Por Guillermo Zapata
Estamos en las fases iniciales de desarrollo de un proyecto. Hemos trazado la linea general por la transcurrirá la vida de nuestro personaje protagonista y hemos decidido que se enfrentará a una decisión que pondrá en juego sus “valores”. Un problema ético cuya resolución sigue el viejo (pero siempre útil) esquema por el cúal para conseguir algo que deseas tienes que enmierdarte un poquitín. En este caso, nuestro protagonista va a mentir a alguien.
La cuestión es, ¿a quién? Como estamos en una fase primaria de desarrollo lanzamos propuestas. La teoría dramática dice “cuanto más implicado esté emocionalmnete el protagonista en la decisión ética, mayor niveles de conflicto y más drama”, ¿verdad? Bueno… pues no. O no exactamente. En la realidad concreta del trabajo ir a más no siempre es la mejor solución.
-Si el protagonista miente a alguien demasiado cercano a nivel emocional se convertirá en un canalla y, quizás, deje de importarnos.
-Si el protagonista miente a alguien que no le importa demasiado, su decisión (y por tanto la historia) dejará de importarnos también.
Se trata entonces de encontrar un equilibrio. Pero, ¿que determina ese equilibrio?
Tengo la sensación de que, de cara al espectador, absolutamente todos los elementos que se ponen en juego sirven para modificar ese sistema de equilibrios. No es lo mismo “miente a su padre” que, “miente a su padre que es un cabrón”. No es lo mismo “miente a su novia” que “miente a su exnovia”.
Demosle un poco más de complejidad a este sistema de equilibrios. En el ejemplo “miente a su padre que es un cabrón” podemos hacer que el padre se un cabrón con el protagonista o que sea un cabrón con el hermano del protagonista. Podemos hacer que el protagonista sepa que su padre es un cabrón, pero también podemos hacer que no lo sepa. Si lo sabe, a él le costará menos tomar la decisión de mentir y a nosotros nos costará menos asumir esa decisión. Si no lo sabe, a él le costará más tomar la decisión, pero para nosotros no será tan grave.
En el sistema de equilibrios nos jugamos la empatía con el personaje y la credibilidad de la historia y las decisiones que se toman. Podemos imaginar el sistema como una balanza, en la vamos poniendo elementos de contrapeso que requilibren la situación.
No es lo mismo mentir, que matar a alguien. No es lo mismo matar a alguien que encarna valores positivos para el público que mentir a alguien que encarna valores negativos.
A veces, creemos que la mejor manera de hacer creíble (o dramática) una situación pasa por implicar emocionalmente al persona en ella y ya está. O modificar elementos de la misma que siempre se sitúan en el mismo “orden” que la decisión que el personaje tiene que tomar, pero si cualquier elemento connota, a veces es tan sencillo (o tan complejo) como que el personaje a quién el personaje debe mentir sea especialmente desagradable en esa secuencia y el espectador se sentirá moralmente legitimado para seguir adelante con la decisión.
El sistema de equilibrios funciona también al revés, claro. No se trata solo de masajear emocionalmente al espectador, a veces se trata de conturbarle, de no darle agarraderas muy solidas. Lo que me interesa es entender que los mecanismos para jugar esos equilibrios son muy diversos y no tienen porque tener una relación directa con el problema dramático que se pone sobre la mesa. ¿Podríamos llegar a justificar la mentira del protagonista solo por el tono de voz o la forma de vestir de la persona a la que miente? TODO CUENTA.
Una película como Death Proof, en mi opinión uno de los mejores guiones de Tarantino, dedica más de la mitad del metraje a que empaticemos con unos personajes que (OJO, SPOILER) mueren de forma muy violenta a mitad de la película. Solo para que en la segunda parte de la película un grupo de personaje que no conoce ni tiene relación alguna con los primeros “venguen” su muerte a los ojos del espectador. Por eso sus últimos quince minutos son tan gratificantes. Lo único que enlaza a unos personajes con los siguientes es que tanto víctimas como verdugos vengadores son mujeres. Esa artificialidad es lo que genera el equilibrio en Death Proof.
Las maneras descritas anteriormente hacen referencia principalmente a los personajes, pero podemos jugar también con las consecuencias, las causas o la forma en la que la mentira se realiza. Uno de los casos más divertidos de equilibrios con la credibilidad que recuerdo es un momento en la gran película argentina “Tiempo de Valientes”. (OJO, MÁS SPOILERS) En un momento del metraje, el personaje interpretado por Diego Peretti vuelve a casa en la que lo espera su mujer, que está desolada porque llevan varios días sin verse y la última vez que hablaron ella le confesó una infidelidad. Desde la útlima vez que se vieron a Peretti han intentado matarlo varias veces y está metido en un caso de trafico de armas que le viene sumamente grande. El personaje entra en casa y se pone a buscar en internet datos para resolver el caso, mientras tanto, su mujer llora a su lado, reclama su atención, le pide que vuelva a casa completamente desconsolada. El contraste entre las prioridades de la mujer de Peretti y las suyas propias construyen una situación de comedia pura que funciona a las mil maravillas. Pero además, mientras se produce esa comedia, Peretti encuentra con un par de búsquedas en la red todos los datos necesario para avanzar en la trama criminal… Pero tu no estás pensando en eso, sino en la situación con la mujer. Y esa lógica completamente increíble no te canta como espectador.
Así que ya sabéis, si vuestro sistema de equilibrios necesita un pequeño retoque para estar más (o menos) equilibrado, quizás lo que hay que tocar no es un complejo dilema ético, sino dos o tres detalles aquí y allá y así mover las pesas de balanza sin que se note demasiado.
Hasta la próxima.
Grande
Hola Guillermo, muy buena entrada, personalmente me parece uno de los asuntos más complejos e interesantes a los que se enfrenta un guionista, luego viene alguien como Shawn Ryan y con un salto al vacío pone al protagonista contra las cuerdas en los 10 primeros minutos de serie y contra todo pronóstico Vic Mackey acaba siendo un gigante durante 7 temporadas (en las cuales permanentemente se intenta equilibrar).
¡Claro! ¡El requilibrio! ¡Gracias Guillermo!
Suena todo algo artificioso, quizá porque la tramoya no debe verse normalmente.
Pienso que algo más para preguntarse es: ¿cuáles son las mentiras que el espectador también diría? ¿o se vería al menos en el dilema de decir o no? Mentir a la gente que nos importa es algo que hacemos con frecuencia, precisamente porque nos importa: para no perderla, para no decepcionarla. Y ese es el argumento de mil comedias y de bastantes dramas, al fin y al cabo.
El espectador perdona esas mentiras cuando son las mentiras de la debilidad sin mucho problema. Las mentiras en frío del cinismo para sacar provecho son otra cosa.
Según como te presenten al que engaña a su pareja el espectador aplica una regla o la otra: el que lleva cínicamente una doble vida con toda tranquilidad está cerca de pasar la raya, o directamente la pasa, el que aparece como agobiado por la situacion y que no sabe sacarla adelante más que mintiendo, encuentra empatía en el espectador.
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