LA MEDIA PENA – LA VISIÓN DEL GUIONISTA (II)

Rodaje de "La Media Pena"

Por Guionista Hastiado

Como ya les contaba en el anterior post, hace unas semanas presencié el rodaje de “La media pena”, cortometraje que escribí hace un tiempo y que ha sido dirigido por Sergio Barrejón. Si ustedes son guionistas y han estado alguna vez presentes en un rodaje, convendrán conmigo en que la mayor parte de las veces la palabra que mejor define la labor del guionista en el plató es “sobra”.

Las funciones básicas de un guionista en plató suelen ser: tropezarse con los cables, meterse en plano cuando se está rodando, alternar con gente que no sabes muy bien qué función tiene y poner caras de “esto yo me lo había imaginado de otra manera”.

Vale, no siempre es así. En televisión, donde se trabaja muy rápido y con menos relación entre los equipos de guión y dirección de la que sería recomendable, es posible, y aconsejable, que un guionista apoye la labor del director, fundamentalmente aconsejando en cuestiones de acting. Es un trabajo delicado, porque es fundamental comprender que en un plató el director es dios, o debe serlo. No puede haber distintas opiniones, o al menos nunca debe transmitírsele esa sensación al equipo técnico ni al elenco interpretativo. Si el guionista tiene alguna matización que hacer respecto a algún plano, debe comunicárselo sutil y discretamente al director, que será quien valore la aportación y decida al respecto, y quien comunique las decisiones. No hay nada más feo que un director y un guionista dando indicaciones en direcciones opuestas.

En el caso concreto del rodaje de “La media pena”, la presencia del guionista era francamente innecesaria. Lo que se tenía que discutir acerca del guión ya se había discutido antes, y era Barrejón el que tenía en su cabeza la planificación, la realización y el plan de grabación del corto. Aun así, él me ofreció la posibilidad de estar presente, y la verdad es que a mí también me apetecía, así que me dispuse pacientemente a pasarme dos días enteros molestando a gente que de hecho sí estaba trabajando.

Por suerte, como ya comenté, se me ofreció la oportunidad de colaborar ejerciendo como foto fija. El “foto fija”, para quien no lo sepa, es el fotógrafo de rodaje, el tipo que se encarga de tomar instantáneas del equipo, de la grabación y de momentos de la historia rodada que luego se pueden utilizar como imágenes de venta o promoción del film.

Haciendo fotos durante el rodaje

En mi caso, no soy más que un fotógrafo aficionado, amateur, que lleva unos cuantos años aprendiendo el oficio por su cuenta, pero algún inconsciente consideró que eso era suficiente para cumplir en el corto. Mi problema es que nunca había ejercido esta función y no sabía muy bien qué se esperaba de mí. Por suerte, el día anterior al rodaje me crucé con el foto fija de “Hispania” y “Gran Reserva”, Manuel Fernández-Valdés, un tipo estupendo y un gran fotógrafo del que pueden aprender algunas cosas aquí, y al que le pedí algún consejo. Él me dio uno rápidamente y sin dudar: “pide la foto. Aunque te dé corte, pídela”.

Y me explico: una de las labores del foto fija es conseguir imágenes de la historia que se rueda. El problema es que no se pueden sacar fotos mientras se está rodando, tanto por el ruido que emite la cámara, como por el flash que puede manchar la imagen. Así, las posibilidades se limitan a dos momentos: los ensayos previos al rodaje de la escena y, sobre todo, el momento inmediatamente posterior a cortar. Es ahí cuando tienes a los actores en posición, maquillados, vestidos, metidos en papel…

Normalmente se hacen varias tomas de un plano o una secuencia. Y cuando se da la toma por buena, inmediatamente todo el mundo se pone a trabajar para preparar el siguiente plano: los actores se van a su camerino a vestirse y maquillarse, los eléctricos empiezan a mover los focos y los de arte empiezan a mover muebles y objetos… así que el foto fija debe imponerse y solicitar al primero de dirección “¡Foto!”. El primero, entonces, pide a todo el mundo que se quede quieto y tienes unos segundos para disparar mientras el resto del equipo te mira pensando “¿por qué coño perdemos el tiempo en esto cuando nos quedan veinte planos por rodar?”.

Pero no hay otra manera de hacerlo, y gracias al consejo de Manuel pude conseguir algunas buenas imágenes que posiblemente servirán para dar a conocer el corto y que, de otra manera, hubieran sido imposibles de obtener.

Respecto a mi papel como guionista “de rodaje”, fue prácticamente inexistente. A veces Barrejón me preguntaba mi opinión sobre algún plano, un detalle, algún momento interpretativo… y por lo general mi respuesta era que todo estaba bien, o como mucho podía darle alguna matización personal. El director es dios, y hay que confiar en él. Y confiar en alguien no significa considerar que va a hacer las cosas como a ti te gustaría (acepción que, por desgracia, es la más común en nuestros oficios), sino creer que su propia manera de hacerlo también va a funcionar, e incluso va a lograr que el resultado sea mejor.

Para mí supuso un soplo de aire fresco también el paso al ritmo “cinematográfico”. Acostumbrado como estoy al quehacer frenético de televisión, es una gozada ver cómo cada línea de tu guión se traduce en planos rodados con mimo, paciencia y buen gusto, donde los encuadres, los movimientos de cámara, la iluminación y cada detalle de vestuario y atrezzo están pensados, no improvisados.

Ni qué decir tiene que admiro y estoy muy agradecido a todo ese equipo de profesionales que trabajaron gratis en el corto aportando su granito de arena en un proyecto ajeno. Para quien lo desconozca, lo de currar gratis en cortos es algo muy habitual. Sí, incluso aunque haya subvención (el dinero disponible suele emplearse en cuestiones básicas de producción y postproducción).

Rodaje nocturo de "La media pena"

En realidad no se trata exactamente de gente desinteresada que decide currar por amor al arte: colaborar en un corto no sólo es una forma magnífica de aprender y mejorar, sino también de establecer relaciones profesionales con gente que algún día puede llamarte para trabajar. Es una labor yo diría que imprescindible para todos aquellos profesionales que se están iniciando en la industria.

Destaco especialmente la colaboración inestimable (y no remunerada) de los dos protagonistas del corto, Luis Callejo y Tania Roberto, que hicieron un trabajo magnífico esforzándose como si se tratara de la más ambiciosa producción estadounidense. Eso es profesionalidad. Con Luis, además, compartí muchas escapadas nicotínicas que estoy seguro de que serán el comienzo de una buena amistad.

Luis Callejo y Tania Roberto

Hace pocos días pude ver un premontaje de “La media pena” y la impresión fue muy buena. Las versiones “en bruto” de un montaje pueden resultar descorazonadoras para quienes no estén acostumbrados a ellas: faltan por pulir muchos detalles, no hay todavía una mezcla de sonido, ni etalonaje, ni efectos de “pospo”… pero uno debe saber ver más allá de todo eso y hacer un esfuerzo por descubrir si lo que hay en pantalla, en líneas generales, funciona narrativamente.

Estoy bastante convencido de que quedaré satisfecho con el resultado final, así como con la experiencia de escribir un corto rodado por un director ajeno. El mero hecho de haber tenido esa experiencia compartida es un aprendizaje inestimable que no se puede obtener de otra manera. Francamente, espero repetir. Y, por supuesto, que “La media pena” les guste, o al menos les entretenga un rato, cuando tengan oportunidad de verlo.

Gracias a todos por leer.

3 comentarios en «LA MEDIA PENA – LA VISIÓN DEL GUIONISTA (II)»

  1. “El director es dios, y hay que confiar en él. Y confiar en alguien no significa considerar que va a hacer las cosas como a ti te gustaría (acepción que, por desgracia, es la más común en nuestros oficios), sino creer que su propia manera de hacerlo también va a funcionar, e incluso va a lograr que el resultado sea mejor”
    Empiezas a ser mi ídolo, Hastiado.

    1. El problema no es lo que sabiamente se apunta en el post (la confianza en el director, el que sólo haya una voz en plató…). El problema es antes: ¿ha habido lectura conjunta del guión o mesa italiana? ¿Quién dice a los actores la intención de lo escrito para que no lo cambien?
      Lo ideal es una buena relación guionista-director y unos mecanismos que se controlen desde la producción ejecutiva para que, la haya o no, exista una relación profesional y una suma de talentos, no una confrontación.
      La figura del productor ejecutivo guionista (normalmente creador de la serie) o del showrunner es tan importante como para decir que tantas y tantas series que nos gustan de EEUU o Inglaterra funionan así. O como en muchos excelentes documentales sobre la ficción USA se dice: en el cine el rey es el director, en las series, el guionista.
      Esto es un corto y (a parte de que se nota que teneéis buen feelimg, y eso es imprescindible y os felicito) te doy la razón al 100%.
      En una serie de tv, no creo que las cosas deban funcionar sencillamente con esa confianza. Y hay razones casi puramente matemáticas: una serie la ruedan 3 o 4 directores distintos, con su sello personal. Y hay que homogeneizarlo. Y lo homogeiniza un director global de la serie a través de la producción ejecutiva.
      Si no se hace y sale bien, estaremos hablando de un milagro.
      Y viendo gran parte de nuestra ficción, ese milagro no suele darse a menudo.
      Aunque insisto, estoy hablando de ficción televisiva y aquí se habla de un corto, temas para mí distintos y en el que no tango nada que objetar.
      Un saludo.

  2. Felicidades, pues. Al final, como siempre, es una cuestión de respeto. El director debería respetar siempre el trabajo del guionista y viceversa. Todo se jode cuando uno de los dos cree que sabe más que el otro de lo suyo (del otro). Algo muy español, por cierto.
    El cine no es tan diferente de otros sectores productivos como parece.

Los comentarios están cerrados.