sólo décadas.
Y el cine americano, en este aspecto, da un poco de risa. Tampoco la serie sobre los Tudor se ha librado de la polémica.
La ficción siempre tiene dificultades para ser fiel hasta esos extremos que exigen algunos historiadores (cuando por otro lado, la Historia no es una ciencia exacta), y muchos no entienden que se requieren ciertas libertades.
Con todo, algo de cutrerío sí percibo yo en las producciones de TVE. Y no creo que sea cosa de los guionistas o si lo es, más lo será de los showrrunners o los supervisores de la cadena. Pero es mi opinión personal, no quiero sentar cátedra, ni crear polémica.
Gracias por compartir la experiencia, Verónica. Probablemente ataulfo nunca entenderá que incluso teniendo un tremendo equipo de historiadores a tu servicio, el camino creativo habría sido idéntico: las mismas dudas, temores, obsesiones, felices momentos de inspiración, insomnio… para llegar a la meta con la satisfacción de haber dado lo mejor de uno mismo.
Desde luego, como guionistas debemos reconocer que terminar una biblia el día en que se paralizan todos los proyectos de ficción en TVE (lamentable noticia, por cierto), es un buen punto de giro para un personaje y una auténtica putada para una persona de carne y hueso.
Así que suerte, ojalá esta historia tenga un final feliz.
Llevas razón, Jou, como punto de giro no ha tenido precio. Gracias por tu comentario. Un abrazo.
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