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Cuando empiezas en esta cosa de escribir y terminas tu primer guión generalmente lo primero que haces es registrar tu trabajo. Estás dispuesto a acabar con todos los árboles del Amazonas para imprimir una y otra vez tu fastuoso guión y que este llegue a todas y cada una de las productoras del país. Como siempre has oído que en esto del audiovisual se roban sin piedad los guiones de jóvenes promesas, crees que la hojita del registro te otorgará un barniz de inmunidad ante esos villanos productores.
Con el tiempo te das cuenta de que, a no ser que sea un caso flagrante de plagio… es decir, párrafos y diálogos calcados silaba a silaba, el Registro de la Propiedad Intelectual no vale para casi nada.
Y digo CASI porque aquí es donde vuestro amigo Chico Santamano, curtido en cuatro o cinco batallas (por lo menos), os da un nuevo consejo.
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El Registro de la Propiedad Intelectual es un sitio maravilloso para evitar que te la jueguen. Pero no los productores, no… Para evitar que te la juegue tu co-guionista/autor/amigo/compañero.
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Les contaré una historia a modo ilustrativo en cuatro breves episodios:
CAPÍTULO I
Hace algunos años tenía una idea demasiado complicada para ser CINE ESPAÑOL. Aventuras, época, personajes extranjeros, localizaciones extranjeras e idioma a la fuerza extranjero. En mi entorno contaba con alguien de total confianza que buscaba una historia para escribir una novela. ¡Genial! Yo tengo la idea y tú el talento y las ganas de desarrollarla. Ambos estábamos de acuerdo en firmar la novela a pachas, así que… ¡Al lío!
CAPÍTULO II
Durante un par de semanas desarrollé lo que sería “la escaleta” de esa novela. Describí los personajes y fui escribiendo punto por punto todo lo que le pasaba a mis/nuestros protagonistas. Una vez terminada esa escaleta se lo pasé a la otra persona y esta se puso manos a la obra. Según iba acabando cada episodio, me lo iba mandando y yo lo iba repasando. Y así en un tiempo razonablemente rápido tuvimos un primer esbozo de novela. Nunca llegamos a registrar la historia. Siempre confiamos el uno en el otro. Todos somos buenos, ¿no? ¿Qué podía torcerse?
CAPÍTULO III
Todo se fue a la mierda. Las relaciones personales (a veces) son una asco y esta vivió una crisis total por lo que se puso tierra de por medio. Tonto de mí, creí que el proyecto moriría con la relación personal, pero tal y como se pueden imaginar, meses después me enteré de que esta persona estaba moviendo el proyecto por editoriales sin mi permiso. Cuando descubrí el percal intenté registrar mi escaleta y en el Registro me notificaron que esa misma historia ya había sido registrada con anterioridad por mi co-guionista/autor/amigo/compañero.. ¿Adivinan cuándo? Apenas tres o cuatro días después (dos de ellos no laborables) de haber finalizado la relación personal entre ambos.
CAPÍTULO IV
Por suerte yo tenía un buen abogado, mails, documentos de trabajo y un trillón de testigos dispuestos a declarar que la historia (cuanto menos) era de ambos. La otra persona, hasta la fecha, no tuvo la suerte de cara. El libro no se llegó a publicar y paradojas de la vida, recientemente se ha publicado un libro de un autor italiano que es prácticamente IGUAL al nuestro. ¿Podríamos demandarle a él? ¿Y él a nosotros? Sería una guerra perdida por cualquiera de las partes.
ACTUALIZACIÓN: El libro si se llegó a publicar y para regocijo de mi ego está siendo un éxito. Para inquietud de su conciencia estoy dispuesto a poner en marcha de nuevo a mi abogado. ¿Cuándo? Cuanto más alto suba… más jodida será la caída.
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En definitiva, si trabajan en equipo háganse el favor de registrar las cosas mientras haya buen rollo. Olvídense de los supuestos productores plagiadores y háganlo por ustedes. La confianza es lo primero, pero cubrirse las espaldas no está de más.
Que nunca se sabe…
PD: ¿Consejos sobre qué y cómo registrar? No se pierdan este video.
Capítulo II “Nunca llegamos a registrar la história”
Me queda una duda, incluso, después de ver el video. De haberla registrado, ¿Lo habrían hecho a nombre de los dos? ¿Dos autores?
Me ha parecido curioso e ilustrativo el video de cita y parodia. De otra manera, los humoristas lo llevaban crudo.
Gracias, Chico, ya veo que no está el horno para bollos.
Hola Regla, ¡perdona!
Lo suyo habría sido registrarlo a nombre de los dos, ¿no crees? Tan importante es la idea como el desarrollo. Luego a la hora de repartir derechos, royalties u otros beneficios derivados podría negociarse en función del trabajo desempeñado. Pero desde luego, el registro ha de hacerse a nombre de todos los implicados.
No hay nada que perdonar, Chico, si acaso lo impertinente de mi segunda intervención. Claro que creo que su ex-amigo trató de aprovecharse de la situación y actuó de forma traicionera.
Mi duda estaba más relacionada con los derechos que da registrarlo a nombre de dos autores o de todos los implicados. Se supone que el trámite de registrarlo da derechos sobre el objeto del registro a partes iguales (a no ser que pueda especificarse) y no en función del trabajo desempeñado por cada uno. Con lo cual, para hacer las cosas bien y que las palabras no se las lleve el viento, se necesitaría otro tipo de registro o contrato por escrito que refleje estas condiciones. ¿Es así?
En cualquier caso, el consejo del post de dejar constancia por escrito es certero, útil y extrapolable a cualquier situación tanto profesional, como personal. Es increíble el número de marrones que uno se quita de encima, por no limitarse a los acuerdos verbales.
Moraleja: tu amigo es un capullo.
Lo que no entiendo es de dónde lo sacó el italiano. ¿Casualidad? ¿Se lo facilitó tu amigo? ¿Es bueno? ¿Cómo se llama? ¿Es un secreto?
Lo del italiano fue bendita casualidad, Quique. Imagino (y espero) que ninguna editorial en su sano juicio se animará a publicar ese libro, existiendo un antecedente tan parecido y que ya ha traspasado fronteras.
¡Qué malas son, Chico, qué malas son!
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