Había pensado escribir un texto sobre Misfits, la serie Británica que esta semana empezó su segunda temporada. La serie que deberíais estar viendo ahora mismo. El problema es que ese texto terminaría con una especie de absurda plegaria preguntándome porque demonios no existe una serie como Misfits en la televisión de nuestro país. El texto tendría ese tono llorica y autocomplaciente que termina por resultar inútil de pura repetición.
Hablemos de otra cosa. Hablemos de cosas buenas que pasan. Hablemos de Museo Coconut.
La existencia de una serie como Museo Coconut en las parrillas de nuestra televisión es un milagro. No es que la existencia de Muchachada Nui (y antes, de La Hora Chanante) no fuera un milagro también. Pero era un milagro de otro tipo. Quizás perdimos la oportunidad entonces de hablar de esos milagros, hablemos de éste.
No voy a intentar desmontar algunas de las críticas que he leído sobre el programa. Empezando por el sempiterno “yanoeslomismo” que una parte del público lleva enarbolando desde, me temo, el programa dos de La Hora Chanante (“Ah, el programa uno de la Hora Chanante, eso si que era un programa, pero ahora en el dos… yanoeslomismo) es inútil para cualquier análisis y tan grotesco como esas personas humanas que después de perder las sensibilidad en los dedos de escribir en su foro favorito que el final de Lost era una puta mierda, corren ahora cual gacelas a por la sexta temporada en Blu-Ray como si no hubiera un mañana. Así que pasando del “yanoeslomismo”. En los comentarios, si quieren, indican su crítica favorita.
Centremonos en todo lo demás. En lo bueno. En lo que nos hace GOZAR.
Museo Coconut maneja unas diecisietemil formas distintas de humor en cada programa (Hay quién ve ésto como un problema) Desde el chiste en su forma más clásica, al humor por la vía de la tensión, a la vergüenza ajena, a la trama surrealista, al slapstick, al humor de cartoon, a la animación y suma y sigue.
Museo Coconut dura lo que tiene que durar. Por fin existe una sitcom con formato de tal en una cadena en abierto.
Museo Coconut es una serie compacta. Puedes gustarte más o menos, pero es una serie en la que todos y cada uno de los miembros del equipo delante y detrás de las cámaras van en la misma dirección. Hay una coherencia casi autoral en la estética, el ritmo, las interpretaciones, las tramas, etc.
En apenas cuatro capítulos han conseguido hacer reconocible y consistente un universo estético. Si pensáis que eso es fácil… os equivocáis. Servidor percibe esos niveles de coherencia incluso a los temas que componen la serie (He llegado a pensar e incluso elaborar unas notas sobre el capítulo dos como relato surreal antirracista. Si, ya, no os preocupéis que ya se me pasa) Empezando por la construcción social de la fama o las hostias a las formas habituales de conjugar el poder más perverso de la cultura, especialmente “el compromiso social”.
Pero quizás lo que me resulta más apasionante del visionado de cada capítulo es que se trata de un humor que es consciente de los código del humor y que, haciendo explícitos esos códigos, consigue producir el humor mismo. Antes de que empecéis a pensar en lo que me he fumado mientras escribo ésto, voy a un ejemplo concreto.
Cuando uno ve un capítulo de, por ejemplo, Aída o por poner otro distinto que juega en la misma liga, Frasier, los personajes son inconscientes de que esos diálogos y esas situaciones existen para producir humor. Las dicen de la forma más natural posible (cada uno en su registro) e intentan construir una coherencia. Esto no pasa en Museo Coconut.
Cuando en el capítulo uno un caballero tartamudo entra en la oficina del director del museo, todos sabemos lo que va a pasar a continuación, lo hemos visto cientos de veces. Y la situación se desarrolla tal y como la esperamos, pero llega un punto en el que la situación se ha extendido tanto en el tiempo (El tartamudo que habla y habla y el director que no le interrumpe por educación, pero ya no puede más) que el humor juega con la propia situación humorística en sí, llevándola al paroxismo.
Pero lo que más me gusta de Museo Coconut es que está funcionando. Que su audiencia permite cuestionar los lugares comunes de aquellos que pretenden determinar “lo que funciona y lo que no funciona” en televisión. Y eso es una noticia excelente. El tipo de noticia que puede hacer que quizás, en algún momento, puede existir en la televisión española una serie como Misfits.
Guillermo Zapata
Yo no echo de menos ni Muchachada Nui ni LHC. Sí que tengo buenos recuerdos, claro. Qué shock las primeras veces que me encontraba con un ‘Testimonios’… Pero Museo Coconut es sublime y es lo que hacen ahora, así que ¡Larga vida al Museo!
Nunca he sido un fanático seguidor de La Hora Chanante o Muchachada Nui, realmente. Me gustan algunos de sus sketchs, pero suele agotarme.
Estoy de acuerdo en que es un milagro que esto esté en el aire, por eso mismo he decidido darle una oportunidad. Acabo de ver el primer episodio y aunque es divertido, no me parece TAN bueno. Y sobre todo, hay algo que me chirría un montón: La risa enlatada siempre está fuera de sitio. Me irrita muchísimo :-S
El “pez fuera del agua” espero que se desarrolle más adelante, porque lo que es este episodio brilla por su ausencia, aunque parece ser una pieza central de la trama… No sé, raruno, raruno…
Tengo mucho interés en ver Museo Coconut pero, por circunstancias absurdas que no vienen al caso (está bien: no tengo TDT ni internet), no he podido hacerlo hasta ahora.
El formato nunca me ha interesado, vaya eso por delante. Diría que desde Friends no me he enganchado a una sitcom (y para mi gusto, aquella se alargó tres temporadas más de lo debido).
Pero creo que Joaquín, Ernesto, Raúl, Julián y Carlos tienen todos mucho talento, y cuando los combinan pueden llegar a parir algo genuinamente original. Sólo hay que saber hacia dónde dirigir ese rayo. Leo las opiniones encontradas y no sé si ese algo es Museo Coconut. Pero si no lo es, será lo próximo.
Un saludo.
Viva Misfits, viva la ficción británica y a ver si se nos contagia un poquito. Casi todas las series que sigo ahora mismo son británicas: Sherlock, Misfits, Doctor who, The inbetweeners, Torchwood… Dios, que buenos son. Eso sí, también son maestros en racionar al máximo todo ehh, que las temporadas de 6 capítulos dejan con un hambre…
Are you my mummy?
Abrazos!
Puestos a reivindicar series britanicas, y hablando de sitcoms, rompo mi lanza por redescubrir Coupling.
Es una sitcom hilarante, y además tiene unas piruetas de estructura que riase usted de Memento (claro que el guión es de Steven Moffat).
los guardianes de las esencias chanantes…zzz….
El guardiam de las esencias amargas… zzz x 1000
Alvaro: los capítulos se han grabado con público, y lo que no pudo ser en directo (por necesidades de la grabación) se les pasó al público en video para usar sus risas.
Te juro (xq estaba allí)que se reían prácticamente de todo. Y que no se ha mentido con risas de lata.
“Para la 2ª temporada les diremos que no se rían al tun tún” (Joaquin Reyes dixit)
Completamente de acuerdo con tu análisis. Estos chicos se la jugaron abandonando un formato que ya dominaban y parece que están consiguiendo lo que “Pluton Verbenero” prometía y no cumplió. Esperemos que el Museo Coconut abra la puerta para nuevas producciones igual de originales y arriesgadas porque está la tele patria que da penita verla.
Por cierto, felicidades por el blog.
Los comentarios están cerrados.