Cuando me dijeron que iba a entrevistar a Marta González de Vega mentiría si dijera que no me puse nerviosa. No solo es la guionista de Padre no hay más que uno, la película española más taquillera del año, sino que también es, para muchos, el rostro visible de los guionistas. La tinerfeña fue la presentadora de los premios ALMA, y es, además, actriz. Esta condición le permite tener más presencia en los medios que los muchas veces olvidados guionistas, y ella usa esa presencia para poner el foco en el trabajo de la escritura.
Nos vemos en la librería 8 y ½, de Madrid, rodeadas de libros de cine. Y, aunque advierte que está cansada, Marta irradia felicidad.

Padre no hay más que uno ha sido el taquillazo del año, ¿Cómo surgió esta idea? ¿Cómo estás viviendo este éxito?
Está siendo alucinante, estoy encantada. La película surgió cuando Sony le propuso a Santiago que escribiéramos nuestro propio guión sobre la idea original de un padre que se queda solo con los niños. El reto ha sido conseguir llegar a la vez a adultos y a niños, y que se rían por igual. No son padres acompañando a niños, ni niños yendo a ver una peli de adultos. Es literalmente para todos los públicos. Como guionista siempre he pensado que adentrarte en la mente de un niño, tanto para crearlo como personaje como para captarlo como espectador, es de lo más difícil, y hacerlo y que haya funcionado me ha hecho súper feliz.
La película está llena de críticas al “postureo” y al uso de las nuevas tecnologías, ¿Es tu escritura un modo de hacernos reír de nosotros mismos?
Claro. Yo comencé mi carrera de guionista en El Club de la Comedia, estuve 7 años allí y aprendí la fuerza que tiene la identificación en el humor. En toda mi carrera y en todas las cosas que escribo me baso mucho en el humor de identificación, lo que nos iguala a todos. Al final yo creo que el éxito de una peli como esta es que independientemente de tu clase social, las cosas relacionadas con la crianza de los niños las sufrimos todos igual. Y los niños son todos iguales en todos los estratos sociales, en todas las nacionalidades casi, porque tienen su propio universo mental. En lo que nos identificamos es donde el humor encuentra su sitio más poderoso.
Monologuista, actriz, guionista, escritora, humorista… ¿Cómo te definirías a ti? ¿Algún término que se ajuste más?
Guionista y actriz. Es una pregunta que me suelen hacer. Para mí, escribir es como enamorarte y actuar es como hacer el amor. Escribiendo sufro más para llegar a la felicidad pero luego es exponencial. Actuando disfruto más inmediatamente.
En “Padre no hay más que uno” hago un papel, de madre “perfecta”, y me encanta que a la gente le guste, de hecho aspiro a actuar cada vez más (he empleado la mayoría de horas de mi carrera en escribir y eso me ha hecho ser menos conocida como actriz). Pero no puedo evitar enorgullerme más cuando a la gente le gusta la película en su conjunto, porque ahí me siento madre pero de verdad, no solo de la que interpreto yo sino de todos los personajes, sus ocurrencias y sus aventuras. Y todos sabemos que no hay nada que supere el orgullo de padre (risas).

Como guionista y actriz has tenido la oportunidad de ser un poco más visible al hacer que el espectador te ponga “cara” ¿Alguna anécdota relacionada con esa dualidad?
Me alegra el haber podido poner “cara” al guión por el hecho de ser actriz, precisamente para reivindicar dicho guión. Las personas que hacemos las dos cosas tenemos como un “poder extra”. No ya solo porque te pongan cara, sino porque no pueden achacarte “envidia de clases”. Yo lo veo de una forma totalmente objetiva porque me siento las dos cosas, y me parece que se le da muy poca visibilidad al guionista. En la medida en la que mi visibilidad de actriz me permita hablar de la falta de visibilidad del guionista, lo voy a hacer siempre. Incluso, cuando no lo escriba yo (risas). De hecho, aprovecho para agradecer a Santiago Segura que siempre que le preguntan por nuestro guión, da mi nombre. Y esta sensibilización, que debería ser general, y para nosotros, obvia, no está aún generalizada y es importante que así sea, pero no por ego del guionista (que en cualquier caso, sería legítimo) sino porque es lo que te permite revalorizar tu trabajo.
Si la gente sabe quién ha escrito la película cuya historia le ha enganchado, cuyos chistes le han hecho reír, cuyos giros le han sorprendido… Tendrá ese dato en consideración al elegir la próxima película que ve. El problema es que el público desconoce en gran medida que todas esas cosas son guión. El guión es valoradísimo por el público, pero sin plena consciencia de en que consiste, y por supuesto casi nula consciencia de quien lo ha creado. Cuanto más conozca el público lo que implica el guión, más valor le dará. Y si el guionista se convierte en un elemento a considerar cuando eliges ver una peli, como ocurre en mucha mayor medida con directores y actores, eso revaloriza su trabajo. Por lo tanto no es una cuestión de ego, es una cuestión de poner en valor tu trabajo y un elemento fundamental para la cultura audiovisual del público que le permita ampliar su margen de libertad y de elección. (Por supuesto, esto lo hago extensivo a cualquiera de los profesionales que componen el hecho audiovisual).Y ojo, cuanto mas libre sea el publico y más criterio tenga, más obligados estaremos a hacer bien nuestro trabajo.
Cuando hablamos por ejemplo, de guionistas de programas que han tenido y tienen que luchar tanto por el reconocimiento de sus derechos en comparación con los de ficción, se vuelve a poner de manifiesto el desconocimiento de lo que es guión, y la ficción que implica un guión de plató o un sketch. Es una de las cosas por las que lucha el sindicato ALMA.

Fuiste la guionista y presentadora de la gala de premios ALMA y siempre has estado muy unida al sindicato, ¿ventajas de sindicarse?
Yo creo que ALMA ha hecho un montón de cosas súper valiosas por esa visibilidad de los guionistas. Yo desde que me sindiqué he podido comprobar que, por ejemplo, si tu nombre se omite en algún lugar donde debería estar, ALMA actúa súper rápido, súper bien y en seguida reivindica la presencia de los guionistas. La mágnifica asesoría jurídica de Tomás Rosón, los históricos logros en cuanto a salarios y condiciones… A mí me hizo mucha ilusión cuando me llamaron para la gala de premios junto a Marcos Más. Lo que más ilusión nos hizo fue poder hacer todos los chistes que los guionistas llevamos años y años rumiando y sacar todo. Resultó muy guay porque nos vengamos, siempre desde el cariño, de actores, productores… (risas) Fue como hacer terapia de grupo. Y lo mejor es que ellos se reían tanto como nosotros. Creo que el humor y el buen rollo, genera mucha más empatía y solidaridad que el recelo. Y la realidad es que nos necesitamos los unos a los otros. Una de las cosas que dijimos en la gala es que nadie discute la visibilidad del autor en la literatura. En la gala lo que decíamos era: “Si Shakespeare o Calderón de la Barca hubieran vivido hoy en día, lo más probable es que hubieran sido guionistas. Y entonces nadie sabría su nombre. Ahora iríamos al cine a ver “Hamlet”, de Mario Casas.” Creo que a veces con un solo chiste puedes hacer reflexionar más que con todo un discurso reivindicativo. Con todo nuestro cariño a Mario Casas (risas).
Me fijo en que todas las implicadas en esta entrevista somos mujeres relacionadas con la industria. Ana Pineda, la directora de ALMA, Ana Álvarez, la fotógrafa, Marta González de Vega y yo, luchando por no sentirme intimidada. El mundo audiovisual es predominantemente masculino (aunque cada vez menos) pero la comedia en particular siempre se ha considerado algo más “de chicos”, ¿Has tenido que enfrentarte a prejuicios por tu género?
Pues mira yo jamás pensé que existieran. Me parecía (y me parece) tan aberrrante que existieran prejuicios a que una mujer escriba humor que yo nunca me lo había planteado. De hecho, en mis veinte años de profesión, he sido coordinadora de guión de equipos mayoritariamente masculinos, (porque es verdad que suele haber más hombres en el guión de comedia aunque esto esté cambiando), pero ni se me pasaba por la imaginación que ese prejuicio existiera, y luego cuando he ido viendo que es verdad que existe… Me parece increíble. No tengo palabras para explicarlo. Pero los prejuicios solo sobreviven en la generalidad, en el momento que alguien concreta, ya juzga a la persona. Por eso yo nunca he sentido el prejuicio entre los que me conocen. Pero me pregunto, ¿Cuántas veces no me habrán llamado por no conocerme directamente y habrán preferido llamar a un hombre? Porque yo he tenido que oír, como hemos oído todas, “es que hace falta una chica para completar el equipo”. No me llames diciendo que hace falta una chica porque me dan ganas de mandarte a la porra. Lo que necesitas es un buen guionista, hombre o mujer. Quiero pensar que cuando quieren una guionista y te dicen esto de “para dar el punto de vista femenino”, es asumiendo que tienes todo lo que tiene un buen guionista (tramar, crear personajes, y en el caso del humor, hacer chistes y gags que sean brillantes) y además puedes dar un punto de vista femenino… Pero vamos, si esto fuera así, es el mismo plus que tiene un hombre con respecto a dar el punto de vista masculino, ¿no? Cabrea que te juzguen antes de conocerte, pero encárgate de que en el momento que te conozcan, el prejuicio ya no vuelva a suponer un problema.
Nos despedimos y Marta me cuenta sus planes de futuro: que están escribiendo ya Santiago Segura y ella la segunda parte de Padre no hay más que uno y, que, además, ella tiene un proyecto de película propia para dirigirla. Parafrasea a Billy Wilder diciendo que los guionistas se hacen directores para que sus pelis queden como ellos quieren. Porque es la manera de asegurarte tu visión, una visión que a menudo es olvidada.
Marta regresa con su obra De Caperucita a loba en solo seis tíos este sábado 5 en el Teatro Fígaro de Madrid.
Entrevista de Paula Sánchez Álvarez. Fotografías de Ana Álvarez Prada