Yo sí leo manuales de guión… ¿y qué?

Por David Muñoz

Una de las cosas que más me sorprenden cuando leo entrevistas con guionistas y guionistas/directores españoles (los separo porque son dos “especies” distintas, aunque a veces se confundan) es que, cuando se les pregunta si han aprendido el oficio leyendo manuales de guión, prácticamente todos los niegan. Y quien lo reconoce suele decir algo así como “leí el libro X, pero no me sirvió para mucho; y desde entonces no he vuelto a leer ningún otro”.

Por supuesto, todos han aprendido a escribir guiones viendo películas y escribiendo.

No sé… ¡lo mismo hay alguna película en la que explican lo que es un punto de giro y me la he perdido!

Lo sorprendente es que no leer manuales de guión es una medalla que se cuelgan los entrevistados, como si de haberlo hecho disminuyera su categoría como creadores. “¡Que vergüenza, no he sido capaz de entender por mí mismo qué es el detonante, sino que se lo tuve que leer a Syd Field” ¡Perdóname gran Dios del guión porque he pecado!”.

Parece que todavía puntúa dar a entender que uno lo ha descubierto todo por su cuenta, como si en vez de una ciudad del siglo XX se hubiera criado en la selva, como el niño salvaje de la película de Truffaut, sin nadie que le enseñara como desenvolverse, aprendiéndolo todo mediante el método de la prueba y el error.

Un guionista durante una entrevista

Sin embargo, como creo que ya he dicho aquí muchas veces, yo no solo he leído libros sobre guión, sino que aún hoy sigo haciéndolo.

Cuando empecé lo hice porque no había ningún otro sitio donde encontrar la información que necesitaba para escribir mis primeros guiones. Yo era así de tonto, necesité leer a Syd Field y a Linda Seger* para que me entrara en la cabeza qué era aquello de los tres actos y cuál era la estructura básica que seguían la mayor parte de los guiones de largometraje. En aquella época que a mí me parece reciente, pero que a muchos les parecerá la prehistoria, no existía Internet y, dado que no conocía a ningún profesional que pudiera orientarme, y tampoco sabía de ningún curso de guión en el que matricularme, no me quedaban más opciones.

Por supuesto, no me convertí en guionista sólo leyendo a Field y a Seger. Como dice Mamet en su libro “Manifiesto”, la teoría que hace falta conoce para escribir un guión es muy sencilla, pero ponerla en práctica es otra cosa. Sobre todo, requiere mucha práctica. Como supongo le ocurre a todo el mundo, tuve que escribir miles de folios horrorosos hasta conseguir redactar algo por lo menos presentable.

Y nunca sentí que tuviera que respetar escrupulosamente las “reglas” que explicaban Field y Seger en sus libros.

Sobre todo porque nunca las entendí como tales.

Ellos, como la mayor parte de los teóricos, no inventan reglas que luego pretenden que sean aplicadas por los guionistas. No, lo que hacen en sus textos es reflejar la forma en la que se hacen las cosas habitualmente para conseguir unos resultados concretos. En el caso de Seger y Field, explican muy bien cómo es la estructura sobre la que se construyen la mayor parte de las películas que nos llegan de Hollywood.

Por eso, creo que es mejor no llamarle “reglas” a las reglas.

Llamémoslas… por Ej. “conclusiones a las que se ha llegado sobre el arte de narrar historias (y cómo narrarlas de forma más eficiente*) desde que existe constancia documental de ello. O sea, desde hace muchos siglos. Por poner alguna fecha, digamos que entre la primera vez que se contó la Ilíada y el estreno de la última de Almodóvar.

Esto de las conclusiones suena mucho peor que “reglas”, y desde luego cuesta más decirlo (con lo que no tiene futuro alguno), pero… ¿a que de pronto ya no queda tan bien decir que “te la sudan”?

Desde luego que también hay teóricos, como Robert McKee, que se venden como demiurgos del guión, como magos dueños del secreto de la piedra filosofal capaz de convertir en guionista al mortal menos talentoso que siga sus enseñanzas, pero creo que son los menos***.

En todo caso, lo que me parece importante remarcar es que lo que explican los teóricos en sus textos suele ser cómo hacen las cosas otros. Leerlos no es tan distinto de ver una película con una libreta en la mano escribiendo la escaleta para comprender cómo está construida. Solo que en el caso de los libros alguien ha hecho el trabajo duro por nosotros. Desde luego que se aprende más cuando ese trabajo lo hace uno mismo, pero siempre ayuda que alguien te diga qué es lo que tienes que buscar.

Además, pese a lo atractivo que resulta imaginarse como un niño salvaje, nosotros no estamos inventando nada cuando nos ponemos a escribir un guión.

Nuestro libreto será especial porque, como todo lo que escribimos, estará “contaminado” de nuestro punto de vista, de nuestra forma de relacionarnos con el mundo, de nuestras fobias y de nuestras preferencias, de todo aquello que conforma nuestra individualidad. Pero siempre lo haremos a partir de estructuras, de patrones narrativos, de paradigmas, que muchos otros han utilizado antes que nosotros.

El manual no te dice lo que tienes que hacer con el barro que has colocado sobre la estructura metálica de tu estatua. No, te dice solo como construir la estructura para que no se derrumbe.

Entonces… ¿qué tiene de malo informarse?

Formamos parte de una tradición. No hace falta inventar la rueda todos los días. Ni pretenderlo. A falta de poder pasar unos años como aprendices en la oficina de un guionista veterano, tenemos los libros. Y ahora también, Internet y blogs como éste.

Decía antes que sigo leyendo manuales de guión. Pocos, eso sí. Primero, porque tampoco se publican tantos, y luego, porque cada vez me cuesta más encontrar libros que no se limiten a reformular con ligeros matices algo que ya he leído antes decenas de veces.

Pero cuando los encuentro, los disfruto enormemente. No porque crea que me van a ayudar a convertirme en mejor guionista (que puede ser), sino por puro placer.

Cuando dedicas la mayor parte del día a pensar en historias, en las propias, pero también, como es mi caso al ser profesor, en las de otros, es porque te apasionan. Casi diría que porque te obsesionan. Y leer una idea nueva sobre tu oficio; una idea que te ayuda a ver algo de una manera diferente, siempre resulta estimulante. Es un “chute” que a mí me anima a sentarme delante del ordenador y ponerme a escribir. Como ver una buena película.

Volviendo a lo que planteaba al inicio, muchas veces me pregunto por qué ha calado tanto en los guionistas el mito del artista espontáneo, que todo lo aprende por su cuenta y se comporta como un rebelde que ni respeta las reglas ni las necesita. Quizá saberlo explicaría también porque en las charlas con guionistas se aplaude cuando alguien niega la existencia de dichas reglas (lo repito, no son reglas, son conocimientos) o se enorgullece de por Ej. lanzarse a escribir un guión sin una escaleta previa, como si eso dotara a su obra de una especie de pureza de la que carece la de compañeros que prefieren escribir una escaleta para no tardar 27 versiones en tener un borrador aceptable. A lo mejor es que tienen mucho tiempo libre o no necesitan trabajar para pagar el alquiler, no sé.

Mientras lo descubro, seguiré leyendo manuales de guión.

Y si me preguntan en una entrevista si lo he hecho o lo hago, diré que no.

Yo también quiero ser un creador de verdad, hombre.

*En copias fotocopiadas que me pasó un amigo.

**O sea, más divertida, emocionante, etc.

***También hay que entenderlos. Hablar de guiones se ha convertido en su forma de vida. Y para llegar a fin de mes tienen que venderse. ¿Cómo? Dándose importancia.

25 comentarios en «Yo sí leo manuales de guión… ¿y qué?»

  1. No comprendo la beligerancia, David.

    Se pueden leer manuales y se puede no hacer. Ambos métodos son igual de lícitos igual que hay músicos que saben leer partituras y otros que tocan de oído.

    Tu lees manuales y está muy bien que lo hagas. Otros no, y también está muy bien. Que cada uno haga lo que le sirva para trabajar, ¿no?

    ¿Es que prefieres que TODO el mundo haga exactamente lo mismo que tú haces?

  2. No es eso, Julio. Debe ser que no me he explicado bien. Lo que quiero decir es que pese a que lo nieguen, prácticamente todo el mundo ha leído manuales de guión (sobre todo cuando empiezan). Por lo demás, sí que creo que está bien que todo el mundo conozca las bases de su oficio. Facilita las cosas. No solo para escribir tus guiones, sino para tener un lenguaje común a la hora de trabajar con otros. Y no pretendía ser beligerante, sino irónico. Vamos, que estas cosas me divierten más que me enfandan.

    1. Hombre, estoy generalizando, lo sé… pero sí que conozco casos de amigos que no dicen exactamente la verdad… o que reniegan de haberlos leído… de la misma manera que muchos guionistas dicen que no escriben escaletas, y luego les aprietas y resulta que sí que escriben escaletas, sólo que no las llaman así.

  3. No creo que haya muchos músicos, al menos buenos músicos, que no hayan aprendido la técnica a partir de algunas clases. Las notas, etc. Ahora hay cursos de guión; en mis tiempos (y en los de David), menos, y no en España.

    Despreciar las normas de una tradición (que es la narrativa, no sólo la de la ficción cinematográfica o audiovisual) es pretencioso y un tanto de recién llegados.

    Siempre habrá excepciones, sin duda, y habrá gente que tenga un talento innato, que sepa aprender a escribir una buena historia a partir de la simple lectura de otras obras.

    En todo caso, muchos de esos que dicen no leerse manuales, me da que tampoco leen… en general. O sea que de tradición narrativa, en literatura, como que tampoco la conocen demasiado.

    De ahí, guiones y documentos de algunos guionistas y guionistas-directores donde ni siquiera se cuida la ortografía. A ver si vamos a estar defendiendo la cultura, y los derechos de autor, y, al tiempo, despreciamos todo lo que se ha hecho antes de nosotros y nuestro tiempo por señores y señoras que sabían escribir mil veces mejor que nosotros.

  4. Hola David,

    no suelo entrar a los comentarios de los blogs. Pero lo voy a hacer, y usando mi nombre.

    Yo no he terminado un “manual” de guión en mi vida. En una entrevista reciente en este blog cité el de Michel Chion, que leí cuando era mucho más joven, saltando de un capítulo a otro, y uno de Carriere, que se llamaba “The End”, pero que no es un manual sino un libro sobre el oficio, básicamente.

    Y no lo he hecho, no por arrogancia o por el síndrome del “buen salvaje” del que hablas.

    No lo he hecho básicamente porque están MUY MAL ESCRITOS. Me cuesta mucho leerlos. No me gusta el tono de interpelar al lector, que me recuerda a un manual de autoayuda. El molesto uso de las negritas, las cursivas. Las traducciones de los terminos, que muchas veces están mal.

    Para mí son libros aburridos y que, si bien son muy útiles, me cuesta muchísimo leer. Los libros de entrevistas con otros guionistas si que los devoro porque me parece que su lectura si es agradable, entretenida, y también se aprende mucho de la escritura en sí.

    Resumiendo, no he leído manuales de guión del mismo modo que no he podido sacarme el carnet de conducir: porque no soporto el libro de la autoescuela. Es solo eso.

    Gracias y perdona la intervención.

    ¡Una pena no haberte visto en los Encuentros!

    Un abrazo.

    1. “No lo he hecho básicamente porque están MUY MAL ESCRITOS”…
      “El molesto uso de las negritas, las cursivas.”

      Por no hablar del molesto uso de LAS MAYUSCULAS.

  5. A algún gurú del guión (no recuerdo a cuál) le oí comentar que le sorprendía la cantidad de guionistas que no habían leído la Poética de Aristóteles. Como la de Aristóteles, hay muchas poéticas que no parecen manuales de autoayuda, que están muy bien escritas y llenas de sabiduría. No son normas, son análisis de lo que funciona para tratar de entender por qué funciona. A mí no me entra en la cabeza cómo se puede escribir un guión sin haber leído nunca cómo se hace, y encima presumir de ello. Será por eso que se ve tanto despropósito narrativo por ahí.

    1. Interesante, esto que mencionas Mariano, porque la obra de Aristóteles se usa mucho, como especie de coartada.

      Sin embargo, y lo confirmaré porque me he hecho con ella, al parecer, leo por diversos sitios, se cita al maestro griego cuando conviene, y no en todo lo que proponía.

      Que no es que, por otra parte, haya que tomarlo como gurú, y seguir a pie juntillas lo que propone, pero voy a investigar, ya digo, porque me da que Field, sin ir más lejos, usa a Aristóteles con un poco de superficialidad.

  6. En “Adaptation” el hermano de Charlie Kauffman lo explicaba:

    “No son reglas. Son principios. Técnicas que no es obligatorio
    utilizar, pero que se ha demostrado que funcionan.”

  7. La gente que dice que no ha leído jamás un manual de guión (salvo por los motivos de Fernando) es porque ha estudiado a Aristóteles y a Joseph Campbell. Seguramente.

  8. Recientemente, oí decir a Fernando Castets que el concepto de ‘esqueleto’ le era un tanto extraño. Según dijo, a él le gusta escribir de 10 a 15 páginas del tirón, y así sucesivamente, lo cual le obligaba también a reescribir las sucesivas versiones resultantes hasta dar con la definitiva. Probablemente tenga tiempo libre para permitírselo, pero como método, respecto al paradigmático, puede ser igual de efectivo. De hecho, que tenga tiempo libre o no, no debe ser un baremo para dar más validez a un método que a otro. Si tiene tiempo mejor, quién lo quisiera : )

    Me gusta pensar que desmenuzar una película tras su visionado puede ser una buena manera de aprender cómo hacer cine, y que incluso el beneficio cognitivo es mayor y de más calado que leyendo a Syd Field puesto que se aprende desde la totalidad del conjunto, desde el resultado final, y esa deconstrucción permite observar el proceso y detectar todos esos conceptos ya catalogados. Creo que el desglose es un buen método de aprendizaje, y supongo que al final lo ideal es nutrirse de todos ellos (libros, visionado, escritura, desglose…) puesto que todos son complementarios y ninguno está de más. En el caso de Castets es obvio que los años y la experiencia le ofrecen (a parte del preciado tiempo) un fiable margen de maniobra para atacar y construir la historia desde el frente que crea más oportuno.

    En todo caso no parece nada fácil, y con Syd Fields o sin ellos, hay que currárselo.

    1. Yo pienso que ambas tareas son necesarias. Tanto el leer manuales que te ayuden a comprender y poner nombre a los mecanismos de un guión, como el desmenuzar películas durante su visionado y localizar esos mecanismos, que están presentes siempre, salvo quizás en el cine experimental.

      Vamos, que no creo que haya que elegir un camino u otros, sino los dos, y luego, claro está, escribir mucho.

    2. Vaya con el wordpress, el anterior comentario era mío pero sale fhrodri, en fin.

      A lo que iba. Tal vez lo que propone Castets y otros que no usan escaleta, sin duda, sea una opción. Suena, eso sí, a cuando el guionista se siente “escritor” (de novela). Todo es permisible, siempre que el resultado sea bueno.

      Lo que puede pasar, si no eres un genio, es que luego venga un analista o lector, te haga preguntas sobre la estructura, y entonces te pilles un cabreo del quince. A lo mejor, ciertos guionistas se sienten menos “autores” si “construyen”.

      Pero, en mi opinión, esto está relacionado con la imagen romántica del artista, que crea “de la nada”. Los propios novelistas, en su mayoría, te dirán que, antes de escribir, han hecho sus “deberes”. Si no una escaleta, algo.

      En todo caso, leer manuales de guión no te obliga a escribir escaletas.

    3. Fernando, no sé si ha leído bien a los dos comentaristas, pero nadie lo diría. ¿De verdad le parece que lo que debaten está relacionado con la imagen romántica del artista que “crea de la nada”? ¿Conoce a alguien así? Lo que presupone es tan absurdo y se le da la misma importancia que a Victoria Beckam cuando dice que no hace dieta, a la Perysler cuando apela a la genética para justificar lo estupenda que está o al estudiante que ha aprobado un examen con nota y dice que no ha mirado un libro. Osea, importancia, ninguna.
      La lectura es el alimento del cerebro y sin ese alimento no creo que pueda producirse nada. Y también es posible que en el resultado influya lo variada que sea esa dieta.

      El texto de David me ha parecido de lo más razonable y me ha hecho gracia especialmente cuando ha dicho irónicamente: “Si me preguntan en una entrevista si he leído manuales de guion, diré que no”. Y hará bien, David. No sé si recuerda aquel que dice… un señor de 80 años consulta al doctor que quiere aumentar su potencia sexual y seguir manteniendo relaciones con su señora. El médico le contesta que a su edad no se puede hacer gran cosa, ni se pueden hacer milagros. El anciano protesta airado: “Pero mi amigo Casiano que tiene 85 consigue hacerlo tres veces por semana”. Y el doctor le responde: “Pues dígalo usted también”.

      De todos modos, Fernando, al margen de que pueda estar o no en desacuerdo con lo que dice, no quiero pasar la ocasión de decirle que lo que más me admira de sus comentarios es lo inmaculados e impolutos que los presenta siempre. Ni una sola falta (de ortografía, claro) Desde luego yo, no puedo decir lo mismo. Por mucho que lo pretenda, siempre acabo sucumbiendo al descuído.

    4. Regla, no entiendo bien a qué se refiere. Yo me refería a aquello que decía Castets de que trabajaba sin escaleta: es decir, sin “trabajo previo”. Y que eso, tanto como esos que comenta David que dicen en las entrevistas que no usan escaleta, me sonaba a eso del artista romántico.

      Y sí, sí que conozco gente así. Directores-guionistas, sobre todo.

      Si lo he entendido bien, usted cree que no importa el efecto en la gente de declaraciones como las que mencionaba David. Yo creo que todo cuenta. Si dicen la verdad, ok; si mienten, para quedar como “por encima” de detalles tan “nimios” como la técnica, ya me parece injusto.

      En cuanto a esto de que mis intervenciones sea inmaculadas… Hombre, eso intento, pero siempre puede uno meter la pata. Pero es que yo soy de la EGB, cuando la forma de escribir era tan importante como lo que se escribía. Qué le voy a hacer

    5. Pues sí, me refería a ese trabajo previo. Unos le pueden llamar escaleta y otros le llamarán otra cosa, pero el fondo de la cuestión es el mismo. Y claro que cuenta el efecto de declaraciones como las que mencionaba de David, independientemente de su propósito. Suelen servir para estimular la materia gris, para reflexionar, para debatir e incluso para inspirar otras declaraciones muy distintas que, no tienen que estar necesariamente erradas, porque el valor de verdad o de mentira que le dé cada cual siempre será subjetivo. Y más, en una profesión como esta en la que se trabaja con la ficción.
      Respecto a mi último párrafo, aunque haya podido exagerar con lo de “inmaculado e impoluto”, lo he dicho totalmente en
      serio. Yo también soy de EGB y pienso que a la hora de presentar un escrito todo es importante: la forma, las formas y el fondo. Aunque de manera natural, todos tengamos la inclinación o la tendencia a descuídar alguno de estos
      aspectos.

    6. La ficción, sin duda, siempre implica un elemento de subjetividad. Pero hace siglos que existen los editores, o sea que la propia literatura lleva ya tiempo con señores que se encargan de corregir a los autores.

      O sea, normas hay; otra cosa es que se respeten más o menos, y si encorsetan o si ayudan a una historia.

      Yo ya decía que todo método es válido. Lo que me parece injusto es mentir y decir que uno escribe bajo la luz romántica de la inspiración, porque eso da una imagen poco profesional del guionista.

      Un buen guionista escribe tanto como un novelista, decía José Luís Borau, sólo que mucho de lo que escribe es para sí y no se refleja siquiera en el manuscrito; en el guión propiamente dicho.

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  10. Bueno, me cuesta creer que haya guionistas que se crean tocados por una mano divina cuando se ponen a escribir (pero los habrá, seguro). En todo caso creo que algunos, como en el caso de Castets, sencillamente parten de un esqueleto menos elaborado. Más o menos dijo que si emprende un viaje de Madrid a Barcelona sabe que debe parar por el camino, pero no siempre sabe cuándo ni dónde. Lo que se podría traducir en que, según el caso, establece equis puntos de referencia por los que traza la historia. El margen de maniobra, la reescritura y el tiempo creo que son, en este caso, los fundamentos de su método, y no tanto las virtudes genuinas. Es otra manera.

    A mi me parece que la espontaneidad en esto de escribir sólo funciona en la poesía o en el texto experimental, o incluso en el relato corto (algunos de sus máximos representantes aseguran que escriben del tirón). Parecen registros más tolerantes a la ambigüedad. Aunque también creo que cualquier método (incluso el de ‘artista por la gracia Dios’, si lo hubiera) es igualmente plausible, puesto que quien recibe y acaba juzgando el producto final, sea un mero espectador o un crítico, no posee la verdad sobre lo que está bien hecho y lo que no. Es relativo ¿no?

    Eso si nos ceñimos estrictamente al guión como una creación artística.

    Ahora bien, si lo que queremos es someter el producto final a los parámetros utilitaristas del sistema de estudios y a sus estudios de mercado, entonces sí, prepárate un termo de café, ten un reloj a mano, coge la regla y el cartabón, o puede que te quedes sin curro.

    ¿No?

    1. Hombre, yabadabadooh los extremos son eso, extremos. Un guión, y una novela, y un relato (y esto te lo dirán muchos autores de relatos, yo he charlado con más de uno) tiene su técnica. Sus normas.

      ¿Son obligatorias? No siempre, no del todo, no según qué caso… Sea como sea, si no sabes mezclar colores, es improbable que seas un gran pintor.

      Pero ya decía yo que todos los métodos son respetables. Ahora bien, todo lo que puede pasarle a los artistas por inspiración es que topen con un productor, un director o un analista que le señale los posibles errores.

    2. Uy, perdón, que me he dejado la n a la “Si”. Lo digo poque es uno de los argumentos tópicos más utilizados por algunos, cuando no están de acuerdo con tus ideas.

      PD- Yabadabadoo, estoy muy de acuerdo con sus dos intervenciones. Lo que pueda añadir yo, estaría de más.

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