Texto: Nico Romero
Fotos: Laura García
Me costó verme con ellos (Sitges y Cannes tenían preferencia) pero finalmente pudimos conocernos en una pausa durante el montaje del último capítulo de su recién estrenada serie. Los hermanos Sánchez-Cabezudo han tenido la suerte de ser de los primeros en contar con la confianza de Movistar para hacer una serie que quizás no tenga espacio en una cadena generalista pero sí en una de las nuevas plataformas que más está invirtiendo en ficción nacional. “La zona” rezuma thriller, drama, silencio, atmósfera… Ellos, por el contrario, son alegres y charlatanes. No sé si es que tengo mucha suerte con mis entrevistados o es que en esta profesión somos todos buena gente pero la realidad es que eché un buen rato (demasiado a juzgar por las miradas de la montadora que tenía paralizado su trabajo) hablando con ellos.
¿Cómo fue el proceso creativo de “La zona”? ¿Cuándo y cómo nace el proyecto?
Alberto: La idea base tiene muchos años. Era una historia que podía ser ciencia-ficción o no, pero parte de una secuencia de “Stalker”, la de ese tipo atravesando un bosque.
Jorge: No consultamos Tarkowsky todos los viernes por la tarde pero ese concepto nos fascinó. ¡Con qué poco genera esa atmósfera, esa sensación de intranquilidad, de misterio! Simplemente con variar el marco de referencia… simplemente diciendo: “este tío no está solo cruzando un bosque sino que está cruzando un bosque en el que pasa algo que no sabes lo que es”. Eso nos pareció que era interesante para abordar una ciencia ficción que no fuera demasiado cara, aunque luego nos hemos metido en un tomate bastante más gordo del que planteábamos al principio.
¿Desde el principio trataba de un pueblo abandonado tras una catástrofe nuclear?
A: No. El tema nuclear apareció después y estuvimos documentándonos sobre ello. Había también una idea de “caza al hombre” y cuando ya teníamos algo más elaborado sucedió el accidente de Fukusima. Entonces lo paramos todo. Las víctimas estaban demasiado cercanas para poder tratar el tema.
J: Es como cuando Billy Wilder estaba rodando “Un, dos, tres” y le construyeron el muro de Berlín.
A: Lo dejamos en el cajón y dos años después ya nadie hablaba del tema. Entonces nos pusimos a documentarnos sobre Fukusima y nos sobrecogieron varias cosas: la cercanía en el tiempo, lo cotidiano de las imágenes, esos supermercados abandonados… Nos preguntábamos “¿y si hubiese pasado aquí?”. Porque claro, Chernobyl quedaba muy lejano, entre la guerra fría y el tiempo que había pasado… Pero Japón es una economía de mercado y, aunque es un país muy diferente a España, te reflejas muy rápidamente. En Chernobyl el ejército iba a limpiar. Les daban una botella de vodka y ¡hala!. En Japón, que no tienen militares ¿quién hacía esa tarea? Empezamos a investigar y encontramos tramas criminales con los Yakuza implicados, con lo que, además del tema dramático, teníamos un componente de thriller que nos gustaba mucho.
J: Ese fue básicamente el “pitch” que le hicimos a la cadena. Canal+ entonces no estaba en su mejor momento. Estaba en venta pero era el único canal en el que creíamos que podía tener cabida. Probamos en Telecinco también pero no era la serie que podía encajar con ellos. Entonces fuimos a Francia. Desarrollamos lo justo para tener una idea de cómo iba el proyecto pero no tan desarrollado como para que llevara mucho esfuerzo. A Canal+ Francia le interesó pero hubo un momento en que ya no lo vieron.
A: Pasaron unos meses. Entonces abrió Movistar. Llamamos a la puerta. les gustó y enseguida nos pusimos a trabajar con ellos.
¿Escribisteis la serie completa vosotros solos?
Sí. Bueno, Laura Sarmiento, que colaboró con nosotros en “Crematorio”, también escribió dos capitulos.
¿Por qué sólo dos? ¿Os pilló el toro?
J: Sí. Piensa que entregamos el guion del 8 una semana antes de empezar a rodar.
¿Y por qué ocho capítulos?
J: La cadena quería seis al principio y nosotros lo intentamos pero la historia nos pedía al menos ocho. Hicimos un primer capítulo que era muy largo. Movistar nos dijo: “Contáis demasiado. Dejad cosas para más adelante”. Y decidimos que del uno íbamos a hacer dos capítulos. Con ocho nos sentíamos cómodos porque ya habíamos hecho “Crematorio” con ese esquema de producción. Ocho está al límite de lo que un director con dos unidades puede abarcar. Diez capítulos ya necesitas dos o tres directores seguro. tendríamos que haber ido a bloques de cuatro capítulos. Haber dividido el esquema de producción. Y para no alargarlo artificialmente, ocho estaba bien.
¿Os gusta solapar la escritura con la producción para que los guiones puedan recoger lo que vais descubriendo en rodaje o preferís tener todos los guiones terminados antes de empezar la producción?
A: Lo segundo. El tener los capítulos cerrados nos permite optimizar la producción y no tener que volver a un decorado. Entramos en uno y rodamos todo lo que ocurre allí durante los ocho capítulos. Y pasamos al siguiente.
J: Además nos gusta mucho rodar en decorados naturales. Esto es fundamental a la hora de crear porque no eres esclavo de que tu serie transcurra en un 30 o un 40% en un decorado principal que tienes que amortizar. Hace que la serie sea muy libre. Durante dos capítulos no pasa por comisaría. También tiene la servidumbre de tener que rodar con un director y con una segunda unidad, cuando lo normal es que cada director dirija su capítulo. Yo rodé más de un 60% de la serie y Gonzalo López Gallego entre un 35 y un 40%… que llamar a eso segunda unidad da dolor de corazón. Pero en créditos firma conmigo un par de capítulos y él fue tremendamente generoso en ese sentido. La voluntad es que en una segunda temporada cada director tenga su capítulo.
¿Cuantas semanas de rodaje?
J: Quince semanas de primera unidad y diez de segunda: veinticinco. Más de quince semanas se hace muy duro. Es agotador. El volumen es enorme. Anteriormente habíamos estado escribiendo.
A: Como productores nos gusta llegar al rodaje con algunas batallas ya ganadas. Es una inversión que merece la pena. Por eso teníamos a gente localizando en Asturias desde seis meses antes. Y el equipo de arte trabajando cuatro meses antes.
¿”La zona” es una historia cerrada?
A: Es un misterio que nos permite mostrar un universo. Un misterio que se resuelve pero tiene la capacidad de poder seguir.
J: Es verdad que lo que esta serie tiene de “diferente” es que en un primer capítulo no queda descrito todo para su posterior desarrollo sino que el desarrollo es lo que acaba describiendo la serie. Es decir, tú vas conociendo cosas de los personajes y de la propia trama y el propio puzzle durante toda la serie. Toda la serie es un entender qué es la serie.
A: No es un “¿quién lo hizo?” al uso. Es más bien un “¿qué pasa aquí?”
J: Lo que puede descolocar es que ni el tono ni el género están perfectamente definidos en el primer capítulo. ¿Va a tener un componente de ciencia-ficción? ¿Va a ser algo más realista?
¿Cuál ha sido vuestra mecánica de trabajo a la hora de escribir?
A: El 80% de nuestro trabajo es dar paseos, tomar café y charlar. Funcionamos mucho así y el resto es dar un masaje, o darle vueltas al arroz con leche para que no queden grumos. Jorge repite mucho eso de: “Cómo molaría que…”. “¿Y no molaría que…?”.
J: ¿Sabes cuando plastificabas los libros del cole e ibas empujando la burbujita que te salía… pues esto igual, y en el capítulo 8 no sabes si te va a explotar o si vas a poder esconderla..
A: En “Crematorio” teníamos una estructura de un capítulo por personaje que ya nos venía marcado de la novela. Auge en flash-back y caída en presente. Era una estructura que nos ayudaba mucho para avanzar pero aquí no la teníamos. Aquí funcionaba más como una “road movie” de la propia investigación y del personaje de Héctor que nos llevaba a descubrir y a presentar ese universo. Eso hacía que fuese un poco más “free style”. Y más difícil. Más reto. Además tenemos una caza al hombre que sucede en 6 días y que nos marca mucho la temporalidad.
J: Hemos sufrido para meter una elipsis. Eso nos complicó bastante. Además, como en “Crematorio”, el personaje principal tiene un 50% del espacio y el otro 50% repartido entre las otras tramas, lo que hace que la serie tenga un peso muy potente de la principal pero también es muy coral.
A: Eso nos permitía el esquema de producción de dos unidades que te comentábamos.
¿Y el otro 20% del trabajo?
A: Cerrar los tratamientos. Nos gusta escribir bastante, casi están dialogados.
J: Lo que hacemos es que hablamos un poco, generalmente por tramas, y marcamos los hitos de por donde queremos que pase la historia. Sabemos que tenemos la trama principal de nuestro prota, que lleva el thriller, y las secundarias, que por fuerza tienen que modificar la trama principal.
A: Eso es una condición que siempre nos ponemos. En algún momento todo el peso de la historia va a reposar en uno de nuestros personajes secundarios, porque si no…
Si no ¿para qué está ahí?
A: Exacto.
Supongo que habláis de la historia completa, no de cada capítulo.
J: Sí. Pero dentro de cada capítulo también tiene que tener sentido. Es decir, la trama del supermercado del 2 es la que la explica a ella. Son como pequeños cuentitos que tienen que tener sentido dentro del capítulo. Cada historia se tiene que poder contar sola y tiene que tener significado por sí misma.
¿Y después?
A: Una vez que desarrollamos cada trama por separado escribimos cada secuencia en una ficha. Una vez que tenemos las fichas, trabajamos en una mesa como ésta y montamos el capítulo.
Físicamente
J: Sí. Es muy visual. Muy gráfico
Fichas de colores
J: No. Pero escribimos en colores diferentes. Cada personaje lleva un color.
A: Después transcribimos esa escaleta a un tratamiento muy detallado. Hay veces que está casi dialogado. Cuando han entrado guionistas nuevos, es complicado porque si no transcribes, te sales del modelo pero si transcribes no aportas. Es difícil incorporar guionistas en esa fase.
¿Y con Laura cómo hicisteis?
J: Laura nos tenía ya muy cogido el punto. Y además entró en un momento muy concreto. En un futuro no sé cómo vamos a funcionar. Este proyecto ha sido más personal que “Crematorio” porque en “Crematorio” teníamos a Chirbes detrás.
¿Y después cómo hacéis para dialogar el capítulo?
J: Tenemos nuestras discusiones “Dividimos el capítulo por tramas” “No, mejor por la mitad”. Lo bueno de dividirlo por la mitad es que los nexos entre secuencias los puede hacer un solo guionista. A Alberto le gusta menos repartir por tramas.
A: Además es que después de que cada uno ha escrito su parte, reescribe la del otro. Así que, partir de la tercera versión, ya no sabes quién ha escrito qué.
¿Y alguno elige siempre alguna mitad concreta?
J: No. Solemos discutir. “Venga, déjame a mí empezar. Te invito a un café.”
Todo muy profesional.
A: Sí (Risas). Al final solemos turnarnos.
Y después os reescribís lo del otro sin pedir permiso para cambiar.
J: Eso es. Es lo que tiene ser hermanos.
A: Y luego volvemos a reescribir la parte que escribió cada uno pero que ha sido retocada por el otro.
J: Ahí aprovechamos para volver a meter lo que el otro nos había quitado…
A: Después hacemos una cuarta versión a cuatro manos, que es la primera que llega a la cadena. Hemos llegado a un acuerdo y es que, si hay algo que a uno de los dos no le gusta, es por algo.
¿Entonces?
J: Se le da una vuelta. No hay una lucha de egos. Ninguno de los dos queremos tener razón. Si algo no lo ves es por algo.
A: Que a veces es un problema de orden, o de tensión narrativa. Entonces está bien que haya esa discusión.
J: O al revés. Si él defiende algo con mucho ahínco, me obliga a mí a prestar atención a las virtudes de eso. Lo bueno es que somos muy rápidos. Bueno, muy rápidos… La verdad es que hemos tardado año y medio en escribirlo.
Eso os iba a preguntar ¿Cuánto os llevaba escribir un capítulo?
J: Por capítulo no sabría decirte. Hubo un momento en que pensábamos que sería un mes pero nos lo hemos saltado. Pero claro, es que se han ido sumando cosas nuevas al proceso. ¿Cómo puedes medir el trabajo de guion mientras estás haciendo localizaciones en el norte? Es muy complicado.
¿Qué diferencias veis entre hacer series para canales de pago como Movistar o Canal + y para cadenas generalistas?
A: Nosotros para generalistas nunca hemos trabajado como escaletista ni argumentista. Hemos sido siempre dialoguista, con lo que la historia nos venía dada. Y teníamos los tiempos que nos daban. Mucho más cortos. La gran diferencia no es una cuestión de excelencia sino de que “La zona” es una historia más personal.
J: Nosotros somos muy amigos de Ramón Campos y Teresa Fernández-Valdés. Han sido mis jefes. Me alucina la capacidad que tiene Ramón para que todo pase por su cabeza… pero a la vez tiene una forma de distribuir el trabajo entre mesas de guionistas que nosotros no hemos tenido. “La zona” ha sido super artesanal. No hemos podido hacer dos cosas a la vez.
Entonces vuestra productora siempre será productora de un proyecto.
J: Nunca seremos Bambú, desde luego.
A: Pero no podemos tardar un año y medio en escribir la segunda temporada de “La zona”. Sí que nos gustaría formar un equipo de guionistas con los que poder trabajar que nos permitan ir más rápidos y más acompañados para, en estos próximos años, no sólo hacer “La zona” sino ir avanzando en otro proyecto.
J: Pero también necesitamos seguir siendo nosotros mismos, porque es lo que nos ha funcionado.
¿Qué aprendisteis haciendo “Crematorio” que habéis podido aplicar aquí?
A: A nivel guion nos llevamos a Chirbes, toda la violencia del lenguaje, lo crudo, lo seco. Eso ya lo hemos incorporado a nuestra marca. Y luego aprendimos muchísimo a nivel de producción.
J: Y como guionistas también a nivel de estructura. La base del protagonista que lleva la mitad del peso. La zona empieza creativamente donde termina “Crematorio”. El tono de personajes, la lentitud en el desarrollo, que las secuencias tengan un peso, pero que no sea pesado.
¿Eso cómo se consigue?
A: Con muchas secuencias muy cortas. “La zona” son 50 minutos y 68 secuencias. No tenemos secuencias de más de dos páginas. Y de esas tenemos tres. La mayoría secuencias duran menos de un minuto… con sus silencios.
Uno de los mayores méritos que a mi juicio tiene “La zona” es esa atmósfera inquietante, misteriosa, espesa… Tiene mucho que ver con la banda sonora, con la fotografía, con el ritmo pausado pero también la atmósfera se construye desde el guion ¿Cómo la habéis trabajado vosotros?
A: Lo que más nos preocupaba del guion era exactamente conseguir atmósfera. Nos preocupaba perder el nervio del thriller en detrimento de la atmósfera. Entonces entra el tercer elemento que es el drama. El drama más el thriller te genera un peso, un mal rollo…
¿Habéis sido muy prolijos en descripciones?
J: Sí. Generalmente escribimos pensando que lo que se tarda en leer es lo que se debería tardar en visionar. Entonces, la lectura del capítulo es pausada. Hay veces que incluso demasiado y por eso hemos quitado cosas. Pero éramos prolijos en detalles. Todo tenía que estar descrito. Veníamos de documentarnos mucho. Entonces las descripciones no tenían que ser pesadas pero los detalles tenían que estar. Y a la hora de plantearlo en imágenes queríamos que la serie respirara, que los planos duraran. Y el peligro es que a alguien le pueda parecer terriblemente tedioso cuando tú lo que estás buscando es que la gente entre y respire ahí dentro. Es difícil el equilibrio entre la atmósfera y el tedio. Es un muy complicado.
Ahí me parece importante la premisa: si epata, el espectador permite que se le cuente todo con un ritmo más pausado. Si no te termina de cautivar, en el minuto cinco lo mandas todo a la mierda.
J: Claro. Nunca hemos visto una central nuclear destrozada y nosotros creemos que eso tiene interés. En montaje montábamos los planos sin efectos, a una duración que creíamos que era la adecuada. Pero eran planos vacíos. Cuando se montaba el efecto y veías la central con las grúas nos dábamos cuenta de que nos habíamos quedado cortos. Porque ese visionado necesita un tiempo de lectura y comprensión.
A: Las localizaciones también son importantes en la atmósfera. Buscar en Asturias estos sitios tan de naturaleza y al mismo tiempo que reflejan tanto la herida de la minería. Esos lugares abandonados que te remitían a un lugar de un trabajo contaminante donde la gente lo había pasado mal trabajando. Eso juega a favor de esa atmósfera.
J: Y en la dirección de actores es donde terminas de darle el punto. Porque puedes ir a algo más o menos vivo de diálogo. Un verdadero drama tiene que tener peso de drama porque si no… Eduard lleva el sufrimiento permanente y lo lleva durante toda la serie. En otro tipo de serie, para que no resulte tedioso, lo aparcas un poquito, te metes en otro tipo de policiaco y lo recuperas de vez en cuando. Eduard lo lleva encima permanentemente. Eso hace que todo tenga otro peso, la forma de moverse, de hacer un interrogatorio…
¿Habéis contado con documentalista?
A: No. Hemos tenido asesores pero ninguno quiere aparecer. La defensa de lo nuclear pasa por negar que pueda haber accidentes. También nos asesoró la policía, la UME (Unidad militar de Emergencia), Greenpeace…
J: En el capítulo 7 suceden cosas para las que necesitamos mucha documentación y nos costó mucho encontrar a la persona que nos asesorara para que aquello pudiera sostenerse.
¿Y estáis ya montando el capítulo final?
A: Sí. Curiosamente, en aquellos capítulos en los que veíamos que al guion le faltaba algo, luego nos han dado problemas. Ha sido una traslación muy exacta. Los guiones que han funcionado bien, han ido como un tiro.
J: Eso te da mucha seguridad como productor porque puedes testar la serie sobre el guion.
Con lo económico que es eso.
J: Claro.
¿Y después de “La zona” qué?
A: La idea es hacer una segunda temporada. Por parte de Movistar también hay interés. Cuando hicimos “Crematorio” nos quedamos con ganas de hacer algo más extenso que una miniserie.
J: Proyectos hay bastantes. Tenemos aparcado un proyecto de cine con Telecinco Cinema que tenemos que ver qué pasa con él. Queremos ver si somos capaces de crecer ordenadamente.