“TODAVÍA ME SIENTO UN INTRUSO”

En 2011, y pese a estrenarse sólo en Internet, ‘Diamond Flash’ puso en el mapa al guionista y director Carlos Vermut. En 2014, Vermut agarró el mapa y lo reventó: su segunda película, ‘Magical Girl’, triunfó en el Festival de San Sebastián, fue nominada a siete Goyas y ganó el Feroz al mejor guión. Carlos Vermut se convirtió en una de las revelaciones más interesantes del cine español reciente. Ahora que parece que su vida vuelve a la normalidad, hemos aprovechado para charlar un rato con él.

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Foto: @Nacho Méndez

Parece que San Sebastián, el estreno, los Feroz y los Goya van quedando atrás… ¿Ha terminado ya toda la locura que has estado viviendo estos meses?

Sí, totalmente. Desde septiembre hasta ahora veíamos las hojas del calendario y estaban llenas de compromisos y entrevistas, pero sí, ya se ha pasado. Ha estado guay porque ves lo que es la promoción de una película, ya que la primera no tuvo ni mucho menos la repercusión de ésta.

¿Ha sido demasiado bestia para ser la primera, quizás?

Pues he estado contando las entrevistas y creo que he hecho ciento y pico. Pero tampoco siento como que he hecho muchísimas o que haya sido algo agotador. Creo que lo más cansado es el tema de hablar con gente que no conoces y ser cordial todo el rato cuando no soy así en absoluto, yo soy más de pensar en fechorías continuamente. Ser cordial todo el rato agota, pero lo llevo bien.

¿Cómo te ha cambiado la vida ‘Magical Girl’?

Ya el hecho de que la película fuese a San Sebastián fue un subidón, que estuviese en un festival de Clase A era un sueño. Luego, conforme pasaron los días, pusieron la peli y me dijeron que me tenía que quedar allí, me puse cada vez más nervioso. Y cuando gané la Concha fue una locura. Ese día sí que sentí que iba a cambiar todo muchísimo, pero luego te das cuenta de que no ha cambiado tanto, vuelves a tu rutina –quitando las entrevistas y todo eso–, a seguir trabajando y a pensar en la siguiente peli. Y en ese aspecto tampoco ha cambiado tanto, porque voy a hacer la misma película que tenía pensado hacer, sólo que con una productora detrás y con más medios.

Pero con ‘Magical Girl’ también tuviste una productora detrás, ¿no?

Sí, pero no sentí que había un cambio tan fuerte en mi carrera. Había hecho ‘Diamond Flash’, que fue muy bien porque los medios le hicieron caso, pero no sentí algo como un día concreto en el que notas que tu vida va a cambiar, como en San Sebastián. A lo mejor porque no vengo del mundo del cine y no sé lo que significa ir a festivales o a entregas de premios; yo no sabía lo que era San Sebastián hasta hace cuatro años. Sabía que había un festival de cine que era allí, pero no sabía que había una Concha de Oro, por ejemplo. Todo esto lo empecé a saber cuando hice ‘Diamond Flash’ y miré a dónde podíamos mandar la peli, pero hasta el momento no tenía esa constancia de cómo cambian las cosas de cara a los demás.

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Foto: @Nacho Méndez

Hiciste tus primeros cortos en 2009, ‘Diamond Flash’ en 2011 y ‘Magical Girl’ en 2014, pero hasta hace bien poco decías que no te considerabas cineasta, ¿empiezas a creértelo ya? Porque lo que has conseguido en tan poco tiempo es una locura…

Sí, sé que es loco. Todavía me siento un poco intruso, aunque cada vez menos. Cuando hablo con gente que tiene formación cinematográfica, con directores y guionistas profesionales y me dicen, por ejemplo “¿tienes la escaleta?”, yo respondo “¿qué es una escaleta?”. Utilizan términos que yo estoy empezando a aprender ahora. Una escaleta, por ejemplo, es algo que nunca he hecho. Para ‘Magical Girl’ hice una especie de resumen y, luego, para hacer el guión me compré algunos para ver cómo se escribían.

También me metí en Bloguionistas para leer cosas sobre formato muy básicas. Y en dirección mucho más porque tienes que ir aprendiendo a cómo trabajar en equipo, porque utilizan términos que no sé lo que significan. Por eso, como voy aprendiendo y no tengo una formación, me siento un poco intruso. Pero no lo digo en el sentido negativo, porque también tiene cosas buenas, como que me da una perspectiva distinta, pese a que luego, por mi inexperiencia, el trabajo no sea tan fluido.

He leído que el germen de ‘Magical Girl’ fue una historia de chantajes. Me gustaría que me contases cómo fue evolucionando hasta convertirse en una película protagonizada por tres personajes y con una estructura dividida en capítulos.

A mí me gustan mucho los cuentos, y las pelis que tienen finales que molan, con giros, que son como un espejo. Todo, en cierto sentido, muy clásico. Sin embargo, pese a que éstas son cosas que me gustan, yo no puedo empezar a escribir si no tengo claro de qué va la peli, si no la tengo clara como un minicuento que te puedo contar en un minuto. Cuando empecé con ‘Magical Girl’ lo hice pensando en hacerla como ‘Diamond Flash’, con muy poco dinero. Incluso más sencilla y con menos personajes.

Una noche estaba en casa de mi novia y no me podía dormir y se me ocurrió algo muy sencillo: una chica que era chantajeada por un compañero de clase con unas fotos pedía ayuda a un profesor y, el profesor, cuando logra ese material descubre lo que le pasa a la chica y, además, la chantajea a ella. Y así se acababa la peli, era muy sencillo. Ese material fue evolucionando, esa chica iba a ser una cantante, luego una mujer con desequilibrios…

Luego se me ocurrió el elemento del vestido como algo más estético y más inocente, para contrastar con lo oscuro de un chantaje y lo inocente del vestido. De repente se presentan componentes estéticos que cargan a la película de un componente narrativo, porque el vestido de Magical Girl además, lleva un cetro, y este cetro me va a permitir tener un segundo giro en la trama. Son elementos que van apareciendo para conseguir que el personaje vaya de un punto A a un punto B y que, además de ser estéticos, ayudan a hacer una carambola que le de más tensión o complejidad a la historia. Me gusta trabajar mucho con elementos simbólicos pero que siempre tienen un poder en la película.

En el caso de ‘Magical Girl’, más o menos inconscientemente, siempre pensaba en hacer una adaptación de un cuento de Andersen tipo La Cenicienta, donde la niña es la princesa, Bárbara la madrastra, Luis es el rey y Sacristán el secuaz de la madrastra, como el espejo de Blancanieves o el cuervo de Maléfica. Utilizar estereotipos siempre facilita porque ya sabes el rol que tienen esos personajes, e incluso puedes llegar a jugar con ellos para darles la vuelta y pervertirlos: ¿y si el secuaz de la madrastra, que siempre ha estado sometido, da la vuelta a la peli porque está enamorado de ella?

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Foto: @Nacho Méndez

Esos cambios que comentas sobre el personaje de Bárbara Lennie, que era primero una cantante, luego una mujer desequilibrada… ¿han ido cambiando en versiones en papel o más sobre la marcha?

No trabajo mucho sobre el papel, trabajo días contados en la escritura del guión pese a que luego sí retoco diálogos. Sobre todo apunto cosas que se me ocurren para estructurar la peli, para saber qué quiero ir contando. En el caso de ‘Magical Girl’ han cambiado muchas cosas. Por ejemplo, el personaje de Bárbara iba a ser una mujer mayor. Pero aparecen los aspectos relativos a la producción, como la directora de casting, Sara Bilbatua. Buscando perfiles de 50 años para Bárbara me dijo: “oye, ¿y si es más joven?”, y yo lo veía.

Entonces, con esto, volví a la idea descartada del profesor, del personaje de Sacristán, que aparece como prólogo, luego con una pequeña escena a mitad de la peli y, más tarde, en su capítulo, que es el final. Fui cambiando mucho las cosas también cuadrando con los actores, las localizaciones… En pelis tan pequeñas tienes que estar muy atento a la realidad, porque no tienes los medios que te gustaría tener.

Pero eso está muy bien, porque hace que la película esté viva en ese sentido. Me gusta porque la película está abierta a que las cosas se filtren; la casa del señor Zoco podría haber sido una mansión o un sótano en medio de la ciudad, la película no cambia por eso, la esencia es la misma. Nunca suelo discutir con el productor porque no me importa que cambie lo que quiera siempre y cuando no altere la esencia de la peli. Sé lo que es importante y lo que es secundario, a qué se le puede dedicar más presupuesto y dónde no hace tanta falta.

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Foto: @Nacho Méndez

¿Y durante el rodaje te viste obligado a hacer cambios sobre la versión final?

En rodaje ya no. Cuando estamos rodando es porque ya hemos hablado bastante y está todo muy cerrado. Voy al rodaje para hacer lo que viene en el guión. Más que nada porque no quiero imprevistos, voy con la planificación muy muy cerrada. El story board lo hago yo y no quiero quemar a los actores, sino que haya buen ambiente en el rodaje, que la gente no esté resoplando porque vamos a hacer planos porque yo no lo tengo claro… Yo monto bastante en cámara y no hay más de lo que necesito. Esto ayuda mucho, por ejemplo, a que los actores estén más relajados y puedas exprimirles un poco más por escena.

En la película tiene protagonismo uno de esos elementos simbólicos que decías antes, un puzzle. Siendo el guión, a su vez, también un poco rompecabezas, ¿sentiste en algún momento que te faltaba alguna pieza, como le pasa al personaje de Sacristán en la película?

A mí, la metáfora del puzzle, agradeciéndote muchísimo lo que estás diciendo, me parece un poco chusquera, un poco simple. En la siguiente película me gustaría ser un poco menos evidente. Ahora, cuando lo veo, pienso me gustaría ser más puro, más limpio con estas cosas, no tan obvio. De hecho, lo llegué a discutir con mi novia, le decía: “es que esto del puzzle es muy cutre”. Pero bueno, luego me sirvió para que todo quede dentro de un mismo universo. Durante la película Luis se encuentra algo en el suelo: una pieza de puzzle, que es la que provoca que se pare en una joyería, en la que más tarde vomita Bárbara… Es un detonante para que se conozcan Bárbara y él. Son cosas que surgen durante la escritura.

Pese a ser una historia negrísima, en ‘Magical Girl’ no renuncias a la comedia, ¿lo haces para rebajar la dureza de la película o más porque es tu manera de expresarte?

Yo creo que en la esencia de las historias siempre hay algo de nosotros. Y, en ese sentido, mi sentido del humor sí que es un poco así. A mí me gusta la comedia cuando es un poco incómoda, cuando en el momento más terrible del mundo y en la situación menos propicia surge algo que desencadena la risa. Yo soy de las personas que se ríen en los funerales. No porque me haga gracia que la gente se muera, sino porque me hace gracia que tengamos que reunirnos todos, estar en silencio… No sé, me descojona el concepto. Igual que cuando estás con un amigo en un ascensor con más gente, o en una reunión… Esas cosas me hacen gracia y creo que se termina reflejando en mis pelis, no lo puedo evitar.

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Foto: @Nacho Méndez

Una de las mayores virtudes de la película, en mi opinión, es la información que ocultas al espectador, ¿en algún momento de la escritura te viste tentado a indagar un poco más en algunos de esos momentos que no cuentas o muestras?

Eso es algo que a muchos no les gusta. He visto críticas de gente quejándose de que querían saber más cosas. Supongo que porque su perspectiva de la peli era otra, que pensaban que les ibas a contar la historia de algunos personajes. Pero mi película no hablaba de eso conscientemente, no hablo del pasado de sus protagonistas. Por eso no me interesa contar nada sobre la madre de la niña o qué pasó con Bárbara y Damián. No importa. Incluso en la película se especifica cuando dice: “eso es otra historia”. El problema es que creo que estamos acostumbrados, y cada vez más, a que todo esté explicado.

Por ejemplo, Tarantino en ‘Malditos Bastardos’ cuenta que hay una tipa que desde que matan a su familia tiene un cine y no te cuenta cómo llega a tenerlo, hay una elipsis y da igual, porque sabe que no es importante para historia. Yo también consideré que había cosas que no eran importantes. Es más, considero que no es importante que yo lo sepa. Hay veces que sí sé lo que ocurre en esas elipsis, pero hay veces que no. ¿Qué es lo que pasa en la habitación del lagarto negro? Es irrelevante. Ni siquiera tienes que imaginártelo. El simple misterio, para mí, ya es terrorífico.

Pero somos una sociedad que cada vez convive peor con el misterio. Y antes se veían las pelis de Bergman o Buñuel y nadie demandaba por qué en ‘El Ángel Exterminador’ –que en España fue una peli muy famosa– no se podía salir de la habitación. Era más importante el misterio, la sensación de angustia al no poder salir de la habitación. Otro ejemplo es la serie ‘El Prisionero’, de los años 60. La serie no era “qué es la isla” sino “cómo salgo de la isla”.

¿Tuviste que llegar a defender esa idea en el momento en el que empezó a haber más gente detrás de la película o todo el mundo estaba de acuerdo ?

Totalmente de acuerdo. Y es una suerte. Me siento muy afortunado y muy privilegiado de poder hacer las pelis que hago sin tener que lidiar con nada. No sé cómo hubiese sido si hubiesen estado metidas Antena 3 o Telecinco. A tope con ellos, ¿eh? Pero creo que cada uno cubrimos un espectro del público. Cuando pedimos la subvención nos dijeron que a dónde íbamos con esta peli, que era muy rara. Pero el productor, Pedro Hernández, que es un ángel en la tierra, defendió la película a muerte.

Mi nueva película la va a producir Enrique Lavigne. Y, pese a que Apaches es una productora más grande, va a seguir siendo una película relativamente pequeña. Pero aún así, la historia es incluso más misteriosa que la de ‘Magical Girl’ y nadie me ha dicho: “ni de coña”, sino todo lo contrario. Y por eso me siento muy afortunado de encontrar productores que quieran apostar por este tipo de historias.

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Foto: @Nacho Méndez

Antes has nombrado a Tarantino, que siempre dices que es una gran influencia para ti. Creo que eres el primer director al que se lo he oído y no ha sido porque ha metido conversaciones guays sobre hamburguesas o planos desde el maletero, sino para bien, jugando con las estructuras y haciendo historias personales…

A mí me flipa Tarantino, me vuelve loco. Yo al principio necesitaba referencias. Me preguntaba “¿Cómo lo haría Tarantino, o Jesús Franco?”, pero luego caes en que tienes que salir de casa de tus padres y empezar a hacer las cosas por tu cuenta. Pero la esencia de Tarantino sí me vuelve loco. En ‘Malditos Bastardos’, los nazis son los buenos. Si tú vienes de otro planeta, no sabes nada de la II Guerra Mundial y ves la peli piensas que los malos son los judíos porque son unos bestias malhablados y el bueno es ese nazi al que han secuestrado y matan con un bate de béisbol de la manera más cruel. Al principio sale el Coronel Landa que es un cabrón, pero es elegante, es un buen malo. Tarantino es tan listo que le da la vuelta.

Una de las cosas que me gustó de él cuando vi ‘Pulp Fiction’ es que pensaba las mismas cosas que yo pensaba de pequeño. Por ejemplo, yo me preguntaba: ¿por qué cuando disparan a alguien a bocajarro en las películas no le dan las balas? Y él lo hace: cuando les disparan y las balas no les dan, Jules se da cuenta y lo verbaliza. Me gusta que hablen las cosas, que se tomen tiempo para hablar de lo que en la ficción se asume como normal. En ‘Reservoir Dogs’ también lo hizo. Luego cada vez lo ha ido haciendo menos y se ha acercado más el género.

No sé si te acuerdas de cuando Tarantino ganó el Globo de Oro al Mejor Guión por ‘Django Desencadenado’. Se lo dedicó a esos amigos que leen el guión cuando está escribiendo y le echan una mano. ¿Tienes tú también ese círculo de gente a la que le cuentas tus historias para ver qué opinan?

Por supuesto. Y, de hecho, soy bastante pesado con eso. La peli que estoy escribiendo ahora se la he contado a todo el mundo. Ya no sólo a un grupo de tres o cuatro, sino a todo el mundo. Voy testeando y cuando tengo muchas respuestas buenas ya voy tirando por ahí.

No deja de ser como hacer un pitch. Es algo muy útil…

Claro. Yo creo que entre los guionistas a veces hay una sensación de recelo a compartir tus historias por si te las van a copiar, pero a mí nunca me ha dado miedo que me vayan a copiar las cosas. También es cierto que lo cuento cuando sé que voy a rodarla y tengo bastante avanzado todo, no voy contando las historias así a lo loco.

Pero sí me gusta hacerlo para saber opiniones incluso añadir cosas que me dicen. Sobre todo porque creo que contarlo es darle forma. En tu cabeza es una nube, pero mientras lo verbalizas le estás dando forma y te das cuenta de si tiene sentido o no tiene sentido.

Haciendo esto me he dado cuenta de que algo que me encantaba de la nueva película es completamente gratuito y por la cara. Y cuanto más lo cuentas más ves que no funciona. Tengo que decir que me cuesta menos contar la historia, que lo hago en uno o dos minutos, que mandar guiones. Más que nada por respeto a la gente, porque tampoco les quiero comprometer. Sí tengo amigos a los que se lo mando: a Nacho Vigalondo, a Paco Plaza, a Juan Cavestany…

Para terminar te quiero preguntar una curiosidad: ¿es cierto que terminaste el guión de ‘Magical Girl’ en mitad de una fiesta?

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Foto: @Alejandro Pérez Blanco

Sí. Estábamos en el cumpleaños de una amiga y me aparté un momento porque quería terminar el diálogo de José Sacristán con Luis Bermejo en el bar, el de “he convivido con violadores, pederastas y asesinos…”. Y les pregunté qué les parecía a mis amigos allí mismo. Más que escribirlo fue pulirlo; quitar diálogo es lo que más hago, porque suelo tender a sobreescribir mucho, a dialogar excesivamente y ser reiterativo.

Entrevista: Alberto P. Castaños

Fotos: Nacho Méndez.

Peluquería y maquillaje: María Manuela Cruz