Entrevista y fotografías de Àlvar López y Carlos Muñoz Gadea
Valentina Viso es guionista de María (y los demás), una película en la que han llegado a escribir hasta cuatro guionistas en momentos diferentes del proceso creativo. Junto a ella, Nely Reguera, Roger Sogues y Eduard Sola formaron parte del equipo de guionistas de esta película, presentada en la sección Nuev@s Director@as del Festival de San Sebastián. Precisamente con Valentina nos reunimos para hablar sobre el guión del largometraje.
La primera particularidad de este guión es que está escrito entre cuatro personas. ¿Cómo se construye un largometraje entre tantas voces?
Es más sencillo de lo que parece. No hemos escrito todos a la vez, sino que ha sido un proceso en el que hemos aportado nuestras ideas uno después de otro. Este guión es un proyecto que se ha trabajado a lo largo de muchos años. Hará ya seis años que Nely tuvo la idea, y fue ella quien empezó la historia. De hecho, ella es la que escribe las distintas versiones.
Después, a lo largo del tiempo fuimos entrando los demás (yo he estado presente los últimos dos años de la fase de guión, más o menos), aunque, como os comentaba, Nely es la que escribe. Luego nos juntábamos todos y debatíamos, proponíamos cambios de estructura, de diálogo, etc., pero Nely es la que le daba forma.
Escribir cuatro personas ha permitido crear un guión coral, eso sin duda. ¿También ha permitido que cada uno haya aportado su visión, o habéis escrito con unas ideas y temas preestablecidos con tal de que todos remarais en la misma dirección?
Nely tenía muy clara la película. Honestamente, no creo que los demás hayamos aportado puntos de vista, puesto que nuestro trabajo era estar al servicio de una historia que ya existía. Nosotros propusimos y aportamos todas las herramientas posibles para que la narración se contará de la mejor manera posible. Evidentemente aportamos situaciones, incluso personajes, pero la idea matriz, el concepto y el sentimiento de fondo que se quería transmitir estaba clarísimo, no había necesidad de modificarlo.
¿Y cuál dirías que es ese sentimiento de fondo?
Conocía a Nely antes de este proyecto, ya éramos amigas. Cuando entras a trabajar con alguien con el cual sintonizas y además entiendes su mundo, hay cosas que no hace falta preguntar, porque ya las sabes. Lo que ella quería contar era algo que sentía que, a parte de ser propio, es también generalizado. Es esa idea de que en la treintena te sientes desorientado. Cada uno puede tener sus razones, pero la esencia es esa, la sensación de deriva cuando existe un imperativo en la sociedad que nos dice que sobre los treinta hay cosas que deberíamos tener claras.
Lo que sucede en la película, digamos la trama, respira todo el rato un aire dramático, pero la sensación que te deja en el cuerpo es agradable. ¿Cómo se escribe un drama para que lo que denote provoque, incluso en ocasiones, la sonrisa?
Tanto la esencia del mismo proyecto como el punto de vista desde el cual se decidió contar la historia contiene humor. El tono estaba decidido desde antes, porque al final lo que vemos es el tono y punto de vista de Nely, que he de decir que comparto completamente. Es la idea de reírse de ti misma en la realidad, y de alguna manera lo trasladas a la historia. La vida puede ser una tragedia, pero no deja por ello de ser gracioso. En el fondo, cuando ves la película, creo que te puedes sentir identificado con la cantidad de momentos patéticos que al final todos hemos sufrido, y por ello, por esa identificación, sonríes.

Cartel de María (y los demás)
¿Dirías que con esta película habéis podido dejar atrás algunas de esas situaciones que arrastrabais de vuestro pasado?
Diría que ha sido un proceso en el que hemos podido hacer un retrato generacional, pero no necesariamente personal. Mi vida no tiene nada que ver con la de la protagonista, y la vida de Nely tampoco es exactamente la de la protagonista. Lo que sí que diría es que hemos podido plasmar el sentimiento de que objetivamente tu vida no tiene que coincidir con lo que subjetivamente sientes. Desde fuera la gente puede creer que tienes una vida realizada, pero tú puedes sentirte desgraciado.
En el caso de María, para poder transmitir esa sensación había que ponerle una serie de fracasos: no le va bien con su pareja, no acaba su novela… Con esta edad me parece que te puedes mover en una línea muy fina y difuminada en la que parece que las cosas van bien pero tú puedes no sentirte realizado.
Es indudable que la clara protagonista de esta historia es María. A nuestro parecer, una mujer que al final, pese a todo, acaba tomando las riendas de su vida.
Bueno, difiero con que María tome las riendas de su vida. Quizá da un pequeño paso para hacerlo, pero no se ve cristalizado. Le dimos mil vueltas al final, y pensamos que tenía que ser algo que no fuera nada peliculero. Simplemente, da un pequeño paso, pero no sabemos lo que le deparará.
Aún así, María sigue siendo un personaje construido para que sea independiente, para que sea fuerte.
La verdad es que no sabría qué contestarte. Alrededor de María hay polémica servida. De hecho, he escuchado comentarios al respecto que opinan justamente lo contrario de ella. La perciben como una mujer débil y desubicada, que todo el rato está siendo mandada por todo el mundo. Al final en el cine todo depende de cómo lo perciba cada espectador.
¿Crees que se hacen suficientes películas en las que la historia y los conflictos que suceden en ella giren en torno a una mujer protagonista?
En la anterior película que trabajé –Todos queremos lo mejor para ella– también contábamos con una protagonista absoluta femenina. A nosotros nos interesa contar lo que sabemos contar. Para mí es tan normal hablar de lo que me rodea que no podría decirte que es una decisión discursiva. No se trata de defender una tesis, más bien al contrario: si la protagonista es una mujer que tenga conflictos no relacionados solo con su género. Lo mismo si fuera un hombre. O si fuera gay, no haríamos que su construcción de personaje girara en torno a que fuera gay.
Lo que queríamos con María es que cualquier persona pudiera empatizar con sus conflictos, fuera hombre o mujer. Lo que predomina detrás de María es el sentimiento de desorientación que comentábamos antes. De hecho, al acabar uno de los pases se acercó un hombre mayor a decirme que se había sentido completamente identificado con María. Cuando esto se algo generalizado será un logro; ver más allá del término “película de mujeres hecha por mujeres” para llegar al núcleo: una historia de relaciones. Eso es lo que realmente importa.
Volviendo a la narración de la película, nos parece que si hay una palabra que puede definir el tono de la misma esa es sutileza. No hay grandes acontecimientos, no hay una diferenciación en tres actos muy marcada. ¿Cómo conseguís que durante el proceso de escritura el tono no se os vaya en ninguna escena?
Trabajo de reescritura, completamente. A menudo, las primeras ideas que te vienen a la cabeza suelen ser burdas. Al pasarlas a papel te das cuenta de ello. Ahí empieza el verdadero trabajo, el de limar para esconder la brusquedad de las ideas recién nacidas. Hay que trabajarlo constantemente.
Además, también depende de la visión que tenga cada uno sobre la vida. A nosotros hacerlo de otra manera nos parecía artificial, por lo que el tono que imprimimos es nuestro tono de vida. Contar esta historia exigía esta sutileza no por una cuestión de hacerte el interesante, sino porque es lo que demanda la historia. Por ejemplo, en este caso si queríamos hablar de la incomunicación que puede haber en una familia, donde se puede hablar de todo pero no se habla del problema, el ejercicio de sutileza no es un ejercicio de estilo para encontrar el tono, sino que viene marcado por la misma historia.
Parece claro que en este caso la trama es un vehículo para hablar sobre los temas que os interesaba tocar.
De hecho, no hay mucha trama. El personaje es el que te interesa, y es él quien te lleva de un punto a otro, el que te ayuda a construir lo que sucede, pero no hay una trama. Efectivamente, teníamos ideas que queríamos tocar, que teníamos ganas de contar, y a partir de ahí construyes la historia para poder contarlas. Además, soy una guionista muy poco metódica. No me gusta el trabajo estructural, el de pensar la trama. En cierto modo, la estructura es un concepto que ya tenemos asimilado en nuestro subconsciente por la cantidad de películas que hemos visto. La teoría te sirve, sí, pero sobre todo para cuando estás en apuros.