…que Pulp Fiction es un peliculón y Quentin Tarantino un “peazo” guionista.
David Muñoz
Recuerdo que cuando vi por primera vez tanto Reservoir Dogs como Pulp Fiction me sentí muy desconcertado.
Las dos películas tenían escenas de no sé cuántos folios con personajes hiper estilizados sobre los que apenas llegabas a saber nada hablando sobre asuntos que me la traían al pairo (¡la letra de una canción de Madonna!), contaban argumentos más vistos que el tebeo, sus retorcidas estructuras respondían más al capricho que a una necesidad dramática clara (cosa que, aclaro, no es ni mucho menos mala), y a primera vista, como director Tarantino parecía más preocupado por reflejar una cierta idea de lo “cool” que por profundizar en lo que contaba.
Pero no importaba. Sus supuestos defectos eran parte de su encanto; eran, en realidad, sus virtudes. Su marca de estilo. Lo que las hacía especiales.
Ahora estamos tan acostumbrados a ver las películas de Quentin Tarantino que me parece que no nos damos cuenta de que hasta que punto resulta atípica su forma de contar las cosas. Y sí, es cierto, sé que alguno ya lo estáis pensando y que a lo mejor estáis a punto de escribirlo en los comentarios. QT no es totalmente original. Toma prestado todo lo que le interesa de otros y lo “remezcla”. Pero como este no es un blog sobre teoría cinematográfica os voy a ahorrar otro texto explicando sus deudas, plagios, homenajes o cómo los queráis llamar.
Lo importante es que el resultado final de ese mezcla es tan, tan particular, y Tatantino la ha hecho tan suya, que cuando otros cineastas la han intentado emular decimos que están haciendo “una tarantinada”.
Pero… ¿en qué consiste exactamente una “tarantinada”?
Da la impresión de que la mayor parte de sus emuladores piensan que es escribir diálogos larguísimos trufados de referencias a algún aspecto de la cultura popular. Y así, hemos tenido que soportar infinidad de escenas de siete folios con diálogos supuestamente ingeniosos sobre comic books, ignotos grupos de pop de los 70, etc. Pero creo que el mayor acierto de Tarantino, o lo que hace que su cine funcione tan bien desde el punto de vista dramático, y por muy divertido que resulte, no es precisamente ese.
Si algo ha hecho bien Tarantino es desarrollar estrategias dramáticas propias para lograr eso con lo que sueña todo guionista: contar las cosas de otra manera pero sin perder al espectador por el camino. Obviamente, tampoco en este aspecto Tarantino ha inventado nada, pero sí que creo que su forma de aproximarse a esas estrategias ya conocidas, llevándolas muchísimo más lejos de lo que parecía posible, sigue siendo aún bastante inusual y son muy pocos -o prácticamente ninguno- los guionistas que se atreven a usarla de una manera parecida (o a los que se lo permitirían sus productores).
Para explicar de qué estoy hablando exactamente creo que lo más interesante es analizar la que para mí es una de las escenas más brillantes del cine de Tarantino: el comienzo de la trama protagonizada por John Travolta y Samuel L. Jackson en Pulp Fiction.
La escena empieza con ellos dos hablando en un coche. De buen rollo. Sonríen, parecen bastante relajados. Visten con traje. Podrían ser dos viajantes de comercio o dos oficinistas camino de su lugar de trabajo. Resulta que Vincent (Travolta) ha estado recientemente en Amsterdam, así que le está hablando a Jules (Jackson) de los bares en los que se puede comprar hachís legalmente y de lo que más le ha llamado la atención de Europa: lo que él llama las “pequeñas diferencias”, como los diferentes nombres que tienen allí las hamburguesas de McDonalds. O sea, hablan de chorradas sin importancia.
El diálogo, perfectamente escrito (y tiene que serlo para resultar soportable) fluye con naturalidad. Y, además de ser divertido dice cosas sobre los personajes. Obviamente, Jules ha viajado muy poquito y Vincent es un poco catetillo. Sus reflexiones son un poco ingenuas… da la impresión de que es un tanto pardillo. “Un Big Mac es un Big Mac. Pero le llaman Le Big Mac”. Pero Tarantino ha conseguido su objetivo, los dos tipos te caen bien, estás con ellos y les das un voto de confianza. “Vale, estoy con vosotros, me gustáis, tenéis mi atención”. Al mismo tiempo, algún espectador se sentirá desconcertado. “Pero bueno…¿esto no era una película de tiros? ¿qué está pasando aquí?”. Pero no pasa nada. Eso es bueno. La incertidumbre –mientras no se prolongue demasiado-, es necesaria para mantener el interés del espectador por una historia*.
No tiene que ver con el guión, pero hacer un buen casting suele ser otro de los aciertos habituales de Tarantino. Vincent parece un tipo que hace tiempo fue cool y que en su empeño de seguir pareciéndolo nos despierta cierta ternura, como el Travolta de entonces; y por otro lado Jackson, incluso con ese pelo, no puede dejar de ser cool ni queriendo.
Entonces, la escena corta a un plano rodado desde el maletero del coche. Jules y Vincent sacan unas pistolas. Es el primer punto de inflexión importante de la secuencia. Estos tipos van a matar alguien. De hecho, hablan de que van a tener que llevarse por delante a al menos cinco personas. Son dos asesinos a sueldo.
Ahora, Tarantino le está diciendo al espectador: “aquí va a pasar algo gordo. Aunque no te gusten mis diálogos y lo que viene a continuación te resulte algo pesado, te va a compensar esperar. Al otro lado del arcoiris hay un cofre lleno de oro”.
Escribir es un proceso de negociación continuo con el espectador. Éste te entrega su confianza (y su paciencia) a cambio de la promesa de que le vas a contar algo interesante tarde o temprano. Por supuesto, el “umbral” de la impaciencia de cada espectador es distinto (y Hollywood parece pensar últimamente que todos lo tenemos a cero). Pero con eso es con lo que juega Tarantino continuamente. Si bien, más que un proceso de negociación, lo suyo es un regateo. Pero sería raro que en este momento hubiera alguien que no quisiera saber qué va a pasar después. La escena del maletero ha sido su “gancho”.
Ahora llega el momento más difícil desde el punto de vista de la escritura. Vincent y Jules llegan frente al edificio donde van a llevar a cabo su “trabajo” y, por supuesto, siguen hablando.
Y digo difícil porque una vez estamos con ellos, que hemos “picado”, Tarantino se permite hacer algo que casi nunca sale bien. Los personajes dejan de comentar banalidades (hasta ahora tanto podrían haber estado hablando de los bares de Amsterdam como de cualquier otra cosa), para pasar a verbalizar de forma casual, sin darle importancia, información que el espectador debe recordar para entender buena parte de la historia que se está contando. En los talleres de guión, los profesores siempre decimos que es mejor mostrar que contar. Pero sin embargo QT elige contar. Y le sale bien por los pelos.
¿De qué hablan Jules y Vincent? Pues hablan de “trabajo”. Para empezar, de Mia (el personaje que luego interpreta Uma Thurman), una actriz cuyo único crédito es en un piloto que no llegó a emitirse de una serie de televisión. Y Mia sale con un tal Marcellus. Como veremos más tarde, Mia juega un papel muy importante en la trama que posteriormente protagoniza Vincent.
Los dos asesinos entran en la casa. Mientras esperan el ascensor, siguen conversando. Marsellus ha quitado de en medio a un tal “Tony Rocky Horror” por darle un masaje en los pies a Mia.
Salen del ascensor y continúan hablando. Parecen algo más tensos. Pero su tensión no tiene nada que ver con el “trabajo” que van a llevar a cabo. Lo que les preocupa es la historia del masaje en los pies. Se paran un momento a discutir sobre lo adecuado del castigo o no que le propinó Marsellus al pobre Tony. Jules dice que le parece desproporcionado y Vincent dice que lo entiende. Ambos están tan poco preocupados por lo que tienen que hacer que cualquiera diría que todos sus días “laborables” son así. Y creo que eso es precisamente lo que quiere transmitir Tarantino. Estos dos tipos son más peligrosos que el típico matón hiperexcitado y bravucón de tantas películas de asesinos a sueldo. Tienen tan poco miedo que no se alteran ante la perspectiva de un inminente tiroteo**.
Recuerdo que en aquel momento cuando vi por primera vez la película ya estaba un poco nervioso. Quería… no, necesitaba saber qué iban a hacer estos dos tipos. Cuanto más tiempo pasaba, más tremebunda aparecía en mi imaginación la inevitable escena del tiroteo. Además, me notaba preocupado por lo que pudiera pasarles a individuos de los que no sabía nada hasta hace unos minutos.
Y, en un golpe maestro, rizando el rizo de la tensión subterránea de la escena, justo cuando van a llamar a la puerta del piso donde les esperan sus “víctimas”, Jules dice que es demasiado pronto y él y Vincent se echan a un lado para seguir discutiendo otro rato.
Claramente, Tarantino reconoce que está jugando con nosotros. Y nos desafía a seguir jugando con él.
Entonces, descubrimos que Marsellus, que por lo que parece es su jefe, le ha encargado a Vincent ocuparse de Mia cuando se vaya a Florida dentro de unos días. Quiere que la saque por ahí para que no se sienta sola. A Jules el asunto le escama y suelta una frase que parece insinuar que intuye que por culpa de Mia va a morir más gente (y “gente” en este caso significa Vincent), pero cuando Vincent le pide que le repita lo que ha dicho porque no lo ha entendido demasiado bien, Jules se escaquea y le dice que ha llegado la hora de ponerse serios y hacer lo que han venido a hacer.
Por fin, llaman a la puerta y se abre la puerta del piso.
Y aquí dejo el “despiece/repaso” de la escena.

Aquí, Tarantino emplea otra de sus estrategias preferidas: escamotear el clímax de la secuencia y reservarlo para más adelante. Pero eso sería tema para otra entrada.
Pensemos un momento en lo que ha hecho Tarantino.
¿De dónde surge la tensión dramática?
De los dos niveles narrativos que se superponen en la escena: lo que está pasando (dos tipos charlan amigablemente camino de su lugar de trabajo) y lo que intuimos que está pasando realmente y que Tarantino ha “dejado caer” de forma bastante sutil, sin subrayados innecesarios (aquí va a haber tomate).
Algo parecido ocurre al principio de Reservoir Dogs y de Inglourious Bastards y de tantas otras escenas de Tarantino.
Esto no quiere decir que sea lo más interesante que hace Tarantino (sus guiones están repletos de soluciones inusuales a problemas narrativos de toda la vida) pero sí es lo que creo que me enganchó en su momento a su cine y lo que me hace volver a él: que casi nunca sé hacia donde va.
Por supuesto, como todos los cineastas, Tarantino también tiene sus malos momentos, y hay ocasiones en los que ha olvidado incluir en una de estas escenas de folios y folios de diálogo ese segundo nivel que permite que te intereses por ellas aunque no te importe lo que se cuenta (como en esa pesadísima escena antes del clímax de Kill Bill 2 con “la novia” interrogando a un viejo mejicano); pero me gusten más o menos sus películas, al menos siempre tengo la impresión de estar ante un guionista que nunca da por buena la primera solución que le viene a la cabeza, que disfruta mucho con lo que hace y quiere que disfrutemos con él, y que tiene muy claro que una parte muy importante de nuestro oficio consiste no solo en contar cosas interesantes sino en contarlas de una manera interesante.
Y reconozco que un tipo capaz de incluir esta canción en una película de la Segunda Guerra Mundial ya se ha ganado mi simpatía para siempre:
Y por si queréis leerlas, he escaneado las páginas de la edición del guión que publicó Faber and Faber en 1994 correspondientes a la escena de la que he hablado:
*El momento de mayor incertidumbre que he vivido en un cine fue cuando fuir a ver “Los inmortales” con mis hermanos allá por 1986. Fuimos a verla esperando una película de batallas medievales y de pronto, nos encontramos con una pelea de pressing catch (que por entonces ni siquiera teníamos ni medio claro lo que era) en el Madison Square Garden de Nueva York. ¡Un poco más y nos vamos del cine pensando que nos habíamos equivocado de película!
**Cuando vi por primera vez “Pulp Fiction” me parece recordar que un amigo decía que si hablaban tanto era precisamente por lo contrario. Porque estaban nerviosos y así no tenían que pensar en lo que le esperaba. A mí me parece que es una interpretación que quizá sobre guión puede ser válida. Y a lo mejor algún director la habría dirigido así. Pero viendo la escena rodada creo que los actores están haciendo justo lo contrario.
A veces olvido lo muchísimo que me gustan las entradas de David Muñoz.
La escena de “Kill Bill 2” que mencionas a mí me parece muy buena. Durante la conversación, Esteban Vihaio (una especie de figura parterna de Bill, dice la voz en off) llega incluso a caernos medio bien. Incluso La Novia parece simpatizar con él: Esteban le cuenta cosas de la niñez de Bill, está dispuesto a decirle dónde se esconde éste… Pero justo al final Tarantino nos muestra a una de sus prostitutas, la cual tiene el rostro desfigurado por culpa del simpático viejito. Es un buen giro final para la secuencia que nos muestra además de qué tipo de ambiente proviene Bill.
Roberto: la escena en sí está muy bien, otra cosa es la función que cumple en la película. Lo que yo pensé al verla fue: “¿para qué hace falta?”. A esas alturas como espectadores lo que estamos deseando ver es el enfrentamiento entre “la novia” y Bill. Y toda esa información sobre Bill, a quince minutos de terminar la película, me da la impresión de que llega demasiado tarde. Ahora que lo pienso, en el fondo, es como el momento de “Pulp Fiction” cuando Travolta y Jackson se van a un lado a seguir charlando, es una manera de retrasar el clímax, pero en este caso a mí no me funcionó. Al revés, me irritó bastante. Me dio igual
Entiendo lo que dices. A mí no me irritó. Y por otro lado, ya que venimos de momentos bastante intensos (el duelo con Elle Driver) no viene mal un momento de calma.
Creo que la función de la escena es humanizar al personaje de Bill. Nos hablan de su niñez y te lo imaginas como un niño pequeño que chupa el pulgar con fruicción mientras ve a Lana Turner en “El cartero siempre llama dos veces”. Y si está colocada ahí justo creo que es porque esa “humanización”, que puede parecer tardía, hace que funcione toda la parte final. Nos prepara para ver a Bill como un padre cariñoso con su hija, y posibilita que nos creamos que ese asesino se siente a hablar con su ex del pasado común y del fracaso de su relación.
Ese paréntesis es algo raro en un guión, desde luego. Pero ya comentas en el post que su escritura es atípica.
Gran post. Habia visto Pulp Fiction, y me estaba interesando por Tarantino. Y gracias a http://enocasionesveocine.blogspot.com/2010/04/reservoir-dogs.html he visto Reservoir dogs. Y me ha encantado. Y te doy la razón, las conversaciones sobre cosas banales hacen que los personajes te caigan mejor. Y te hagan ver las escenas de acción como escenas de acción, no como una secuencia mas de la pelicula.
“Escamotear el clímax de la secuencia y reservarlo para más adelante” creo que es una de las claves del éxito del Tarantino. Lo hace como nadie. Esto, mezclado con el pulso narrativo, ese concepto abstracto tan complicado de explicar, tan difícil de realizar, pero tan fácil de entender cuando se hace de forma maestra (la escena inicial de Inglourious Bastards), hace de ello un sello de identidad.
Por cierto David; visité tu blog el otro día y me llevé la sorpresa de que compartimos experiencia (en mi caso con un par de años menos entre fechas). Yo también vi Forgotten Silver cuando la emitieron en canal + hace muchos años. El problema es que ni siquiera tenía demasiado claro el concepto de falso-documental. Ingenuo que era uno, logró despertar en mí la duda de su autenticidad. Supongo que esa era la pretensión de Peter Jackson, al igual que es la frecuente en este tipo de producciones. Este falso-documental hizo que me aficionara mucho a este género. Al igual que muestras tú, cuando lo he visto ahora, me resultado igual de atractivo o más, pero desde un perspectiva distinta.
Saludos
Yo también la vi. Y la semana siguiente la vi otra vez en una clase en la Facultad: la profesora también lo había visto y quería compartir el descubrimiento en primicia con nosotros. Pobre mujer. Y pobres de nosotros, porque nadie sabía cómo parar aquello sin que hubiera sangre. Yo creo que no lo he pasado peor en mi vida.
Mare de Deu, Small ¿Qué materia imparte tu profesora? Estos son otros tiempos en los que precisamente cuesta creerse que algo real no sea un montaje y el tirano google, está ahí en pocos segundos como testigo de cargo
Pues no me haga mucho caso, pero era o programación o realización de Quinto. Mal rollo de todos modos.
Panov: Me habría encantado poder ver “Forgetting Silver” sin saber que era un falso documental… ¡me das envidia! Pero por desgracia cuando lo vi un amigo ya me había avisado de que no era real.
Yo fui otro de los ingenuos que lo vieron en El Plus y se lo creyeron de cabo a rabo. Lo vi por casualidad haciendo zapping y al poco ya estaba contándole a mi hermano lo que acababa de descubrir, todo indignado por la injusticia histórica que se había cometido con ese hombre.
Lo más gracioso es que creo que el engaño me duró bastante. Hasta que un tiempo después, leyendo sobre Peter Jackson, me enteré de que había rodado un falso documental sobre un cineasta gafe y até cabos. Bueno, eso si no hay otra peli similar en la que…
SPOLIER
entre otras catástrofes, un tipo descubre el cine en color antes que nadie pero se lo censuran porque aparecen en cuadro dos indígenas enseñando tetamen. ¿Es esa la peli, no?
FIN DEL SPOILER
Anda que creerme todo aquello…
Jajaja… ¡Que bueno Daniel! Si es esa pelí, si. Y Colin McKenzie también fue el primer hombre en volar (esto es genial porque distrae completamente del objetivo central y precisamente por eso genera más verosimilitud). Yo confieso mi credulidad inicial, pero no llegué a ese punto. Pensé exactamente lo mismo que tú cuando lo estaba viendo, pero después de lavarme la cara dos veces, dije “esto simplemente no puede ser”. Creo recordar que los cabrones de canal + fomentaban esta mentira en la publicidad de esta emisión. Pero después de verla me puse a buscar como un loco de que iba esa historia y lo averigüé, hasta hacerme muy aficionado a este género. Pero claro, en aquella época no había tomado contacto con el falso documental en general y me pensaba se caracterizaban por producciones tan burdas como “Holocausto caníbal” (ni siquiera había visto “Fake” de Welles). Lo que admiro ahora es el “como” está hecho y al igual que David me parece una maravilla.
Como siempre, aprendiendo contigo. Fascinante post, de nuevo. Y coincido con tu análisis. Creo QT es un maestro creando tensión precisamente por ese escamoteo del clímax. ¿Jugará igual con los orgasmos de su pareja? Tiene que estar de los nervios…
¿De verdad a veces olvidas que Pulp Fiction es un peliculón y Tarantino un peazo guionista? ¡No!
Algunos daban a Tarantino por acabado pero con “Inglorious Basterds” ha vuelto a su mejor nivel.
Precisamente, mis primeras veces con Tarantino salía del cine diciendo “¿pero y este?”. Era joven y mucho más idiota que ahora. Ahora no dejo de verle y de escuchar esos diálogos, esos dos niveles, ni dejo de morirme de celos.
Fantástico, David. Tarantino es un autor al que vuelvo una y otra vez a la hora de recordar que la solución que llega primero es la primera que hay que mandar a la mierda.
Dos cosas:
El guión que enlazas (que aquí editó Mondadori, creo) es, en realidad una transcripción que se editó para aprovechar el éxito de la película. El guión original, una delicia en acotaciones y detalles, debe estar disponible por ahí. A ver si lo encuentro.
Una de las razones por las que Tarantino lleva sus diálogos al límite, al margen de que las secuenias tengan o no tensión dramática, o al márgen incluso de la información que va aoltando, es la estrategia de que sintamos empatía por absolutamente todos los personajes. Rob Zombie hace lo mismo: Intenta que sintamos compasión, complicidad o simpatía por absolutamente todos los seres humanos que aparecen en pantalla… Y después los convierte en víctimas y verdugos. Es otra forma de construir un drama, en vez de ayudarnos a posicionarnos como espectadores, ese posicionamiento se convierte en un trauma más.
Vigalounge: si en fijas en las páginas del guión que he subido, incluyen algunos diálogos que no están en la película. Procuro evitar las transcripciones porque precisamente la gracia de leer guiones de películas que ya se han rodado consiste en ver cómo se diferencian de lo que se ha estrenado e intentar entender porqué se han suprimido unas cosas u otras.
Me como mis palabras, el guión que enlazas es el bueno.
Roger Avary
El cerebro de Tarantino debe procesar a toda velocidad, comparando y visualizando tramas que se superponen, hasta dar con esa especie de clímax general, con sus retardos buscados adrede y sus respectivas incertidumbres, creando un clima muy apetecible para el espectador, y se acerca más a un antiguo cuentacuentos al lado de una hoguera, que a esa especie de trama forjada al fuego ortodoxo para los de tolerancia cero. Aunque haga lo que haga, siempre mantiene el ritmo y juega con él perfectamente.
Como Tarantino, Tim Burton, asegura haber aprendido de todas las películas, incluidas las malas. Tarantino trabajó en un videoclub de California, donde visionó una enorme cantidad de pelis de toda condición, donde aprendió justamente, lo que gusta o lo que no gusta a la gente en general. Burton dice que ha visto sobretodo pelis malas, con ellas ha crecido y asegura no haber visto demasiadas películas galardonadas por los Oscar, prueba de ello es su Ed Wood, considerado el peor cineasta de todos los tiempos.
Un saludo!
No voy a discutir lo bueno que es Tarantino… pero si mencionar que los Bastardos me dejaron un poco pluff… si incluso cambio el final para la versión dvd.
Además Tarantino consigue como objetivo secundario en esta escena el ir allanando el terreno para la historia de Vincent y Uma.
Esas pausas en los diálogos para cambiar de tema y hablar sobre los masajes de pies y el castigo del tal Tony y lo intocable que es Mia sirven para contextualizar los límites y peligros a los que deberá enfrentarse el personaje de Vincent cuando quede con ella para cenar.
El espectador enseguida detecta la tensión sexual entre Mia y él y empieza a preocuparse por el personaje de Vincent temiendo que se acaben acostando juntos y Marcellus se entere. Precisamente justo cuando creemos que es eso lo que va a pasar, una vez de vuelta en casa de Mia, ella se mete el colocón de heroína y cae al suelo. Tarantino nos sorprende a todos cambiando radicalmente de tema, al espectador se le rompen los esquema por completo y sus espectativas sobre esa historia cambian, su preocupación por Vincent deriva en lo que le pueda llegar a pasar si Mia acaba muerta.
Ambas situaciones tienen en común su elemento de tensión, Marcellus y sus desproporcionadas reacciones. ¿Si mató a uno que le dio un masaje en los pies a su novia que no le hará a Vincent si se acuestan juntos? ¿Y si ella muere? Y todo eso ya está ahí desde la primera escena aún cuando todavía falta un rato para que llegue la historia de Mia.
Algo parecido y mucho más sintético es la escena del “Oso judío” en Inglorious Basterds en que sólo oímos un ruído procedente del fondo del tunel. También usa este mismo recurso en osaciones con fines humorísticos, también en Inglorious Basterds cuando nos hacen creen que los protagonistas saben hablar italiano y luego no o la hilarante historia de Four Rooms sobre la apuesta del mechero y el dedo cortado.
La creación de espectativas forma parte del sello Tarantino y todas sus películas en mayor o menor grado incluyen juegos de este tipo, en mi opinión de forma magistral.
Muy bien explicado, “Humilde espectador”.
Vaya, pues muchas gracias.
Muy didactico el post, de verdad. Por eso me he animado a opinar.
Un saludo.
Una olla. Lo que está lleno de oro al final del arcoíris es una olla.
Je, pues sí…
Gente como Tarantino o Woody Allen son los que hacen que piense en dejar la carrera que curso actualmente (la cual se podría decir que me encanta) e intentar como sea dedicarme a esto del cine.
Menos mal que vosotros me hacéis recordar lo mierda que es la profesión y lo difícil que es llegar a algo. :)
He de reconocer que desde que caí en este blog por casualidad no dejo de sorprenderme por la cantidad de pelotas en el aire que manejais a la hora de sentaros a escribir, y de hecho, desde que os leo, veo algunas cosas por televisión con otro respeto. Por eso mismo leo con todo el interés este desmenuzamiento de la obra de Tarantino, aunque creo que su éxito o no, reside sobre todo en que es un gamberro en el mejor sentido del término, con escasos prejuicios, y un sentido estético y del humor peculiar, capaz de darle la vuelta a lo que se lo ponga por delante. Y desde luego con una increible capacidad para comunicar visualmente, da la impresión de que escribe directamente sobre fotogramas, no imagino ninguna de sus historias sobre el papel. Y todas me gustan pero Kill Bill me fascina.
Me hace gracia cuando la gente se empeña en analizar “a posteriori” las peliculas de Tarantino. Los gurús del guión tipo syd Field se empeñaron en tratar de explicar porqué funcionan sus guiones a pesar de saltarse todas las reglas que ellos predican en sus libros. Su explicación sobre porqué funcionaba la conversacion sobre el MacDonalds en Paris: sirve como contrapunto para el tiroteo de después.
Personalmente no estoy de acuerdo. Esa conversación me gustó antes de descubrir que eran matones. Es graciosa y esta bien escrita e interpretada. (“Te lo juro tio, las bañan en esa mierda”). Lo mismo pasa con el dialogo inicial de Reservoir Dogs. No te gusta por el contrapunto, te gusta porque es deslumbrante.
Recordemos el cortometraje “Ruleta” de Roberto Santiago, donde fusila literalmente ese dialogo.
Claro que es bueno el diálogo, pero Tarantino no escribe sketches (aunque intuyo que podría ser brillantísimo haciéndolo), ni monólogos, escribe películas. Puedes disfrutar sus diálogos en si mismos, pero su función suele ir más allá del mero deslumbramiento que produce su ingenio (sin, por supuesto, querer menospreciarlo en absoluto; ya digo que me parece brillante).
Según lo veo, y dejando atrás el boom de Reservoir Dogs, Pulp Fiction y Jackie Brown (para mí, aún su mejor película), los diálogos de Tarantino se me han ido haciendo progresivamente insoportables. Es cierto que funcionan muy bien, una mezcla entre lo bien escritos y lo bien interpretados que están, pero poco a poco se ha ido ahogando en su propio egocentrismo. Los diálogos de Death Proof me parecen simplemente tediosos.
Con Inglorious Bastards ha mejorado la cosa. Los diálogos están más integrados en la acción que nunca (mejor que en Pulp Fiction), y se crea una tensión insuperable… El problema es que no soportan un segundo visionado; las escenas son larguísimas, y una vez sabes cómo va a terminar éstas se pierde el interés o se pasa al aburrimiento (la escena del bar con los soldados nazis celebrando el cumpleaños de uno de ellos, por ejemplo). De paso diré que la estructura de Inglorious Bastards me parece la más interesante de todas sus películas, es como la de Pulp Fiction, pero perfeccionada.
En mi opinión, lo que hacía a Tarantino un tipo grande era su manera de transgredir y sorprender. Ahora ya no hace nada de eso, pues se repite (y además ha sido imitado hasta el aburrimiento). Hace tiempo que debería haber dado un paso más allá, y con los Inglorious Bastards lo ha intentado, pero creo que no va a poder ofrecer mucho más que eso.
Yo también he pensado como tú a veces Nomzamo. Hay momentos de “Death Proof” (aunque la película me gusta por otras razones) que rozan casi lo insoportable por autocomplacientes. Pero bueno, con Tarantino me pasa como con mis grupos preferidos, de vez en cuando me hartan -o más bien me saturan- pero siempre acabo volviendo a ellos. Fui a ver “Inglourious Basterds” convencido de que no me iba a gustar después de ver aquel (me parece que era el segundo) trailer horrible con todos los chistes descontextualizados, y sin embargo, me encantó.
Sí, eso también me pasa a mí. En cualquier caso, cada vez tengo más la sensación de que lo mejor de Tarantino suelen ser soluciones de puesta en escena y dirección. En Death Proof hay momentos extraordinarios en ese sentido, al igual que en el resto de sus películas.
A mí de Death Proof me tiene loca el final. Ni remate ni epílogo ni coda ni leches: a pelo. Y lo que no aguantaría en cualquier otra película, en esta funciona de mil amores.
Una de las mejores secuencias del cine contemporáneo. Y punto.
Yo me metí bastante con Tarantino en mi blog cuando vi Death proof: la última media hora me pareció genial, orgásmica, pero los “preliminares” (todo el resto de la peli) me aburrieron bastante y los diálogos en general me parecieron flojillos. Creo que justo porque en ésa falta el contrapunto que tan bien explicas, y también el tono gamberro, que, hasta que arranca la acción, aquí sólo lo dan los bailecillos sensuales y las tías buenas descalzas en coche (poco gamberrismo, en definitiva).
Esa escena que describes creo que es mi favorita de todo Tarantino, cómo salí de emocionada del cine…
Decidido, dejo de posponerlo y me atrevo a ver la de los Bartards con espectativas…
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