PERSONA Y PERSONAJE (VIRTUAL)

Por Daniel Castro (Guionista en Chamberí)

He estado intentado sacar en claro en qué consiste la diferencia entre persona y personaje. Creo que, más o menos, todos tenemos una idea aproximada: la persona es el ente real, el personaje es el ente ficticio (puede ser la representación de un humano o no) que pertenece a una obra narrativa. Esta viene a ser la definición convencional que he extraído de unas cuantas que he estado leyendo.

Otra acepción de “personaje” del diccionario de la RAE hace alusión al caso de las personas famosas que también son personajes. Es decir, no sólo los entes ficticios, sino también los reales si son famosos. Es decir, Tom Sawyer, pero también Belén Esteban.

Sin embargo, hay algunas excepciones a esto. Por ejemplo, solemos decir habitualmente que Paco es todo un personaje, a pesar de que sea una persona real y que, muy posiblemente, no demasiado conocida. Imagino que usamos el término por analogía, para decir que Paco es tan peculiar que parece más propio de la ficción que del mundo real.

Es interesante ver que la palabra “persona”, al igual que “personaje”, viene del griego prósopon, que quiere decir “máscara de actor”.

En cierto modo, creo que todos somos un poco personaje, es decir, todos utilizamos una máscara en cuanto nos relacionamos con otros seres (y no sólo humanos). Somos conscientes de su mirada y ésta, habitualmente, nos lleva a actuar de un modo diferente al que llevaríamos acabo de estar solos.

Sin embargo, hasta hace unos pocos años, la mayor parte de esas relaciones sociales se llevaban a cabo en persona y no quedaba de ellas apenas constancia.

En los últimos tiempos las cosas están cambiando. En mi opinión desde la llegada de Internet, casi todos somos a un tiempo persona y… personaje.

Algunos con mayor consciencia de ello que otros, con cada intervención en la Red vamos configurando una especie de avatar virtual al que podemos llamar “personaje”.  Muchos, incluso, lo han bautizado con otro nombre, un nick, que les permite ser otro y, a la vez, ser un poco más ellos mismos. Básicamente, imagino que esta es la función de los personajes que creamos para cualquier guión o relato, crear un ser que sea como nosotros y, a la vez, completamente diferentes de lo que solemos ser.  Sin embargo, incluso quienes solemos intervenir en Internet con nuestro nombre real, al ser conscientes de que aquello que colgamos en la red, sea un vídeo, una foto o un comentario, podrá ser visto por muchas personas (muchas de ellas desconocidas), tratamos de seleccionar los contenidos que irán asociados a nosotros (no colgamos las fotos en las que se nos ve en bañador o, al revés, sólo colgamos éstas porque la peña debe vernos esos abdominales tan trabajados, seleccionamos las páginas web en las que hacemos comentarios, intentamos que estos sean inteligentes y estén correctamente escritos…). Es decir, en cierto modo, incluso quienes usamos nuestro nombre real creamos un “personaje” para la Red.

Hay varias actitudes ante la llegada de la Red, diferentes tipos de participación. Paso a hablar de alguna que se me ocurren:

– Indiferente: Mi vida es la misma que antes de la llegada de la Red, no pienso perder tiempo con ella.

– Observador: Busco contenidos en Internet, pero apenas aporto información sobre mi, frecuentemente por miedo a lo que pueda ocurrir con esos datos

– Profesional: no doy la espalda al “medio de comunicación” más importante que existe, dado que me puede servir para obtener contactos o informaciones laborales. No cuelgo nada personal.

– Comunicación personal: Me interesa saber cosas sobre mis amigos, familiares, compartir información con ellos. Cuelgo fotos, comentarios sobre mí, canciones que me gustan, etc.

Con frecuencia estas actitudes aparecen simultánea o sucesivamente (el indiferente no puede dejar de ignorar la existencia de Internet y comienza a utilizarla como herramienta de consulta, como un observador. El “profesional” no puede resistirse a comunicar el nacimiento de su hijo en su Twitter habitualmente centrado en las novedades de su estupenda empresa de nanotecnología, el mismo tipo pasa a ser casi indiferente a Internet cuando empieza a ponerse a cambiar pañales…).

Todos tenemos ejemplos de personas que entrarían en alguna de estas cuatro categorías. Sin embargo, la tendencia parece ir, claramente a que cada vez más personas compartan más información en Internet.

Lo que me interesa de este momento es el modo en el que, por una parte, van surgiendo personajes que basan su fama en su presencia en la Red y, por otro lado, como personas famosas por su actividad en el “mundo real” se ven obligadas a tener una mayor presencia en el virtual para no ser olvidados. Y, parece, no basta con tener una página web con tu nombre, una muestra de trabajo y un teléfono de contacto, esa es una manera demasiado “pasiva” de concebir Internet. De pronto, todos parecemos obligados a proporcionar a la Red contenidos más o menos privados (actualizaciones sobre nuestras vacaciones en Twitter, noticias sobre los progresos de nuestro guión) para estar en el candelero. De hecho, parece que cuando más íntimos sean los contenidos colgados,  más repercusión tienen (como ocurrió, por ejemplo, con la foto de Demi Moore que colgó Ashton Kutcher en su Twitter).

Los medios no dejan de recordarnos lo peligroso que es colgar contenidos en Internet, el riesgo que supone dar tantos datos sobre nosotros en la Red. Tienen razón, pero hay otra manera de ver la pequeña revolución que está suponiendo la Red.

Internet, como el blog que estáis leyendo ahora mismo, nos da la posibilidad de expresarnos y llegar a un inmenso público, de modo inmediato y con un coste económico casi nulo. Nos permite colgar todo tipo de contenidos propios: escritos, gráficos, audiovisuales, y de relacionarnos con cualquier persona que comparta nuestros gustos o, mejor aún, que nos dé a conocer otros nuevos.

Para los guionistas, que estamos acostumbrados a crear personajes, opino que Internet es una gran oportunidad para inventarnos uno a nuestra medida, uno que sepa ser divertido, inteligente y oportuno. Un personaje que pueda comunicarse con miles de personas, seducirlas y divertirlas.

Internet es una gran conversación. Y, normalmente, los guionistas tenemos mucho que decir.

3 comentarios en «PERSONA Y PERSONAJE (VIRTUAL)»

  1. Anda, curiosamente, esta año, con motivo del carnaval, por eso de las máscaras, en mi blog traté un tema parecido… si bien no entraba en lo de internet (muy intesante como lo has tratado, por cierto) y me quedaba entre la relación de la persona (el actor) y su máscara (el personaje).

    Por si quieres echarle un vistazo, estaba dividida en dos partes:
    http://psicologiacine.blogspot.com/2010/02/post-especial-de-carnaval-la-mascara.html
    y
    http://psicologiacine.blogspot.com/2010/02/post-especial-de-carnaval-ii-mascaras.html

  2. Es que la pomada, como decía Chico Santamano, se aplica en la red. Luego imagino que hay que culminar en actos sociales para que te vean la cara (que también, sobre todo en temas profesionales, interesa que finalmente la vean para que te tomen en serio).

    Creo que es como toda la tecnología en general. Facilita la vida, pero te convierte de una forma u otra en dependiente de ella, ya sea para trabajar, saber de tus amigos, comprar, divertirte, etc.

    En cuaquier caso creo que la tecnología ha facilitado la comunicación a nivel global, al menos una comunicación primaria. Gente como la que se dedica al cine puede estar más cerca de su público sin que eso implique un contacto directo con el mismo, pero sí una mayor comprensión y una normalidad que parecía ajena a su día a día.

  3. Interesante post, Daniel. Me ha encantado lo de “Internet es una gran conversación”.
    La propia evolución hasta “Las Redes Sociales” plantea la posibilidad de un universo paralelo a la realidad de cada individuo. Un universo de máscaras donde las emociones se traducen en “emoticones” y la verdadera identidad que ya no se oculta detrás de un nick, tiene referencias personales con identidad propia.

    Y en internet, al margen de utilizar la red con fines profesionales ¿Importa la verdadera identidad de uno? ¿Será más interesante la opinión por firmar como “Pepito Pérez”, que como “Pitufín”? ¿O será más interesante porque uno diga que es catedrático en la materia? Se diría que las Redes Sociales (facebook, etc.) en las que se da prioridad a la verdadera identidad son una evolución de los antiguos foros y chats, donde el anonimato era lo que tenía su gracia, porque lo importante era el qué y el cómo, más que el quién.
    Para mí, como usuaria del sistema (sin ser partidaria de la Redes Sociales) lo importante siguen siendo los contenidos que me proporcionan ciertas páginas y algunos blogs especializados en materias de mi interés. Podría decirse que en este caso el fin es el juego o pasatiempo, pero no en un sentido frívolo, sino de aprendizaje constructivo, de interacción y de debate, dónde lo importante es intercambiar información, poder compartir gustos, intereses, conocimientos e incorporar otros nuevos; siempre desde la tolerancia y el respeto, sin vulnerar las reglas del juego. Me parece justificado que con fines profesionales uno a través de un blog utilice su verdadera identidad y aproveche las ventajas que ofrece la red en este sentido, sin embargo para la gran mayoría de usuarios mostrar la verdadera identidad resulta innecesario e intrascedente. De la misma forma que es totalmente irrelevate, intrascedente y ficticio tener 200 amigos en facebock con cara, nombre y apellido.

    En internet uno no es más que quien dice ser y la credibilidad o el valor de su opinión vendrá marcada fundamentalmente por la coherencia con la que escribe.
    Y seguramente, después de un tiempo visitando un determinado blog, entre los usuarios del mismo, al igual que ocurre con las relaciones sociales de tú a tú, surgiran simpatías o antipatías, encontronazos, afinidades e incluso curiosidad por conocer que se esconde detrás de la máscara.

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