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EL QUÉ Y EL CÓMO

Por Guionista Hastiado

Hay una creencia extendida dentro de la industria cultural que personalmente siempre me ha resultado un poco timo. Y tengo la sensación de que cada día que pasa está más asumida, tanto entre diletantes como entre curtidos profesionales. Se trata de la fe en las ideas geniales. Me refiero a la aventurada promesa de que algún día se te ocurrirá esa idea perfecta que te hará rico y reputado; esa premisa para el mejor guión que a nadie se le ha ocurrido nunca; ese intrincado detonante que te dará la mejor serie o ese personaje que catapultará tu carrera hacia lo más alto del olimpo de los creadores. Tu “Tesis”, tu “Pepi, Luci, Boom”, tu “Diablo sobre ruedas”… expresados en unas pocas palabras.

Supongo que no se trata de algo extraño en éste país nuestro tan amigo de pelotazos, donde se considera que el que no se hace rico de la noche a la mañana es porque no ha sido muy listo. Así, los que no somos muy listos debemos conformarnos con creer en el futurible de las loterías, los milagros, o las ideas geniales que nos salvarán de la mediocridad.

En cierta ocasión conocí a un productor que me enseñó una lista de propuestas para series que se disponía a llevar a una cadena. Parecía que iba a echar la bonoloto. Era un listado de unas 30 ideas concentradas en un folio, del tipo “un joven descarriado se ve obligado a vivir con su hermano el responsable”. “Una familia de campo que se va a vivir a la ciudad por una herencia”. “Un chico estudia oposiciones para impresionar a la chica que le gusta”.

Vale, me las he inventado. Ya no las recuerdo. Pero sirven como ejemplo de lo que trato de explicar: que una idea para crear una historia, por sí misma, no es nada. Lo importante, y lo difícil, es cómo la llevas a cabo, cómo la conviertes en algo real. Es el “cómo” y no el “qué”, lo que hace de una ficción una obra de arte, un éxito de público, o un gran trozo de composta maloliente.

Las películas que nos emocionan, que nos atrapan, o aquellas que triunfan por todo el mundo, funcionan porque han sido llevadas a buen término por un equipo de profesionales que sabían lo que hacían. Son tantas las decisiones a tomar y tantos los errores susceptibles de cometerse a lo largo del complejo proceso de creación de un film, que es imposible acertar en todo por simple casualidad y atribuir todos los méritos a que “había un buen punto de partida”.

Hay quien le da mucha importancia a la originalidad de las propuestas. Y, por supuesto, no hay nada más agradecido y apetecible que salir del cine pensando que has visto algo distinto, algo nuevo. Pero la originalidad tiene que ver sobre todo con la manera de contar, con el estilo, con el punto de vista y los mecanismos narrativos empleados, más que con los temas. Partiendo de ideas originales se han hecho cosas maravillosas y grandes tonterías (rentables, pero tonterías). Y de la idea más sencilla del mundo se pueden lograr productos redondos y maravillosos como éste.

La originalidad temática es algo francamente difícil de valorar y encontrar, y su búsqueda exhaustiva lleva a cometer errores como ese afán mayúsculo de joven cortometrajista por impactar constantemente en cada plano, o por buscar de manera obsesiva “un final sorpresa”.

Convendrán conmigo en que el material fundamental del oficio de contar historias no es otro que el propio ser humano. Hablamos de nosotros porque es lo único que nos importa, así de egocéntricos somos. Se trata de un material inagotable, sí, pero no ofrece, en los grandes asuntos tratados, muchas variaciones. Los conflictos son siempre los mismos en esencia; de hecho son muchos los estudiosos de la narrativa que se han preocupado de numerar y catalogar los diferentes tipos de conflicto a los que puede enfrentarse un personaje (lo que resulta un ejercicio teórico interesante, pero quizá no demasiado útil a la hora de ponerse a escribir).

Contamos una y otra vez las mismas historias, pero cada creador aporta su visión y su manera personal de abordar esas historias. Los personajes, el contexto y el lenguaje narrativo (audiovisual) aportan la diferencia. Cojamos un titular cualquiera como, por ejemplo “un padre lucha por salvar a su hija de su novio asesino”. Imaginad las historias tan diferentes que resultarían si esa premisa la desarrollaran Almodóvar, Woody Allen o Ridley Scott. Sería ese proceso de desarrollo el que determinaría absolutamente la calidad, la personalidad y el mérito del producto final, y no la idea de partida.

Lo que pasa es que vivimos en un mercado audiovisual donde para muchos lo más importante no es hacer las cosas bien, sino venderlas.  Se trata de vender tu idea: tu guión, tu proyecto, tu serie, tu largo… Por eso la primera obsesión de aquellos que desarrollan una historia es llamar la atención, y ahí es donde la idea, como argumento de venta, cobra una importancia quizá excesiva.

Además, cuando entran en juego los condicionantes de mercado, el concepto de “idea” se prostituye, y ya no cuentan tanto los posibles valores narrativos que puede aportarnos la premisa inicial (¿es una historia con “chicha”?), sino las consideraciones externas: ¿Me darán subvención con este tipo de historia? ¿Puedo meter actores guapos? ¿Puedo meter desnudos? ¿Puedo ganar mucho gastando poco? ¿Puedo rodar en algún sitio paradisíaco donde tomar daiquiris? ¿Es un concepto suficientemente atractivo como para engañar al público y lograr que acuda al cine en masa las dos primeras semanas?

Los empresarios de la industria tienden a considerar que la mejor idea es las menos arriesgada, es decir, aquella que ya ha sido testada previamente, y que lo único que hay que hacer es repetir fórmulas con algún elemento supuestamente original de fondo, o darle “una vuelta de tuerca” a lo de siempre.

Al final, es el “cómo” el que suele salir perdiendo. Podemos ser Calatravas del guión y hacer ambiciosas propuestas de historias perfectas dibujadas sobre el aire, pero si tenemos algún interés en que el resultado no decepcione, tendremos que ponernos manos a la obra y empezar a construir, y demostrar con hechos que somos capaces de llevar a buen término todo eso que prometíamos. Y ahí es donde vendrá la originalidad, la distinción, el talento. Si los hay.

Igual es sólo cosa mía, pero sigo asombrándome cuando descubro la existencia de proyectos como éste o este otro. No se me ocurre una idea más sencilla que la de “Cheers”: un grupo de empleados y clientes habituales de un bar que comparten sus miserias diarias a ambos lados de la barra. Si “Cheers” es una de las mejores sitcoms que han existido no es por ese planteamiento de partida, es por su trabajo de composición de personajes, por el talento y el mimo con los que se escribieron sus guiones, por la oportunidad del momento y el lugar en el que se hizo (en el que se apostó por volver a lo cotidiano y pequeño después de una década de “grandes asuntos” como la guerra de Vietnam), por el acierto en el cásting y en la dirección de actores y, en definitiva, por cómo todo ello confluyó en una obra audiovisual exquisita.

Aquí somos muy de copiar la superficie. No nos preocupamos por aprehender los sistemas de trabajo, la manera de afrontar el conflicto, de equilibrar personajes, de enfocar el cásting, de pulir los gags, de rodar, y de construir las tramas horizontales… No, aquí copiamos el encabezado, porque queda bonito y llamativo.

Incluso utilizando exactamente los mismos guiones que el producto primigenio, ningún actor podrá estar a la altura de los protagonistas originales, porque esos personajes ya existen y no se pueden reinventar sin que pierdan en la comparación. La idea de resucitar a Sam Malone puede llamar la atención del público que conoció al primigenio Sam Malone, pero ese público es exactamente el mismo que se va a decepcionar al encontrarse con una burda imitación del original.

(Y eso que a mí San Juan me parece un actor muy potable… pero es que no es Sam Malone)

Pero  lo importante, claro, es vender el proyecto; ése es el verdadero propósito de una productora: vender proyectos. Y es un objetivo comprensible, esto es un negocio. El problema está, quizá, en quienes compran y en los motivos que les llevan a confiar en este tipo de apuestas. Últimamente tengo la impresión de que ya no se demandan historias, sino envoltorios, titulares llamativos, taglines apabullantes, frasecillas curiosas en las portadas de los proyectos, lametones de ingenio desparramados en folios sueltos o, directamente, un par de nombres de actores famosos que “han mostrado interés en el proyecto”.

En este mundillo vuelan las anécdotas de guiones que se vendieron con unas pocas frases impresas en una página y deslizadas sobre la mesa entre cubata y cubata. Esos proyectos siempre van acompañados de grandes intenciones que prometen historias trepidantes, divertidas, de sutil inteligencia y capaces de enganchar al espectador desde el primer minuto, todo a la altura de los grandes éxitos del momento. Gran parte de ellos fueron, y serán, sonoros fracasos.

Vender es importante. Si no se venden los proyectos, no se hacen. Pero luego hay que arremangarse y poner el acento en el proceso que viene después, y trabajar en profundidad en el desarrollo, en la escritura, en la elección de un cásting adecuado y no acomodaticio, en la persistente dirección de actores, en la creación de un buen equipo técnico y artístico, en elaborar un presupuesto dándole a cada cosa el valor adecuado, en el ensamblaje coordinado y adecuado de todos y cada uno de los procesos de la producción…

Tener ideas es la parte fácil del proceso. Cualquier persona por la calle le podrá dar rápidamente diez ideas para hacer series o películas. “Una película sobre mi tío que es muy gracioso”. “Una serie de bomberos”. “Una chica que trabaja en una peluquería como yo y ve a gente muy curiosa todo el rato y es muy divertida”. Es posible que se crucen también con algún personaje nervioso que les asegurará que él tuvo mucho tiempo antes la idea para hacer “Médico de Familia” o “El orfanato”, y que la vida es injusta porque le robaron su gallina de los huevos de oro, que era suya porque se le ocurrió primero. A lo mejor, incluso, se trata de un guionista.

Mi consejo, si quieren escribir y llegar a vivir de sus guiones, es que no se obsesionen demasiado con las ideas; las ideas vendrán solas. Preocúpense, sobre todo, por aprender a escribirlas bien, porque de eso va realmente este trabajo.

45 comentarios en «EL QUÉ Y EL CÓMO»

  1. No podría estar más de acuerdo. Desnudas, nuestras películas y series preferidas, son una frase. Una idea simple. Lo que las diferencia de las de “otra vez un heroe que no quiere serlo, salva el mundo y se folla a Marisa Tomei”, es el COMO. Y en este cómo está el infinito. Ahí es donde se puede crear.

  2. Querido Hastiado, mientras le leía a usted veía a un hombre sudoroso hablando vehementemente mientras nos elevamos en el cielo hasta descubrir que está usted sobre una duna clamando en la vasta soledad del desierto.

    Totalmente de acuerdo.

  3. Ya sé que no es lo mismo, ¿o sí?, ser astronauta que guionista, pero…
    “Respecto a qué era exactamente esta cualidad inefable… en fin, evidentemente implicaba valor. Pero no era valor en el simple sentido de estar dispuesto a arriesgar la vida. Al parecer, existía la creencia de que eso podía hacerlo cualquier imbécil, si era sólo eso lo que hacía falta, cualquier imbécil podía igualmente desperdiciar su vida en la empresa. No, la idea aquí (en la omnipresente cofradía) parecía ser que el individuo debía ser capaz de subir a una máquina estruendosa y veloz y jugarse el pellejo y luego tener el valor, los reflejos, la experiencia y el temple necesarios para echar el freno y dar la vuelta en el último instante aterrador; y luego subir otra vez al día siguiente y al otro, y al otro, y todos los días, aunque la serie resultara infinita; y, en último término, en su mejor expresión, hacerlo así en pro de una causa que significaba algo para miles de individuos, para un pueblo, una nación, la humanidad, Dios. No había una prueba para demostrar si un piloto poseía o no esta honrosa cualidad. Había, en su lugar, una serie en apariencia infinita de pruebas. Una carrera como piloto significaba algo así como escalar una de aquellas antiguas pirámides de Babilonia, compuestas por una desconcertante progresión de escalones y rampas, un zigurat, una pirámide extraordinariamente alta y pendiente; y la idea era demostrar a cada paso del ascenso a la pirámide que eras uno de los elegidos y de los ungidos que tenías lo que hay que tener y subir y subir y seguir subiendo e incluso (por fin, si Dios quería un día) podías incorporarte al pequeño grupo de los elegidos de la cúspide misma, la élite de los que tienen lo que hay que tener.”

    De Lo que hay que tener, de Tom Wolfe.

  4. Totalmente de acuerdo contigo.
    Hay una cita (no recuerdo de quien) que dice “Mejor empezar con un tópico que acabar en él”
    Al final, las películas que nos emocionan/gustan/revuelven no tienen porque tener un “high concept”, como esta tan de moda ahora.

  5. ¿Y no sería mejor conciliar una gran premisa con una gran ejecución? Claro que para sobrevivir escribiendo la basura televisiva de este país con el automático, sólo se necesita oficio. Oficio mal entendido. ¿Para qué preocuparse por crear ideas originales si lo que me da de comer es repetir una y otra vez personajes y tramas mediocres vistas mil veces al otro lado del charco (al menos ponen los ojos en gente mejor que ellos para copiar) y reducidas a la burdez más lamentable? ¿Por qué crear premisas nunca vistas si para trabajar en este país hay que moverse entre la convencionalidad de manual, el conformismo y el servilismo más atroz hacia una audiencia subdesarrollada y de criterio deforme?

    1. ¿Has leído realmente el post o vas con el automático puesto diciendo sandeces?

      Mezclas premisas, ideas, tramas y personajes a bulto, asumiendo que una premisa no original supone, necesariamente, ideas, tramas y personajes no originales, mediocres. El post defiende que no hacen falta premisas originales si las ideas, las tramas y los personajes están currados y no son los de siempre. Es decir, no importa el qué (la premisa) sino el cómo (idea, trama y personajes).

      ¿Clarito, ahora?

  6. Woody Allen decía algo de eso, no? “Tengo una idea para luego matarla.” (no es una cita textual) Lo importante es que luego sepamos crear una historia que interese, unos personajes realmente innovadores, y unos conflicos reales.
    Me gusta mucho el ejemplo de “Modern family”. Es una comedia de nuestros tiempos, con un “qué” que todos conocemos, pero un “cómo” realmente original.
    Gracias Nacho.

  7. Quiero aclarar mi comentario anterior para que no quede como la diatriba demente de un pobre amargado. Mi indignación viene a raiz de que, por este tipo de actitudes se llega a la marginalización del guionista que quiere hacer algo diferente, pongamos el caso de una mesa de trabajo durante la creación de una serie. El que quiera hacer algo diferente dedicará una gran parte del tiempo a la reflexión, mientras que el guionista de “fórmulas de éxito” rebuscará en su catálogo mental de tramas y personajes mil veces transitados y como consecuencia ofrecerá la ilusión de ser el que más aporta, símplemente porque se le oye más, porque no necesita de reflexión, mientras que el guionista “original” dará la impresión de no aportar suficiente, porque ha “perdido” el tiempo en reflexionar (¡sacrilegio!). Y es que, quién necesita pararse a pensar cuando conoce las fórmulas de éxito designadas por visionarios de la mediocridad como Dani Écija. Todo esto se agotará, y algún día necesitaremos reinventarnos. Ese día habrá problemas, porque se necesitará de reflexión, y ese es un músculo que, de no desarrollarlo, acabará atrofiado.

    1. Urko, respondí a tu primer comentario antes de leer éste. Creo que entiendo a lo que te refieres, y estoy en general de acuerdo contigo. En televisión, sobre todo, se trabaja muy rápido y a menudo se tira de “referencias” para escribir. No me parece un pecado, pero es cierto que se abusa de ello, quizá no tanto por falta de talento, sino por inseguridad: a menudo hay guionistas, productores o coordinadores que se fían más de argumentos, personajes o chistes “robados” que saben que han funcionado bien. La reflexión es, o debería ser, algo consustancial a nuestro trabajo, pero no siempre se valora tanto como la repetición de fórmulas.

      Innovar es siempre un riesgo, pero, aun así, debería ser también una obligación en nuestro oficio. Y, como dice Kohonera, esa innovación debería estar en todo el proceso, no sólo en la búsqueda de un punto de partida original.

      Abrazos.

  8. Creo que, como es habitual en mí, puedo no haberme explicado bien, amigo Urko. Yo quería decir exactamente eso, que no hay que priorizar sólo uno de los dos aspectos (sólo que he hecho énfasis en el error de confiar en la idea, porque es más habitual).

    Copiamos ideas supuestamente originales, pero no somos capaces de intentar imitar el interés por hacer productos con personalidad propia.

    Gracias a todos por opinar.

  9. Quizás haya cometido el error de malinterpretarte conscientemente para meterme a perorar sobre el tema que realmente me obsesiona. A veces pasa. Cuando me pongo obsesivo, me desquicio con facilidad. Pero ya que estamos… ¿No opinas que realmente esa marginalización está sucediendo? Pregunto porque tienes mucha más experiencia que yo en estas lides y quizás me estoy equivocando… Si así fuera, sería un tema interesante para un artículo en la línea de aquel (maravilloso) sobre los guionistas que parece que hacen algo y en realidad no hacen nada.

  10. “Aquí somos muy de copiar la superficie. No nos preocupamos por aprehender los sistemas de trabajo, la manera de afrontar el conflicto, de equilibrar personajes, de enfocar el cásting, de pulir los gags, de rodar, y de construir las tramas horizontales… No, aquí copiamos el encabezado, porque queda bonito y llamativo.”

    Estoy totalmente de acuerdo con esto y con el sentido del post en general, pero hay algunas cosas que me chirrían…

    Yo no veo por ninguna parte (salvo en los cortos) el más mínimo interés por las ideas originales. No veo nunca ninguna. Sí que hay un “Encadenados” o un “7,35” en el mundo de los cortos, pero no hay ningún “Memento”, ningún “Pushing daisies” en los otros mundos.
    Tampoco veo el más mínimo interés en la venta. Si hay un indicador fiable de ese interés son los “taglines”. En España son rigurosamente patéticos, la mayoría del tipo: “un conmovedor retablo del paso a la madurez de un joven de clase media: el descubrimiento del sexo y la amistad”. Puedo creerme que alguien pague dinero por un tag como éste: “Deckard, un blade-runner, tiene que bucar y terminara a cuatro replicantes que han vuelto a la tierra en busca de su creador”, o “un hombre del tiempo vive el mismo día una y otra vez”, pero no por el primero.
    pero sí que es verdad que aquí parece que con fusilar una idea central ya todo está hecho.

    Un saludo:

    Lo de los actores también es cierto: especialmente en el papel más fundamental (por ser el más difícil siempre de cubrir) que es el del “galán”. Lo pongo así -“galán”- porque no es el mojabragas de series adolescentes ni el gran actor de grandes papeles: es el actor de 30 a 50, atractivo y sólido alrededor del cual puedes anclar una serie o una película… el “Sam Malone” de turno. Aquí no tenemos ninguno. Se dice pronto: ni uno solo.

    1. Por favor, que alguien mencione una idea original no española.

      Así al menos sabré de qué hablamos cuando decimos “original”

      Gracias. :

    2. “Así al menos sabré de qué hablamos cuando decimos “original””

      Te lo digo yo: original viene de origen. Casi ninguna película española está interesada en construirse desde los origenes intelectuales, estéticos, históricos de este país, que fueron muchos y muy importantes. Los anglosajones no conciben que no conozcas a Shakespeare por ejemplo, y es imposible hacer carrera sin este lastre. Es que te lo meten desde obras de teatro superserias hasta peliculas Disney, de adolescentes o en StarWars.

      De ahí que sea tan reveladora:”Las películas que nos emocionan, que nos atrapan, o aquellas que triunfan por todo el mundo, funcionan porque han sido llevadas a buen término por un equipo de profesionales que sabían lo que hacían”.

      Exacto. Ese perfeccionamiento, ese promocionamiento continuo durante siglos. ¿Cúal es el cómo en este país? Cualquiera modernez instantánea surgida de inspiración picaresca es aplaudida mientras nuestros clásicos que tanto asombraron al mundo y lo inspiraron, se pudren en el olvido.

    3. Muchas gracias Osito.
      Pero insisto:

      Que alguien mencione una idea original extranjera. Una película, la franquicia de una serie, lo que sea. Necesito un ejemplo.

    4. Estoy pidiendo un ejemplo de idea original, creo que queda bastante claro en mis tres comentarios. (A no ser que me estés diciendo que Shakespeare lo es, cuando todo lo que cuenta está en cualquier libro de mitología)
      Y a ser posible que sea de ahora. A ver si somos capaces de encontrar esas ideas originales que por lo visto tienen todos menos los guionistas y productores españoles.

  11. Me alegra leerle de nuevo, Hastiado, (sin ánimo de ser maleducada, le he contado muchas faltas en el blog, bastantes más que a Santamano).
    Comparto la lógica y coherencia de todos los puntos del post, que siempre viene bien recordar. Sin embargo, me gustaría matizar que la importancia de vender el guion, proyecto o lo que sea, no excluye el hacer las cosas bien, ni quitarle un ápice de importancia al COMO.
    No me parece mal que ante la crisis del sector se agudice el ingenio, ni creo que ningún guionista al intentar vender o llamar la atención de un productor tenga interés consciente en engañar al público o en venderle humo, porque, sino es tonto, sabe que de este modo, no conseguirá vender su proyecto a un tercero una segunda vez, salvo que sea él quien corra el riesgo. Quiero pensar que uno intenta ser reconocido y labrarse una buena reputación en el sector, no echarla por tierra a la primera de cambio (bueno, siempre hay excepciones como la de Santiago Segura).

    Y seguramente, si consideramos QUIEN escribe los buenos guiones (profesionales reconocidos y de prestigio), estos guiones se vendan por si solos y no necesiten esfuerzo adicional de marketing (o sí). Pero, si quien escribe un buen guion es un novel, que intenta asomar la cabeza en el sector, seguramente, tal como está el tema actualmente, no tenga muchas posiblidades de que su guion vea la luz, ni siquiera de que sea leído. Y también es triste que ocurra eso y no existan las mismas oportunidades para todos. Creo.

    1. Si se refiere a “faltas” de ortografía, corríjalas y no se corte, Darko. Yo por “faltas” me refería a las ausencias de Hastiado en el blog. Es fácil de entender. Creo.

    2. Bueno, no sería la primera vez que se me cuela alguna falta ortográfica. Respecto a las otras, yo en realidad publico aquí cada tres semanas, aunque es cierto también que alguna vez no me ha sido posible hacerlo.

      Respecto a lo que dice, amiga Regla, en realidad vender guiones es muy complicado para todo el mundo, tanto para profesionales como para principiantes. Pero sí, para un amateur es algo más difícil todavía, aunque eso, creo yo, es algo lógico y que pasará siempre (es normal confiar antes en el talento demostrado, y más con estos asuntos creativos de tan difícil valoración).

      El problema que tenemos aquí desde siempre es que no hay canales establecidos de venta de guiones, no hay un auténtico mercado del guión en el que se puedan ofrecer, mover, consultar y descubrir los mejores proyectos. Aquí cada uno se busca las castañas como puede, y eso hace más complicado que los proyectos nazcan a partir de las historias y no al contrario, como pasa tantas veces (cuando se hacen películas porque se tiene a un director, o a un actor, o un dinero… pero no porque haya un buen guión que rodar).

    3. Entiendo lo que quiere decir, Hastiado. Y no le falta razón. Imagino que para un creador debe resultar algo fustrante el hecho de que no exista un auténtico Mercado del guion y donde parece que las buenas histórias se relegan a un segundo plano. Quizás sea un síntoma más del desajuste que existe en el sector audiovisual, entre lo que se crea y lo que realmente puede llegar a producirse. Guionistas y productores están condenados a escucharse y sobre todo a entenderse. El caos y la ley de la jungla, no conduce a nada bueno.

      Si el objetivo común de cualquier creador y productor es llegar a la mayor parte de público posible, creo que debería realizarse el mismo esfuerzo para escribir una buena história, que para venderla y acercarla después. Sino, el primer esfuerzo no merecerá la pena. En este sentido, la propia TV es una estupenda plataforma de promoción y de difusión para sus propias ficciones (y podría serlo también promocionar el cine). Bien mirado, ella misma se autorregula.
      Kohonera ponía más abajo el ejemplo de “El Barco”, un planteamiento original, pero narrado con los mismos recursos de siempre. Sin embargo, el público, en función de las audiencias agradece ese punto de partida distinto, frente a lo que podría ser una secuela, como La República, metida con calzador y con la identidad de su predecesora. Y seguramente en esta segunda (aunque no la he visto) la calidad del guion sea mayor, pero no la relación que ambas han establecido con el público.

      Sobre el último comentario que apunta, para mí el ejemplo más claro es Torrente. Cierto que aquí el guion será lo de menos, pero, podría tomarse nota del esfuerzo que hace Segura por promocionar su producto y acercarlo al público. No recuerdo a ningún director que se tome tantas molestias, ni he oído hablar tanto de una película antes de su estreno. Lo normal es que sepas de ella más por el “fracaso” que ha tenido en taquilla, que por la promoción de su estreno.
      Enfín, espero que no le moleste mi opinión como espectadora y mucho menos mi comentario sobre sus “faltas” en el blog, que ya empiezo a arrepentirme de haberlo hecho. En realidad, pensaba que le tocaba publicar los viernes alternos, pero, estando en su casa, me consta que no tiene ninguna obligación de ello, ni tampoco de dar cuentas a nadie. Hasta ahí podíamos llegar!

      Un saludo.

  12. Estoy de acuerdo en que una idea original no es garantía de nada y que de los mil escalones que puede suponer la creación no sería más que el primero. La clave, sin duda, es el posterior desarrollo y construcción. Horas y horas de trabajo, esfuerzo y autocrítica.

    Sin embargo hay que reconocer que algunas de esas ideas originales pueden servir tanto de acicate, tanto a la hora de seguir trabajando (encontrar algo original y ponerse con ello realmente es excitante, muy motivador) como a la de vender. Será solo un primer paso, pero es empezar con buen pie.

    Y, evidentemente, desarrollar bien una idea común es tan desafiante y complejo como hacerlo con una original y pintoresca. Y acabará, al final del larguísimo camino, acabará siendo tan personal y propia del creador o creadores como la original. Shakespeare no inventó ni a Macbeth, ni a Hamlet ni a Romeo y Julieta… pero supo hacerlos suyos. No digamos ya Goethe con Fausto, que casi todo el mundo cree que se lo inventó él… Y lo contrario se podría decir de Cervantes y su “high concept” El Quijote.

    Sin duda, la clave está en el desarrollo, pero una idea original, qué leches, también mola…

    1. Si recuerdo bien de mis tiempos de estudiante, El Quijote fue una parodia de los libros de caballerías, que estaban tan de moda en la época. Una especie de ‘Aterriza como Puedas’ muy bien parido. No se si se puede clasificar de ‘high concept’

    2. En el Quijote,y esto es una opinión, me parece que hay más amor por los libros de caballería que parodia; y, aún así, aunque fuese una pura parodia, resulta tremendamente original que como punto de partida utilice a un hombre común que se vuelve loco y se cree un caballero (la locura la vuelve a tratar la deliciosa “El licenciado vidriera”) y no a un caballero que es un desastre o un truhán (que sería lo típico).

  13. Gusto leerte Hastiado pensé que te habían secuestrado los Romanos… Cuánto se aprende leyendo este blog.

    Precisamente por envoltorio (es lo que llama la atención…) comencé a ver una serie española que dejé de ver cuatro capítulos después (3 de ellos visionados online porque me coincidía con otra serie…) Envoltorio bonito cuyo contenido principal es desperdiciado por el más de lo mismo pero peor. La otra serie es más sencilla pero está bien en cuanto en Envoltorio y Contenido.

    Saludos de una humilde espectadora.

  14. Muy buen post. Mientras lo leía estaba pensando en “El Tercer Hombre”, una película cuyoo guión no tiene nada de especial y a la vez es una maravilla.

    En cuanto a las faltas de ortografía, yo no lo encuentro tan lleno, aunque “composta” no existe en español. La RAE sí acepta, aunque suene mucho más a espanglish, “compost”. Supongo que para no confundirlo con “compota”

    Un saludo

  15. Ejemplo de cómo hablar de lo de siempre de otra forma: capítulo “Bombshells” (el 15) de la séptima de “House”. En ninguna serie española se ha visto nunca algo parecido, al menos que yo recuerde.

    Y otro ejemplo, en sentido contrario, de cómo una premisa interesante y novedosa no es garantía de nada es una serie de española ambientada en un barco. Una premisa original narrada con los mismos recursos de siempre.

  16. Y no crees que los españoles, en general, no sabemos trabajar en equipo? Mira “The Office” de la BBC. Gervais y Merchant lo cuentan. No se conocían de nada, los juntaron y les dijeron que tenían que escribir una serie. Tenían que hacerlo rápido, no sabían de qué iba a ir, únicamente tenían un personaje, un jefe odioso. Y se les ocurre contarlo como un falso-documental (me gustaría añadir aquí que en el mismo año apareció “Trailer Park Boys”, otra gran serie rodada de la misma manera pero contando algo muy distinto) porque no tenían tiempo para rodarlo de otra manera. Les funcionó por lo que tú dices, se juntó que todas las piezas encajaban.
    No creo que los problemas de los guionistas de la BBC sean muy diferentes a los de aquí (no lo sé porque no soy guionista), pero sí creo que nuestra cultura es diferente, eso está claro. Un país con nuestro pasado es un país retrasado en muchos aspectos. Estamos en el siglo XXI pero todavía huele a Franco. Y tengo la sensación de que somos muy egoístas, que nos da rabia que otros triunfen, no nos gusta que le vaya bien a alguien que no seamos nosotros. Cuando tenemos que trabajar en equipo (igual que un dependiente tiene que trabajar con gente a la que no conoce pero por cojones se tiene que llevar bien) tendemos a no fiarnos de nadie. No se respira el buen rollo que respiran Gervais y Merchant que siempre han dicho que al principio no se soportaban. Igual que los Python no se llevaban bien como si fuesen hermanos (no todos) pero funcionaban a la perfección como equipo. Creo que lo más parecido a un buen trabajo en equipo es la selección española. En eso, sí que estamos todos de acuerdo.
    Tal vez sea la falta de escuela, pero en pleno 2011 ya debería existir, nosotros no tenemos a “The Goon Show” como tenían los Python de referente (propio, de tu país). Cuando entras a currar en algo relacionado con la creatividad (música, cine, tv, diseño, arte…) y escuchas a la gente que lleva años currando en ello dicen cosas como: “no, chaval, como se nota que eres joven, no tienes ni idea. eso no se lo vendes a nadie”. Es como si, de entrada, te preparasen para ser un perdedor dentro de un mundo en el que se supone que se repira creatividad. Y la creatividad va de la mano de la felicidad. Pero este país es un país triste por defecto. Siempre estamos discutiendo, no hay arbitrariedad en la información de los medios, nos gusta sentirnos “torrentes” más que otra cosa. Y la envidia nos mata.

    Si yo ahora te pongo que tu post es una mierda (no de forma gratuita claro, dándolo a entender) tus seguidores, o tú mismo, se me tirarán al cuello para defenderte. Si pongo que es genial otros pensarán, “pelota de mierda, mira como le chupa el culo”. Eso es a lo que me refiero, los españoles nos queremos poco como grupo, tenemos mucho odio acumulado todavía. No tenemos medida.

    Sólo era eso, saludos.

    1. Comparto mucho de lo que dices, Mandrake, aunque la experiencia me dice que en realidad en los equipos de guión suele haber bastante buena sintonía y buen rollo entre compañeros. En realidad todos sufren juntos, y eso une mucho.

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