A VECES OLVIDO QUE…

…hubo un tiempo en que cuando hablaba de mi trabajo siempre utilizaba la primera persona del plural.

A raíz de un intercambio de mensajes sobre “coguionismo” en los comentarios del blog con los guionistas Carlos López y Curro Royo, se me ocurrió que podía ser interesante que mantuviéramos un diálogo hablando de su experiencia trabajando con los que fueron sus “parejas de hecho guionísticas” durante mucho tiempo (José Ángel Esteban y Juan Vicente Pozuelo respectivamente).

Y este es el resultado:

DAVID MUÑOZ: Al igual que Carlos, yo también empecé a escribir en pareja. En mi caso, con Antonio Trashorras. En esa época, y puede que también durante los primeros años en los que empiezas a ganarte la vida con lo que escribes, me parece que ayuda mucho ser dos. Es más fácil tirar para delante con las historias y vencer las inseguridades (suele pasar que cuando uno desfallece el otro tira para delante), pero también para enfrentarte a las primeras reuniones con productores y directores, para negociar los primeros contratos, etc. Yo de hecho no sé si lo habría intentando tan en serio de no haber conocido a Antonio. Era muy inseguro y muy tímido, y por Ej. durante años en las reuniones dejé que Antonio llevara siempre la voz cantante.  ¿Cómo fue vuestro caso?

CARLOS LÓPEZ: Como dices, ser dos era la mejor forma de combatir nuestras inseguridades como guionistas novatos. Lo mejor: a la hora de negociar, incluso para interpretar a la salida de una reunión qué era exactamente lo que había querido decir el productor… En esas batallas me parece que José Ángel Esteban era mucho más duro que yo negociando, lo cual me permitía hacer de poli bueno. En nuestra mesa de trabajo, tengo la sensación de que era a mí al que le tocaba llevar más las riendas. Y desde luego, yo era el obseso de la maquetación y el detector de erratas.

DM: Con Antonio creo que él era el excesivo y yo el parco, que es una combinación que creo que también funciona a la hora de escribir. Dos excesivos juntos pueden acabar escribiendo guiones de 200 páginas.

CL: Sentarnos los dos frente a frente a diario, cuando no existía la distracción de Internet, nos obligaba mutuamente a producir algo cada día. Y si no salía, te sentías menos frustrado que cuando estás tú solo con tu ordenador y una jornada improductiva te deja fatal. Tener que convencer a otro, defender una propuesta en voz alta, es la mejor forma de imaginarte algo consistente. Nuestra tarea mutua consistía en ponerle pegas al otro, hasta que encontrábamos una idea que nos convenciera a los dos. Después de mucho hablar (muchísimo, hasta el detalle), a la hora de escribir era fundamental no tener ningún recelo cuando tu compañero te cambiaba lo que habías escrito: contra lo que pueda parecer, esto te procuraba relajación y soltura a la hora de escribir, porque tú escribías sin miedo sabiendo que luego venía otro a corregirte, y tanto si te daba la razón como si lo mejoraba, la cosa funcionaba. Había que ser generoso en todos los sentidos: ofrecer propuestas y aceptar críticas. Pero cuando entregabas el guión, de alguna manera estabas más seguro de que no estabas entregando un disparate.

El guión es la chica...

La chica es el guión...

CURRO ROYO: Juanvi y yo llevábamos ya varios años trabando como guionistas cuando decidimos formar equipo. Nos conocimos en los inicios de Globomedia, en “Médico de Familia”. De allí pasamos a trabajar juntos en una serie de Globo para Telemadrid. La serie no prosperó, pero sirvió para que nos conociéramos mejor un grupo de guionistas que seguimos siendo amigos.
Juanvi y yo tomamos el paso de formar equipo cuando tuvimos una oportunidad de escribir cine para Aurum Producciones, momento en el que decidimos salir de Globo y establecernos como empresa.
Dicho esto, creo que tienes mucha razón en lo que dices, David. La sola idea de “formar equipo” sonaba menos arriesgada que “irte por tu cuenta”, sobre todo saliendo de una empresa tan grande y posicionada como Globo. Así que formalizamos nuestra S.L., alquilamos una oficina en la planta 13 de Princesa 3… y la amueblamos con cuatro muebles de Ikea, una cafetera y dos enormes pizarras “de escaletar”.
En cuanto al reparto de roles, no soy consciente de que entre nosotros fuera tan claro. Yo diría que los dos hablábamos y negociábamos a la vez. No tengo la sensación de que uno tirara del otro, o que uno fuera más “jefe” que el otro. Volveré sobre el tema luego, pero creo que esa fue la base de nuestro trabajo: el respeto y el aprecio.

DM: Alguien decía en los comentarios que para coescribir es necesario compartir muchas cosas con tu pareja. Sentir cierta proximidad, al menos creativa. Cuando empezamos a escribir guiones de cine, Antonio y yo llevábamos haciendo un programa de radio juntos varios años y nos conocíamos bastante bien. Sabíamos que éramos compatibles personalmente. Además nos interesaba escribir un tipo de historias muy parecidas. Pero lo más importante me parece que es llevarse bien. Ser guionista requiere muchas horas de trabajo, y bastantes reuniones con tu coguionista y con tus jefes, a veces también viajes, y si no te aguantas puede ser difícil soportarlo. ¿Hasta qué punto erais compatibles vosotros con vuestros ex?

CL: En nuestro caso, los dos éramos periodistas. De hecho, nos conocimos en la redacción de un periódico ya desaparecido, “El Sol”, a la que yo fui a pedir trabajo. José Ángel, que era jefe de Cultura, me contrató. Yo andaba escribiendo la primera versión de “La niña de tus ojos” y alguna tarde, al final de la jornada, le echaba un ojo al texto en mi ordenador de la redacción. José Ángel lo vio, se interesó y, cuando el trabajo en el periódico entró en vía muerta, me propuso hacer algo en colaboración. Así que los dos teníamos ojo de periodista y compartíamos, creo, muchas cosas en cuanto a gustos y preferencias, incluso en el estilo de escribir. No fue nada planeado, claro, no dijimos: “oye, somos compatibles, vamos a hacer carrera juntos”. Presentamos un tratamiento a una productora, otro a una subvención… y salieron los dos. Y después salió otra cosa. Y otra. Cuando nos quisimos dar cuenta, ya teníamos experiencia conjunta a nuestras espaldas.

CR: Sí, creo que llevarse bien es absolutamente básico. En nuestro caso, la experiencia de trabajo bajo “fuego real” en Globo nos había ayudado a conocernos en situaciones de presión. Ahí es donde se conoce el carácter de la gente, de qué pasta está hecho cada uno. La gente se retrata en su relación con los jefes y con sus subordinados, descubres quién es un trepa y quién abusa de su puesto de productor ejecutivo para quedarse con los derechos de autor de un chaval que empieza a escribir. Después de muchas horas de reuniones y de escribir juntos, yo ya sabía que Juanvi era muy buena gente y que escribía muy bien. También es innegable que teníamos una afinidad personal y creativa. En lo personal, los dos somos un desastre. Yo por lo menos, en todo lo que no tenga que ver con el trabajo, soy un absoluto despistado, y nada práctico. Por eso creo que nos la repanfliflaba un poco que el otro tuviera cualquier tipo de despiste, o el tema de los horarios. Hay gente que lleva esos pequeños detalles muy mal. Nosotros teníamos una organización interna como empresa de lo más relajado.
En lo creativo, tenemos gustos muy parecido en cuanto a géneros. Si podemos elegir, nos decantamos por el Fantástico, o incluso el Terror o la Ciencia Ficción, lo que demuestra que elegimos un mal sitio para nacer.

DM: Ja, ja… como Antonio y yo…

CR: Todo ello creaba un buen ambiente a la hora de trabajar, porque sí… escribir en equipo es fundamentalmente hablar, y hablar… y pasar muchas, muchas horas dándole vueltas a las ideas hasta que llega a un resultado satisfactorio. Nosotros trabajábamos juntos el argumento, la estructura y la escaleta. Hasta que no teníamos el guión escrito escena por escena en esas dos pizarras, no dejábamos de trabajar juntos. Después nos dividíamos las escenas.

CL: Nosotros igual, pero las echábamos a suertes.

CR: Cuando ya teníamos las escenas dialogadas las pegábamos, leíamos, escuchábamos las opiniones del otro y vuelta a dialogar. Todas las fases eran críticas, y en todas lo que imperaba era mejorar el trabajo, no demostrarle nada al otro. Creo que conseguimos algo muy difícil, dejarnos el ego en nuestras casas. En los créditos, por ejemplo, íbamos alternando, una vez tocaba que él fuera primero, y a la siguiente me tocaba a mí.

DM: ¿Cuánto tiempo estuvisteis escribiendo juntos? ¿La colaboración se ha roto para siempre o puede que volváis a retomarla en algún momento? El año pasado, mucho tiempo después de “dejarlo”, Antonio y yo reescribimos juntos el guión de una película de animación. Fue una experiencia bastante buena. Seguíamos entendiéndonos. Y quizá el hecho de no ser “pareja de hecho” (o sea, en exclusiva) nos permitió trabajar de forma más relajada que antes.

CL: Fueron diez años en total, casi en exclusividad. Yo hice alguna cosa de teatro, alguna colaboración con los guiñoles de Canal+, pero la verdad es que íbamos a nuestra oficina alquilada como el que va a la mina, con el pico y la pala, y a veces pasábamos noches enteras allí. Hicimos siete películas y dos o tres series. Desde entonces hemos estado a punto de coincidir un par de veces y si no salió no fue por culpa nuestra. “Para siempre” es una frase que no conviene creerse en la vida, así que quién sabe lo que puede pasar. En cualquier caso, ninguno de nosotros es el mismo de antes y la relación que estableces con otros guionistas es, digamos, menos dependiente.

CR: Hemos escrito juntos, que se hayan estrenado, cinco películas y dos TV movies. Y luego, por supuesto, toneladas de guiones que nunca pasaron del desarrollo. Creo y espero que volvamos a trabajar juntos. De hecho lo estamos deseando, y tenemos algunas ideas que nos llevan rondando en la cabeza mucho tiempo. Cuando nos juntamos estamos igual de relajados, ya que nunca hubo tensión.

DM: ¿Qué pasó? ¿Por qué lo dejasteis? A Antonio y a mí no nos ocurrió una sola cosa sino varias a la vez. Tuvimos varios reveses (dos o tres películas que no salieron y cuya escritura fue además una tortura), y Antonio, que como yo, siempre había compatibilizado el guionismo con otros trabajos, empezó a desengañarse de la profesión y a tener cada día menos ganas de meterse en otros procesos tan desgastantes como los que habíamos estado viviendo últimamente, con lo que empezó a pensar a dejar los guiones para dedicarse a producir (cosa que sigue haciendo). Por otro lado, como les pasa a muchas parejas, nos habíamos transformado en personas muy diferentes a las que habían comenzado a trabajar juntas tantos años atrás. Teníamos prioridades, vitales y laborales, muy distintas, y a cada uno nos gustaba también hacer las cosas de una manera. Así es inevitable que empiece a haber roces. Como no quería que la situación fuera a peor, después de pensármelo varios meses y de mucho dudar, hablé por fin con Antonio y entre los dos decidimos seguir cada uno por separado. Antonio estuvo varios años sin escribir guiones, pero hace poco ha vuelto ha escribir un par de películas. Y yo mientras tanto he seguido en solitario dedicándome de forma casi exclusiva a escribir.

CL: Nosotros habíamos formado una productora con Manolo Matji, lo cual supuso un crecimiento en dedicación y expectativas. Hicimos un par de películas en las que seguimos aprendiendo cómo se hace el cine, que es de lo que se trata, pero también nos tocó sufrir unos cuantos reveses seguidos (un gran proyecto que no cuajó después de haber trabajado mucho, un par de guiones que por diferentes razones no llegaron a buen puerto) y eso decidió la separación. Quién sabe qué habría sucedido si todo hubiera salido adelante, o quién sabe, también, si no salió adelante porque ya no éramos los mismos de siempre. Al final, echas la vista atrás y te das cuenta de que en el trabajo hay ciclos, etapas que hay que pasar, y no hay que tenerle miedo a las etapas nuevas que se presentan, incluso aprovechar los cambios como la única manera de echarle las mismas ganas que cuando estabas empezando.

CR: David, me hace mucha gracia cómo lo explicas, porque parece una historia de novios.

DM: Es que en cierta manera era así. Antonio y yo no escribíamos con otros. Era una relación en exclusiva. ¿Sabéis donde he visto también relaciones así con desarrollos muy similares?: en grupos de rock. Se producen dinámicas parecidas. También supongo que tiene que ver con la personalidad de los implicados.

CR: Yo creo que lo nuestro es más una historia de amigos, y lo que tiene la amistad genuina es que buscas el bien del otro. En nuestro caso, como expliqué en un comentario a uno de tus post, cerrar el equipo fue nuestra forma de afrontar una de las muchas crisis del cine en las que nos hemos visto. Tener ésa oficina en Princesa fue una gozada, pero había que pagarla. Además de ese gasto fijo, estaban los impagos de un productor que nos debía mucha, mucha pasta, y el ambiente en el negocio era de crisis. En fin, que vimos que lo del cine no daba para comer dos familias y que en la tele es más fácil moverse uno que dos.

DM: A mí el tema económico no me pesó demasiado. Está claro que se gana más solo que acompañado, pero a lo mejor al no tener hijos (y me parece que las circunstancias personales son muy importantes y condicionan nuestras carreras mucho más de lo que la gente cree) nunca me importó mucho ganar más o menos. ¿Y en tú caso, Carlos?

CL: En esta profesión no estamos por el dinero, eso está claro, y aunque siempre nos peleábamos por mantener el salario necesario (y justo), no creo que fuera la razón fundamental. Ahora, es cierto que es más rentable trabajar solo. La firma compartida puede hacer más agradable el trabajo, pero a veces te hace trabajar el doble y cobrar la mitad.

CR: Creo recordar que era Carlos Asorey quien decía que hay dos tipos de guionista, los que tienen hijos y los que tienen gato. Yo soy de los que tienen hijos, en concreto, tres. Es un hobby como otro cualquiera, pero sale carísimo. Lógicamente, la responsabilidad de co-alimentar a mi familia siempre ha pesado mucho en mis decisiones. No puedo permitirme tomar decisiones irresponsables y caprichosas, y en mi orden de prioridades, ellos  tres y Chus están muy por encima de mi faceta creativa.

DM: ¿Cómo fueron los primeros años tras la separación? Yo pasé momentos de gran inseguridad. Necesitaba a alguien con quien hablar de mis historias, que me dijera que lo que había escrito merecía la pena, que mejorara lo que yo escribía, pero también a alguien con quien reírme y hablar de todas las cosas que no tienen nada que ver con escribir de las que hablan los guionistas cuando en teoría quedan para trabajar. Pero poco a poco fui acostumbrándome y ahora mismo me costaría aceptar que alguien metiera mano en lo que escribo con tanta alegría como lo hacía Antonio. Trabajo a menudo con otros guionistas, pero no es el mismo tipo de relación. Se acotan más las responsabilidades de cada uno. Otra cosa que creo que es inevitable que te ronde por la cabeza por entonces son preguntas del tipo “¿Y si resulta que ahora no me llama nadie?” “¿Y si lo que los productores lo que quieren es al dúo Muñoz/Trashorras y no están interesados en contratarme a mí solo?”, “¿Y si no soy capaz de darles lo que esperan?”. ¿Y si yo era el Roger Avary del dúo Avary/Tarantino? ¿A vosotros os pasó?

CL: Por supuesto. También a nivel personal, necesitaba demostrarme que podía escribir y vender un guión yo solito. En la escritura es más fácil, creo, encontrar tu sitio: todos nos dedicamos a esto porque de alguna manera siempre hemos tenido la escritura como refugio, o quizá es para lo único que servimos. Me daba más miedo eso que dices: “¿Y si no me llaman?”. Eso sólo se cura trabajando con disciplina, es decir, dedicándote a diario a inventar, pero no hay que descuidar la relación con las productoras, se tienen que enterar de que sigues ahí, de que te pueden contratar, y eso requiere un esfuerzo de relaciones públicas que es mucho más difícil que escribir solo. Además, te pilla con menos juventud y te puede entrar la neura de que ya se te ha pasado el arroz.

CR: A mí se me mezclan las cosas en el tiempo, pero creo recordar que después de cerrar la empresa, empecé a colaborar con Xabi Puerta en Boca Boca y allí, una de las primeras decisiones que tomamos fue contratar a Juanvi, con el que terminaría escribiendo una serie en la productora, “Los 80”, para Tele 5. Después yo empecé en “Cuéntame”, y volvimos a trabajar juntos, con Roberto Santiago, en “El Club de los Suicidas”. Es decir, que hacemos lo posible por seguir trabajando aunque no tengamos una empresa a medias. Y al pobre le tengo frito, ya que le paso todo lo que escribo para que me lo ponga verde. Me sigo fiando de su criterio.
Otra cosa es la relación conmigo mismo, la soledad de fondo del guionista. Ahí, sí que le echo de menos, y he tenido que encontrarme a mí mismo. A mí me ha ayudado mucho escribir en “Cuéntame”. El equipo es de quitarse el sombrero, y la relación es excelente, pero cada uno se escribe su guión… argumento, escaleta y diálogos. Y hablamos de guiones de hasta 90 páginas en ocasiones. Prácticamente una peli. Trabajar con Eduardo Ladrón de Guevara y Alberto Macías fue todo un revulsivo. La serie es un reducto del guión como artesanía, como trabajo individual y concienzudo, en las antípodas del sistema de “factoría” en el que me formé. Con “Cuéntame” me he acostumbrado a trabajar conmigo mismo, y ha sido muy, muy duro. Hoy por hoy, que me echen lo que quieran.

CL: Yo no he vuelto a hacer cine, aunque lo he intentado. En parte porque la industria está como está y también porque el guión de cine es una carrera de fondo que se corre mejor en pareja, mientras que en televisión la premura de tiempo obliga a trabajar en equipos pero cada uno se hace responsable de su parcela. Llevo cuatro años haciendo tele y estoy encantado, he currado con guionistas de primer orden que tenía la suerte de que ya eran mis amigos, como Verónica Fernández o Joaquín Górriz, y sigo sintiendo que me queda mucho por aprender. Eso me gusta.

DM: Con el tiempo he llegado a pensar que la ruptura es inevitable. Aunque ya digo que sigo echando de menos mis reuniones con Antonio, al mismo tiempo sé que tuvo al menos un efecto positivo. Por ejemplo, no poder esconderme detrás de Antonio dejándole a él el marrón de ser nuestro “relaciones públicas”, me obligó a dar un paso al frente y a llevar las relaciones con los directores y los productores, permitiéndome dejar de lado de una vez por todas esa timidez que muchas veces se confundía con agresividad (no hay mejor manera de no cambiar algo que no intentarlo; pero si no tienes más remedio que hacerlo a veces descubres que oye, no se te da tan mal, y que a lo mejor con un poquito de esfuerzo puedes hacer las cosas mejor). Y también me ayudó a, tras como digo, muchos momentos de duda, sentirme más seguro como guionista.

CL: La seguridad te la da la práctica del oficio, y cuando te obligan a entregar un guión en un plazo breve de tiempo, o pierdes tu inseguridad o mejor te dedicas a otra cosa. Yo lo paso fatal cuando escribo, me peleo constantemente con lo que estoy pariendo; paradójicamente, eso hace que esté mucho más seguro de mi trabajo una vez que lo he terminado. El guionista, por definición, es un escéptico y alguien solitario cuando trabaja, pero en algún momento tienes que reforzar tu autoestima para sentirte que estás escribiendo mejor que nadie y que eres imprescindible para el que te quiere contratar. Después de unos años trabando por mi cuenta, creo que tengo mucha más seguridad que antes. O no. Je.

CR: Coincido plenamente contigo, David. Echo mucho de menos aquellos tiempos, pero tengo que reconocer que afrontar nuevas situaciones a solas me ha dado más seguridad en mí mismo. De todas formas, no descarto trabajar en equipo las veces que haga falta. Me gusta mucho, me lo paso muy bien. La gente con la que mejor me llevo son guionistas. Podemos ser unos frikis, pero si nos dejas unas horas en un cuarto con la excusa de escribir algo, acabaremos riéndonos mucho. Y será además un humor inteligente. Alguna vez he llegado a pensar que se debe a que a ninguno nos gusta el fútbol, pero no es verdad, los hay forofos. Ahora tengo la teoría de que todos tenemos en común que odiamos el bricolaje.

CL: En eso debo de ser un bicho raro, a mí me relaja echar mano del taladro. Pero algo en común tendremos, porque el ambiente de una reunión de guionistas, con la presión de tener que entregar un trabajo, es una mezcla estupenda de angustia y risas.

DM: Pues yo, ni fútbol ni bricolaje. Ahí queda eso.

8 comentarios en «A VECES OLVIDO QUE…»

  1. Grande. Gracias por compartir vuestras experiencias. Yo creo que encontrar un buen partenaire guionísitico es una de las mejores cosas que te pueden pasar en esta profesión. Por desgracia, las estructuras laborales no siempre te permiten disfrutar de ese tipo de colaboración, pero desde luego tiene muchas ventajas, sobre todo tener a alguien que filtre tus tonterías y locuras.

    En otro post deberíais hablar de los tríos, que también tienen su punto.

    Abrazos.

  2. Mierda, ¿esto quiere decir que tengo que ir preparando la separación de bienes de mis “parejas artísticas”? Desde luego tampoco os ha ido mal en solitario, pero qué pereza.

    Enhorabuena por el post, Muñoz.

  3. Pues Hastiado… no lo he mencionado para no complicar más las cosas, pero cuando empecé a escribir con Antonio en realidad éramos tres. Lo que ocurre es que al poco tiempo de empezar (creo que no habíamos escrito más que un tratamiento juntos) el tercero decidió dejarlo. Y tres sí que me parece un número un poco complicado a la hora de trabajar juntos. Lo único que simplifica es la toma de decisiones por aquello de las votaciones.

  4. Aquí hay libro… (Al estilo de la conversación de Walter Murch y Michael Ondaatje)

    Yo también quiero daros las gracias (en esta ocasión a los tres) por desnudaros ante tanto voyeur mirando

    PD: Ja, ja, ja “¿Y si yo era el Roger Avary del dúo Avary/Tarantino?”

  5. Comunico oficialmente que Juanvi Pozuelo, José Ángel Esteban y yo hemos escrito un guión buenísimo. Los tres tan ricamente. Nos hemos llevado fenomenal y se lo hemos vendido a Espílber. Ahora estamos en Barajas a punto de coger los tres un avión que nos llevará a Hollywood, nuestro nuevo hogar, donde nos esperan con los brazos abiertos y los billetes cantando. Ahí os quedáis: losers.

    (Sé que ha sonado muy creíble, pero todo lo anterior es de broma; es el tipo de mierda que me sale al escribir sin David)

  6. Un comentario chorra. Me ha costado seguir quien decía qué en cada réplica. Sugerencia, en lugar de las iniciales “CL”, “CR” y “DM”, ¿por qué no ponéis el nombre de pila? Igual ha sido sólo un problema mío. De todas formas, muy útil, muy bonica esta conversación.

  7. No os podéis imaginar lo gratificante que ha sido leer este post. Guionistas por los que siento un gran respeto profesional (y personal también por los que conozco: encantador y cercano CR, sólido y eficaz DM)muestran su vulnerabilidad en este strip-tease bloguístico. Por diversas razones que no vienen al caso estoy empeñada en un proyecto en el que creo firmemente pero que requiere unos cambios de registro en los que todavía no me manejo con la soltura que da la experiencia y que me hacen vivir en esa bipolaridad creativa de la que hablais, entre otras muchas cosas. Leeros hoy me ha cambiado la energía, y ¡voto a Bríos! que lo necesitaba. GRACIAS.

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