CRIMEN Y TELÓN: JUGANDO CON LA ESENCIA DEL TEATRO

La compañía Ron Lalá, responsable de éxitos como Cervantina, el último Tenorio en Alcalá de Henares o Todas hieren y una mata, que ya comentamos aquí, reestrenó el pasado 1 de agosto su aclamada comedia Crimen y telón en la Sala Roja de los Teatros del Canal de Madrid.

Sostenida por una trama distópica –en un futuro cercano en el que las artes han sido prohibidas, el detective Noir investiga el asesinato de una víctima muy particular: el teatro- Crimen y telón es una disparatada mezcla de géneros: policíaco, musical, farsa… Todo tiene cabida en un espectáculo que no da respiro al espectador, gracias a la vertiginosa dirección de Yayo Cáceres y a un elenco brillante.

Álvaro Tato mezcla en su texto una cantidad de giros metalingüísticos que harían estallar la cabeza del Unamuno de Niebla y del Pirandello de Seis personajes en busca de autor. Pero lo hace a un ritmo tan endiablado, salpicándolo tan descaradamente de referencias culturales y bromas coyunturales, y con tantos cambios de ritmo –de un largo monólogo en verso a una persecución con los actores portando linternas como única fuente de luz; luego cantan un corrido; después se encienden las luces de la sala y el elenco interpela al público- que el resultado es de una espectacularidad impresionante.

Una escena de la obra teatral "Crimen y Telón", de Ron Lalá

Una escena de “Crimen y Telón”. Foto: David Ruiz, http://www.masescena.es

Cuando un guión le da excesiva importancia al formato, suele ser en detrimento de la trama y de la profundidad de los personajes, que quedan reducidos a marionetas. Aquí, la apuesta por el metalenguaje es radical: en un momento de la obra, Noir descubre un ejemplar del texto de la obra Crimen y telón y entiende que él es su protagonista. Los actores hacen hablar al técnico de sonido, obligan a la regidora a salir a escena. Estos recursos resultan deliciosos para el público, pero llegan a ahogar la trama.

La investigación del detective Noir acaba por no ser más que una excusa para hacer un rosario de homenajes al teatro: en escena aparecen Edipo, Lady Macbeth, el espectro del asesinado Rey Hamlet… Cada escena, cada reflexión (no falta la disculpa hacia nuestras grandes heroínas –Laurencia, La dama duende- por el machismo secular del teatro nacional) se disfruta muchísimo, pero de trama sólo tienen la apariencia.

¿Es esto un error? No en el caso de Crimen y telón, que desde el primer momento está planteada como una gran broma, un juguete escénico destinado no a contar la peripecia de un héroe, sino simplemente a hacer reír. Y es que, como reflexiona el protagonista, el juego es la esencia del teatro.

Ahora bien, durante ese juego Álvaro Tato lanza dardos envenenados contra el poder, contra la censura, contra la dictadura de la corrección política, contra el abandono de las artes, contra el conformismo… Y es que Tato, gran conocedor de los clásicos, sabe que la comedia es un artilugio estupendo para camuflar mensajes incendiarios bajo la apariencia de inofensivas bromas.

El dramaturgo Álvaro Tato.

El dramaturgo Álvaro Tato. Foto: Álex Piña, http://www.elcorreo.com

Así, Tato salpica la función de unos pocos chistes ridículamente malos (¡Es una bombilla! ¡Al suelillo!) y de un par de comentarios satíricos que no pasarían el filtro de un tuitero de segunda para decirle al público que todo esto es una gran coña.

Cuando el espectador ha bajado la guardia, el autor empieza a lanzar andanadas críticas de mucha más profundidad. Recordándonos, por ejemplo, el grave peligro de renunciar a las artes, y la perentoria necesidad de defender la educación.

Y consigue hacer llegar el mensaje hasta el punto de poner a media sala en pie ovacionando justamente al elenco… todavía con la sonrisa dibujada en el rostro. Porque, recordemos, el juego es la esencia del teatro. Y hoy en día, pocas compañías juegan con tanta soltura como los ronlaleros.


Sergio Barrejón.

Crimen y telón estará en la Sala Roja de los Teatros del Canal de Madrid hasta el próximo domingo 18 de agosto.