por David Muñoz.
Hace una semana vi esta película en DVD:
Y hace solo unos días terminé de leer esta novela, la última de Javier Calvo:
Si queréis saber más sobre Suomenlinna, os recomiendo que echéis un vistazo a este blog. A mí me ha gustado mucho, pero de lo que quiero hablar no es de ella sino de algo que tiene una importancia muy grande en la novela, que guarda relación con temas tratados aquí recientemente y que se encuentra muy bien explicado enesta conversación entre Luis Magrinyá y Javier Calvo.
Esta es la parte de la conversación que me interesa de cara a este texto:
“LM. Cosas del lenguaje: Me ha llamado la atención la expresión estereotipada de los emociones, que suelen aparecer debidamente objetivadas con mayúsculas: «Sonrisa de Tipo Nervioso», «Estado de Angustia Interior», «Cataclismo Personal». También se hallan objetivadas muchas situaciones dramáticas: «Permiso Penitenciario de Navidad», «Momentos de Dramatismo Familiar Intenso», «La forma en que Mirkka escupe sobre la nieve nada más salir del coche patrulla es otro estereotipo carcelario». ¿Todo esto sirve? ¿Valen las convenciones para describir el mundo? (…).
JC. (…) Aquí hay varias cuestiones. Una es el hecho de que no existe la expresión puramente espontánea de las emociones. Todas nuestras manifestaciones emocionales tienden en mayor o menor medida al estereotipo. En parte se debe al hecho de que aprendemos a expresarnos imitando a nuestros padres, o peor: leyendo libros o viendo la televisión. Y la vida, como ya se sabe, cuando no sabe qué hacer, imita al arte. Hasta en los momentos más “intensos” o “espontáneos” o “inmediatos”, fíjate. Cuando nos peleamos con nuestras parejas, todos somos un poco Meryl Streep. Cuando tenemos sexo, somos émulos imperfectos de los actores o actrices porno. Es por eso que cuando hay una situación de dramatismo intenso, como la llegada de Mirkka a su casa por el permiso penitenciario de navidad, aparecen cosas como la “Sonrisa de Tipo Nervioso” o el “Estado de Angustia Interior”. Es un poco como ponerles a esas expresiones un pequeño simbolito de ™. Es para señalar algo sancionado por el tiempo y la tradición, como por ejemplo un tipo de sonrisa que hemos visto miles de veces en el cine. De la misma manera, Mirkka escupe como un presidiario porque probablemente en el correccional sea la forma en que todas las chicas escupen, siguiendo los códigos de las películas de presidios. (…) No solamente estamos encerrados en la cárcel del lenguaje, sino en la cárcel mucho mayor de la representación general. (…)”.
Pues sí, muchas veces uno no sabe si cuando describe una emoción o una situación está contando la realidad, o está repitiendo la forma de contar la realidad que le han contado mil veces antes, y que no tiene nada que ver con la realidad “real” (¡si es que existe!). Lo peor es que incluso en ocasiones nos notamos comportándonos sin querer “como en las películas”. Sobre todo cuando nos enfrentamos a una situación que no hemos vivido antes y que solo hemos visto en el cine o la televisión.
Los estereotipos a veces son inevitables, tanto en el arte como en la vida.
Siendo todo eso cierto, y siendo cierto también que de tanto imitar al arte la vida ya no es lo que era…
…hay cosas que no tienen perdón de Dios.
Y sí, por fin voy a hablar de Blindado. No fui a verla al cine porque no se estrenó en V.O., pero me compré el DVD en cuanto lo vi a la venta. Lo reconozco: yo soy uno de esos espectadores que se sienten atraídos por las historias de “hombres machotes que intentan llevar a cabo una misión que les supera y acaban matándose entre ellos”. La sinopsis que leí (un grupo de amigotes seguratas que conducen furgones blindados se confabulan para robar el dinero que transportan… ¡como el Dioni!), y el casting (Matt Dillon, Jean Reno, Laurence Fishburne) prometían… no sé si una buena película pero desde luego sí que abundantes dosis de testosterona.
Vale, la película no fue un éxito y las críticas tampoco fueron muy positivas. Pero eso no impidió que a mí siguiera interesándome. Al fin y al cabo no todas las películas son para todo el mundo.
Luego la vi y entendí porqué no había funcionado.
Blindado es un “quiero y no puedo” constante. Arranca más o menos bien, pero a los pocos minutos todo empieza a parecerte visto mil veces. Y así resulta muy difícil seguir interesándose por lo que está ocurriendo y no empezar a bostezar (o dejar de verla). La película entera podría haber sido escrita con ese programa de escribir guiones a base de lugares comunes del que sueña disponer algún día más de un productor.
Porque Blindado es un cliché de hora y media.
Y lo más sangrante es su final.
Una cosa es asumir que todos los géneros tienen sus convenciones (o sus estereotipos, por seguir con la denominación de Calvo) y otra cosa escribir con el piloto automático y no darles ni una mínima vuelta que les haga interesantes. Cosa que vete a saber si hizo o no el guionista de la película, James V. Simpson. No he leído su guión así que no sé si este clímax es el que escribió él o lo que le pidieron reescribir los productores. En todo caso, es lo que ha quedado. Y como espectadores no tenemos más remedio que juzgar resultados, no intenciones.
En Suomenlinna, Javier Calvo de vez en cuando utiliza las mayúsculas para subrayar los momentos que de tan vistos ya no merece la pena ni explicar en profundidad. Con por Ej. leer “Momento de Dramatismo Familiar Intenso” ya sabemos todos de qué nos están hablando.
De haber usado el Sr. Simpson esa técnica, todo el guión de Blindado debería estar escrito en mayúsculas.
Veamos porqué.
Ah, esta vez aviso: a partir de aquí mismo esta entrada es un SPOILER. Si alguna vez queréis ver Blindado (cosa que no os recomiendo con todo el buen cine que seguro que podéis elegir en su lugar), lo mejor es que no sigáis leyendo.
Cuando “pillamos” la película, estamos en la fábrica abandonada a dónde los seguratas han llevado los furgones para esconder el dinero. Y los seguratas ya están todos peleados. Se han visto obligados a matar a un testigo del robo para que no les delatara, y como en estas condiciones uno de ellos, el novato protagonista de la película Ty Hackett (Columbus Short), se ha negado a seguir adelante con el plan, los demás -incluso Mike Cochrane (Dillon), su gran amigo -y encima pariente-, deciden matarlo. Pero Ty es un tipo con recursos y logra encerrarse en uno de los furgones con el dinero, junto a un policía agonizante que casualmente pasó hace un rato por allí y al que Baines ( Fishburne) le ha metido un par de tiros. Para conseguir que Ty salga del furgón antes de que llegue la policía, Mike ha decidido mandar a Quinn (Reno, que debe de tener como cinco frases en toda la película) a secuestrar a Jimmy, el hermano de Ty. Cosa que Quinn hace a una velocidad que ríanse ustedes de The Flash. Además, el hermano es la razón por la que el honesto Ty se ha metido en este lío. Ambos son huérfanos y Ty se encarga de cuidarle. Pero al principio de la película apareció en su casa una malvada asistenta social que amenazó con retirarle a Ty la custodia de Jimmy si no soluciona los problemas económicos que amenazan con dejarles sin un hogar donde vivir.
Entonces, ahí tenemos a Mike poniéndole una pistola en la cabeza a Jimmy y dejándole muy claro a Ty que o sale del furgón o le vuela la tapa de los sesos a su hermano:
Y claro, Ty abre la puerta del furgón, dispuesto a morir con su hermano. Porque lo que es obvio a esas alturas es que los otros seguratas -que ya se han cargado a otro compañero que también quería abandonar como Ty-, no les van a dejar marcharse con vida. Básicamente, la estrategia de Mike consiste en creer que Ty es tan idiota como para tragarse sus promesas.
Ty sale y ocurren dos cosas muy extrañas. Los otros seguratas NO LES MATAN en ese mismo momento. Se conforman con tirarles al suelo juntos para que se puedan consolar el uno al otro. Y tampoco se cargan al policía. ¿Por qué razón? Pues únicamente porque Ty, Jimmy y el poli son los “buenos” y tienen que seguir vivos hasta el clímax.
Pero… las cosas no son lo que parecen. Ty es el protagonista, y por tanto, tiene un plan. Los seguratas malignos pasan de los buenos, entran en el furgón para comprobar si su dinero está allí y se produce una explosión que los hace volar por los aires, “matándolos” a todos. Un secuencia de lo más tonta pero también estupendamente dirigida y, sobre todo, montada.
Por supuesto, los únicos que no se han visto afectados por la explosión son los tres “buenos”.
Y aquí viene el momento que más risa me dio mientras veía la película. En vez de marcharse los tres juntos (recordad: Jimmy está perfectamente), con los dos hermanos cargando al policía, Ty dice lo siguiente:
Traduzcámoslo a “idioma guionístico”: “Jimmy, a ver cómo te lo explico… yo te quiero, sí, y todo esto lo he hecho por ti, pero soy el protagonista. Y según El Gran Libro del Cine Comercial que rige nuestra existencia, el protagonista debe enfrentarse solo al antagonista en el clímax, así que… me piro, chaval”.
Y Ty se larga, dejando a su hermano solo con el policía moribundo (que a estas alturas debe estar preguntándose porqué era tan intensa la agonía de Tim Roth en Reservoir Dogs y tan aburrida la suya).
Por supuesto, con lo anterior no es difícil deducir que…
…Mike está vivo. Pobrecito, medio quemado y todo, y el Dios del guión convencional no le deja descansar.
Ty se sube en el coche del policía e intenta escapar. Pero Mike aparece conduciendo un furgón y se lo lleva por delante. ¿Qué es eso de querer escapar, Ty? ¡Te espera tu enfrentamiento final!
Ty sale corriendo y Mike le persigue. Atentos a la buena forma de Ty. Es capaz de correr más rápido que un furgón que va a toda velocidad. Ahí es nada. De esta a las Olimpiadas.
Pero como es el malo, Mike es torpe al volante y se estrella.
Y a Ty, que podría aprovechar la ocasión para largarse de allí y pedir ayuda antes de que el policía al que quiere salvar se desangre del todo, no se le ocurre otra cosa que acercarse al furgón estrellado a echar un vistazo. Lo mismo Mike está esperándole con una pistola, pero Ty sigue empeñado en respetar las reglas, y el protagonista siempre tiene que tener un cara a cara con el antagonista.
Pero afortunadamente, Mike no es Freddy Krueger y está muerto bien muerto.
Y ahora, vamos al epílogo “resuelvelotodo”.
El policía ha sobrevivido… ¡bien!(no en vano es un superhéroe, Milo Ventimiglia, de Heroes, para él perder unos cuantos litros de sangre no significa nada).
El jefe del protagonista se acerca y le comunica que va a recibir una recompensa por todo lo que ha hecho. Gracias a ese dinero se solucionarán todos sus problemas económicos. Debido a la estupidez de la policía, que no se ha preguntado qué hacía Ty con el resto de los ladrones en la fábrica abandonada si supuestamente no sabía nada de su plan, el héroe ha conseguido su objetivo. ¿Cómo se llamará el jefe? ¿John “Ex Machina”? ¡Pobre Fred Ward, con lo grande que ha sido!
Y…¡pero bueno! ¿Quién aparece por ahí?
Sí, ¡el hermanito! Algo magullado pero satisfecho.
¡Requetebien!
¡Los tres personajes positivos de la película han sobrevivido! ¿Quién puede pedir más? ¿Quién necesita emoción o sorpresas cuando puede aprender una lección moral tan inusual como “robar es malo” y “si haces el bien, tranquilo porque Dios proveerá”. ¡Recuérdalo siempre: aprieta pero no ahoga!
La semana que viene seguiré hablando de finales, pero de buenos finales que usan las convenciones a favor de obra. Como Ej. usaré el de esta película:
Por desgracia, para poner ejemplos positivos hay que hablar de películas que merecen la pena. ¡Así que ya podéis ir viéndola si no queréis que os la fastidie!
Epílogo: