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EL GUIONISTA QUE AMABA MEZCLAR LOS GÉNEROS

por Carlos López.

keaton y los generos

Poco cabía esperar del espectáculo. Por mucha ilusión que trajeras de casa, si el mismo tipo que te cortaba las entradas ejercía también de malabarista, de acróbata, de adiestrador de caniches y, en los minutos libres, ayudaba a mover la tramoya… eso te daba una idea del nivel del show, pese a los superlativos que graznara del jefe de pista. Aquellos artistas de circo sudaban el sueldo, pero tú mirabas sus volatines afilando el colmillo: ¿se puede ser bueno en todo? ¿Cómo se atreven a intentarlo?

Hay casos para todos los gustos, claro, incluso alguna predestinación. Uno de los más repetidos: tu primer éxito (o tu primer salario) da una medida de tu talento, de manera que si has vendido chistes volverán a pedirte chistes y si vendiste sustos te llamarán para dar sustos. Sucede con los actores y también con los guionistas, claro: te encasillan. Ojalá, dirá alguno, yo me dejo encasillar, con tal de que me paguen. A veces, con ese afán, se suceden los trabajos, las películas, los programas o los capítulos, y cuando te quieres dar cuenta parece que sólo sirves para hacer reír, que la especialización es una virtud, que quien sabe escribir cine negro es im-po-si-ble que domine las leyes de la comedia. Y si eres bueno en una cosa, ¿para qué arriesgar?

Ya lo dijo aquel: Rin Tin Tin era el mejor actor de su raza… pero pídele a Rin Tin Tin que haga de gato.

Trabajé algunos años en la redacción de un diario. En la sección de cultura. Nos miraban como a lo que probablemente éramos: seres prescindibles que se ocupan de banalidades. Resultó que uno de los Bush hizo una guerra y todos los redactores fuimos reclutados para sacar adelante el despliegue necesario de gráficos, editar las crónicas de los enviados y cubrir los huecos que dejaban en la redacción sin restricción horaria. Durante unos meses, me ocupé de noticas locales y de sucesos, publiqué un reportaje en el colorín dominical, me marqué alguna entrevista y hasta me inventé varios horóscopos. Aprendí mucho. Me divertí. A Bush se lo tengo que agradecer, mira tú. Entre otras cosas, me di cuenta de que soy capaz de hacer muchas cosas mal, pero que es muy recomendable meterse en otros charcos. Lo que importa es no perder de vista el interés del lector, o del espectador en nuestro caso. Lo importante es hacer espectáculo, enganchar con la melodía adecuada, da igual si la interpretas con flauta o con violín.

¿Somos músicos de un solo instrumento? ¿Solo sabemos escribir un género?

Para empezar, tendríamos que ponernos de acuerdo en qué entendemos por género. Que sí, existen los géneros, pero no pienso perder un minuto en tratar de definirlos. Y mucho menos en establecer cuáles son las reglas de cada uno. Si quieres etiquetas, vete a Zara. Si te pones a marcar categorías, corres el riesgo de que te salga una lista tan improductiva como la que propone Blake Snyder en Salva al gato y que aquí podéis leer.

Gracias a su esfuerzo podemos aprender, por ejemplo, que Titanic La lista de Schindler forman parte del mismo grupo. Y por otro lado, también comparten estante 10, la mujer perfecta Días de vino y rosas. 

Vale.

Puede que Snyder tenga razón. Pero no sirve de nada. Quizá sea útil para clasificar películas en diferentes cajoncitos, pero no me cura ninguno de los dolores de cabeza que me asaltan cada vez que empiezo a escribir un guion. La idea de un guion suele presentarse ya vestida, de colores chillones o de blanco camisón, con tanga de lentejuelas o con miriñaque…

En el fondo, cada historia tiene su propio género. 

Yo empecé escribiendo comedias de pura risa, mi primer guion vendido fue una comedia, y aunque en el cajón guardaba nada menos que una película bélica pensaba entonces que lo mío era el cuento leve, la fábula, el sainete, el astracán. Y nada malo veía en ello, al contrario, es un terreno en el que queda mucho por explorar. Los años siguientes, sin embargo, me vi escribiendo atracos, crímenes pasionales, dramas carcelarios. Hasta que sucedió lo que nunca creí que fuera a suceder, aquello para lo que estaba seguro que no servía: escribí varios capítulos de una serie de fantasmas.

Son diferentes métricas, por supuesto. Cuestión de ritmo, casi siempre. En un extremo, chistes escupidos en ráfaga; en el contrario, el pausado alzar de ojos de una niña escondida debajo de la cama. La más exigente, sin duda, la comedia, porque además de gustar tienes que hacer reír. Sí o sí.

"Memories of Murder", la historia más negra deja sitio para el humor.
“Memories of Murder”, la historia más negra deja sitio para el humor.

Puestos a defender, dejadme que defienda la tragicomedia, que es muy española. La mezcla de tonos. La mano izquierda y la mano derecha. El drama, con unas gotas de humor; la risa, con un fondo de desesperación. Es algo superior a mí: siempre que escribo una tragedia me sale el chiste y si llevo semanas zambullido en una comedia los personajes me inspiran compasión. Como espectador me encanta cuando El apartamento entra de lleno en el patetismo. O cuando un director se atreve a contar con gracia, incluso con escenas chuscas, algo tan tremendo como la historia de un violador de niñas: eso es lo que sucede en esa película tan inclasificable que se llama Memories of Murder.

También cuando la premisa fantástica sirve para escarbar en la realidad, como en la estupenda serie francesa Les Revenants, que podría ser una historia de zombies (una más… por favor, decidme que este cartel no es real) y, sin embargo, habla de pérdida, de integración, de familia, de amor. Si existen los géneros, si vamos a escribir dentro de su carril, que sean como la cuerda de la que tendamos nuestras ropas, las más íntimas, las de domingo, las prestadas y las descoloridas y aquellas que tienen esa mancha que nunca se les va. Si no es así, no me interesa.

El género, como pretexto para contar la vida.

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6 comentarios en «EL GUIONISTA QUE AMABA MEZCLAR LOS GÉNEROS»

  1. Otra serie “marciana” era Scrubs, desde la base de la comedia. Y, que se esté emitiendo, American Horror Story.

    Lo que ocurre es que hay mercados que admiten mejor esa ductilidad: el cine de Extremo Oriente se lo permite a menudo, hablando de Memories of Murder. Y el mercado de nicho, volviendo a AHS.

    Lo que ocurre es que, si se busca permanentemente el público generalista, y entre canales también generalistas, uno no puede (o le da pereza) permitirse ninguna audacia. Y el resto ya lo sabéis.

  2. Cuidado con el enlace de los 10 géneros de Snyder. Hay un troyano en la página , el JS/Blacole-Redirect.y….

    1. Gracias, Miguel. Arreglado: he cambiado el enlace por otro que también cuenta los géneros según Snyder.

Los comentarios están cerrados.

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