Por Àlvar López y Carlos Muñoz Gadea.
Tras pasar en 2017 por Vis a Vis como guionista y hacerse en 2018 con el Premio Ignotus y el Premio Kelvin a mejor novela con Las Tres Muertes de Fermín Salvochea, el escritor Jesús Cañadas se ha adentrado ahora en el universo de la literatura juvenil con El Ojo de Nefertiti. La publicación de la novela nos ha servido como pretexto para reflexionar con Jesús sobre la búsqueda de la voz autoral, las posibles diferencias entre la literatura adulta y juvenil o la forma que tiene de plantearse la escritura de una nueva historia.

Fotografía de Meetmrcampbell
El Ojo de Nefertiti es un libro de ciencia ficción juvenil. Vamos, que tu público potencial son los adolescentes. Sin embargo, al leer la novela puedes ver claramente que un lector adulto al que le guste la ciencia ficción puede disfrutar la lectura tanto como cualquiera. ¿Qué elementos crees que son importantes tener en cuenta a la hora de escribir para conseguir esta capacidad de atracción para un público amplio?
Es cierto que El ojo de Nefertiti es una historia que pueden disfrutar padres y madres que se decidan a leer el libro con sus hijos o con sus hijas, sobre todo si son padres de mi franja de edad, entre los treinta y los cuarenta. Sin embargo, tampoco es algo buscado, ni yo he intentado escribir de una manera concreta que pueda agradar a ningún tipo de público. Quien tiene el culo pelado de sentarse frente a un procesador de textos sabe que no existe la fórmula del éxito, pero del fracaso hay muchas; por ejemplo, intentar agradar a todo el mundo o escribir pensando en qué dirá un tipo de público concreto. Si haces eso, ten por seguro que te va a salir un churro.
En mi caso, lo único que he hecho es escribir la historia que yo habría leído con doce años. Una historia que beba de las lecturas que a mí me han gustado de toda la vida; de Verne a Stevenson a Tintín a La Patrulla X a, qué sé yo, Mortadelo y Filemón. El audiovisual también tiene mucho que ver, desde Los Goonies hasta El secreto de la Pirámide pasando por el Sherlock Holmes de Miyazaki o el propio Willy Fog. El ojo de Nefertiti es el resultado de semejante potaje, y parece que por ahora muchos le están encontrando buen sabor. Más allá de eso, poco te puedo decir, aparte de que me lo he pasado como un enano escribiendo.
Aún así, ¿has abordado de una manera diferente la escritura de la ciencia ficción juvenil a la adulta?
Al principio sí, pero eso es porque soy idiota. Al principio tuve un enfoque muy simplista, intenté huir de complicaciones, darlo todo mascadito… hasta que la editorial me cogió y me dijo básicamente: “Jesús, los lectores jóvenes no son idiotas”. Y es verdad. Volví atrás y lo que hice fue contar la historia sin condescendencia, sin mirar al lector joven desde arriba, con un estilo cuidado, que no rebuscado, y sobre todo con mucho humor… y sin embargo, en el libro pasan cosas terribles, aunque los lectores y lectoras jóvenes me dicen que tampoco es para tanto. Son las pájaras que tenemos los adultos, que somos idiotas.
Es interesante prestar atención al estilo del libro. Se nota que quien escribe tiene claro la forma en la que quiere hacerlo, puesto que el narrador tiene un estilo particular y marcado, lleno de, como tú dices, un humor muy característico y reconocible. Vamos con una pregunta complicada. Como escritor, ¿cómo crees que puede uno llegar a encontrar su propia voz?
Copiando. Copiando y copiando y volviendo a copiar al principio. Así lo hice yo y creo que la mayoría de escritores te dirá lo mismo. Al principio lo que haces son burdas copias de los autores que te gustan; en mi caso Bradbury, King, Lovecraft, Angela Carter… tarde o temprano algo pasa, y no me preguntes qué es, y empiezas a desarrollar tus propios giros, a descubrir tus propios truquitos, a jugar con el estilo y a traértelo más a tu terreno… suena muy fácil, pero no lo es en absoluto. El propio Bradbury decía que tenías que pasar 10 años escribiendo basura hasta que saliese algo bueno. Claro, el cabrón empezó con 10 años y a los 20 ya se marcó Crónicas Marcianas. Así cualquiera.

Ilustración de la cubierta de El Ojo de Nefertiti
En este caso, utilizas la figura del narrador omnisciente, que se encuentra en todos lados y sabe qué está ocurriendo en todo momento con los distintos protagonistas. Incluso va por delante del espectador, sabiendo lo que ocurrirá en un lejano futuro ajeno al presente de la obra. ¿Qué es lo que más te atrae de este tipo de narradores?
Probablemente la posibilidad de que la novela tenga un punto coral. Me gusta observar a los personajes desde arriba e ir saltando de cabeza en cabeza según el capítulo. Ésta no es solo la historia de Athenea; también es la historia de Mehdi, de Rudy, de Sophie… hasta, si me apuras, de la villana, Cornelia. Con un narrador más cerrado no podría hacerlo; tendría que limitarme al punto de vista de uno de los personajes, lo cual es una opción totalmente válida, pero para esta historia en concreto prefería hacerlo así. Y, no nos engañemos, son un maldito vago y contar las cosas con narrador omnisciente es más fácil.
Hace aproximadamente un año nos contabas en el blog tu experiencia escribiendo Vis a Vis. ¿Ha enriquecido tu paso por la escritura televisiva tu forma de abordar un nuevo libro?
Muchos lectores y lectoras me dicen que sí, que se nota en los diálogos y en la estructura. Yo sin embargo creo que son medios distintos, y que hay cosas perfectamente válidas en guion que jamás se me ocurriría meter en literatura, y viceversa. Sobre todo, el estilo, el estilo es fundamental. Una cosa que aprendí de Ray Bradbury es que el modo en que cuentas una historia es tan importante como la historia en sí. Eso es lo que adoro de la literatura, casi te diría que lo que me engancha: encontrar la mejor manera de contar una historia, que se ajuste como un guante a lo que quiero contar, mimar el lenguaje. Estoy convencido de que ni mil imágenes valen más que una palabra; sólo tiene que ser la palabra justa. Y tengo la inmensa suerte de que mi trabajo es encontrar las palabras justas.
Siguiendo con Vis a Vis y con lo que, según nos dices, algunos lectores te han comentado, El Ojo de Nefertiti recuerda en ciertos momentos a un guión de largometraje. Flashforwards, cliffhangers en los capítulos, tramas secundarias… ¿crees que la escritura cinematográfica y televisiva y la de novelas se han acercado en estos últimos tiempos? Es decir, ¿siguen existiendo unas claras fronteras entre dichos géneros?
Como en todo, no hay absolutos. Hay novelas densísimas que huyen de lo visual y que tienen una calidad con la que yo sólo puedo soñar. Aunque sí es cierto que en mi generación veo que los autores y autoras están muy influenciados por lo audiovisual. Es normal; todos crecimos pegados a la tele, con pelis de Spielberg, Dante, Zemeckis, aparte de los cómics, videojuegos y libros. Toda esa información está de alguna manera estratificada en nuestra cabeza, y termina saliendo en lo que escribimos.
Lo decías antes: en el resultado final de la novela, llama la atención que se nota que no intentas tomar a los adolescentes como idiotas. La escritura que planteas, pese a estar plagada de humor, es madura, seria. ¿Crees que, tanto en cine como en televisión y literatura, podemos estar tratando a nuestros espectadores o lectores de menos inteligentes de lo que son?
No sólo lo creo, estoy convencido. Por alguna razón se ha impuesto la creencia de que hay que huir de las historias que requieren un poco de esfuerzo, lo cual es falso. El esfuerzo implica recompensa. Y con los lectores jóvenes es peor todavía. Hemos llegado a un punto de protección con la infancia que roza la psicopatía. Creo que tiene mucho que ver con un rechazo absoluto de la responsabilidad que tienen padres y madres a la hora de educar: se prefiere que los hijos no lean cosas impactantes porque así no habrá que explicárselas. Y sin embargo, volvemos a lo mismo: no son tontos.
Mira, me vas a permitir que te destripe un detalle de El ojo de Nefertiti: el abuelo de Athenea muere en la novela. Bueno, pues en una charla en un colegio, varios lectores de 11 años me dijeron que no les había parecido para tanto, que muchos de ellos habían perdido a sus abuelos y podían entender la pena de Athenea cuando sucede.
Y mientras, nosotros los adultos, intentando protegerles de yo qué sé qué fantasmas. Y sin saber que los fantasmas somos nosotros.
Con todo esto, ¿crees que la literatura y la televisión (en especial la dedicada al público más joven), a parte de entretener, deberían abogar por educar?
Creo que ni literatura ni televisión ni cine ni videojuegos “deberían” ser nada. El verbo está mal. La literatura, la televisión, el cine, el cómic y los videojuegos, “pueden”. Pueden ser de lo más educativos, si es lo que busca el autor. Si lo que busca es pasar un buen rato, eso no desmerece la obra. Para mí, el aspecto lúdico es irrenunciable. Como te decía antes, me lo he pasado genial escribiendo El ojo de Nefertiti, y desearía que los lectores y lectoras que se acerquen a él se lo pasen como mínimo igual de bien que yo. Si aprenden algo sobre Egipto, sobre su mitología, sobre historia, o si aprenden que hay que plantarle cara a los bullys o que pegar como una chica es pegar más fuerte que nadie, pues mejor. Pero, por dios, que se lo pasen bien. Olvidemos ya el sambenito que ha hecho que muchos jóvenes tomen a la literatura por un coñazo: hay que volver a hacer que leerse un libro sea divertido.

Dibujo de Mehdi y Athenea, dos de los protagonistas de la novela.
Ahora que hablas de pegar como una chica (expresión que se utiliza en la novela). En tu caso, al menos a nuestro parecer, esta parte de, digamos, enseñanza, se puede apreciar en los personajes femeninos de la novela. Protagónicos, independientes, con tramas propias, reivindicando su fuerza desde el ser una mujer, sin tener que remarcarlo de ningún modo.
La verdad es que no estoy nada de acuerdo. La igualdad no está dada por hecha al principio de la novela, tanto es así que Athenea empieza la historia queriendo ser un niño, porque las niñas de principios del S.XX no podían hacer nada que no fuera estar monas, calladitas y presentables para las visitas. A lo largo de la novela, Athenea aprenderá a correr como una chica, saltar como una chica, pegar como una chica y vivir aventuras como una chica, y será a través de varios encuentros con personajes femeninos tan cabezones y tan independientes como ella. Pero se deja entrever que ninguno de estos personajes lo ha tenido fácil.
Partamos de la base de que esto es solo una suposición, pero al leer El Ojo de Nefertiti parece que uno de los temas que pueden sobresalir por debajo de la lectura del libro es el aprendizaje de un padre que entiende que no puede proteger a sus hijos eternamente. ¿Es así?
Supongo que sí, aunque tampoco es algo buscado. Cuando redactaba el libro, mi pareja estaba embarazada de nuestra hija. Ahora, a posteriori, me he dado cuenta de que probablemente he hecho a Athenea tan intrépida y testaruda como espero que sea mi hija dentro de unos años… aunque me cueste cinco o seis infartos al día. Eso sí, quiero que mi hija sepa plantar cara a los bullys igual que Athenea. Que nadie la discrimine, ni la desprecie, ni intente agredirla… y quien lo haga, bueno, a lo mejor se lleva de recuerdo una nariz nueva.
¿Qué otros temas te interesaba tratar en esta novela? Esto dando por hecho que tuvieras algunos en mente…
Pues, te juro que los temas fueron cayendo por su propio peso. A mí lo que me apetecía era irme de aventuras a Egipto, descubrir que tengo poderes mágicos, que me persigan unos malos muy patosos y casi entrañables, arrearle a uno de ellos con un pescado en toda la cara… lo que me apetecía era hacerme una historia de aventuras llena de acción y de humor. Si se habla un poco de racismo y de cómo plantarle cara, si tiene un puntito feminista, si se nota que es más de izquierdas que otra cosa… bueno, es porque quien la ha escrito soy yo.

Fotografía de Helena Mahugo
Para ir acabando, y dado que la diferencia puede variar mucho atendiendo a uno u otro autor. ¿Qué diferencias son, a tu entender, las más remarcables entre la fantasía y la ciencia ficción?
Si te digo la verdad, no trabajo mucho la ciencia ficción como autor; me limito a disfrutarla como lector y espectador. El punto prospectivo, el de augurar un futuro, como decía Bradbury, para prevenirlo más que para adivinarlo, es algo que se me escapa. Lo mío es la fantasía, lo sobrenatural, los sistemas de magia, el sentido de la maravilla. Debo de tener algo mal en la cabeza, porque los dos subgéneros se suelen meter en el mismo saco, y yo sin embargo me veo negado para uno de ellos.
* Si queréis ver el booktrailer de la novela, está disponible aquí.
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