por David Muñoz.
Tengo un amigo que sostiene que si bien los guionistas solemos negarnos a aceptarlo (nos da pudor pensar que lo que escribimos “sirva” para algo más que para entretener), nuestro trabajo afecta de forma decisiva a la percepción que mucha gente tiene de ciertos asuntos, que son muchos quienes piensan que las cosas son como se las contamos en nuestras series de televisión y en nuestras películas. Y sin embargo, habitualmente la “realidad” que describimos tiene muy poco de “real”.
La verdad es que, sabiendo cómo sabemos hasta que punto se esfuerzan los políticos en intentar controlar la imagen que proyectan en los medios de comunicación; o el dineral que gastan las empresas en asegurarse de que lo que se dice de ellos se corresponde con la imagen que quieren vender; sabiendo, en suma, que la mayor parte de la información que nos llega no se merece ese nombre sino el de propaganda… pues sabiendo todo eso me parece mentira que nos mostremos tan convencidos de que no tenemos ningún tipo de responsabilidad cuando escribimos, porque, hagamos lo que hagamos, no contribuimos de ninguna manera a conformar una falsa visión de la realidad que a poco que insistamos en mostrarla acaba convirtiéndose en LA REALIDAD. Así, con mayúsculas.
Obviamente, esa realidad imaginaria, esa ilusión, no la conforman un solo guionista ni dos, ni una película ni una serie de televisión (aunque si es un gran éxito, una historia es capaz de inocular ideas en la realidad que permanecen activas durante años); sino el trabajo de miles de guionistas.
Muchas veces “mentimos” sin darnos cuenta al recurrir a clichés que nos lo ponen más fácil cuando de lo que se trata es de entregar un guión lo más rápidamente posible; otras veces porque usar el cliché nos permite tomar un atajo que nos ahorra enredarnos en detalles “reales” que nos obligarían a desperdiciar minutos/páginas en algo sin interés desde el punto de vista dramático; las menos, para tratar de convencer a los espectadores de nuestro punto de vista sobre un determinado tema.
Pero me estoy alargando demasiado con la introducción. Al fin y al cabo lo que quiero hoy no es marcarme un artículo sesudo sobre este asunto (para eso ya hay muchas páginas en Internet escritas por gente que sabe mucho más sobre el tema que yo), sino poneros un par de ejemplos de cómo, seamos guionistas o no, nos afecta esa distorsión que se produce en prácticamente toda la producción audiovisual.
Estos son dos ejemplos de mentiras que aceptamos habitualmente como verdades.
Mentira nº1: Estados Unidos.
A base de ver películas y series ambientadas en Estados Unidos, no sólo hemos llegado a la conclusión de que allí puede ocurrir cualquier cosa sino de que “cualquier cosa” ocurre muy a menudo. Y no. Como país, Estados Unidos es más bien tirando a tranquilín. No he visto un sitio por Ej. en el que la gente conduzca más prudentemente (los europeos les parecemos unos chalados cuando cogemos el volante). Por supuesto siempre hay excepciones. Por seguir con el ejemplo “vial”, claro que hay persecuciones en las autopistas… ¡de algún lado tienen que salir todos esos vídeos de youtube! Y claro que hay asesinatos, y tiroteos. Lógico. ¿En qué país no pasa? Pero vaya, que teniendo en cuenta las dimensiones de Estados Unidos lo raro es que no pasen más cosas.
Y sin embargo…
…a base de contarnos historias en las que los pandilleros recorren Los Angeles disparando desde un descapotable, recorremos sus calles medio asustados, temiendo que en cualquier momento nos alcance un disparo mortal y no nos podamos hacer la foto deseada en el Hollywood Boulevard con el imitador de Superman.

Me refiero a este señor, que junto a otros colegas protagoniza un documental muy interesante: "Confessions of a Superhero".
El mítico Estados Unidos de la ficción se ha convertido en un lugar mucho más real que el real, donde nos creemos que puede pasar cualquier cosa. Independientemente de que cuando lo visitamos en seguida nos demos cuenta de que (afortunadamente) aquello tiene muy poco que ver con lo que vemos en las películas. Bueno, el “atrezzo” sí que es el mismo. Recuerdo que la primera vez que visité Nueva York no se me quitó la sonrisa de la cara durante dos días. Todo me parecía entrañable, todo me parecía conocido, y eso que en realidad no lo había visto nunca “de verdad”. Era como pasear por el decorado de una película. Pero por lo demás… como decía antes, pues es muy tranquilito todo.
Y lo que más me molesta de esta “ilusión” es que son muchos los directores y los productores europeos que son incapaces de imaginar historias como las que nos cuentan habitualmente los norteamericanos ubicadas en nuestro país. “No es creíble, dicen”. Claro, no es creíble que en España haya ajustes de cuenta, ejecuciones mafiosas, trata de blancas, tiroteos en mitad de la calle… ¡pero hombre!, ¿es que esta gente no lee los periódicos o qué? Y todavía entiendo que alguien muy despistado (o que solo se relacione con nuestra realidad a través de la ficción) pueda creerse que aquí no pasan esas cosas… pero que alguien me explique porque es “creíble” que haya vampiros u hombres lobo en Nueva York y no en Barcelona. Y no, no me vale la excusa de la tradición, porque aquí nos hemos hartado a hacer películas de monstruos durante muchas décadas (y me da igual lo casposas que fueran la mayoría) y, en todo caso, la “tradición” se construye paso a paso. De hecho, cada generación la reinventa eligiendo unos u otros precedentes como referentes de los que tirar.
Siento decepcionaros, pero por mucho que viajéis a Estados Unidos, va a ser raro que os encontréis con muchas escenas como estas:
Mentira nº 2: Los partos.
Así es como me imaginaba yo los pasos previos el nacimiento de un bebé: la embarazada está tranquilamente en casa con su barrigón, de pronto rompe aguas, sale corriendo al hospital, si no da a luz en el taxi es de puro milagro y después de pegar gritos de dolor desesperados mientras una matrona le grita “¡Empuja, empuja! ¡Vamos, ya casi lo tienes! ¡EMPUJA!!!!”, en menos de cinco minutos el bebé asoma la cabeza y ya no hay más que hablar.
Pero últimamente me he informado bastante sobre el asunto y he descubierto varias cosas que me han sorprendido bastante.
La primera es que la ruptura de la bolsa no es una señal inequívoca de que el proceso de parto ya haya comenzado. Por eso, salvo que se de alguna complicación, las embarazadas no tienen porque salir a la calle como locas a por un taxi cuando rompen aguas. Uno de los textos que he leído incluso dice que “si la bolsa se rompe y el proceso de parto no ha comenzado, puedes esperar cuatro horas en casa, comer algo, ducharte o bañarte, y luego ir al hospital con calma”.
Luego, las contracciones (siempre que se trate de un “parto natural”, no acelerado médicamente), pueden prolongarse durante muchísimas horas, hasta 24, si se trata de la primera vez que una mujer da a luz.
Y lo más importante, no se trata de empujar con todas tus fuerzas todo el rato (no habría mujer que aguantara semejante esfuerzo de forma continuada), sino de empujar -o “pujar”, que es la palabra que usan en los libros- tres o cuatro veces en los momentos adecuados. Sí que hay partos de “¡Empujsa, empuja, empuja…!”, pero no son tantos como podríamos creer.
Vamos, igualito que en las películas, ¿eh?
Pero yo, como tanta gente, estaba convencido de que más o menos las cosas debían ser como me las habían contado un millón de veces. Y no. Sencillamente lo que ocurre es que para indicar que comienza un parto, visualmente es difícil superar la contundencia de ver a una mujer romper aguas, y siempre es mucho más intenso que el parto suceda a toda velocidad y, si es posible, entre gritos desgarrados que, por muy sintéticamente que se cuente, verlo prolongarse durante horas.
Precisamente vi un documental hace poco sobre el “parto orgásmico” (que no consiste necesariamente en tener un orgasmo al dar a luz sino en vivir el parto como una experiencia sensual), y me llamó la atención que casi todas las mujeres a la que se entrevistaba después de haber sido madres, recalcaban que su experiencia no había tenido nada que ver con lo que esperaban. Generalmente, había sido mucho menos traumática de lo que temían. Y estoy convencido de que en buena parte esas expectativas estaban condicionadas por las series y las películas que habían visto, donde parir siempre suele ser una cosa bastante terrible (sino, no se mostraría). Hay partos traumáticos, desde luego, pero no son los más habituales.
Ahora que lo pienso, no estaría nada mal escribir una comedia que contara lo que le pasa a una pareja durante esas cuatro horas en que después de que ella ha roto aguas, ambos esperan en casa a ir al hospital… A veces la manera de encontrar ideas interesantes es pensar en lo que el cine no hace habitualmente al tratar ciertas situaciones y obviar las razones por las que no se ha hecho.
No sé… ¿cuántas cosas daré por ciertas de tanto verlas en el cine que sin embargo no tendrán nada que ver con la realidad? A veces me lo pregunto.
Ah, como tengo perro desde hace poco, también he pensado bastante últimamente en lo diferentes que son los perros reales de los de las películas. Pero de perros hablaré largo y tendido después del verano (y de la obra maestra del cine de perros, “Marley & Me”). Por ahora sólo diré que lo de que “los animales son más listos que las personas” es una frase de 0,60…
Y así estamos, pensando que Estados Unidos es un país sin ley, que todos los perros son como Rin Tin Tin y que no hay parto sin dolor extremo.
¿Cómo no lo vamos a pensar?
Si lo hemos visto en las películas, hombre…
Jajaja… lo de los partos lo comprobé en mi piel (y en la de mi mujer, claro) hace un par de años. Ni siquiera es necesario que la mujer rompa aguas para estar de parto pues, en muchos casos, como en el nuestro, no es así y son las matronas las que te rompen la bolsa (si no, se rompería más tarde, durante el parto). La señal son las contracciones regulares cada 10 minutos o menos (es normal tener contracciones irregulares días antes). Y esas contracciones empiezan mogollón de tiempo antes y son dolorosísimas. El parto, de hecho, es esperar y esperar a que llegue la dilatación adecuada durante varias horas sufriendo contracciones (si es natural, claro, pues con la epidural se hace más tranquilo) cada pocos minutos, lo que es muy doloroso y extenuante para la mujer. Hay un monitor que te indica el ritmo de las contracciones… y verlas venir es muy angustioso. No es una espera nada tranquila y relajada, como se mostraba en un capítulo de “Friends”.
Claro, luego llega el momento exacto del parto, ya más parecido a las películas, la cosa va relativamente rápido en comparación con todo lo pasado… y eso de pedir la epidural (famoso y copiado chiste de “Doctor en Alaska”) cuando el niño está a punto de llegar, nada; sólo se pone cuando la dilatación es aún pequeña… si has esperado o la cosa ha ido muy rápido, olvídate.
También se obvia todo el tema de los enemas y cosas un poco más escatológicas, por motivos de decoro supongo, jeje…
El parto de mi mujer fue de los rápidos y tranquilos, según la matrona, y fueron casi seis horas de contracciones…
Eso sí, una vez llega el chiquitín, todo eso se te olvida… y tu problema pasa a ser otro: dormir. Pero esa ya es otra historia…
Ah, y en el hospital no te meten como una exhalación en silla de ruedas hacia el paritorio y la habitación de espera (la de las contracciones), qué va… a nosotros nos tuvieron media horita en la sala de espera normal de urgencias, con el resto de los pacientes y, luego, andando a la habitación… cosas de la seguridad social, supongo; en un privado supongo que será diferente.
Tienes más razón que un santo. Pero parte de la gracia de contar, leer, ver historias está en que no son reales, son una realidad transformada (a veces demasiado transformada).
Yo, al contrario que elperejil, hablaré más de la primera que de la segunda (es que ahora que estoy de vacaciones tengo que desintoxicarme de la alergia a los niños que he cogido durante todo este año).
Sobre la ficción: q
Joder, esto de escribir en portátil en ocasiones te juega malas pasadas.
Sobre la ficción, decía: que se lo digan a Edgar Neville y a su Torre de los Siete Jorobados.
Gran novela. Lástima que nunca pude ver la película
A mí, respecto a lo de los partos, me gustó mucho cómo lo trataban en Mad men, en la tercera temporada, que dedican gran parte de un capítulo, y muchas “horas” dentro de la ficción al parto.
Que la gente no sepa distinguir ficción o realidad no es culpa de los guionistas. Más bien de los padres, del sistema educativo o de las propios televidentes que no maduran.
Yo como corto de vista estoy bastante saturado de la costumbre de la televisión argentina de que cuando quieren indicar que un personaje es obscuente con los maestros o feo (que despúes se convertirá a lindo) le ponen anteojos. Y David, los perros no necesitan ser Rin Tin Tin. Para ser más listos que la mayoría de los seres humanos no hace falta esforzarse mucho.
Diego, yo lo que espero contar en una futura entrada es que los perros… pues puede que sean “listos”… pero no lo son en términos humanos. A pesar de que haya gente que se empeñe en tratarles como críos, no lo son, son (obviamente) animales… y los animales tienen sus cosas. Precisamente lo que más me gusta de mi perro y de mi gato es que muchas veces vivir con ellos es como vivir con dos extraterrestres.
Si, entendí lo que dijiste, lo que quise decir es que hay humanos que tampoco son listos en términos humanos
Estupenda la idea de situar una historia en las horas inmediatas a la ruptura de aguas! No sé, me imagino a esa mujer, que ha llevado hasta ahora el embarazo en solitario, iniciando un peregrinaje por toda la ciudad en busca del padre de su hijo. O a la pareja, que puestos ante el acto final del embarazo, comienza a echarse en cara todo aquello que ha ido conteniendo mientras preparan las cosas para irse al hospital.
O el tío que, asustado, le confiesa que el hijo no es suyo (de él, quiero decir), que cuando fue a hacer la donación de semen para la fecundación asistida, se acojonó y le pidió a su amigo que fuese él que donase. Un amigo al que ella odia y del que ahora va a tener un hijo. O una amigo del que, en realidad, está enamorada en secreto pero con el que nunca se ha atrevido a acostarse…
Pues eso podría ser una peli. ¡O un corto por lo menos! “Contracciones”.
Os aseguro que un parto da más para una “scary movie” que para un drama psicológico. ElPerejil da unas cuantas pistas sabrosas, no perder de vista lo de la lavativa. Cuando a mi me pusieron en posición de salida, y como soy poco de gimnasio, me dio un tirón en la pierna lo que supuso que me quejara… antes de darme cuenta ya tenía al padre, ginecologo y comadrona encima jadeando sobre mi. Ni os cuento lo que me costó hacerles comprender que lo que me dolía era el tirón. La escena acaba yo de pie, vestida como solo en quirófano saben hacerlo, y el ginecólogo consternado haciéndome masajes en la pierna, mientras los extras asistían alucinados al momento. Como me entró la risa, ya no se me tomaron nada en serio el resto del parto. En fin, ya lo dice la biblia, “pariras con dolor”.
Pero tienes razón David; yo ya no veo un delfín sin pensar que esconde un Flipper dentro, ni veo un perro con su dueño sin pensar que prácticamente le prepara el café y le ahorra el psiquiatra, ni pensaba que una mujer puede tener un hijo sin volverse loca y poner de vuelta y media al padre de la criatura por ponerla en esa situación. Que, por cierto, ¿porque en el cine USA actual les va tanto esa imagen de mujer histérica?.
Sobre los clichés de las películas americancas yo me quedo con dos.
El primero es el de que siempre encuentran aparcamiento justo enfrenten de lugar que van a visitar y además salen del coche y no cierran con llave (lo cual es contradictorio con ese otro cliché de que Estados Unidos es un lugar lleno de criminales).
El segundo es que después de una conversación telefónica nunca se despiden, directamente cuelgan. Siempre me imagino al interlocutor con cara de lelo después de haberle dejado con la palabra en la boca.
A mi el que más me gusta es el de la capacidad que tienen de cargarse inocentes automovilistas en persecuciones endiabladas para coger al malo; por cada narcotraficante pillado debe haber al menos 10 inocentes ciudadanos muertos y unos 20 de gravedad. Eso es velar por la seguridad de los ciudadanos y lo demás tonterías.
Y otro muy tonto pero que me inspira toda la curiosidad: ¿todos en USA conducen un Volvo familiar?, con lo que son de tirar pa casa, es algo que me deja perpleja.
Mas divertido es cuando, en medio de una persecución, los coches invaden la acera: en ese momento, solo pasean por la calle gimnastas que son capaces de quitarse a tiempo para que no los atropellen
Ojo, que ahora todos conducen Toyotas Prius.
Y cualquier empleaducho tiene una notebook APPLE
A mí también me gustó la idea de una comedia en las horas previas a un parto.
Por otra parte, si nosotros tenemos una idea distorsionada de EEUU por las películas, no me extraña que a la inversa pase lo mismo. Seguramente la mayoría de los estadounidenses se pensarán que todos los hispanos tenemos el acento y las costumbres de los mexicanos, porque eso es lo que pasa en sus películas.
O eso, o que España es como una película de Almodóvar…
y no es…? ;-)
La aceptación de determinadas cosas en películas norteamericanas y no en las locales creo que se debe a la lejanía del entorno en el que están situadas. Somos más exigentes con aquello que conocemos que con lo que no conocemos tan bien, que, en algunos casos, llega a convertirse en algo casi mitológico. Aceptamos la aparición de extraterrestres en el desierto de Nevada pero nos cuesta más aceptarlo en el desierto de Tabernas. ¿Por qué? Quizás porque Nevada no deja de ser un lugar mitológico para la mayoría de los espectadores españoles y Tabernas no lo es.
Eso es cierto, pero luego los americanos sí que aceptan la aparición de extraterrestres en “su” Tabernas. Y ahí sí que creo que entra la tradición, la costumbre.
yo creo que también es debido a la “invasión” cultural por parte de EEUU. Desde niños estamos acostumbrados que en las películas que es en Norteamérica “donde ocurren las cosas”: si hay una invasión extraterrestre, un espectacular atraco a mano armada… aquí queda cutre, porque los españoles somos casposos y esas cosas no ocurren aquí.
Una anécdota real: a un dibujante conoció por un amigo común a un guionista que tenía un proyecto para una historieta; nada espectacular, al parecer una historia intimista de chico conoce a chica; eso sí el chico se llamaba Jimmy (o similar) la chica se llamaba Jane (lo mismo) y la acción transcurría en Nueva York o Seatle. Cuando el dibujante planteó ambientar la historia en Barcelona o cualquier otra ciudad española la respuesta del guionista es que “eso no molaba”.
Y ya puestos, si los extraterrestres aparecen en el desierto de Nevada o California por el siglo XVII o XVIII…
Si tienen que ambientar la história en una ciudad española, mejor que se documenten primero. Todavía recuerdo el desatino de la peli “Misión Imposible 2”, con la Semana Santa de Sevilla, mezcladando a los nazarenos con las Fallas de Valencia (incluidas las falleras y sus moños) y los San Fermines de Pamplona. Venga gente corriendo en plena procesión con la camisa blanca y el pañuelo rojo. Eso si que fue de traca y de mentirijillas nada. Mentiras y gordas.
Felicidades por el artículo; muy bueno, sobre todo lo de por qué es creible que haya tiroteos o peor aún vampiros por las calles de EEUU y no por las de España o de Europa, en general.
Los topicos que se repiten, supongo que en cada profesión tendrán cosas que criticar cada vez que sale su gremio retratado.
Bueno, los vampiros sí que son creíbles en Europa, eso sí, en Transilvania o en algún lugar indeterminado de la Europa del este.
Otra mentira de las películas americanas: la informática. Esos programas que tienen los americanos en los que tecleas “malos que secuestran niños de tres años” y te sale la lista de sospechosos.
jajajajja muy bueno!!!!
Más incongruencias: porque una tia que lleva una hora en la peli viendo que van a por ella, se siente amenazada de mil y una maneras, cuando llega a casa de noche se mete a oscuras y no enciende la luz hasta alcanzar la lamparita más recóndita de su sala de estar, sabiendo como sabemos todos que el malo está en la primera esquina. Yo, cuando alguna vez sé que mi casa está vacía y llego de nochev, prácticamente entro como los hombres de Harrelson… enciendo tantas luces que acaba pareciendo una discoteca. ¿Paranoica? Seguramente, gracias a la cantidad infame de producción B que me he echado al coleto en Estrenos TV desde que tenía 15.
Cuando además es misma tia, a lo largo de una hora ha visto como su vida no solo estaba amenazada por fuerzas corporeas sino incluso incorporeas, llega a su casa (esta vez puede ser de dia) y oye el ruido de la ducha y se acerca, y ve que están a todo gas con la cortina cerrada… ¿es creíble que se acerque a ver que hay al otro lado para llevarse un susto de muerte? nooo, cualquiera con sentido común se echaría a correr y cerrando la puerta tras de si iria a casa de los vecinos donde: a) llamaría al fontanero; b)llamaría a los bomberos; c)convencería al estupendo del vecino que entrara con ella, porque mientras se cargan al vecino tendría una mínima oportunidad de escapar.
hombre, Transilvania no cuenta :)
hombre, Transilvania no cuenta :).
Hombre , hablando de informática, solo hay que recordar el virus usado para destruir la flota extraterrestre en Independede dey o como se diga.
Todo este referencial en clave me deja en el aire… :-(
y con lo que me gusta el chisme… :-)
UPSSSSSSS este último comentario era para la entrada de Suso Lopetegui :-(
Disculpen
por cierto, ya que hablamos de mentirijillas del cine y hay tanto guionista por aquí, una información, puntualización seguida de un reugo (casi imploración)
En el derecho español NO EXISTE EL HOMICIDO EN PRIMER GRADO. De martillos de jueces y “protesto señoría” mejor ni hablar…
El ruego es que tengan en cuenta ese detalle; si lo sueltan en el robobo de la jojoya, pues vale,pero en la celda 211…
Ya se que esto es un blog informal, pero me gustaria comentar algunas ideas:
1º No es lo mismo “real”o “realidad” y “verosimilitud”. Obviamente para que calen unos códigos del género que sea, ese género tiene que existir en ese Pais. Y el género negro, pese a valiosisimas excepciones, en España no tiene la tradición que tiene en Francia o en Estados Unidos. De ahí que un tío con pistola en una peli española que no sea una comedia cueste… de creer y de hacer.
2º Estados Unidos es “tranquilo” relativamente. Allí pasa algo curioso. Hay mucha menos clase media que en Europa y por eso las “zonas” sean pijas, proletarias o peligrosas están más marcadas.
Supongo David, que cuando estuviste en Nueva York no se te ocurriría pasarte por el Harlem o por el Bronx después de las once de la noche y sólo.
También pasa otra cosa, que es más fácil conseguir una pistola que en España y sobre todo que hay bastantes más balas que en España,(por habitante) de ahi que Estados Unidos tenga un 5.4 homicidios intencionados por cada 100 mil habitantes y España sólo 1.2.
Por eso Yo en España estoy más tranquilo por que como mucho me pueden partir la cara pero en Estados Unidos, con la misma facilidad, me pueden pegar un tiro.
Pues sí he estado paseando tarde por barrios “chungos” de Nueva York (¡en una ocasión, porque me equivoqué en el metro, me perdí y acabé a las tantas de la noche por el Bronx sin saber que estaba en el Bronx!) y sí, da canguele, pero de verdad, el mismo canguele que me dan muchos barrios de Madrid o de Barcelona, por Ej. Luego, tengo amigos y familia en Estados Unidos, con lo cuál he visto un poquito más cómo es la vida de verdad por allí y aunque la abundancia de armas (según en qué zonas) choca mucho, y son ciertas las estadísticas que citas, nunca he tenido la sensación de estar en mitad de una película…
Lo de la verosimilitud es relativo, a mí lo del doctor dando masajes sí que me suena a ciencia-ficción.
Me van a permitir que cuente una batallita, pero es que esto del parto es como las historias de la mili, una no se cansa de soltar el rollo.
Muchas madres que conozco lo describen siempre como una experiencia “muy bonita” y no sé si yo seré un perro verde o qué, pero el mío fue horroroso y en ciertos aspectos bastante de película. Tras una hora en sala de espera con contracciones cada 3 minutos y otras dos horas en dilatación, me pasaron a paritorio y, además de destrozarle la mano a mi acompañante con cada contracción, clamaba a gritos por la puta epidural mientras la matrona, madre de seis hijos, (y único personal sanitario presente, ¿doctor? ¿lo cualo?) me decía “anda, anda, que no es para tanto, no seas quejica” y el único anestesista de guardia en todo el puñetero materno-infantil (un hospital especializado que te cagas de grande) estaba liado en una cesárea. Cuando llegó se supone que ya había dilatado demasiado para ponerme la epidural, pues no sé si fue la mirada asesina que le lancé a la matrona o por no aguantare más la tabarra, que la tía mintió como una campeona al anestesista sobre la dilatación y tuvieron que agarrarme entre cuatro para poder enchufármela, porque con las contracciones no había manera.
A partir de ahí la cosa fue mejor y cuando llegó el momento de parir como tal, todo quisqui salió de donde estuvieran escondidos para ver el espectáculo: ginecólogo, enfermeras, anestesista, matrona, sus respectivos residentes y celadores que pasaban por ahí. Y yo espatarrada en la camilla, con un espejo enfrente para que viera salir la cabecita (se supone que para animarme, angelicos) mientras todos gritaban “¡Ahora, empuja, empuja!”.
Al día siguiente llegó una celadora y la cabrona todavía tuvo los huevos de decirme:
-Oye, vi tu parto ayer, qué bonito ¿eh?
-Ah, pero ¿tú también estabas?
Total, cuatro horas desde que entré por la puerta hasta que tuve a la niña. De los puntos por el desgarro, enema y demás mejor ni hablo. Y de la noche que pasé después, cronometrando las contracciones una parturienta que abandonaron en planta por falta de espacio en dilatación mientras cada cinco segundos sonaba “Jingle Bells” a todo trapo por un puto Papa-Noel bailarín que alguien había puesto en el pasillo, bueno, qué decir. Para más recochineo, era 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción.
Perdón por el rollo pero, oiga, lo a gusto que me he quedado.
:-)niño o niña?
Niña, niña xD
Pero es que, Farándula, todo lo que rodea un parto es inverosimil, al menos visto desde la persepctiva de la parturienta. Te aseguro que lo del masaje fue real, no podían sino ponerme en la camilla en posición de despegue con las piernas levantadas (que odiosa resulta), y no se distinguia el ay de las contracciones de los ayes del tirón. En mi caso todo fue surrealista, como por ejemplo también que, como el estupendo del gine opinaba que no iba a saber parir y el niño no estaba según él encajado, quería hacerme una cesárea. Como era algo que me horrorizaba supliqué a la comadrona que hiciera lo que fuera mientrás él salió a prepararlo todo… pues bueno, comenzó presionando en la base del barrigón (imponente por eso) y acabó sentada a horcajadas encima del mismo. Di tu que era pequeñita y ágil. Por lo que yo en vez de espejo sólo vi el culo de mi estimadísima comadrona que consiguió con ese método tan sofisticado que el niño comenzara a salir. Y te aseguro que no es ciencia ficción, real como la vida misma. Imagino que cada parto es diferente, por eso habría que evitar los tópicos tan habituales con los que se suele abordar este tema en el cine.
Nota fin de la batallita: fíjate si el niño estaba encajado que nació con la cabeza tan alargada que los ojos casi se le juntaban por detrás. Se le conoció como “Pepino” por parte de mis caritativas amistades durante dos meses hasta que su preciosa cabecita volvió a su ser. Cambié de ginecólgo dos meses después. Todavía tengo pesadillas cuando recuerdo sus manos pequeñas y gordezuelas con un anillo imponenete con sello de los de antes… aggghhh!
Ay Cris pobrecita! Pero bueno, el esfuerzo valió la pena!
Ahora mismo se me ocurrió una miniserie sobre una sala de partos, leyendo todos estos comentarios!!!
hazlo! te aseguro que pocas situaciones en la vida dan para tanto!
Juas, esto sí que son historias para no dormir xD, aunque maldita la gracia que te haría a ti la cosa. Teniendo en cuenta que hay series de médicos sobre urgencias, equipos de diagnóstico, cirujanos residentes 90210, cirugía estética y dios sabe cuántos más, no veo yo descabellado dedicar una a un materno.
Pues si os animais decirme, que entre batallitas propias y ajenas da para la primera temporada!
Ahí está la gracia del asunto, yo no lo haría propiamente desde el punto de vista “médico”, no que va, nada de eso… está muy visto! Historias de nacimientos contadas desde otra perspectiva y no digo más… ;-) Lindas que son las dos, tremenda idea que me han proporcionado, espero que nadie me la fusile antes jajajaj
Pues felicidades!!!! y cómo se llama?
En el ABC de la dramaturgia es muy importante el bautizo de los personajes, cada nombre revela un significado y un significante, eso ya lo sabemos. Pero lo más extraordinario es que me tropecé hace unos años con un libro sobre el significado de nombres y no es que leyendo y leyendo nombres de familiares y amigos hay una similitud inquietante en cuanto a personalidad!!!!???
Por ejemplo,
DAVID: Es un ser sensible y soñador que trabaja mucho y por eso alcanza siempre el suceso. Espontáneo y natural es un amigo leal y dedicado. Original e improvisador es un jefe nato y apreciado por su disposición para ayudar. Pero el amor a su libertad y la desconfianza lo perjudican en su vida afectiva.
Te ves retratado colega ;-)
Bueno, bueno… sienta bien que te piropeen por las mañanas… ¡pero ya quisiera yo ser todo eso!
Aquí hay otra “mentirijilla”: http://amazings.es/2010/07/06/los-silenciadores-no-son-milagrosos/
http://www.malaciencia.info/2010/06/star-trek-transportadores.html
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