LA GALLINA DE FRAN (I)

Nadie debería amar demasiado lo que escribe.

Si me preguntáis a mí, creo que deberiáis sentir el mismo cariño por la lista de la compra que por la primera versión de un guión. Y no hablo sólo del tuyo, sino también del mío, y del de cualquiera que trabaje en esto.

Hace mucho tiempo, mi amigo Fran, que era guardia real, y antes había sido militar, me contó una bella historia. En su período de formación le mandaron a la montaña varios días, con dos manzanas, una pastilla potabilizadora de agua, una barra de pan y una gallina. Fran pasó un par de días con un hambre perruna, comiendo gajos minúsculos de manzana, bebiendo poca agua, y paseando a la gallina con una correa. Fran y la gallina hacían hogueras a lo Brokeback Mountain y contaban batallitas al amor de la lumbre. Desarrollaron una camaradería muy especial. Lo malo es que, agotadas las manzanas y el pan, a Fran le dieron órdenes de matar a la gallina. No valía cualquiera de sus compañeros, para quienes la gallina no era “la gallina”. Encima, debía hacerlo optando entre dos métodos. El primero consistía en morder la yugular de su amiga (como veréis, todo muy Bear Grylls), y el otro en cogerla por el cuello, y darle vueltas al animalillo hasta rompérselo. Fran escogió este último método, y mientras el cuerpo de la gallina giraba en el aire como el bastón de una majorette, amargas lágrimas cayeron por su rostro.

Yo me he sentido como Fran muchas veces. El guión tiene muchos enemigos y obstáculos. El primero de ellos es uno mismo. Si uno va sobrado de ego, lo primero que se le ocurra le parecerá fantástico. Si uno apenas tiene, nunca estará satisfecho con nada. Las dos posturas son igualmente negativas.

Vencida la resistencia del escritor, en un sentido o en otro, el mundo de las opiniones se alza ante nosotros como un muro infranqueable. Hay opiniones que nosotros pedimos, y otras que nos vienen impuestas si nuestro trabajo entra en un circuito más o menos profesional. Las primeras no son auténticos enemigos, porque son voluntarias y son sugerencias, nadie nos obliga a hacerles caso. Sin embargo, tanto si vendes una peli como una serie, entras en un laberinto de opiniones, y tienes que bregar con lo que piensan los jefes en general.

A mí también me tocó matar a mi gallina, o peor aún, ver cómo la despedazaban sin yo poder hacer nada. Otro guionista y yo desarrollamos un ambicioso proyecto de película para una de las productoras más importantes de este país. Le dedicamos dos años, estábamos muy contentos de nuestro animalillo. Después de innumerables versiones, fuimos a una reunión con los responsables del asunto. “No sé de qué va la película”, dijo la persona que había estado supervisando el desarrollo del guión durante todo ese tiempo, y que había asistido al parto de tres o cuatro tratamientos y un par de versiones dialogadas completas.

Todo guionista asiste a un día funesto en que su gallina muere, o si queréis, es asesinada. A partir de ese momento, nada vuelve a ser igual. Y hay que seguir peleando con todos los obstáculos que encuentran en el camino los guiones, de los que seguiré hablando en “La Gallina de Fran: with a vengeance”. Gracias por leer.

17 comentarios en «LA GALLINA DE FRAN (I)»

  1. Estoy disfrutando mucho con vuestro blog. Enhorabuena, ha sido una gran idea. Espero poder seguir descubriendo más aspectos de vuestro trabajo con posts tan interesantes, didácticos y amenos como éste. Y el de “Cuchillo de palo” también. ¡Muy buenas las dos analogías! Siempre he sido muy crítico con vuestro gremio pero, desde este momento, me pongo en modo receptivo, ilusionado por poder conocerlo “desde dentro” y dispuesto a cambiar de opinión. Hasta mañana.

  2. Un guionista que antes fue barrendero

    Muchas gracias por la iniciativa que habéis tenido. Desde ya, otro fiel lector se apunta a visitaros diariamente.
    Este trabajo, al igual que alegrías, da muchos palos. Y vuestros consejos pueden servir de gran ayuda para no mandarlo todo a la…

  3. Lamentablemente parece una parte intrínseca a este trabajo. Son tantos los casos que… Pero no queda otra; hay que aprender a digerir y asumir que igual que otras profesiones sufren de características injustas, esta debe ser la segunda peor del oficio de guionista. La primera sería que te hubiesen pagado cortamente por ello.

  4. Lo siento, pero voy a abogar por no matar a la gallina. Tienes razón en que no se debe sentir demasiado apego por lo que se escribe, en que es conveniente, imprescindible, realizar las reescrituras y revisiones que sean necesarias, que no se debe uno conformar con lo primero que se escribe, todo eso es una gran verdad y son máximas que deben ir inscritas en los genes del guionista; pero llega un momento en que el exceso de opiniones alrededor, la inflación de criterios no hacen sino enmierdarlo todo y convertir lo que quizá al princioio podía tener una sombra de originalidad en el más manido cliché. Entiendo que para acoplarse a la maquinaria televisiva o a la del cine comercial haya que realizar concesiones si quieres cobrar, pero yo abogo siempre que sea posible, por procurar mantener eso que de genuino tenía tu guión. Recientemente una conocida actriz reconvertida en directora, para acceder a una serie de dineros de un productor, le pidieron determinados cambios con los que no estaba de acuerdo. Decidió no cambiar nada y hacerlo con menos dinero. Yo digo, ¡ole sus cojones!

    Sí, sí, el ego y todo lo demás, sí… sí, pueden salir historias imperfectas, infumables o que solo las entienda el autor, sí, no comerciales en muchos casos, ruinosas… sí, sí. Pero lo a gusto que te quedas diciendo: ¡A la mierda, no cambio nada! Sobre todo si estás trabajando en tu proyecto personal, si no tienes por qué replegarte a productoras o engranajes económicos. Y nenes, hoy no tenéis por qué replegaros a nada, tenéis cámaras de video de definición asombrosa, ordenadores para montar y sonorizar en casa y tenéis youtube y mil platafromas más para dar a conocer vuestra obra. Luego para comer ya tendréis que transigir en otros trabajos, que los vuestros personales al menos os pertenezcan totalmente.

    Yo abogo por no matar a la gallina. Comerás mucho menos, pasarás hambre, pero tendrás compañía.

  5. Y yo que siempre habia pensado que cada vez que Bear Grylls decía eso de “esto me lo enseñaron en las fuerzas especiales” justo antes de comerse un bicho lleno de pus, era sólo una forma de hablar…
    Gran post, espero que esta página sirva para dar a conocer el trabajo de los guionistas.

  6. “Si uno va sobrado de ego, lo primero que se le ocurra le parecerá fantástico. Si uno apenas tiene, nunca estará satisfecho con nada”

    Disiento! en ambos casos se trata de exceso de ego. Uno no está satisfecho de nada (de lo que está haciendo) en la medida en que espera de sí mismo la perfección correspondiente a su inflada autoimagen “me creo mejor, luego espero de mí…”, de ahí la frustración. Que sea el primer o segundo caso depende del autoengaño; de si eres capaz de cegarte hasta hacer corresponder lo que ves con tu valoración previa, o de si te queda suficiente lucidez como para distanciarte y ver que no se corresponde con lo que esperabas de ti.

  7. Ay, madre. Otro blog más que añadir a mi lista de imprescindibles. Si es que no me puedo ir unos días sin que me la líe, señorita Armero.

    Besacos, guapa!!!

  8. Haciendo la ola para dar la bienvenida a este blog y con todos los respetos para Juan Flahn (a ver si nos vemos), me parece que la cuestión no radica en hacer concesiones. Por supuesto que no deberíamos ceder en algo en lo que tengamos certeza, pero sucede que la certeza en el guionista es como el blandiblup: según la manejas se te desparrama. A mí me ha pasado a veces que todo el equipo esté encantado con el guión y me entren los siete males siendo el único en pensar “¿qué habré hecho mal?”. Suscribo el ejemplo de la gallina: tomarle cariño a una secuencia conduce a poco, sobre todo si no eres el director: conseguirás que el director la ruede mal y te deje destrozado.
    Siempre he pensado que un buen guionista se distingue, entre otras cosas, porque siempre está dispuesto a cambiar su propio material y nunca da por bueno lo escrito. Una más de las razones por las que este oficio es tan ingrato.

  9. Yo recuerdo perfectamente aquella vez en que no hice cambios, y lo hice como me dio la gana. Lo llamé “La Aventura de Rosa” y puse pasta de mi bolsillo. Ahora, cuando me pagan por encargo, la historia es distinta. Y como dice Carlos (¡un saludo!) es una de las razones por la que a veces el curro no es fácil.
    Gracias por vuestros comentarios. Os mandaré un jamoncito de pollo.

  10. Me tocó escribir una novela fantástica con un amigo. Nos peleamos cada diez páginas, pero seguimos adelante. Y pronto será publicada, casi dos años trabajando en el recosido, dejando de lado otros proyectos y robando tiempo al trabajo.
    No es propiamente el tema de este blog, pero se acerca mucho a lo de matar la gallina, especialmente cuando se trabaja de a dos. Tuve que descuartizar la mía demasiadas veces, con dientes y uñas, para concordar visiones y estilos literarios. Mi socio también lo hizo, por supuesto. Al final mi ego quedó reducido a un recuerdo lejano, cientos de páginas con lo mejor de mi producción creativa cortadas de cuajo, cambio del foco de la historia, cambio en el primer capítulo, cambio de nuevo, agregando esto, sacando esto otro, por qué me borras, etc. Siempre avanzando hacia ese objetivo común, crear una obra maestra y que no se note que la escribió un bicéfalo.
    ¡Y se pudo! De las cien versiones, la última es la mejor para los dos. Es raro eso, es como discutir con mi mujer por el color del sofá, al final es el color que ella elige, pero el modelo que a mí me gustó. Raaaro.

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