por Nacho Vigalondo.
Vamos a cerrar los ojos y a imaginar que recibimos una llamada de ese magnate del audiovisual cuyo nombre conoce hasta nuestra madre. Nos cita en su despacho con columnas de mármol y allí nos promete el cheque de nuestras vidas a cambio un encargo tan sencillo que escalofría:
-Quiero que escribas el guión perfecto.
Decimos que sí y nos ponemos a pensar (un guionista rara vez lo hace al revés).
Pensemos en una historia que esté basada libremente en hechos reales, lo justo como para que esté claro que se trata de una historia oportuna, sin llegar a los detalles del caso real, sin nombres y apellidos o parientes vivos que puedan ponernos peros. No queremos comprometernos más de la cuenta, que la verdad nos corte las alas, queremos que la historia tenga potencial como espectáculo. Que satisfaga por igual al interesado en la problemática que estamos rozando, y al que ha venido al cine a olvidarse de la realidad durante un par de horas.
Se trataría de un drama, pero un drama abierto a otros géneros. Tiene que haber una puerta abierta a la comedia, que el espectador ría sin que todavía se le hayan secado las lágrimas. Y que sea un humor variado, que tengan cabida la generosidad del chiste fácil y complicidad de la alta comedia. Sería magnífico que la trama tuviese formas de relato de misterio, policíaco, incluso tintes de horror. Y que hubiese espacio para alguna set piece de acción. Un clímax vistoso.
Sería genial que el guión tuviese una trama sólida, con diálogos brillantes, a la manera clásica, pero que no se quedase ahí. Que aportase algún tipo de innovación estructural, algún atrevimiento a la hora de describir algún personaje, algún punto de vista. La película ha de ser accesible para el gran público, pero debería ofrecer un número suficiente de atractivos para el espectador inquieto, incluso para el seleccionador de los festivales de élite. Intentemos que la película sea fácil, pero sofisticada. Tradicionalista, pero a la moda. Que defienda viejos valores, pero desde una perspectiva atrevida. Que sea glamurosa, pero no frívola. Que sea autóctona, pero sin dejar de ser universal.
En resumidas cuentas, que sea todas las películas, aunque acabe no siendo ninguna.
Todo periodista acaba sabiendo que cuanto más clara es tu postura politica, más fácil es hacer rentable tu oficio. Una clave para la estabilidad profesional sería encontrar ese hueco en el espectro político que aún no esté dominado por un comunicador de prestigio y levantar ahí tu rancho. Y, como diría un colono, si no hay sitio aquí, habrá que seguir buscando, más a la derecha, o más a la izquierda. Es lo que los especialistas en marketing llaman posicionamiento en el mercado.
El autor, sin embargo, ha recibido por diferentes medios el mensaje contrario, y no me refiero a que la prensa española le haya pedido que sea apolítico. Cierta cultura de la eficacia, cierto intento por reconocer “lo que funciona”, en resumidas cuentas, sueños de una industria cada vez más explícitos en cursos, manuales y análisis de taquilla y audiencias… Todo ello le hace intuir que un ideal artístico podría ser escribir ese producto que pueda agradar a todos, desde el connoseur al cani, en el menor tiempo posible.
Se ha defendido en Bloguionistas en varias ocasiones la versatilidad del guionista, entendida como la capacidad para adaptarse al cualquier formato y género, a cualquier convención, estilo e intenciones. En algunos casos esta flexibilidad es un hecho vocacional, indiscutible. Tanto como las estrechas prisiones con las que nacen otros autores. El primer escritor perdería tiempo y energías luchando por unas señas autorales específicas que nunca dejarían de ser postizas. El segundo no ganaría más que disgustos si se dejase acomplejar por los profesionales todoterreno. Es lo que nos diferencia de los periodistas: aquí buscar otros prados en busca de riqueza o aceptación más inmediatas suele ser un fracaso seguro.
Uno de los pocos ideales que todavía conservo, y que comparto en cursos y charlas si sale el tema, es el de que cualquier aspirante a escribir o dirigir cine debería quitarse cuanto antes el miedo a posicionarse, por muy radical que sea su postura. Creo que es de las pocas lecciones que he ido aprendiendo, en carne propia y a través de mis compañeros: El cuidado y defensa de una parcela creativa bien definida da más frutos que los intentos por conquistar el planeta. Y esto vale para el artista radical y para el artesano clasicista. Quizás el rancho que te ha tocado levantar te permita vivir de esto de un día para otro. Quizás te exija bastante o mucha paciencia. Todo lo que puedo decir es que, a dia de hoy no tengo ningún compañero de generación con finca propia, a la vista de todos pero protegida por una cerca electrificada, que no haya sido reconocido o viva de su labor como guionista o director. Los más insólitos son los que más han tardado. Pero están ahí.
Por eso disfruto una manifestación como ésta, aunque comprendo que no sea bien recibida en algunos rincones de esta casa. Creo que un rancho defendido con entusiasmo y sin miedo es motivo de admiración… Aunque esté en la otra punta del pueblo.
Continuará en: Cágate en tu rancho.
Señor Vigalondo, a ver si le echamos un ratito al blog (el suyo propio), que lo tiene de un descuidado que da penica…
VOLVERÉ
Mi querido señor Vigalondo. Yo solo tengo miedo a posicionarme cuando delante mio tengo a alguien mas importante que yo (sobretodo si es mujer). Nos posicionamos en función de a quienes nos enfrentamos. Al menos los débiles y conformistas (y gilipollas) como yo.
No le diré que le admiro porque eso esta muy manido ya.
Siempre suyo
Un completo gilipollas
No creo que el asunto sea que el rancho de Rebollo esté en la otra punta del pueblo (al menos en mi caso, yo creo que somos hasta vecinos de rancho) si no que la manera de administrar ese rancho parte de dos problemas: primero, el desprecio a como administran los demás (“maldito Aristóteles”) y luego lo que tiene su método de epatar más por su funcionamiento que por su resultados, algo que queda muy bien explicado en una entrevista… pero no tanto en una película.
Albert Serra, que tampoco anda muy lejos del rancho de Rebollo, también defiende el azar en sus películas… pero su método me parece menos inocente.
Creo que yo he sido uno de los “bloguionistas” que ha defendido la necesidad de ser versátiles. Pero me refería precisamente a eso, a la “necesidad” de serlo para ganarse la vida. No pienso que sea necesariamente una virtud desde el punto de vista creativo o algo que deba valorar positivamente el espectador. Lo que todos buscamos en las obras de otros es un punto de vista inusual, una manera distinta de hacer las cosas, otra forma de ver la realidad, y la “versatilidad” suele consistir en acomodarse a las formas de hacer las cosas y los gustos de otros para, la mayor parte de las veces, terminar haciendo productos sin alma que como quieren ser para todo el mundo no acaban siendo para nadie. Y esos “otros” son cualquier cosa menos atrevidos. Son los reyes de un reino de medianías creadas buscando un mínimo común denominador basado en la premisa de que el espectador es subnormal (y no lo es, en serio). Creo que es un poco lo que tú dices en la primera parte de esta entrada, Nacho, ¿no?
Vamos, que a mí me da igual que David Lynch por Ej., o James Cameron, lleven casi toda la vida –cuando han podido hacer lo que quieren- contando variaciones de una misma historia (y contándola además de forma muy parecida).
De todas maneras, pese a que uno quiera (porque lo necesita) ser versátil, nunca acaba siéndolo del todo. Al final es inevitable, me parece, que te sientas más cómodo contando unas cosas que otras y que las pases putas cuando debes escribir para llegar a fin de mes algo que no tiene nada que ver contigo. A mí me pasa, por muy profesional que intente ser. Veo muchas series que sé que nunca podría escribir porque para empezar no sabría cómo escribirlas. Ni digo que quizá, a base de oficio, no pudiera escribir algo más o menos emitible, pero no es eso de lo que se trata. Y bueno, aunque en este blog intento mostrarme lo más cuerdo posible, sobre todo para no confundir a los recién llegados que buscan aquí unas pautas que les ayuden a salir adelante, reconozco que yo más de una vez he dejado curros bien pagados sin tener nada más esperándome después simplemente porque odiaba la serie que estaba escribiendo. Desde luego, no es lo más racional del mundo, pero… solo de pensar en estar todo un día escribiendo aquello me daban ganas de sacarme una oposición a correos. Pero luego nunca me he arrepentido de dejar nada. No hay cosa mejor que levantarse con ganas de escribir algo que te pone. Es una parte importante de lo que le da sentido a mi vida. Eso sí, también tengo compañeros más pragmáticos que han ganado mucho más dinero que yo con esto. Pero bueno… el objetivo nunca ha sido forrarse. No sé… es un tema complicado este. Pero sí, pese a que no esté de acuerdo con muchas cosas de las que por Ej. dice Rebollo, admiro que tenga el valor de intentar hacer las cosas a su manera.
Creo que es absurdo plantear este debate (lo he visto en algún blog) como un enfrentamiento entre los “formalistas aristotélicos” que se saben de memoria el libro de McKee y los “rupturistas desestructurados”, porque la mayoría unos tenemos el pie derecho en un sitio y el izquierdo en el otro. No somos forofos de un equipo de fútbol, ni militantes de un partido político. Me da la impresión de que casi todos nos pasamos la vida intentando buscar un camino sin tener nunca demasiado claro si no nos estaremos equivocando. Y aveces, con la edad y la experiencia, el rumbo que toma ese camino, cambia.
Yo creo que la versatilidad es, en muchos casos, una ilusión y casi todos recaemos una y otra vez en los mismos temas y manierismos.
Para un dibujante es mucho más claro que para un guionista: es francamente difícil cambiar de estilo de dibujo e intentarlo puede resultar bastante frustrante, porque tenemos la sensación de que sólo se trata de trabajar la forma cuando en realidad dicho estilo es el fruto de años y años de aprendizaje y filtrado de elementos y estilizaciones que ves, te gustan y adoptas.
El resultado es lo que cuenta para el espectador, el proceso es lo que cuenta para el creador (creador entendido como escritor, guionista, director, iluminador, foquista, actor, maquinista, etc…).
Cuando veo una peli me da igual cómo la hayan hecho, lo que me interesa es lo que se ve. Cuando hago una peli lo que me importa es que esté disfrutando con ello.
Lo único que creo que deberían tener en común esas dos tareas es tener la mente abierta, tanto para poder apreciar películas totalmente distintas (porque se han hecho de formas diferentes), como para poder cuestionarse siempre a uno mismo a la hora de hacerlas.
En lo demás, que cada uno haga lo que quiera, siempre que disfrute con ello. Y si quiere poner a parir a los demás, que lo haga. La gente tendrá más en cuenta que haga eso que lo que tenga que decir de otros. Al menos la inteligente… ;)
La gran putada para el guionista: cuanto más versátil es, cuanto más “de encargo” es capaz de escribir, más frustrado se siente como autor.
Hay que elegir: o libertad o salario.
La dificultad de saber negociar con tu productor y contigo mismo sobre tu obra es (al menos para mí) más complicado que escribir el propio guión.
Sé de algún guionista que ha puesto errores evidentes para que su jefe se los cambie y deje en paz aquello que afecta al alma del guión.
El mejor artículo hasta la fecha! Yo prefiero no ganar un puto duro y hacer lo que me gusta y luego colgar las películas aunque sea en internet para que lo vea el máximo de gente posible, antes que ganar dinero con algo de lo que noe stoy orgulloso. Dinero se puede ganar de cualquier otra manera, porqué sacrificar y dañar lo que mas quieres con tal de conseguirlo?
Dicen los señores guionistas que para comer. Desde luego, con semejantes exigencias…
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El multitarget es sin duda la mayor lacra de la ficción televisiva en España.
Pero no creo que el posicionamiento sea un problema para la mayoría de los profesionales creativos de la industria. Hace tiempo que muchos tomaron posturas en temas como “la guerra civil española” y “qué malos somos con los inmigrantes” y “la gente que tiene familia y paga sus impuestos son unos pringados”.
Sin embargo el “posicionamiento” no creo que sea el mayor problema de muchos guionistas. Sí lo es la poca pericia para hacer que la ideología sea narrativamente atractiva para los espectadores.
El cine y la televisión de Hollywood es ideológico, tanto a la derecha como a la izquierda, y lo consumimos con la misma avidez que las palomitas.
Cuida tu rancho. O cómo dijo David Lynch parafraseando a los Beach Boys: “Be true to your school”.
Hey,Nacho. Me encantaste en Zodiac aunque si yo fuera tú en esa película, me quedaba con las investigaciones del pesado de Gyllenhaal al estilo del gag de Einstein y su teoría de la relatividad en Padre de familia.
Muy lúcido y bien escrito.
Barnikel dijo: “Cuando veo una peli me da igual cómo la hayan hecho, lo que me interesa es lo que se ve.”
Hay gente que hace películas para demostrar que hay cosas que se pueden hacer, para explicar teorías del cine, para aparecer en los libros de cine… pero no para ser vistas y disfrutadas.
http://www.gznacion.com/web/noticia.php?id_noticia=16347&id_cat=57
En realidad más que un problema de versatilidad o purismo, creo que se trata de una cuestión de personalidad y valentía, especialmente por parte de las productoras … aunque también es cierto que se han escrito muy buenas historias por encargo y con el único objetivo de agradar a todo el mundo, lo que me lleva de nuevo, al menos visto desde la otra acera, que no importa tanto la escuela como la personalidad, el ingenio y la capacidad creativa. Sobre el método creativo que Rebollo explica tan ufano, aunque he reconocer que me ha sorprendido por lo liviano, si le sirve como punto de partida para crear algo minimamente digerible, estupendo, porque la verdad es que,incluso para imaginar algunas chorradas,hace falta gracia.
Y totalmente de acuerdo con lo del posicionamiento… vivir queriendo agradar a todo el mundo es una pesadilla, pero escribir intentándolo debe ser un infierno.
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