Alejandro Pérez Blanco (aka thehardmenpath) es diseñador de efectos visuales. Ha trabajado en publicidad, corporativos, videoclips y muchos otros proyectos. Este año estrena EXTRATERRESTRE, de Nacho Vigalondo, y tres cortometrajes, de los que hablará en una serie de dos posts.
EL ALFA Y EL MEGA
Todo empezó aquí:
Un amigo, David Santamaría, se cruza consigo mismo.
Corría el verano del 97. Mis padres por fin me dejaban libremente la cámara que mi padre SE había regalado en mi primera comunión. Creo que no poder usarla durante tres o cuatro años hizo que empezara a prever lo que supondría usarla. Por el 95 la cosa cambió, convencí a varios compañeros de clase y a la profesora de biología para hacer un par de trabajos en vídeo, en lugar de por escrito. En el 96 mis padres me regalaron por Navidades una tarjeta para el ordenador capaz de capturar vídeos. Y entonces descubrí el poder de la manipulación digital.
Cinco años después, Sergio Mena, un compañero de la facultad me hizo mi primer encargo de efectos especiales. La cámara se había colado en un plano muy elaborado.
Fue la primera vez que usé un ordenador para solucionar un problema de rodaje para otra persona.
Y ahora, ésa es mi profesión.
Me dedico a arreglar esos pequeños problemas, fruto de cosas tan dispares como el clima, la arquitectura de una calle o el descuido de un pertiguista. Si se graban dos tomas, una con un actor regular, y otra donde se cuela un reflejo de un técnico, pero con el actor en estado de gracia, antes de tirarla a la basura, es conveniente llamar a los de mi calaña. Somos una especie de Señor Lobo de la postproducción.
Con la experiencia, el equipo aprende una disciplina. Una metodología y una infinidad de trucos sirve para prever, evitar y resolver estos problemas. Cuando se habla de un buen equipo de rodaje, estamos refiriéndonos sobre todo a esto.
Durante un rodaje normal, mi trabajo es una minucia comparado con el de todos ellos. Consiste en estar ahí, sin más, esperando a ver si puedo contribuir a solucionar un problema. Mi trabajo no es el de crear lluvia, sangre o fuego en un set. Como un guionista, gran parte de mi labor puede hacerse en pijama. Y como con los guiones, suele importar más la fecha de entrega que mi horario de trabajo. Y a los demás les importa poco si soy muy rápido y he acabado en media hora, o si soy muy minucioso y he tardado una semana. Sólo importa el resultado.
Rodaje de LA MEDIA PENA. Dirige Sergio Barrejón. Rodamos en un hotel. Luis Callejo cruza su despacho.
Todo se pone en marcha. Hay que tener en cuenta cuánto tiempo y dinero costaría quitar esa mirilla. ¿Se puede desatornillar? ¿Se podría poner una pegatina? ¿Habría que cambiar la puerta? ¿Tenemos dinero para cambiar una puerta? ¿Cuánto se tardaría? ¿Cuántos planos dejaríamos de rodar para arreglar este problema? En los departamentos de arte y producción esas preguntas están a la orden del día.
Ahí entra el Señor Lobo.
Si yo tardo, pongamos, dos horas en quitar la mirilla de todos los planos, es más rentable que si 20 personas retrasan un poco su plan de trabajo para cambiar la puerta. Dos horas de una persona son más rentables que 10 minutos de un equipo el día de rodaje. Nunca antes he borrado una mirilla, pero sí he quitado pintadas, anuncios, papeleras, y con esa experiencia sé más o menos cómo lo voy a hacer y cuánto voy a tardar, del mismo modo que Ramón Massats y su equipo aplican su experiencia profesional para estimar al vuelo lo que supone un transporte, una compra o cualquier cambio sobre el plan previsto. En este caso concreto, compensa. Depende de muchas variables, como el tipo de planos, la fecha de entrega final, el movimiento de cámara o los actores que pasen por delante.
También salvamos el raccord de un reloj. Metimos la hora del primero en el segundo. Es lo que se ve en el tercero:
Fue el único arreglo de raccord del corto. Marta Piedade, la script, no perdonó una en el set. De hecho, esto lo grabó una segunda unidad en una oficina real en Bilbao.
Es normal que los vasos estén más llenos o vacíos de un plano a otro. Estamos acostumbrados a no fijarnos en eso cuando vemos películas. Pero en algunos casos concretos, llamaría demasiado la atención y arreglarlos se hace necesario. Esta lámpara, por ejemplo:
El cortometraje se llama OCHO. Es de Raúl Cerezo. Raúl me pidió que echara una mano para arreglar varias cosas. El mayor problema de raccord del corto fue sostener durante muchos planos algo imposible de controlar al 100%: velas de cumpleaños:
Hay muchos planos de velas. Las llamas y el humo están sacados de otros planos del corto, con suficientes retoques como para que no se noten que son los mismos. Y también hicimos una versión internacional:
¿Es creativo este trabajo?
No, en los ejemplos que hemos visto hasta ahora.
El objetivo de estos pequeños arreglos, como en producción, no es artístico, es puramente técnico. Antes de borrar esa bombilla del techo, nuestro cerebro sabe exactamente cómo va a quedar. Es como hacer un puzzle con la foto resuelta en la caja. Si queda raro, no se ha hecho el trabajo. Donde sí puede haber creatividad en el modo de resolver el problema. Sería absurdo pensar que una peluquera de cine no puede encontrar satisfactorio su trabajo. Pero resolver un problema siempre es satisfactorio.
Esta versión internacional de OCHO sólo es creativa en el modo en que se hace.
Pero se llega a un punto en el que las decisiones empiezan a cobrar importancia. Una vez visto el montaje, este temblor no le convencía a Barrejón. ¿Lo quitamos entero? ¿Lo suavizamos? Muchas veces el director sólo dice “haz algo con esto” y delega con confianza.
Aquí, en lugar de hacer una solución, ideé una manera de crear distintas soluciones de manera casi automática.
Y así, poco a poco, entramos en una manipulación compleja de la narrativa. Antes, duplicar a un actor era un efecto especial complicado. Ahora, se hace con regularidad, pero el actor no es el mismo. A dos actores en el mismo plano les sale mejor una toma diferente y se pueden juntar en el montaje. Hace un par de décadas, directores y productores de las películas más caras del cine hubieran matado por ese poder.
En el cortometraje G, de Diego Puertas, lo probé unas cuantas veces. Mientras montábamos esta secuencia, sabía que tenía que haber una manera de que este plano encadenara con el siguiente de un modo satisfactorio:
Y también probamos una locura parecida en un disparo:
Tanto para hacer estos efectos como los sutiles de más arriba, hace falta tener un cierto conocimiento de teoría de la imagen. Algunos efectos no funcionan cuando sabemos que están ahí. Otros no funcionrían si el plano fuera un pelo distinto, o si el objeto que manipulamos llamara más la atención en el montaje. Os sorprendería la de veces que hemos visto soluciones así, y no sólo en películas fantásticas tipo Harry Potter. Ya se han implantado y están para quedarse. A Diego Puertas le encantó saber que Fincher hace lo mismo que él.
Sólo puedo decir que lo disfruto. Desde adolescente. Para duplicar a mi amigo David en el 97 tuve que copiar y pegar con exactitud, a ojo, entre dos secuencias de fotogramas. No sabía lo que eran ni el Photoshop ni trabajar con capas. Sólo sabía lo que había podido intuir repitiendo una y otra vez las escenas de Regreso al futuro 2. Y ahora, para escribir un guión, tengo que ponerme. Pero para hacer postproducción tengo que quitarme. No hay parpadeo de gtalk lo suficientemente llamativo para que deje lo que estoy haciendo. Es lo que mejor se me da del mundo, lo que más disfruto haciendo, y tengo la enorme suerte de haberlo descubierto a los 15 años.
Ahora bien, NO SIEMPRE merece la pena dedicar tanto tiempo y esfuerzo a un instante que pasará desapercibido. En el próximo post veremos la plaga más desesperante que acecha al postproductor, qué tienen que ver con ella los guionistas y por qué LA MEDIA PENA fue una excepción.
“Es lo que mejor se me da del mundo, lo que más disfruto haciendo, y tengo la enorme suerte de haberlo descubierto a los 15 años.”
¿Cómo puede ser que alguien teniendo en su haber unos cortos tan buenos y estimulantes puede llegar a decir eso? Es que no lo entiendo.
Muchas gracias por compartir tus experiencias, compañero. Muy interesante y, desde luego, demuestras una ilusión y un entusiasmo por tu trabajo que no es lo más frecuente en esta industria.
Un abrazo mediapenado.
Da gusto leer a alguien que comparte las mismas labores y que se explica tan bien.
Deseando leer la segunda parte.
Buen trabajo, Alex.
Ser postproductor de FX será para siempre una de mis frustraciones. Quizá en una segunda vida.
Espero la siguiente.
Es curioso, pero eso de los saltos de raccord es algo
de lo que nunca me doy cuenta.
Mira que he visto veces Pulp Fiction y nunca me fijo en
el famoso fallo de raccord de la pared agujereada.
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Pocas resultan tan fascinantes como los detalles, me ha encantado el post.
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Cómo mola leer las palabras de alguien que está enamorado de aquello que describe. He disfrutado como una niña pequeña leyendo esto!
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