ARIADNA Y EL FIN DEL MUNDO

Por David Muñoz

La semana pasada leí este libro:

Básicamente se trata de una denuncia del pensamiento positivo y la filosofía positiva, que, para quien no lo conozca, consiste en creer que nuestra forma de pensar, de enfrentarnos a los problemas, determina el rumbo de nuestras vidas. Y no parcialmente (cosa quizá discutible), sino totalmente.

Para los entusiastas del pensamiento positivo, si quieres algo, tienes que desearlo con todas tus ganas, imaginar que lo tienes, y tarde o temprano lo tendrás (sea lo que sea, desde un coche nuevo a una pareja); y además te permite interpretar todo lo que te ocurra, por horrible que sea, en clave positiva. Un cáncer puede ser “lo mejor que me ha pasado en la vida” (como dijo el ciclista Lance Armstrong) porque, en palabras de una mujer que Barbara Ehrenreich también cita en el libro, te puede “abrir los ojos a la alegría de vivir”; y  que te despidan del trabajo es “una oportunidad de empezar de nuevo”.

Lo importante no es lo que pasa, sino cómo lo encajas.

En opinión de la autora, la filosofía positiva es una milonga basada en pseudo ciencia, defendida por unos caraduras que se forran escribiendo manuales de autoayuda, dando seminarios y asesorando a grandes empresas. Una milonga que encima tiene el efecto perverso de generar a largo plazo más desdicha que alegría,  ya que hace recaer toda la responsabilidad sobre su futuro en las víctimas de unas circunstancias que les sobrepasan y contra las que no pueden hacer nada por mucho que dediquen diez horas al día a visualizar un día mejor.

Si crees en el pensamiento positivo y las cosas no te van bien, sólo hay una razón: lo estás haciendo mal, no deseas que tu vida mejore con la suficiente fuerza. ¿Qué no te has curado del cáncer y vas a morir? Pues haber tenido una actitud más positiva (ya lo sabes, ¡la gente feliz no se pone enferma!). ¿Qué tu empresa te ha despedido después de 15 años y no eres capaz de encontrar otro trabajo? ¡La culpa no es de la crisis y de los bancos que la han provocado! ¡No! ¡La culpa es tuya por no creer en ti mismo!

Y encima, en plena apoteosis del pensamiento positivo, no solo no somos más felices, sino que, de acuerdo a varias estadísticas que se citan en el libro, nos sentimos más tristes y angustiados. Al final, “el pensamiento positivo no elimina la necesidad de estar siempre alerta, lo único que cambia es que uno ha de estar alerta hacia sí mismo. En vez de estar preocupándonos por si se derrumba el tejado o por si nos despiden del trabajo, el pensamiento positivo nos anima a preocuparnos por las propias expectativas negativas, sometiéndolas a revisión constante. Al final, nos impone un tipo de disciplina mental exacta a la del calvinismo, y exige, como dice el historiador Donald Meyer, “una repetición constante de ideas para levantar el ánimo, una alerta constante contras las perspectivas de que algo será imposible, una supervisión constante para que nuestro cuerpo y nuestra mente no se rebelen ante tanto control”.

Vamos, que no me extraña que estemos todos deprimidos.

Además, el pensamiento positivo tiene otro efecto perverso que no solo daña a los individuos sino a la sociedad al completo: estigmatizar a aquellos que se atreven a hacer predicciones negativas sobre el futuro de su entorno (ya sea una empresa o una familia), a los que se trata como aguafiestas o pájaros de mal agüero y se larga a la mínima oportunidad. Son las Casandras de hoy en día. Y ya sabemos lo que les pasó a los Troyanos por no escucharla.

Según Ehrenreich, esa fue una de las razones de la actual crisis económica:

“Un escritor especializado en temas de economía, Michael Wilson (…) intentó encontrar a personas de este mundillo que hubieran previsto el desastre y, como era de imaginar, algunas de esas personas habían aguantado durante muchos años todo tipo de presiones para que mejoraran su actitud. (…) Otro analista bancario experto, Steve Eisman, fue criticado por darle una puntuación baja a una compañía, cuyas acciones recomendó vender, porque, según le cita Lewis, “era una mierda. Yo no sabía que no se podía recomendar la venta. (…)”. Este hombre era, en  otras palabras, un anacronismo de aquellos tiempos en que los negocios se llevaban de forma racional, cuando el trabajo de los cargos intermedios no era simplemente tranquilizar o hacer la pelota a los de arriba. Lewis cuenta que a Eisman “le presionaban siempre para que fuera un poco más alegre (…). Yo hablé por teléfono con Eisman (…) y me dijo que el sector financiero había estado “apilando unas ideas preconcebidas encima de otras”-ideas como la de que el precio de las casas no baja- y que “nadie veía motivo alguno para ponerlas en cuestión”. Y había además una buena razón para callarse la boca ante aquella escalada de locuras: “A quien expresara ideas negativas en voz alta le despedían”.

Uno de estos mártires (…) fue Mike Gelband, que dirigió la división inmobiliaria de Lehman Brothers. A finales de 2006, Gelband se empezó a poner nervioso ante lo que le iba pareciendo una burbuja inmobiliaria. “El mundo está cambiando”, le dijo al presidente del banco, Richard Fuld, cuando se reunió con él para recibir su bonus de ese año, “tenemos que plantearnos nuestro modelo de negocio”. Fuld lo despidió casi en el acto, por elemento disolvente. Dos años más tarde, Lehman quebró (…)  ”.

Aunque “Sonríe o muere” está escrito pensando en los lectores norteamericanos, por desgracia España no se libra del pensamiento positivo. Divulgadores de prestigio como Eduard Punset insisten una y otra vez en que la felicidad depende sólo de nosotros mismos y que no importa ni nuestra situación económica ni nuestra posición social. Y mientras, él con sus anuncios de consolas y de pan Bimbo, que supongo habrá hecho gratis, claro.  Pero, según Ehrenreich, “el mayor obstáculo para la felicidad es la pobreza. (…) Algunos estudios recientes demuestran que, dentro de cada país, la gente más rica tiende a ser más feliz (…). En 2009, New York Times hizo una encuesta sobre los barrios de su ciudad y halló que las zonas más felices eran también las más acomodadas, que coincidían como era de esperar con aquellas que disponían de más cafés, asociaciones ciudadanas, cines y lugares para la interacción social. El vecindario menos feliz era una parte del Bronx llena de edificios abandonados y montones de basura sin recoger, con la tasa de desempleo más alta de la ciudad”.

Pero todo esto no tiene nada que ver con defender el “pensamiento negativo” (o sea, el pesimismo). La autora del libro lo deja claro, para ella es tan absurdo el pensamiento positivo como enfocar la realidad constantemente de forma negativa (salvo que uno esté deprimido, con lo que se trataría de un problema médico y no de un posicionamiento filosófico)* * *. Ambas posturas fomentan la pasividad. El positivo no hace nada porque cree que solo le hace falta pensar positivamente para conseguir lo que desea, y el negativo tampoco mueve un dedo para mejorar su vida porque total, si todo es una mierda y no va a conseguir nada por mucho que haga, para que va a desperdiciar tiempo y energía. De acuerdo a Ehrenreich, ambas posturas son una renuncia suicida a lo que nos ha permitido prosperar como especie: la capacidad para analizar problemas y aplicar soluciones prácticas para resolverlos. Si los primeros cazadores hubieran optado por defenderse de los leones con el poder de sus mentes, no creo que estuviera ahora escribiendo estas líneas. Y tampoco si se hubieran sentado a esperar la muerte.

Bueno, dejo de hablar del libro, que se me van los folios sin decir lo que quería comentar hoy, y al fin y al cabo este es un blog de guionistas.

El asunto es que mientras leía el libro no podía dejar de pensar que la mayor parte de las películas que vemos pueden interpretarse como vehículos de propaganda del pensamiento positivo. “Si quieres, puedes” es el mensaje de la mayor parte de las películas comerciales. La diferencia con el pensamiento positivo es que la narración cinematográfica obliga a la acción. Los personajes deben hacer cosas. Pero incluso así, son muchas las películas donde lo que importa es que el protagonista cambie de actitud frente a la vida (y frente a si mismo). Lo demás llega solo. Primero se cambian ellos, luego cambian su mundo.

En otras, ni siquiera eso.

Luke Skywalker observa con gesto melancólico como se ponen los dos soles de Tattoine. En ese momento, nosotros sabemos que está deseando con todas sus fuerzas tener la oportunidad de convertirse en piloto de caza al servicio de los rebeldes que combaten al imperio. Entonces, la “suerte” se pone de su parte y comienza su viaje del héroe. En el clímax de la película, logra su sueño multiplicado por cien. No solo es piloto, sino el héroe que destruye la terrible Estrella de la Muerte. Y lo consigue dejándose siendo más “él” que nunca. Porque en lo fundamental Luke Skywalker no ha cambiado. Simplemente las circunstancias le han permitido desarrollar su verdadero potencial. Solo tuvo que entrenar para abrir su mente.

Durante mucho tiempo, yo he pensado que no había nada de malo en escribir ese tipo de historias. Que es un alivio creer de vez en cuando que las cosas pueden salir bien incluso cuando no hay ninguna razón para que así sea. Pero ahora no lo tengo tan claro. Sobre todo cuando la mayor parte de las historias del cine comercial son así y aquellas en las que el protagonista renuncia a su objetivo vencido por las circunstancias se cuentan cada año con los dedos de una mano. Por cada Superman Returns* *, hay quince fábulas positivas.

Fábulas que, mediante su presencia masiva, contribuyen a conformar nuestro pensamiento y allanan el terreno a ideologías que a mí por lo menos me dan miedo a la vez que me repugnan.

Incluso aquellos guionistas que se dicen apolíticos (aunque dudo que alguien pueda realmente serlo) están creando historias que si bien puede que no sean directamente ideológicas, sí que contribuyen a generar la coartada moral y filosófica sobre la que se apoyan las ideologías. Es el abono del campo de cultivo del pensamiento. Y que en el caso del pensamiento positivo, parece que llevado a su extremo conduce indefectiblemente al neoliberalismo.

Y nosotros somos los cómplices. Estamos luchando en el lado oscuro y no lo sabemos.

Ah, quiero dejar claro que no tengo problemas con el cine de derechas. De hecho, aunque en muchos aspectos soy el típico progre de izquierdas, hay muchos cineasta de derechas a los que admiro, como David Mamet o John Milius. Dónde esté Conan el bárbaro que se quiten todas las películas de Ken Loach (pese a que me gustan bastante varias películas suyas). Pero tanto Mamet como Milius saben muy bien lo que hacen. Tienen claro que no están limitándose a entretener (pese a que ese sea su objetivo principal).

No, lo que me preocupa es que sin darnos cuenta estemos haciendo algo que nunca haríamos siendo conscientes de ello.

La semana siguiente seguiré hablando de política y trataré de seguir desarrollando este tema.

Pero antes de bajar la persiana, quiero volver a la filosofía positiva y a la creencia (que yo también creo falsa) de que ella y sus expresiones artísticas nos ayudan a vivir mejor. Y esta vez voy a usar un ejemplo cinematográfico para explicar porque no tiene que ser necesariamente así.

Melancolía, la última película del genio loco danés Lars Von Trier, es una historia sobre la depresión y el fin del mundo. La protagonista es una depresiva que está arruinando la vida de todos aquellos que la quieren y que solo encuentra una cierta paz cuando descubre que un planeta gigante va a colisionar con la Tierra. Solo la tranquiliza pensar en el final de todo.

A mí Melancolía me pareció una obra maestra, pero no voy a hablar de sus valores cinematográficos ni de su magnífico guión, sino de en qué lugar te deja emocionalmente cuando termina.

En Melancolía no hay lugar para la esperanza. Todo acaba mal, pero muy mal (y no es un spoiler; se descubre en los diez primeros segundos). No hay redención posible ni para la protagonista ni para la especie humana.

Sin embargo, yo salí del cine conmovido, algo aturdido por la intensa experiencia emocional y estética que me había supuesto la película, pero también aliviado. Por fin veía una película en la que te decían que a veces, por mucho que luches, por mucho que te esfuerces, las cosas no van a cambiar, no pueden cambiar. Por fin también, una película que trataba la enfermedad mental sin edulcorarla, pero también sin hacer pornografía de la locura; en la que el enfermo no mejora gracias al cariño de los suyos, ni compensa su problema con un talento extravagante o con una forma de ser simpática y entrañable.

Pero hablando con ella con dos alumnos míos, me dijeron que Melancolía no les había llegado a convencer porque era demasiado tremebunda, porque era desesperanzada.

Y no sé… puede ser la edad, pero a mí esa tarde me sentó muy bien una historia que más o menos me venía a decir: “Está bien… ya no hace falta que sigas luchando. Has hecho todo lo que has podido y en algún momento hay que asumir la derrota. Y no eres tú. No te sientas culpable. Ni siquiera hay culpables. Es el momento que te ha tocado vivir”.

“Puedes descansar”.

*Según dos investigadores citados en el libro, la razón por la que se tolera la desigualdad o las subidas de impuestos a los ricos, es porque la mayoría cree que algún día “ganará más que la media (a pesar de que eso sea una imposibilidad matemática)”.

**El objetivo de Superman es volver a ser la pareja de Lois Lane, y no lo consigue por mucho que se “visualice” con ella. Él lo intenta… pero el novio de Lois no desaparece.

***Muchas veces, el pesimismo va acompañado de la exaltación de pasados idealizados donde todo fue siempre mejor. Ese tiempo en el que la gente tenía modales, iba a lo suyo (en vez de ir a manifestarse a la Puerta del Sol), sabían respetar a los mayores (y los poderosos), y no tenían las comodidades de hoy en día pero eran más felices, simpáticos “hobbits” de una era preindustrializada en la que las cosas eran más sencillas y mejores. Nostalgia de un pasado que nunca existió. Porque, como dijo recientemente Woody Allen hablando de su última película, “Cuando uno piensa que vivir en una época anterior sería preferible, olvida que se iba al dentista sin novocaína. Y es que pensamos en las cosas encantadoras, pero no pensamos en todas esas mujeres que morían al dar a luz en aquellos tiempos; que no había remedio para la tuberculosis, y la gente se moría de esto, y de sífilis”. Y precisamente la editorial Anagrama ha publicado recientemente un libro que habla de este tema, “El intelectual melancólico”, de Jordi Gracia (ahí vienen citadas parcialmente las declaraciones anteriores de Woody Allen). Pero aunque lo que cuenta es interesante, me ha parecido demasiado deslavazado y caótico como para recomendarlo.

58 comentarios en «ARIADNA Y EL FIN DEL MUNDO»

  1. Solo una palabra: “Bravo!”. Me ha encantado el post, por que muchas veces yo mismo he pensado que en cierta manera, los guionistas estamos a veces fomentando la introducción de pseudociencias en la sociedad….Claro que muchas veces las historias primarias o campbellianas tienden a llevarte a glorificar el pensamiento positivio.

    Sigue así!.

  2. En un mundo loco, hiper-polarizado, de extremos que se tocan, hace fata recuperar el centro o, sencillamente, el sentido común. Aparecen, como antaño los nuevos vendedores de crecepelo y ungüentes. Pero también los agoreros y apóstoles del malrollismo. Los medio insisten, una y otra vez, en llenar la actualidad de malas noticias que son las más populares. Creo sinceramente en una inclinación o fascinación natural del hombre hacia el Mal. Lars Von Trier es una buena muestra de cómo enriquecerse (nada malo) y hacerse notar con ello.

    En el otro lado, una pandilla de magos que prometen fórmulas para ser feliz de una vez por todas. Nos hallamo entre el fin del mundo inminente y el comienzo de una nueva era de paz y harmonía eternas. Y una vez más (y van…) ni una cosa ni otra, sinó algo más aburrido y previsible ( o no): saldremos adelante gracias a nuestro ingenio y egoismo, siendo mejores y a la vez peores, ofreciendo nuestra mejor versión peor también la peor.
    En un mundo saturado de ofertas, la clave está en el filtro personal, en el colador con el que filtramos toda la información (oferta). Barbara Ehrenreich no es una excepción. También hay un mercado comercial para los escépticos como bien sabe Dawkins y todos sus discípulos ateos. Dios y su No-existecia también han supuesto un mercado millonario. Todos juegan y todos quieren ganar. Si hay un mercado para los magufos, también lo hay para sus debunkers. Si hay mercado para la ciencia, también lo hay para la pseudo-ciencia.

    Yo sí creo que el pensamiento positivo puede funcionar, pero siempre a un nivel personal e intransferible, porque depende sobretodo del factor humano. No todos somos iguales ni afrontamos la vida con la misma actitud o medios. Resumir el problema, como hace Barbara Ehrenreich, a una cuestión meramente material es quedarse a medias. Yo creo que no todo e tangible y sí mucho más inquietante y misterioso. Pero insisto que la experiencia y aplicación debe ser personal.

    Otra cosa es la aplicación de éste tipo de filosofías al ámbito empresarial (otro gran mercado) ya que sólo se consigue crear estúpidos y ejércitos de “YES MEN” que a lo único que aspiran es a medrar. Los directivos ue sólo quieren escuchar parabienes, están condenados al fracaso. Si el mundo va como va es, en parte, por la ausencia de responsabilidad y liderazgo que supone tomar decisiones arriesgadas o impopulares cuando las cosas van, aparentemente, bien.

    Que cada uno busque y encuentre lo que vaya mejor. Pero el mundo no dejará de ser menos mágico y misteriosos por más que nos lo expliquen. Yo sí creo que somos nosotros los que condicionamos nuestro entorno y oportunidades. Que podemos modificary crear nuestro propio lugar en el mundo. Pero nada tiene ésto que ver con recetas milagrosas ni un exceso de optimismo estúpido. Es mucho más exigente y requiere disciplina y voluntad.

  3. En todas las películas americanas se repite una frase que parece un mantra: “Todo ira bien”.

    Hombre, ni tanto ni tan calvo. Como siempre, cabalgamos a lomos del péndulo y ahora toca alejarnos pensamiento positivo más radical.

    Desde luego que sólo con el deseo y la visualización no se nos va a curar un cáncer ni vamos a conseguir el trabajo que queremos ni a la pareja que deseamos. Pero también es cierto que hay personas para las que levantarse de la cama ya es un problema y que leen negativamente cualquier hecho que les ocurre, que siempre se pone en lo peor y se espera lo peor de los demás. Y, por el contrario, otras personas tienen una actitud totalmente opuesta. ¿La compañía de quién nos gusta más? Por norma general, nos gustan las personas que (nos) solucionan los problemas, no las que se limitan a denunciarlos. Así que las personas positivas suelen tener más facilidad para obtener ayuda, tener amigos, pareja o el trabajo que quieren. Les seguimos instintivamente, queremos tenerles cerca.

    Es cierto que solo pensando en que quieres mucho un coche no te lo van a traer un día a la puerta. Pero es muy posible que acabes haciendo lo necesario para conseguir el dinero necesario: trabajar más, dar un sablazo a un amigo, prostituirte, robarlo, vender bonos basura, despidir a mansalva o matar.

    Al pensamiento hay que unirle la acción. Desde luego, de un pensamiento positivo no surge, necesariamente, una acción positiva.

    No estoy de acuerdo con la premisa de que la responsabilidad de la felicidad es exclusivamente de uno mismo. Eso es una falacia liberal. Pero tampoco con la que dice que la infelicidad es siempre responsabilidad de los otros.

    En fín, como casi siempre, en el punto medio suele estar la virtud: el pesimismo necesario para ser precavido y el optimismo justo para que merezca la pena tratar de solucionarlo.

  4. Me ha gustado la crítica sobre melancolía, pero como muy bien dice usted es un loco el tal Lars von Trier por lo tanto ya sabemos a lo que nos tiene acostumbrado.

    Lo que no entiendo es el tono “amargado” del post y no sólo de este, sino que percibo en todos los post y artículos que ustedes “los guionistas” escriben un fondo o un poso de amargura, infelicidad, victimísmo, snobismo, gafapastismo, elitiismok, prácticamente insoportable.

    Miren, si quieren ser ustedes unos amargados, infelices y unos seres incapaces de disfrutar con lo que tienen (no con lo de desean, esto es muy importante) váyanse a un psicólogo o a una casa de putas a echar unos buenos polvos, (o de putos para las señoras, que tb los hay) así la vida es mucho más feliz, nos sentimos con ganas todas las mañanas de hacer cosas nuevas, escribir…sí, sí, escribir pero no sólo mierdas, sino cosas que nos conmuevan y nos llenen de alegría, felicidad, imaginación, risas, alegrías…

    ¿Les suena a ustedes de algo el arte? Es una buena terapia y ayuda mucho a ser feliz porque el arte es magia. Ya sé que en la cultura española de ahora mismo la espiritualidad, el misterio, la magia y todas esas “vainas” para snobs elitistas como ustedes son chorradas y no me extraña en un país donde ha habido tanta represión católica haya ahora una corriente atea, escéptica, racionalista y nauseabunda que la está matando, porque el Arte sin espíritu, sin magia y sin la capacidad de hacer soñar, es una mierda pinchada en un palo.

    Luke Skywalker en toda la saga muestra una actitud positiva, jovial, entusiasta, VOLUNTARIOSA (de voluntad) y por eso mismo es un arquetipo de la persona capaz, enérgica, emprendedora que todo lo ve siempre positivo y de manera alegre a pesar de tener encima toda una guerra intergaláctica.

    Lo mismo que Légolas (por poner otro ejemplo) el héroe elfo de El Señor de los Anillos; personas joviales, optimistas, voluntariosas (de voluntad) y que por eso ayudan a los demás a serlo y a conseguir todo lo que se proponen. A veces no se consigue, pero ahí está la pimienta, la salsa picante de la vida, para disfrutarla y experimentarla en toda su plenitud y hacer arte con ella.

    !Dios mio! qué duro debe de ser ser guionista… más prefiero ser putero, no ganaré mucho dinero siendo cuentista, pero seguro que gano en felicidad y alegría como un buen plátano en un frutero.

    1. Klaatu, creo que nunca llegarás a nada. No hay talento detrás de estos comentarios. Clichés, frases hechas, lugares comunes ligados con un tono borde que confundes con descaro de artista, de genio. Patético, vulgar y rancio te definiría yo.

      Y una curiosa y llamativa obsesión por el puterío.

    2. Hey señor poeta, le saludo de nuevo

      Digame, si pensamos tan grandilocuentemente como usted ¿lograremos obras tan sublimes como las suyas? ya sabe, esas rimas faciles de vervos en infinitivo y lugares comunes que nos ha mostrado en ocasiones anteriores

  5. Klaatu… me temo que quien tiene un problema eres tú. No veo otra explicación a que dejes este tipo de comentarios. Porque está claro que no has entendido nada. La próxima vez que mandes un comentario de este estilo, será borrado directamente. Aquí no venimos a insultarnos. A discutir sí, pero siempre manteniendo las formas. Sé que con esta contestación estoy dando pie a que mandes varios mensajes más en la misma línea, pero como coresponsable de este blog no puedo dejar que te permitas ofender a quien te de la gana sin decir nada.

  6. Usted perdone señor Muñoz, pero es que después de leer el último post a Sergio Barrejón pensaba que el tono de este blog tenía que ser así.

    No se preocupe ahora mismo me tomo el bromazepam (me lo aconsejó él además)

    Saludos.

  7. En mi caso (y ya he tenido largas charlas sobre el tema más de una vez) siempre digo y repito lo mismo: que el pensamiento positivo es como la dieta equilibrada. Es una sana costumbre siempre que uno no se obsesione con ello; pero arreglar, lo que se dice arreglar, no arregla nada. Es como si coges una infección: más vale que te dejes de dietas y consigas unos antibióticos. Hay estudios psicológicos que demuestran que las personas optimistas son en general más activas, pero las pesimistas son mucho más certeras en sus análisis. Lo mejor (y lo más dificil, para que negarlo) es jugar en ambas bandas, tendiendo en general hacia el optimismo, pero procurando hacer capítulo y darse una ducha de realismo de vez en cuando.

    En general (y hablo por mi experiencia) la gente fanática del pensamiento positivo es gente que no ha tenido realmente problemas en la vida. Gente a la que este tipo de actitud les ha servido para enfrentarse a cuatro chorradas y se piensan que es la panacea. Y como tal te lo venden. En los últimos tiempos cada vez que escucho hablar del tema me retiro con tranquilidad, doy la razón (salvo que se lo estén vendiendo a algún incauto/a) y a otra cosa mariposa. Si hay algo que he aprendido es que a aquellas personas a las que la vida no les ha dado de hostias, por mucho que se lo expliques, nunca van a entenderlo.

    Por cierto. Gracias por la reseña. He comprado el libro, como dicen los guiris, y va a la cola (que empieza a ser demasiado grande),

    1. En realidad, casi todos los positivos (que cada vez abundan más como señala la autora) lo son a base de negar el problema, y en general suelen ‘huir hacia delante’, lo que en el mundo empresarial, como han mencionado por aquí, a menudo lleva al desastre. Eso si, suelen vivir más relajados, no sé si más felices.

      Por otra parte, no ser positivo porque sí, no significa ser negativo, ni mucho menos no ser proactivo, aunque solo sea por una pura cuestión de inteligencia o de supervivencia.

    2. No sé si ni siquiera eso. El pensamiento positivo puede ser un gran hermano orwelliano muy exigente, que no te deja ni siquiera deprimirte de vez en cuando como dios manda.

  8. Gracias, David, por este texto.
    Parece claro que la visualización surte más efecto cuando la cuenta corriente la apoya. Nótese que el yoga, el reiki, el coach emocional y demás respetables disciplinas no causan furor entre los que viven estresados, abrumados y oprimidos, sino sobre todo entre los funcionarios con las tardes libres. A los promotores de estas filosofías positivas se les olvida decir que son realmente efectivas para solucionar problemas siempre que se trate de personas que realmente no tienen problemas.
    Para lo que de verdad sirven es para justificar que el rico (sí, amigos: los ricos y pobres existen) eche la culpa al pobre de su pobreza porque con el esfuerzo se logra todo. Un día uno le dijo en serio a un amigo recién despedido que si quería aumentar sus posibilidades laborales tenía que estudiar chino… Que estudie chino su puta madre, que se esfuerce al máximo su puta madre, lo que queremos es vivir tranquilos y razonablemente bien, exactamente como los nacidos en familias ricas, sin tener que aprender chino para ganar 1000 euros. Y esforzarnos en lo que nos guste, nos llene, la música, el amor, el deporte, el bricolage, la horticultura, etc.

    Por otro lado, este post formaría parte de una cuestión más amplia, que yo formularía así: ¿qué debe hacer un autor cuando le sale una obra, de la que está intuitivamente y artísticamente satisfecho, pero que traiciona sus convicciones? En el aspecto meramente artístico, ¿es peor ceder a la presión de eso que llaman la disonancia cognitiva, o vivir con ella? Creo que es una cuestión interesante en un medio como el cine español, donde se vive mucho mejor (se obtienen subvenciones) escribiendo desde la moralina y pasando por los temas de puntillas o haciendo trampas.

    1. Pues personalmente creo que estudiar chino no es una opción muy práctica. Primero, porque el esfuerzo a invertir es enorme (mejor dicho: ENORME). Por el precio del chino aprendes tres o cuatro idiomas europeos. Y segundo, porque dado el carácter chino, dudo que estén interesados en imponer el chino como lengua de negocios. A diferencias de los americanos, los chinos son muy reservados con su cultura. Para ellos es mucho mejor que los negocios sean en inglés y utilizar el chino como ámbito ‘privado’.

      ¿Un consejo?. Aprende portugués. Para un español el nivel de esfuerzo a invertir es mínimo y Brasil va a pegar fuerte los próximos años.

  9. Hay un proverbio inglés que dice:
    “Piensa lo mejor, pero prepárate para lo peor”

    A mi me siguen gustando las peliculas con happy ending.

    Y un consejo para Klaatu: “si un sustantivo necesita un adjetivo,
    no lo cargues con dos”.
    No lo digo yo. Lo dice Leopoldo Alas Clarin.
    De nada.

  10. Pues yo creo que igual que el cine comercial abusa del pensamiento positivo, el cine de autor y minoritario abusa de la depresión y el mal rollo, como si para ser serio hubiera que deprimir al personal. Desde Haneke hasta el indie americano de los 90, parece que si introduces algo de ligereza o de optimismo te has “vendido” y no eres capaz de reflejar “la verdadera amargura de la vida”. Que no todo es High School Musical vale, pero que lo que hace, yo qué sé, Fernando León, se le pueda llamar comedia…

    1. Yo también estoy de acuerdo.

      Por ejemplo, en su día escuché varias críticas a Little Miss Sunshine por ser una película entusiasta.

  11. Las películas, las series, la ficción, en general, puede entretener, simplemente (cosa, por otra parte, nada fácil). Pero en el momento en que el proyecto sea más personal, es improbable que no se cuele el modo de ver el mundo del autor.

    Y de ese modo, serán historias más o menos positivas, más o menos negativas. A mí me sucede lo contrario: me cansan las historias con fondo existencialista, que, por cierto, me parece una visión del mundo ya algo superada. No digo que me gusten los finales felices, pero sí creo que es tan “falso” imponerse uno de estos como imponerse del otro tipo. Al final, si no proceden de forma natural de la historia, y de una evolución comprensible de los personajes y sus contextos, es igualmente una convención.

    Es tal convención que siempre se atrape al malo, como que nunca se atrape al malo (The Wire). Lo molesto es cuando dicha ficción trata de convencerte de que “el mundo es así”, cuando ya sabemos que el propio concepto de realidad es bastante abierto y subjetivo.

    Siempre que el ejemplo concreto que representa una ficción no aspire a ser “prueba empírica” de que el mundo es genial o de que el mundo es una mierda, no hay problema.

  12. Sí, es cierto que se está instaurando el pensamiento positivo como una religión o como un axioma. Pero no hay que olvidar que la resiliencia como la capacidad de algunos sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas, saliendo fortalecido, existe. En estas vidas “ejemplares” se basan muchas pelis. Y me gusta disfrutar de estos héroes cotidianos, armados sólo de su fuerza de voluntad -y su suerte-. Personalmente, he comprobado que tratar con personas “negativas” me deja vitalmente exhausta, y que el trato con personas “positivas” me es reconfortante, independientemente de que ellas o yo estemos pasando por un periodo más o menos fastidiado… Y un abrazo, un beso, una sonrisa, la risa, un “todo va a ir bien” muchas veces es una estupenda medicina.

  13. Lo más gracioso es que una vista rápida nos ejemplifica que no es tal: Star Wars es el fracaso de Anakin; Indiana Jones (a excepción del prólogo de la primera) nunca se queda con los objetos que busca; El final de ET es muy triste, Frodo fracasa al final poseído por el anillo, y por chiripa (todavía más acusada en el libro) concluye con éxito su misión.. Ya no hablemos de Lo qu el viento se llevó…

    A Frank Capra ya le acusaron de filofascista por una película titulada Qué bello es vivir. De locos. Si tiene sentido asociar sentido positivo con Fascismo tanto o más lo negativo. La grandes dictaduras surgieron de épocas pesimistas y con pocas perspectivas de futuro.

    Recomiendo leer este poema de un griego que expresa mejor ese “positivismo” pues al fin y al cabo ellos fueron los padres del actual cine comercial Norteamericano y no los fantasmas neoliberales que los guionistas patrios ven en todos lados. Qué manía con mezclar la política con todo.

    (Hay que quitar la arroba) @http://huespedes.cica.es/aliens/gittcus/kavafis

    1. Un detalle: fíjate que en todos los ejemplos que has puesto, no hay ni una sola historia que haya sido creada hace menos de 30 años (aunque en algunos casos la película sea más reciente).

    2. El episodio III es del 2005 y la saga del señor de los anillos un poco antes. Ninguna superó a Titanic como película más taquillera, que por cierto, no es que tenga un final muy feliz.

    3. La saga del señor de los anillos fue escrita en los años 50. El esqueleto principal de la historia de los episodios I-III está escrito desde los 90 como mínimo. Vamos, no es que lo haya leido por ahí, es que cuando fui a ver el episodio I ya sabía más o menos lo que iba a pasar en las 3 (incluida la identidad del Lord Sith).

    4. Pista: el artículo va sobre como el pensamiento positivo se ha convertido en una moda actual e invadido todo: desde los despachos de Goldman & Sachs hasta las historias que se crean hoy en día.

      Otra pista: has puesto varios ejemplos de películas que no cumplen con esa moda. Doy por hecho que no lo hiciste a propósito pero resulta que, sin darte cuenta, todas las historias que seleccionaste ¡fueron creadas hace 30 años o más! (aunque la película pueda ser actual).

    5. Pista: Si las películas alcanzan un gran éxito en el presente ¿por qué tiene que invalidar esto el hecho que se hayan escrito antes?

    6. Ahora si dices “La vida es una puta mierda es mejor morirse” es más artístico que si expresas las ganas de vivir, entonces ya te llaman comercial y conformista con el sistema . Friends también fué acusada de conservadurismo simplemente por mostrar a 6 personas pasándolo bien y eso para un gafapasta ya es pecado. La vida es una tortura y una puta mierda y tiene cojones que se diga que se lleva los finales felices de los años 50 cuando todas las pelis serias que ganan festivales son de esa impronta, incluída “Melancolía”.

      No obstante la tesis central tiene más enjundia de lo que parece a primera vista. En realidad pienso que la diferenciación entre dos tipos de arte que hace Muñoz no es entre el optimismo o el pesimismo, sino más bien en la capacidad volitiva del hombre. Es una visión donde el ser humano es impotente y siempre está determinado por fuerzas más allá de su control , donde no puede hacer nada más allá de esperar lo inevitable.

      Como tal, no se narra lo que puede pasarle a la gente, si sus acciones son buenas o no y si le afectan mucho o no; sólo se puede registrar lo que les ha pasado. Y si aceptamos esa visión determinista ( que noes más que el naturalismo de toda la vida) al final los juicios de valor sobre las acciones de los personajes o las abstracciones carecen de valor. Vamos, que sólo quedaría copiar la (fea) realidad como lo haríamos con el papel carbón (traducido al españolito medio “pelis de putas y yonkis”. Es una visión mediocre del arte y de la vida.

      Me asusta seriamente que cualquier historia que presente al protagonista con la capacidad de voluntad, con la capacidad de alcanzar sus objetivos y controlar su existencia cause urticaria. A mí eso si que me suena totalitario.

    7. >> Pista: Si las películas alcanzan un gran éxito en el presente ¿por qué tiene que invalidar esto el hecho que se hayan escrito antes?

      Y las obras de Shakespeare siguen teniendo éxito. Y se escribieron incluso antes.

      Pero las historias que se cuentan son diferentes en cada momento, porque las personas que las escriben están immersas en las modas y corrientes sociales de su tiempo.

      Y ahí está el tema: seleccionaste varias películas con un final ‘positivo pero no demasiado’… y todas resultaron haberse escrito hace tiempo. Ese tipo de películas hoy en día son mucho menos frecuentes. Y eso no es algo hecho a propósito, sino un producto del tiempo que vivimos. Entre otras cosas, de esa polarización entre defensores y detractores del pensamiento positivo que hace 30 años no existía.

    8. Insisto: ¿determinas el impacto social de una película cuando se crea en la mesa de un guionista y no cuando se estrena?

    9. El texto de Guionista hastiado es bastante claro sobre cómo afectan las películas a la sociedad “mediante su presencia masiva, contribuyen a conformar nuestro pensamiento y allanan el terreno a ideologías que a mí por lo menos me dan miedo a la vez que me repugnan”.

      Si no sabes leer al menos deja que hablen los mayores.

    10. La edad acarrea más arrugas, no más neuronas. A ver, sencillito y para troles:

      (1) En la sociedad actual hay una serie de modas y corrientes.

      (2) Las personas (incluidos guionistas y escritores) son parte de la sociedad.

      (1) y (2) ==> (3) Guionistas, escritores y demás ralea (osease, lo que escriben historias) están inmersos en esas modas y corrientes

      (3) ==> (4) Las historias que crean están afectadas por esas modas y corrientes (pero esto no significa que no haya excepciones)

      (5) Se siguen rodando y leyendo historias antiguas.

      (4) y (5) ==> (6) Cuando juntas historias antiguas y modernas no tienes un panorama monocolor, pero si influido fuertemenes por la sociedad actual.

      (6) ==> (7) Eso a su vez realimenta la visión de la sociedad ==> (1)

    11. Que sí, que sí, que hay modas.

      Yo he puesto ejemplos de películas taquilleras que no siguen el patrón de lo expuesto en el artículo. Tampoco es tan difícil de entender.

  14. Me parece un post muy interesante pero no acabo de ver claro que una película optimista afecte a las ideologías o las apoye.

    En el post se dice: “Incluso aquellos guionistas que se dicen apolíticos (aunque dudo que alguien pueda realmente serlo) están creando historias que si bien puede que no sean directamente ideológicas, sí que contribuyen a generar la coartada moral y filosófica sobre la que se apoyan las ideologías. Es el abono del campo de cultivo del pensamiento. Y que en el caso del pensamiento positivo, parece que llevado a su extremo conduce indefectiblemente al neoliberalismo”.

    ¿De verdad es para tanto? ¿Tanta influencia ejercen las películas? Me cuesta creer que una película tenga la capacidad de cambiar nuestras ideas y nuestro pensamiento. De hecho, es muy complicado que algo cambie nuestro sistema moral y siempre tendemos a reforzar nuestras ideas preestablecidas.

    1. Hombre, una película no, pero miles sí que algo deben contribuir, digo yo. Son generadoras de ideas, de puntos de vista… pero vamos, como tantas otras cosas.

      Y respecto al supuesto pesimismo de los guionistas… la verdad es que no lo veo. No hay nadie más optimista que alguien que se tira meses (o años) trabajando en un guión con la esperanza de venderlo algún día, aún sabiendo las pocas probabilidades de que eso ocurra. Si no fuéramos optimistas, si no pensáramos que las cosas pueden salir bien, no nos dedicaríamos a esto.

    2. Sí, David. Creo que con lo del neoliberalismo te has columpiado un poco, ¿no? Quizás la función de un guionista vaya más allá del mero entretenimiento pero tanta responsabilidad… no.

      Sí existe el estereotipo del escritor pesimista, introvertido y rebelde izquierdista. Y algo de verdad hay en ello. Si no, fijaos en Kafka, Nietzche o David Muñoz. Jeje, es broma. Pero está claro que ser escritor no significa necesariamente ser esas tres cosas.

      Y por supuesto, no se puede ser pesimista ni optimista las 24 horas del día. Ambas actitudes tienen sus ventajas y sus inconvenientes.

  15. A ver, David, todos morimos al final, por lo que todas nuestras pequeñas victorias son pírricas al final.

    Si llevas tu argumento al final, lo único honesto es no terminar ninguna historia en esos breves puntos altos de nuestra existencia, cuando logramos algo o se consolida un amor…

    Puede ser cierto, pero no puedes negar que es también bastante deprimente. Yo escribo según pide la historia, que no todo puede ser ‘Melancholía’, aunque a mí también me encanta ese sentimiento del ‘let it go’.

  16. Es curioso que se escoja “Melancholia” como ejemplo para ilustrar el post, en el que se acaba colando la etiqueta ideológica, que ya es una constante en éste blog. Para mi, Lars Von Trier es al cine de autor lo que Michael Bay al comercial o blockbuster. Tras un envoltorio cojonudo, se esconde la nada y el vacío. Y con él, insisto de nuevo en ésta fascinación gratuita por el Mal. Gustan y fascinan las películas que lo abordan desde el tremendismo y una pretendida trascendencia que nunca lo llega a ser. Pero éste acercamiento del danés, vende y mucho. Genera negocio de todo tipo: en las taquillas (porque fascina a un público nihilista que creé que le están contando algo “de verdad” ) y en el mundo artístico, porque éste discurso cotiza alto entre la clase intelectual y modernista.

    Es ilustrativo que sea a través que creamos entender el mundo de manera más profunda e ignoremos verdaderas joyas humanistas como “Another Year” de Mike Leigh, maravillosa reflexión sobre la vida o sobre las personas que pasan por ella. Es un film duro y devastador pero también tierno y muy humano. Es decir, la vida tal como sucede a lo largo de un año. Es mucho más exigente simpatizar con los personajes de Leigh, contradictorios pero cercanos, que no con los de Trier. Porque si la humanidad es como la pinta Von Trier, que el mundo se acabe mañana mismo.

    1. Completamente de acuerdo contigo Julien, sobre todo con lo de la “pretendida trascendencia”. Trier sabe reconocerla en Bergman, en Tarkovski, en Dreyer a los que le gustaría parecerse, incluso homenajea a Antonioni como si por ello se le fuera a pegar algo…y no, no hay nada de ellos en él. Es vacía superficial e irrelevante su visión bastante expresa y literal de la melancolía.

  17. Pingback: Ariadna y el fin del mundo

  18. La interpretación que saqué yo de Melancolía o al menos en lo que me hizo pensar es que las cosas, el mundo, la vida es de naturaleza triste (hay una frase de Ray Loriga que no recuerdo bien pero que dice algo así como “la tristeza natural de las cosas”), porque todos sabemos que puede ser, y a menudo es, atroz, injusta, trágica… pero la cosa está en intentar vivir sin pensar en esas cosas y tirar para delante (aprovechando las cosas buenas que, por supuesto, también la vida las tiene). Hay gente que es incapaz y que se deja llevar por la melancolía natural (Kirsten Dunst) y quien intenta sobreponerse (Charlotte Gainsbourg). Pero bueno, son solo reflexiones bastante etéreas…

    La película en sí creo que merece la pena y tiene cosas muy buenas, hipnóticas y emocionantes. Eso sí, el guión aún siendo muy apreciable y complejo, a mi en ciertas ocasiones me pareció un pelín burdo. Por ejemplo, en la parte de la boda hay personajes demasiado de una pieza (como el jefe de Kirsten Dunst) y el mal rollo está demasiado a la vista, es demasiado evidente (el personaje de la madre creo que refleja un poco esto). Creo que hubiera sido mejor que se fuera cociendo poco a poco hasta que explotara. Pero bueno, hay escenas maravillosas, como en la que Kirsten se deja la foto en el sillón.

    Another year siendo una película totalmente distinta también es muy recomendable, y muy peculiar en cuanto a guión, ya que los personajes prácticamente no se transforman en toda la película.

    Saludos.

  19. Me sucedio un encuentro similar hace poco, mi hermano, mi mamá y yo estamos montando un negocio de fin de semana pues mi mamá solia ir a vender con su madre cuando era joven y le ha dado por hacer lo mismo con nosotros asi que ahi estamos (y para ser franco hacer todos los preparativos juntos es bastante entretenido) este fin de semana tras finalizar el dia un vendedor de otro puesto se acerco a comprar comida y se pusieron a hablar, estabamos discutiendo que hariamos para incrementar las ventas y el vendedor nos hablo de sus experiencias en el mundo comercial y nos lanzo una larga, larga arenga sobre el poder de pensar positivo y de paso dijo algo sobre mi seriedad y que deberia cambiar de actitud y ser mas alegre pra conseguir algo, el sujeto no sabe que mi madre es maestra y que su sueldo es mayor a las ganancias del negocio y que es mas bien una actividad familiar, tampoco sabe que mi seriedad ha hecho que las personas a mi alrededor me consideren mucho mas inteligente de lo que realmente soy y tomen mas en cuenta mis opiniones, ademas (como mi hermano dijo despues) nos viene a dar consejos sobre el poder positivo cuando realmente no ha prosperado pero lo decia con una conviccion que lo haria creible si no fueramos capaces de ver su puesto, algunas ocasiones he oido consejos de ganaderos y otras personas que han hecho cierta fortuna y el consejo siempre es trabajar y seguir trabajando (y aprovechan para quejarse de lo duro que es), la mayoria hacen enfasis en la disciplina sobre si mismos y sobre sus empleados pero siempre mencionan la necesidad de seguir trabajando; en el campo ninguno de los que se han hecho a si mismos dice nada sobre el pensamiento positivo porque ahi mas que en ningun otro lado resulta evidente que las acciones son todo lo que cuenta y lo demas es casi un accesorio

    He dicho “en el campo”, a veces siento que las ciudades no son buenas para criar personas por la enajenacion de la realidad en sus corrientes de pensamiento, pero me siento un poco campirano al decirlo

    Creo que fue aqui donde lei eso de “Un profesional es aquel que es capaz de hacer su mejor esfuerzo aun cuando no tiene ganas de hacerlo”, esa es una forma de pensar (o mas bien de actuar) que si da resultados

  20. Totalmente de acuerdo con lo del pensamiento positivo, pero las consecuencias que sacan forman una empanada que necesita de unas cuantas puntualizaciones:

    1) Las ideologías que han arrasado el mundo, (el socialismo, por ejemplo, con sus 150 millones de muertos reconocidos), no se basan en el “cambia tu primero”, sino “en el cambia a los demás primero”

    2) “La guerra de las galaxias” no es un ejemplo de “pensamiento positivo”. es un ejemplo de “película de héroes” para niños. las películas para héroes de niños se diferencian de las de mayores en la cantidad de caramelo con la que se envuelve el verdadero acto del héroe. ¿qué cuál es ese acto del he´roe=

    3) En “El señor de los anillos”, Sam define perfectamente cuál es el acto del héroe, desde la Iliada hasta nuestros días:

    “Pero henos aquí, igual que en las grandes historias, señor Frodo, las que realmente importan, llenas de oscuridad y de constantes peligros. Ésas de las que no quieres saber el final, porque ¿cómo van a acabar bien? ¿Cómo volverá el mundo a ser lo que era después de tanta maldad como ha sufrido? Pero al final, todo es pasajero. Como esta sombra, incluso la oscuridad se acaba, para dar paso a un nuevo día. Y cuando el sol brilla, brilla más radiante aún. Esas son las historias que llenan el corazón, porque tienen mucho sentido, aun cuando eres demasiado pequeño para entenderlas. Pero creo, señor Frodo, que ya lo entiendo. Ahora lo entiendo. Los protagonistas de esas historias se rendirían si quisieran. Pero no lo hacen: siguen adelante, porque todos luchan por algo. ”
    Lo que hace grandes a las historias no es el final feliz, sino que, en medio de la adversidad, alguien planta cara. Por eso las historias son mejores cuanto más fuerte es el malo, porque cuanto es más creíble es que el el bueno no puede salir con bien de ello. Lo que la gente va a ver no es cómo mata al malo y se queda con la chica, sino cómo se enfrenta al destino.

    4) Aceptar el destino no tiene nada que ver con hundirse ante él. Lo que cuenta al final, lo que hace al heróe, lo que la gente admira, es la gallardía con la que se enfrenta. Héctor o Aquiles son héroes porque, sabiendo que van a morir y pudiendo largarse, se quedan.

    5) Porque ahí fuera, en el mundo real, cada día, millones de personas tienen que enfrentarse a enemigos a los que no pueden derrotar. a los resultados de un scáner, al alzehimer de su padre, a la drogadicción del hijo, a las infidelidades del marido, a que un tío con pasta le birle la novia, a ser pospuesto en los ascensos por ser demasiado honrado… y le sorprendería ver la cantidad de ellos que no se rajan ante la adversidad. Esa gente no va al cine a que le recuerden que puede rajarse, sino a que le apoyen en su decisión de aguantar.

    Y ya saben que lo más normal es que el chico no se quede con la chica. Por experiencia, Pero, ¡qué diablos! un caramelo de vez en cuando no hace mal a nadie.

    Un saludo

    PS: Cualquier psiquiatra le dirá que el pronóstico de cualquier enfermedad mental es mejor cuánto más cariño envuelve al paciente.

    PS2: Supongo que después de ésto no hace falta que le diga lo que opino del plasta del Trier, ¿verdad?

    1. Joder, Chindasvinto, muy bueno. Totalmente de acuerdo. Ojalá todos los guiones ( y las buenas historias) se construyeran siguiendo las palabras de Sam. Excelente.

    2. Pero que manía con el tema del optimismo asociado a la vitalidad, final feliz o felicidad en el camino ‘porque al menos lo hemos intentado’, etc etc y de toda la parafernarlia que llevamos años escuchando, no solo en el cine, sino en cualquier coaching para empresas, o en cualquier conversación respecto a cualquier problema que se plantee. La dicotomía entre positivo y negativo es frustrante. Existe un estado intermedio, que es ser realista, lo que supone la capacidad de evaluar la situación y actuar en consecuencia, que no supone ser un amargado, ni un cenizo, ni desde luego estar abocado al desastre.

      Los super positivos que he conocido, en estos momentos les va de pena, entre otras cosas porque sus empresas no solo se hundieron por el tema de la crisis, sino que lo hicieron a lo grande, con unas deudas inasumibles que, por ser tan positivos en su momento, no dudaron en contraer con sus huidas hacia adelante. Personalmente me quedo mucho más con lo que dice Gin Hindew en el comentario anterior “En el campo ninguno de los que se han hecho a si mismos dice nada sobre el pensamiento positivo porque ahi mas que en ningun otro lado resulta evidente que las acciones son todo lo que cuenta y lo demas es casi un accesorio”. Lo que importa, y de verdad es valorable, es la resistencia, no la capacidad de autoengañarse.

  21. Está bien el artículo y es interesante la reflexión sobre el pensamiento positivo, que se describe, así como su aplicación a la película de Von trier. Ahora bien, Esto “Y lo consigue dejándose siendo más “él” que nunca” es la construcción gramatical más terrorífica que he leído en bastante tiempo.

  22. Cada día aprendo más en este blog. Empiezo a pensar que más que en cualquiera de las instituciones educativas que haya pisado en mi vida (cosa que, por otro lado, tampoco debe sorprender demasiado). Creo que hay que celebrar la existencia de espacios de debate como este, y considerar las puyitas malsonantes que a veces surgen en las sucesivas reacciones como males menores: un pequeño impuesto incluido en el servicio.

    El post es interesantísimo, y creo que promueve algo muy importante para los que nos queremos dedicar a hablar sobre el devenir de los hombres y mujeres: es el interés por el pensamiento humano y por los efectos que éste tiene sobre todo lo que nos envuelve. Es esencial ser un poco aficionados a la psicología para fantasear sobre aquellos que la ponen en práctica.

    Sobre el debate, poco que añadir. Tal vez que, a mi parecer, la mejor postura frente a la vida es la de asumir que ésta no es invariable y nadie escapa a su contingencia; que somos lo que fueron nuestros abuelos (no somos neófitos ni especiales); y que en un mundo accesible a tanta experiencia humana, documentada, propia y ajena, deberíamos estar más inmunizados a los derrames emocionales. Dicho esto, me limito a releer todo lo dicho y a almacenar todos los ángulos expuestos. Creo que eso es lo nutritivo y la función última de ser partícipe de un blog como este.

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