Para que sea violación, tiene que mediar violencia o intimidación.
Eso es lo que dice la ley. Los jueces no vieron violencia ni intimidación en las acciones de La manada. Mucha gente ve ambas cosas y muy claras, además.
Así en plan resumido, ése sería el núcleo de esta polémica irreconciliable, ¿verdad?
Nadie excepto Ricardo González discute la culpabilidad de La manada. Han sido condenados. Han ido al trullo de cabeza. Mejor dicho: han vuelto, porque llevaban allí ya un tiempo.
En condenarlos estamos casi todos de acuerdo. La polémica es más de carácter semántico: ¿Lo llamamos abuso o lo llamamos violación? Y no es un problema menor: el lenguaje es una herramienta fundamental para la convivencia. Si una sociedad no se pone de acuerdo en la definición de términos como violación, la convivencia pacífica va a estar complicada.
¿Cómo es posible que haya tanta discordia sobre lo que es violencia e intimidación? ¿Cómo de ciego hay que estar -dicen quienes critican la sentencia- para no ver violencia o intimidación en un grupo de cinco bigardos metiendo a una chica de dieciocho años sola y borracha a empujones en un portal? Hay que estar verdaderamente ciego para no ver violencia cuando, después de violarla, le robaron el móvil y destruyeron la SIM? ¿Acaso el mero hecho de que la víctima denunciase una hora después de los hechos no desactiva por sí mismo la idea del sexo consentido?
¿Cómo es posible que los jueces no vean todo esto? Pues ésta es mi teoría: el problema no es lo que no ven. El problema es lo que sí han visto.
¿Y qué han visto? Han visto un vídeo de mierda.
Un vídeo grabado por un palurdo borracho en un portal oscuro mientras intentaba meter la polla en algún agujero.
Lo que se veía en ese vídeo, según el voto particular del magistrado Ricardo González, era sexo consentido. Lo que se veía en ese vídeo, según la sentencia, no dejaba apreciar violencia e intimidación.
Yo no he visto el vídeo de La manada. Pero estoy dispuesto a creer que en él no se veía violencia e intimidación. Estoy dispuesto a aceptar que, en ese vídeo, parecía sexo consentido.
Los magistrados pasaron horas y horas analizando ese vídeo durante el juicio. Una grabación de sólo 96 segundos. Y el tópico de que una imagen vale más que mil palabras se convirtió en algo tremendamente literal. Lo que vieron en esos 96 segundos les pareció representativo de lo que ocurrió aquella noche. Más representativo que todas las declaraciones, que todos los antecedentes y que todos los apabullantes indicios de que esos cinco tíos habían ido a Pamplona con la intención de violar a alguien. Aquellos 96 segundos les resultaron tan específicos, tan innegables, tan impactantes… que se olvidaron de todo lo demás.
¿Y por qué? Por algo que entiende cualquier guionista: por la expectativa creada en torno al vídeo. Toda España sabía que uno de los culpables grabó la violación con su móvil. Que ese vídeo fue borrado por su autor. Toda España sabía que la Unidad de Investigación Tecnológica de la Policía logró recuperarlo.
Ese vídeo se había convertido en el McGuffin del juicio.
En el clásico microfilm dentro de una estatuilla de los tebeos de Tintín o de las películas de espías. Y, tal como Hitchcock nos enseñó, no hace falta decirle al espectador qué hay en el microfilm. Basta con darle a entender que el contenido del microfilm es crucial para los protagonistas. Es decir, basta con que hagamos girar la trama en torno al microfilm para que el espectador acepte que el microfilm es importante que te cagas.

“Now, Ladies and Gentlemen – Number 105, an excellent example of Pre-Columbian art. A Tarascan warrior from…”
Si el McGuffin del juicio no hubiera sido el vídeo, la sentencia habría sido de violación.
Que en el vídeo de La manada no se aprecie intimidación ni violencia es jurídicamente irrelevante. La ley dice que para que sea violación debe mediar violencia o intimidación. No dice que la violencia y la intimidación tengan que estar grabadas.
Si los magistrados no hubieran visto ese vídeo (o ya puestos, si hubieran tenido un mínimo de cultura audiovisual para relativizar su valor) habrían entendido que la violencia y la intimidación fueron PREVIAS a pulsar el botón de ‘Rec’. Es de pura lógica: primero te obligan a entrar en un sitio aislado (violencia), luego te rodean y te dicen que te calles (intimidación), y entonces es cuando se atreven a grabarte.
Yo no me atrevo a decir qué pena deberían haber impuesto a La Manada, ni mucho menos a proponer reformas del Código Penal. Pero una cosa tengo clara: hace falta enseñar audiovisual desde la escuela. Hace falta enseñar guión. Y enseñar montaje. Y hablar del McGuffin. Del efecto Kuleshov. Del fuera de campo. De la relación entre la estructura en tres actos y nuestro sistema de pensamiento. Del in media res. De cómo el contexto cambia la percepción. Hay que proyectar Rashomon. El triunfo de la voluntad. Comedias de Lubitsch. Hay que dar a leer El cine según Hitchcock.
Es urgente, y es crucial. Porque la tercera parte de los televidentes de este país comen y cenan viendo programas deleznables que les llenan la cabeza de mierda. Porque muchos menores de edad consumen programas y tubes brutalmente manipuladores. Si no les damos las mínimas herramientas para filtrar toda la propaganda a que están sometidos, el resultado es una sociedad idiotizada, hipnotizada, cargada de prejuicios.
Todavía hoy hay gente que afirma haber visto a aquella niña untarse mermelada y llamar a su perro para que fuera a lamerla, mientras Ricky Martin esperaba en el armario.
Ése es el gran problema de los analfabetos audiovisuales: que todo lo que sale en una pantalla les parece de verdad.
Y luego votan lo que votan.
No dejes que la realidad te estropee un buen artículo. Y luego votas lo que votas.
Olé, Sergio, me quito el sombrero. Este enfoque no lo había visto en ningún sitio y me parece sencillamente brillante. Gracias.
Gracias a ti, muy amable.
Opino lo mismo. Es una idea que no se me había ocurrido, no he leído en ningún lado y lo explica todo claramente.
Gracias por compartirla.
Voy pidiendo “El cine según Hitchcock” para el veranito…
Comparto completamente la idea. En la actualidad contar con ese tipo de conocimientos es fundamental para la vida de cualquiera.
Que no solo se han apoyado en el video. Si no en las pruebas, y en las declaraciones de la chica, continuamente modificadas. Mas os valia leer las 370 paginas antes de opinar
Y el subtexto. En algún lado lo comparaban con un atraco en el que se ha grabado el momento en que tú le das la cartera al tipo. Parece que se la dés voluntariamente, per antes él te ha dicho “Dame tu dinero”. Solo eso. Pero el subtexto era “o te mato”. No hacía falta decirlo en voz alta. Subtexto.
Cuando quiera explicarle a alguien lo que es el prejuicio de confirmación, le leere este texto…
Un poco de rigor al hablar de la realidad, hombre: El video ha tenido bien poca imortancia en un proceso que ocupa miles de folios, que ha acabado en un juicio de cientos de horas con expertos, peritos, denunciante y acusados contando su historia. Y quedó claro que no hubo violencia ni intimidación, nadie metió a ostias a una chica en un portal (hay otro video en que se les ve entrar juntitos y de buenas, no te hagas trampas).
Deberías leerte la sentencia y especialmente el voto particular antes de escribir. Hay varios aspectos fundamentales entre las pruebas y las declaracioens: la denunciante, por ejemplo, dijo explicitamente que no habia manifestado de ninguna manera su oposición a lo que ocurría y que no había sido amenazada, y las sicólogas que vierron el video dijeron que no había sumisión ni intimidación, sino participación activa. Supongo que por eso la jueza y el juez que condenan hablan de consentimiento viciado.
El asunto da para muchas películas, la mas evidente un Rashomon con todos los participantes, y para lo de después de la sentencia , una película de nazis y linchamientos, con hombres y mujeres justos defendiendo la ley perseguidos por la irracionalidad y la violencia. Lo que no hay por ningún lado es supense o un McGuffin…
No se puede pedir “un poco de rigor” en la misma frase en la que se propone como posible hablar de “la realidad”. LA REALIDAD nunca la conoceremos, sólo conoceremos las versiones de cada una de las partes.
Para sacar una conclusión de ellas, debemos sumar el sentido común, la inteligencia y naturalmente el ordenamiento jurídico. E inevitablemente, una buena carga de nuestros propios prejuicios. (Por ejemplo, el prejuicio de que aquellos que pensamos diferente a ti es porque no hemos leído la sentencia. Por ejemplo, el prejuicio de que criticar la sentencia implica una cierta disposición a “perseguir a hombres y mujeres justos con irracionalidad y violencia”).
Y para colmo, en tu mismo comentario me das la razón cuando dices “las sicólogas que vierron el video dijeron que no había sumisión ni intimidación, sino participación activa (sic)”. Que es exactamente lo que yo digo: que viendo el vídeo, no se aprecia ni sumisión ni intimidación. Lo que no quiere decir que no las haya habido.
Mi conclusión, aplicando naturalmente mis propios prejuicios, es que te has leído mi artículo en diagonal, te has saltado frases como “Yo no me atrevo a decir qué pena deberían haber impuesto a La Manada” y has sacado conclusiones anticipadas. Quizá porque ya has leído demasiados textos críticos con la sentencia. Quizá porque estás particularmente sensibilizado con este tema. Quizá porque tienes alguna relación con la judicatura y cada vez que lees (en diagonal) algo que parece una crítica a la sentencia lo entiendes como parte de un “linchamiento” y metes rápidamente a su autor en el mismo saco de los “nazis”.
O quizá porque te mola entregarte a fantasías victimistas en las que tú eres uno de los “justos” perseguidos por “la irracionalidad y la violencia”.
ya sé que es un artículo de hace unos meses, pero me gustaría aclarar una cuestión: en nuestro código penal no existe “violación” como delito independiente, sino delitos contra la libertad sexual en el que se incluyen todas las conductas que coloquialmente se conocen como violación. En todo caso habría que discutir , como en este juicio si fue “abuso” o Agresión sexual”.
por otro lado, he leído la sentencia, y no solo se ha tenido en consideración el vídeo; también las declaraciones de las partes. Concretamente en varias ocasiones insisten los magistrados que creen en la versión dada por la víctima,
Siento llegar tarde a este artículo que me había perdido en su momento. Enhorabuena, Sergio, por tu lucidez.
Y ahora contesto al que dice que hay que leerse las sentencias, antes de opinar. Pues bien, yo soy uno de esos que no se la ha leído entera, sólo los llamados “hechos probados”, que, la verdad, resultan bastante elocuentes. De hecho, dan una descripción que me resulta un tanto contradictoria con la calificación final.
Pero, como no soy jurista, no me meteré en ese jardín. Tan sólo me gustaría hacer este pequeño apunte: una orgía consentida debería terminar yéndose todos y todas a tomar una copa para celebrar el buen rato pasado. Y con un intercambio de teléfonos para quedar y repetir otro día tan placentera experiencia.
Pues bien, no hubo copa posterior, sino abandono en la calle. Y no hubo intercambio de teléfonos, sino robo del móvil y destrucción de la tarjeta.
Estos dos “pequeños detalles” son mucho más significantes que el propio vídeo.
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