Por Pianista en un Burdel
Quería hacer una recapitulación amable de lo que ha sido 2009. Un post buenrrollista. Lo siento, soy incapaz. Para mí, este año será ese que empezó con esperanza, por aquello de que teníamos a una guionista de Ministra de Cultura, y acaba con las ayudas al cine paralizadas por un problema legal; con prestigiosos cineastas tirándose los trastos a la cabeza; con las webs donde vemos las series americanas amenazadas de muerte; y con el Tribunal Supremo dispuesto a cargarse el sistema de financiación de las películas españolas. El único consuelo son unas cifras de taquilla espectaculares. Pero es un consuelo muy relativo, cuando no tienes nada que ver con el puñado de películas que arrasan.
Verán, que el sistema de financiación del cine salte en pedazos no me parece una noticia necesariamente mala. Ya había cine antes del 5% de Aznar, y antes de las subvenciones de Pilar Miró, y seguirá habiéndolo después. Para mí, la noticia más terrorífica de todas es la de la fusión de las cadenas generalistas. La llegada de Cuatro y La Sexta, con todos sus defectos e incluso sus horrores, era una promesa de cambio. La esperanza de poder llegar a escribir ficción sin la tiranía del multitarget. Pero ahora, igual que desapareció -también gracias a Aznar- la posibilidad de tener una televisión digital plural cuando quebró QuieroTV y Sogecable compró Vía Digital, desaparece la posibilidad de tener una televisión generalista plural.
Muchos pensarán que exagero. Al fin y al cabo, Cuatro y La Sexta seguirán existiendo. No sean ingenuos. ¿Acaso creen de verdad que los moguls de Telecinco y Antena 3 aspiran a tener sellos indie en los que experimentar nuevos formatos? Para eso necesitarían dos cosas que no tienen: cultura y criterio. No. La compra de Cuatro y La Sexta -dejemos de hablar de fusiones– consiste en que las grandes cadenas eliminan posibles competidores a golpe de talonario, mientras que las grandes productoras obtienen un rendimiento económico a cambio de renunciar a una independencia que no han sabido rentabilizar. En lo que se refiere a contenidos, eso se traduce, simple y llanamente, en la vieja fórmula CC=CC. Concentración de Capital, igual a Cobardía y Continuismo.
Tomen como ejemplo lo que está pasando con una de las series “alternativas” que vieron la luz en una de esas cadenas. No voy a dar nombres ni títulos (lean entre líneas), pero hablamos de una serie con un formato totalmente nuevo, nacida y realizada al margen de la industria, con un presupuesto absolutamente irrisorio, que llegó a saltar al prime-time con unos resultados más que aceptables. Pues después de varias temporadas, está amenazada de muerte. Aún quedan reuniones clave. Quizá los ejecutivos se lo piensen mejor y decidan conservar la serie, pero el mero hecho de que la cadena se esté planteando la desaparición del formato más original (y uno de los más rentables) de su parrilla, nos hace entrever el cariz que va a tomar el asunto con las “fusiones”.
Vamos, que la única buena noticia parece ser la renuncia de TVE a la publicidad… siempre que no se confirmen los rumores que hablan de la supuesta desaparición de “Metrópolis” y “La Mandrágora”, longevos y saludables programas dedicados, respectivamente, a las vanguardias artísticas y al teatro. No me negarán que la cosa tendría gracia: esperar justo al momento en que ya no importan las audiencias para cargarse los programas culturales que se hacían a despecho del share y la tiranía del multitarget. Que las privadas sean conservadoras y busquen la rentabilidad a toda costa es comprensible. Pero en una cadena pública, especialmente cuando se ha desligado de la tiranía de la audiencia, resultaría sonrojante que no se asuman ciertos riesgos. Confiemos en que no pase de rumor.
En los últimos años, TVE ha tenido un enorme éxito apostando por series de época sólidas, escritas por guionistas de talla, que explotan el filón temático de nuestra historia política reciente. (No es riesgo pequeño, teniendo en cuenta lo extendida que está la idea de que hay demasiadas películas sobre la guerra civil y el franquismo, y que eso ya no le interesa a nadie.) También le ha funcionado la apuesta por el talento emergente, como en el caso de Muchachada Nuí. Confiemos en que el nuevo modelo financiero no les impida seguir en esa línea, claramente inspirada en la mejor televisión del mundo. Éste es precisamente el momento de soltar amarras definitivamente y huir del mainstream. Mi deseo de Año Nuevo es que dejen de emitirse eventos supuestamente deportivos, como la Fórmula 1 o el motociclismo; y supuestamente culturales, como las corridas de toros.
El año que viene lo sabremos. Es complicado que sea peor que éste, así que no perdamos la esperanza. Mi plan para esta noche es escaparme en buena compañía a un hotel perdido en ninguna parte, lejos de los petardos y de la risa de los borrachos, dos de los ruidos que más odio en esta vida. Pretendo ponerme un copazo de whisky, meterme en la cama a ver “2010: Odisea 2” en el portátil, y dormir como un bebé. ¿Y ustedes?
Yo me voy a una fiesta privada, dos chicas por cabeza.
Feliz año queridos guionistas…
salu2
Si tuviera dinero y buena compañía haría lo mismo Pianista. Odio los petardos y las risas de borrachos, por eso, me quedo en casa. Cena, uvas, peli y a dormir como un pequeñajo. Mañana rutina, trabajo, estudio, más trabajo, más estudio… para mí no cambia mucho la historia.
Buena suerte!
A mí también me produce cierto desasosiego el tema de las fusiones… veremos en qué acaba todo esto guirigay.
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