En 48 horas, la cuenta de Twitter de Sergio V. Santesteban (hoy desaparecida)) pasó de tener 60 seguidores a cerca de 1.400. ¿El motivo? Un chiste publicado por el guionista de Allí Abajo en dicha red social trascendió hasta el punto de ser noticia en diversos medios de comunicación, dejando a su paso tanto ofendidos que pedían su despido como férreos defensores de la libertad de expresión. La situación, en definitiva, reabrió (una vez más) el eterno debate: ¿Tiene límites el humor? ¿Hay chistes que no sean “adecuados”? ¿De ser así, cuáles son y quién lo decide? ¿Las redes sociales tienden a magnificar este tipo de situaciones? Tras vivirlo en primera persona, Sergio nos atendió para darnos sus reflexiones al respecto.
De nuevo, un chiste en Twitter vuelve a incendiar durante un par de días las redes sociales, los medios e, incluso, se diría que una parte de la sociedad. Con la calma reinstaurada, ¿qué conclusiones sacas sobre el proceso de construcción mediática de estas situaciones?
Lo primero, no estoy muy seguro que haya incendiado a parte de la sociedad. Parte de la sociedad es cuando los jubilados y los que no lo somos salimos a la calle a protestar por el tema de las pensiones, o cuando se organizan marchas por la igualdad entre hombres y mujeres. Tengo amigos y familia que ni se han enterado de lo que ha pasado porque pasan más tiempo en el mundo real que en internet.
En cuanto al proceso de construcción mediática, por lo que he visto en este y otros casos, primero aparecen los ofendidos exigiendo disculpas, que son los que crean los primeros fuegos en las redes, y cuando el incendio genera una humareda que se ve a kilómetros de distancia, aparecen los medios de comunicación con titulares en los que no puede faltar la palabra “polémica”, y en lugar de apagar las llamas echan gasolina al fuego.
Se podría decir que casi actúan como un guión: tienen un detonante (el chiste), un primer punto de giro (alguien se ofende), un segundo punto de giro (las redes se llenan de ira) y un clímax (todo se olvida). ¿Por qué crees que las redes sociales, y en especial Twitter, han virado hacia esta dirección?
En este caso creo que el punto de giro se dio cuando alguien entró en mi perfil y vio que era guionista de Allí Abajo. Estoy completamente seguro de que si no hubiera sido así, el chiste se habría disuelto en el mar de twitter sin mayores consecuencias, pero alguien hizo la relación “chiste de andaluces-Allí Abajo” y pensó: “Oye, si nos organizamos igual podemos conseguir que despidan a este tío”.
Recuerdo los inicios de Facebook. Era un sitio donde colgabas videos graciosos y canciones, y era divertido, pero entonces la gente se dio cuenta de que podía alimentar su ego y convertir las redes sociales en el púlpito desde el que mostrar lo interesantes y acertadas que eran sus opiniones. Y lo que antes se quedaba en la barra de un bar o en una terraza entre cuatro colegas, ahora se convierte en el debate del siglo entre cuatro mil personas durante tres días.
Se diría que esta inmediatez también existe en la forma en la que se consumen ahora las ficciones. Hacemos maratones de temporadas, queremos ser los primeros en verlas… ¿crees que este cambio en la sociedad está afectando al modo en el que se escriben las series actuales?
Puede que en las plataformas de pago. En mi caso, llevo trece años escribiendo para televisión generalista, y la forma en la que se escriben las series no ha cambiado. Hay que seguir pensando en llegar a la mayor cantidad de gente posible. Aunque concretamente en las generalistas, nuestro target tendría que empezar a ser los insomnes y los que no tienen que madrugar al día siguiente, porque con lo tarde que empiezan las series y la duración que tienen, dentro de poco podrán anunciarlas en plan: “No te pierdas el próximo capítulo de X, empieza el lunes por la noche y termina el martes por la mañana temprano”.
Hablemos ahora sobre algo tan difuso como son los límites del humor. En tu opinión, ¿hay alguna barrera, algún punto que no se puede pasar sobre el que hacer humor o sobre quien hacer humor?
Ninguno. Pero este es mi punto de vista y es muy personal. Creo que se puede hacer humor sobre absolutamente TODO y en cualquier momento. Yo no compro eso de tragedia + tiempo = comedia. Recuerdo tragedias como la de Biescas o el 11S, y estar haciendo coñas con los colegas el mismo día que ocurrieron. El humor es un mecanismo de defensa. Hay gente que llora, hay quien se indigna y los hay que rompen cosas de pura impotencia. Yo hago chistes, los hice hasta el día que murió mi abuela, y sé que ahora mismo me está mirando orgullosa esté donde esté. ¿Ves? Otro chiste. No está mirando nada porque está muerta y además la cremamos para asegurarnos.
¿Por qué crees que existen diferencias tan marcadas entre países? ¿Sería posible tener un Ricky Gervais o un Louis C.K. en España?
No podemos olvidar que hasta 1975 en España mandaba el pequeño dictador, y llevaba muy mal que la gente pensara de forma distinta y moderna a la suya, y como todos sabemos, la suya era una forma de pensar de mierda. Y eso se tiene que notar a la fuerza. Cuando el aguacate con uniforme militar todavía vivía, en Estados Unidos estaban actuando cómicos como Lenny Bruce, Richard Pryor o George Carlin. Y 25 años después en España sacamos un programa en el que un grupo de guionistas escribía un texto para que un actor o actriz (fuera cómico o no) lo destrozara sobre un escenario. Y a eso lo llamamos hacer monólogos.
Ellos tienen una tradición y una base que nosotros no tenemos. Lo bueno es que nos hemos puesto las pilas y ahora mismo hay gente muy buena en este país que va acortando las distancias. Ahí están Isa Calderón, Lele Morales, Sara Escudero, Ignatius Farray, Róber Bodegas, Luis Fabra…
Twitter es una red social donde, a diario, leemos insultos de todos los tipos, incluso amenazas de muerte ¿Por qué crees que tu chiste en concreto detonó lo que ha sucedido después?
Es un misterio. Creo que a veces la explicación es tan típica y manida como estar en el lugar equivocado en el momento equivocado. Pero como te decía antes, estoy convencido de que si en mi biografía no hubiese puesto que soy guionista de Allí Abajo, el chiste habría caído en el olvido.
Pero a partir de ahí, hay dos posibilidades: que el chiste te haga gracia o que no. El problema es que la gente se lo lleva al nivel personal, piensa que le estás insultando y exigen que te disculpes. Yo no voy a pedir perdón por hacer un chiste, porque entonces tendría que invertir la mitad de mi tiempo en pedir perdón. Además, muchas veces un nivel tan alto de indignación lo que esconde detrás es un complejo de inferioridad. ¡Si hasta me ha escrito un chico andaluz en Linkedin para invitarme a que visite su perfil y vea todos los estudios que tiene! Ya sé que en Andalucía hay gente muy lista. Conozco a un montón de andaluces mucho más inteligentes que yo; ya sé que tiene una riqueza cultural enorme. Y sé que es una tierra preciosa y que no me canso de visitar. Pero no va a evitar que haga chistes, buenos, malos o pésimos sobre sus tópicos.
Del mismo modo, presenciamos como las redes sociales se convierten en un mecanismo de autocensura. Cuando vemos algo que no compartimos, arremetemos contra ello. En tu caso, en el que ha habido gente que incluso ha pedido tu despido, ¿se te han quitado las ganas de usar Twitter como método para hacer comedia?
Para nada. Yo sigo trabajando en Allí Abajo porque por suerte, la gente que lleva la productora no está tan pirada como la que te encuentras en Twitter. Yo antes tenía sesenta seguidores y ahora más de mil trescientos. Y supongo que en un futuro no muy lejano muchos de los que me siguen pensarán: “Ya no me acuerdo por qué seguía a este fulano, si no pone más que polladas. Bah, unfollow”. Y volveré a mis sesenta seguidores. Pero hasta entonces, puedo seguir haciendo mis chistes de mierda para una audiencia mayor.
Y respecto a tu forma de escribir, ¿crees que la vas a modificar de algún modo tras lo ocurrido, aunque sea de manera inconsciente?
No. Estoy muy satisfecho con mi manera de escribir. Igual empiezo a poner menos comas, que últimamente me he dado cuenta de que pongo muchas.
En una entrevista que le hicimos hace unos meses, Diego San José hablaba sobre la importancia de diferenciar entre hacer un chiste donde la ofensa recaiga sobre un grupo de poder o sobre un grupo social marginado por la sociedad. ¿Crees que reflexionar sobre el propósito de algunos chistes nos puede hacer mejor como sociedad?
Puede ser, pero yo no soy la persona adecuada para responder ese tipo de pregunta tan profunda. Me gusta mucho lo que escribe Diego San José. Soy muy fan de sus guiones y de sus tuits. Me parece un tipo inteligentísimo, así que lo que haya dicho sobre ese tema, yo lo suscribo. De todas formas, me comprometo a reflexionar sobre ello y otro día te cuento.
Del mismo modo, hace poco saltó la noticia de que en Inglaterra algunas de las generaciones más jóvenes que se enfrentaban por primera vez a Friends la consideraban homófoba, machista y racista, lo que nos sirve para reflexionar sobre otro tema. Algo indudable es que las sociedades avanzan, modfican sus valores. ¿Se puede, por tanto, juzgar un producto cultural fuera del contexto en el que fue creado?
Claro que se puede juzgar, y al hacerlo podremos analizar cómo estaban las cosas en esa época y cómo han evolucionado. De hecho, hace poco volví a ver Friends con mi mujer, y una de las cosas que más nos llamó la atención al ver la última temporada, fue ver cómo el personaje de Ross pasa mil de la hija que tiene con Rachel. Las pocas tramas que hay sobre la maternidad/paternidad recaen sobre el personaje femenino, y cuando Rachel se va a ir a vivir a Francia, Ross muere de pena porque va a perder a la mujer de su vida, pero se la suda mucho lo que pase con su hija.
Si te vas más atrás en el tiempo, en el cine negro de los cuarenta, lo normal es ver a Humprey Bogart usando a las mujeres para que le humedezcan el papel de fumar con la lengua mientras lía un cigarrillo, o a James Cagney abofeteando a cualquiera que lleve falda y el pelo largo. Y si te vas más atrás todavía, en El nacimiento de una nación David W. Griffith pone al KKK como los buenos de la película. Es inevitable juzgar eso como racista o machista, pero lo que no puedes hacer bajo ningún concepto es censurarlo o prohibirlo, porque es la crónica de una época y hay que estudiarla y entenderla para seguir mejorando.
Pese a todo, llega el día del estreno de una nueva temporada de la serie, y se convierte en líder de la franja horaria de Prime Time. Viendo este dato, ¿crees que las redes sociales son un buen medidor real de la opinión pública?
Absolutamente no. Las redes sociales son útiles en muchos sentidos: te informan, te entretienen, a veces te ilustran. Pero ahora mismo, para lo que más sirven las es para ver la cantidad de gente aburrida que hay sin nada mejor que hacer que pedir boicots, que metan a gente en la cárcel y que los despidan de sus trabajos.
A veces me da la sensación de que las redes sociales son una herramienta muy importante que se nos ha dado, pero vienen sin libro de instrucciones sobre su correcto uso. Es como si cuando se inventó la rueda, durante los primeros años la hubiéramos usado para jugar a la ruleta en lugar de para mover carros.
¿Qué papel crees que juegan los medios de comunicación en la propagación de este tipo de situaciones?
Uno en el que deberían obrar con mayor responsabilidad. En estos casos concretos, para lo único que suelen servir es para echar más leña al fuego. Entiendo que la prensa digital vive gracias a los clics que se hacen en las noticias, pero lo ideal sería eso, que fueran noticias de verdad. Creo que este país tiene problemas más importantes como para dedicar una sola línea a que un fulano ha hecho un chiste sobre andaluces en Twitter.
Durante el tiempo que llevas en la serie, ¿habías escrito algún chiste similar que se haya emitido? En caso afirmativo, ¿tuvo alguna repercusión mediática? ¿A qué crees que se debe?
Si te soy sincero, no hago mucho caso a Twitter cuando ponen un capítulo que haya escrito, pero no recuerdo que me hayan comentado que hubiera ninguna polémica. Además, creo que para los linchamientos mediáticos, la gente prefiere ponerle cara al objetivo en lugar de dirigirse contra un ente como pueda ser una productora, una serie o una cadena.
Respecto a la nueva temporada de Allí Abajo, ¿qué puede esperar el público?
Esta temporada ha sido un desafío muy grande para sacarla adelante, porque las dos coordinadoras que llevaron las tres primeras temporadas, Olatz Arroyo y Marta Sánchez, hicieron un trabajo excepcional y había que mantener el listón muy alto. Tuvimos la suerte de que estuvieran con nosotros durante la preparación del mapa de tramas y eso nos quitó bastante presión.
Pero esta temporada ha sido un reto también porque hemos separado a Iñaki y Carmen, después de todo lo que costó que estuvieran juntos, y eso es algo que a veces el espectador se toma como una traición personal. Pero que estén tranquilos, que al final todo se arregla… o no… o a medias. Mejor no digo más, que soy muy bocazas y se me puede escapar un spoiler.
¿Qué sorpresas, cambios, novedades, puede esperar el público?
Han entrado y entrarán varios personajes nuevos, pero hemos mantenido la línea que tan bien ha funcionado durante tres temporadas. Aunque, claro está, el hecho de tener en esta temporada un bebé de seis meses, no solo afecta a sus padres, y hemos intentado explotar eso, cómo se comporta el resto de personajes ante la llegada de Elaia. No es lo mismo ver a Maritxu con su nieta, que si por ella fuera se la quedaba, que a la cuadrilla, que a Gotzone, que para ella un bebé es similar a un marciano, no sabe cómo interactuar con él. En general, todo cambia ligeramente para que todo siga igual.

Imagen promocional de la nueva temporada de Allí Abajo (Atresmedia)
En tu opinión, ¿cuál es el éxito que ha permitido que Allí Abajo vuelva una temporada más?
La temporada pasada acabamos casi con un 20% de media de cuota de pantalla, que a estas alturas y con la cantidad de canales que hay es increíble. Pero para conseguir eso, creo que la fórmula que ha usado Allí Abajo es dar una dosis justa de comedia con unos personajes muy definidos y trabajados con personalidad que han conseguido que a la gente le importe lo que les pase. La gente se queda a ver la serie porque se lo pasa bien, pero en primer lugar la pone porque se preocupa de lo que le pasa a los personajes, y en especial a Iñaki y Carmen.
* Sobre los límites del humor y sus distintas concepciones, Sergio recomienda los especiales de comedia Thoughts and payers de Anthony Jeselnik, Freedumb y Fully Functional de Jim Jefferies, Speck of dust de Sarah Silverman, Michael Che matters de Michael Che y Humanity de Ricky Gervais.
Por Àlvar López y Carlos Muñoz.
Ay, es un tema complejo ese del “humor” y los límites de las personas y su capacidad (o la capacidad que les otorgamos, porqué NOS somos así de gentiles y buenos) de sentirse ofendido. En una sociedad donde todos somos víctimas de algo y donde todo lenguaje puede terminan hiriendo a las personas hacer humor de algo es casi imposible. Así que NOS, una vez mas, en muestra de nuestra gran gentileza tenemos muy claro que hacer chistes sobre feminazis está mal, pero hacer chistes sobre hikikomoris es algo cojonudo. Porqué a NOS unos sentimientos nos parecen fundamentales y otros nos los pasemos por el arco de triunfo. Memes de “MALE TEARS” bien, memes de Pepe da frog ya tal.
p.d: Todo este tocho está escrito con una cierta voluntad de pasatismo total de todo y no expresa las opiniones de la empresa que se desvincula totalmente de ellas. Que jodert, vivimos en la España donde todo es terrorismo y eso también es una risión y unas ganas de querrer cortarse las venas muy fuerte.
Lo que va a pasar es que si no nos dejan enfrentarnos a los problemas con humor, acabaremos por hacerlo de otra manera. ¿Quién dijo miedo?
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