Entrevista y fotos por Alberto Pérez Castaños y Vicente Bendicho Cascant
El paso de Bloguionistas por el 17º Festival de Málaga llegó a su fin el domingo. Los dos enviados especiales para la ocasión regresamos a Madrid con un buen sabor de boca, porque, sin duda, la experiencia no ha podido salir mejor: publicamos más de una docena de post en diez días entre entrevistas, reseñas y crónicas; pudimos ver un buen puñado de películas y conversamos con otros tantos guionistas, directores y productores.
Para que os hagáis una idea de lo grandes que han sido estos últimos días os diremos que lo único malo que nos pasó fue enterarnos de que este Festival, en el que nosotros debutábamos, era el primero en varios en años en no tener una carpa de Dunkin’ Donuts en el reservado de prensa. Un duro contragolpe del que nos repusimos a base de horas de conversaciones con guionistas. Recopilamos tanto material que todavía tenemos varias entrevistas por publicar: una interesante charla que mantuvimos con el guionista y director Javier Giner, que participaba en la Sección Oficial del Festival con su cortometraje El amor me queda grande, y otra con el guionista de Purgatorio, Luis Moreno, junto al productor Enrique López Lavigne, quien expuso su visión tanto de la situación actual del cine como de la figura del productor, todo de una forma realmente reveladora e ilusionante.
Hoy publicamos la entrevista que le hicimos a Daniel Remón y Omar A. Razzak, responsables de Paradiso, una cinta con cierto toque documental que encapsula el ambiente del cine Duque de Alba, la última “sala X” de Madrid. Aprovechamos el paso de la película por el festival de Málaga para charlar con sus creadores no solo sobre este proyecto, sino de los pasados y los siguientes, así como de Tourmalet Films, su joven y prometedora productora.
Llegasteis a la historia de Rafael y su cine X a través de una entrevista en un periódico, ¿qué fue lo que os llamó la atención para empezar a escribir la película?
Daniel Remón: Lo que nos llamó la atención de verdad fue la anécdota de los carteles.
Omar A. Razzak: Resulta que en las películas X no puedes poner carteles porno, está prohibido. Normalmente, en este tipo de cines suelen poner un texto en Word con el título, tal cual. Sin embargo, Rafael hacía unos carteles él mismo, con diseños personales y originales. Eso ya nos dijo que tenía que ser alguien curioso.
¿Cómo encarasteis el inicio del proyecto, teniendo en cuenta que tiene un corte documental sin llegar a ser un documental puro?
O.A.R: El primer paso del proceso fue ir mucho al cine a ver a Rafa y a hablar mucho con él.
D.R: Yo, personalmente, no me lo planteaba como si fuese un documental o una historia de ficción. Lo primero que teníamos que hacer antes de nada era conocer a la gente a fondo y a hablar con ellos para saber qué tipo de historias podían salir de ahí.
¿Qué límites tuvisteis como guionistas al plantear una historia así, en la que los personajes y sus historias son reales?
O.A.R: En realidad había muchas opciones. El personaje que nos brindaba Rafa sí era como muy de guion, como una especie de héroe de ficción. Y el de Luisa, también.
D.R: Eran un poco como Don Quijote y Sancho Panza. Rafa en sí es un personaje muy interesante y eso te quita todos los límites, porque en realidad es un héroe clásico, como si fuera un western; es un personaje que quiere algo, que es hacer de su cine X un lugar bonito.
O.A.R: Y también hay una parte que sí está en el guion pero que al final no pusimos en la película, que es que Rafa tenía la intención de reproducir el momento de Cinema Paradiso en el que el proyeccionista giraba el proyector y se veía la película en la calle para todo el mundo. Además, quería hacerlo proyectando Cinema Paradiso. Está rodado pero en montaje vimos que no funcionaba tan bien como creíamos que iba a hacerlo. Había cosas que eran demasiado reales y no quedaban bien. Es un sitio tan curioso que muchas cosas se han quedado fuera porque, de verdad, no se creerían. Cuando nosotros fuimos flipamos mucho con el lugar.

El guionista Daniel Remón
¿Cómo es la escritura de un guión como el de Paradiso?
D.R: Como no sabíamos qué iba a pasar, a mí me interesaba mucho escribir dejándolo un poco a la improvisación y ver qué pasaba en el rodaje, porque, cuando haces esto, casi siempre salen cosas muy interesantes. Yo hice un tratamiento de unas 15 páginas, que nos vino bien para conseguir una ayuda en Vitoria, y en ese documento sí era una historia terminada, como un tratamiento de ficción.
O.A.R: Eso también se hace en los documentales. Escribes un tratamiento contando una historia pese a que luego no ocurra así. Aunque en ese caso era más fácil porque teníamos una historia con sus tramas y sus subtramas. Más convencional de lo que puede parecer.
D.R: A mí lo que me preocupaba era saber quienes iban a ser los personajes que iban a tirar del carro, porque si tirábamos por el tipo documental podía llegar a resultar aburrido, pero lo bueno era que teníamos a Rafa.
O.A.R: Después de este tratamiento empezamos a rodar para luego reescribir en montaje. Mirábamos lo que había funcionado y lo que no de lo que se había rodado. En este momento vimos que fallaban algunas cosas, sobre todo la última parte.
D.R: Me gusta mucho trabajar así porque montar es una manera de escribir. Nos sirvió para saber qué escenas nos faltaban. O para ver que si algo funcionaba muy bien, nos interesaba que se convirtiera en una trama. Y claro, nunca escribíamos los diálogos, trabajábamos sobre escaleta.
¿Cuánto tiempo ha durado el proceso desde que visteis aquella noticia?
O.A.R: La noticia la vimos en agosto del año 2009 y el último chequeo del montaje lo hicimos hace tres semanas. También es cierto que teníamos muchos parones por motivos laborales. Ha sido muy complicado por la parte de los personajes ya que en un proyecto que dura tantos años no entendían por qué, por ejemplo, cosas que ya habían grabado teníamos que repetirlas, y terminaban agotados. Al final el guion ha sido muy importante para este tipo de cosas; nos ha servido como guía para no salirnos de la historia que queríamos contar, ya que muchas veces veíamos cosas que nos podían llegar a gustar pero estaban fuera de esos puntos de referencia del guion. Y si nos salíamos podíamos perdernos totalmente.
¿Ha sido más largo y duro de lo que esperabais?
D.R: Personalmente, no esperaba que fuese tan largo ni tan duro, pero ha sido más duro todavía para Omar, que era el director.
O.A.R: Es que si no, no llegas a este resultado. El problema principal es el tiempo, porque no puedes llegar y decir: “Vamos a escribir en dos meses un tratamiento de 15 folios, ruedo en un mes y montamos en cuatro”, porque saldría un churro. Así no conoces a los personajes, y si no tienes confianza con ellos están cohibidos y no te van a contar nada. Además, así parece más bonito: más duro, más cansado, llegas al final agotado, pero es más humano.
¿Cómo ha sido vuestra relación con los personajes reales?
O.A.R: No ha sido con todos igual. Con algunos era más fácil el trabajo, como más dirigido, y con otros más difícil, más tirando a lo espontáneo. Por ejemplo, el personaje de Juanito era muy difícil de dirigir y, de hecho, era hasta difícil tenerle en el rodaje.
D.R: Una vez, en los últimos días de trabajo, estábamos rodando con mucha gente y él decía que si no era el protagonista y el primer en aparecer, se iba. Y cogió y se piró. Se había convertido como en una estrella o algo. Ni diciéndole: “Juanito, hay grabar primero con este señor porque es un anciano y se tiene que ir a su casa”, y él nada, que no, que había ido allí para grabar. Y se fue.
O.A.R: Al principio del rodaje también fue difícil hacerles ver que no tenían que actuar, que lo que queríamos era que fuesen ellos mismos. Para hacer que se olvidasen de que estábamos allí teníamos que hacer que se sintieran cómodos e ir dándoles pie a cosas. Como hacíamos tomas muy largas, al final se acostumbraron y muchas cosas terminaron saliendo por cansancio. Estaban tan cansados que se querían ir a su casa y se olvidaban de la cámara.
D.R: Porque, claro, rodábamos cuando el cine cerraba, sobre las once de la noche, después de haber trabajado todos todo el día. Hacíamos una cena todos juntos, en plan familia, donde les explicábamos lo que íbamos a hacer ese día.

Omar A. Razzak, director de “Paradiso”
Decís que también hay un lado de ficción en Paradiso, ¿cuál es? ¿Estuvisteis tentados de añadir los elementos “morbosos” que puede ofrecer un escenario así?
D.R: Lo que hay de ficción es que la realidad está reordenada. Las conversaciones que hay en la película son conversaciones que ya han tenido ellos en la realidad y lo que hacíamos era decirles que volviesen a hablar de eso, pero, a lo mejor, diciendo otra cosa. Ese es el grado de ficción. No nos queríamos inventar nada. Y respecto al lado morboso, pensamos que lo interesante era otra cosa. Si alguien quiere ver porno, se va a Internet, porque todos sabemos lo que pasa en un cine X, pero no nos parecía interesante.
O.A.R: Lo que pasa es que Rafa está ahí pero vive de espaldas al porno, como si estuviese en un cine de sesión continua en lugar de en uno X, por eso también queríamos hacer eso, estar de espaldas a la sala.
D.R: Al final estuvimos tanto tiempo con ellos que nos pasaba como a él. Llegábamos allí y nos poníamos a hablar con Luisa o sacaban algo para merendar y nos quedábamos charlando con ellos, pero de fondo estás oyendo un audio de porno a todo volumen. Al final se termina convirtiendo en música de ascensor, ni la oyes. Porque, realmente, en ese sitio nadie habla de porno. Lo interesante de todo esto es que estén hablando de cocina, por ejemplo, pero estando en un cine porno. Ese contraste.
Supongo que lo último que se espera la gente que trabaja allí es que lleguen dos cineastas y que les digan: “Queremos hacer una película con vosotros”. ¿Cómo fue ese momento en el que les contáis vuestras intenciones?
D.R: Lo hicimos poco a poco y con cuidado.
O.A.R: Sí. Ellos, al principio, tenían un poco de miedo. Sobre todo Rafa, porque sí que se habían acercado muchas veces gente de la televisión, de programas del tipo de Callejeros, programas que solo buscaban el morbo de un cine porno. Cuando nos vio a nosotros, pensó que éramos sinceros y transparentes.
D.R: Yo creo que al principio tampoco nos tomaba mucho en serio. Fue un proceso lento. Él quería saber qué es lo que queríamos hacer exactamente, pero nosotros tampoco lo teníamos muy claro, por lo que era difícil de explicar. Lo que sí vio es que estábamos más interesados en las relaciones entre personajes que en lo que pasara en la sala.
O.A.R: También a él le gusta mucho el cine y él sabía que nosotros veníamos más del cine que de la televisión y eso también hizo que le apeteciera más.
Además, en la película se habla mucho de cine…
O.A.R: Sí, sobre todo en una secuencia larga en la que se hace como un peculiar repaso a la historia del cine. Juanito es un experto en el cine y en música. En realidad es a la persona que menos conocimos de allí, porque no sabes qué es verdad y qué es mentira. Pero sí que sabe mucho de cine, a su manera, pero sabe.
D.R: Yo creo que esas secuencias son las que luego fueron quedándose en montaje porque todos estábamos de acuerdo en que era lo interesante: ver a gente hablando del Acorazado Potemkin en ese espacio, en ese ambiente. Es como el programa de Garci pero en el hall de un cine porno.
A parte de Juanito, ¿qué otras cosas os sorprendieron del ambiente del cine?
D.R: Lo que me llamó la atención fue que había mucha gente.
O.A.R: Claro, ésa es una de las cosas que se quedó fuera en el montaje final. De hecho, teníamos un plano de un montón de gente subiendo y bajando, entrando y saliendo. Pero lo veíamos y pensábamos que la gente no se lo iba a creer. No funcionaba porque, aunque fuera real, era algo que la gente no se iba a creer. En ese aspecto hubo un poco de manipulación. Si se tratase de un documental de verdad, seguramente no lo habríamos quitado. Pero un plano de mucha gente subiendo y bajando no pegaba ni con la atmósfera, ni con el ritmo pausado de Paradiso.
D.R: Además, el espacio era extraño arquitectónicamente, por lo que tardabas en ubicarte. Y queríamos que fuese así, que el espectador tardara en ubicarse.
Una vez terminado el proyecto, ¿qué recorrido creéis que puede tener la película?
O.A.R: Nosotros hemos tenido la suerte de ganar el premio Rizoma, que es un premio a la distribución. Entonces lo que hemos conseguido es que Cameo saque Paradiso en DVD y que se cuelgue en Filmin. De hecho, el 7 de mayo se estrenará en Filmin. En salas, poquito. El 11 de abril en la Cineteca, que es el sitio idóneo, y también en Barcelona. Yo creo que habría podido tener más público, porque creo que a pesar de ser una película pequeña y que parezca de autor, en realidad es bastante ligera, es decir, que la puede ver muchas gente.
D.R: Puede tener un recorrido muy largo. En realidad está empezando. Yo creo que no es una película tan radical como pueda parecer sino que es bastante asequible.
O.A.R: Exactamente, el boca a boca es lo que debería hacerla funcionar, porque en la televisión no creo que la pongan… Lo que nos gustaría es tener cierto recorrido internacional. Estuvimos en Toulouse, en Cine España, pero aún no acabamos de despegar en ese aspecto, aunque creemos que tiene posibilidades porque da una imagen de España que todavía no se ha representado.
D.R: Sí, lo que intentamos es, desde un espacio pequeño, y con el uso de la elipsis, contar algo mucho más grande que retrata ese ambiente endogámico al que no le interesa evolucionar, que se encuentra en una parálisis permanente a pesar de que está desapareciendo. En cierto modo, eso es España.
Pero la película no deja de retratar a gente normal…
D.R: Sí, porque tú hablas con Rafa y con Luisa y te pueden contar una receta, te pueden decir cómo hacer San Jacobos o te pueden hablar de perfumes. En realidad yo creo que es una película que habla también de la banalidad. Está plagada de conversaciones banales que no conducen a nada pero que creo que son, paradójicamente, las que importan.
Y sobre Zonazine, ¿esperabais la selección? ¿Creéis que la sección se adapta a la película?
D.R: No la esperábamos para nada, fue una sorpresa.
O.A.R: Al ganar el premio Rizoma, nos limitaba mucho el ir a festivales porque te suelen exigir que sea una première. De hecho, ha coincidido ahora lo de Zonazine y también la selección en el D’A, el Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona. Así que fue una sorpresa. A raíz de la selección tuvimos que retrasar el estreno en La Cineteca. En cuanto a la sección de Zonazine está bien, porque solo somos seis películas, con lo que nos hace ilusión ser una de ellas.
La sección se puede considerar un trampolín en el circuito independiente, al margen del recorrido comercial en salas y demás, pero esta película es incluso peculiar dentro de la etiqueta independiente, ya que tiene algo de documental. ¿Creéis que esto juega a vuestro favor?
D.R: Puede jugar a nuestro favor o a nuestra contra. Recuerdo que ya estuvimos en esta sección con Casual day (Max Lemcke, 2007) y luego en la oficial con Cinco metros cuadrados (Max Lemcke, 2011). Por lo que conocemos más o menos las dos secciones. En esta ocasión, prefiero estar en Zonazine que en Documental porque me parece que esta película no es tampoco un documental al uso. Es verdad que es una película que quizá no se puede encajar como cine independiente, porque es otra cosa.
O.A.R: Sí, de hecho, hay festivales como el de Las Palmas, que desapareció durante un tiempo y parece que este año vuelve, en los que no se hace distinción entre ficción y no-ficción. Eso está bien porque al final, la discusión entre qué es realidad y qué es ficción es interminable. Por otro lado, cuando se hace esta distinción, creo que es más interesante para nosotros estar en secciones como Zonazine que en Documental.
La película está producida por Tourmalet, vuestra productora. ¿Tenéis otros proyectos en marcha?
D.R: Tenemos un largo en desarrollo, que he escrito con Rodrigo Sorogoyen, el director de Stockholm (2013) y que produce Mayi G. Cobo, el productor de Paradiso. Se trata de una coproducción argentina-española titulada El presente, con Marian Álvarez y Andrés Gertrúdix. Luego tenemos un corto que hice yo, que lo vamos a montar ahora.
O.A.R: Yo tengo un corto en desarrollo que es de Javier Loarte que se llama Nadie Baila. Y un documental en postproducción que se llama Torpe y es sobre el síndrome de Asperger.
¿Con qué filosofía creasteis la productora?
D.R: La productora nació en 2011 para poder desarrollar nuestros propios proyectos. Por ahora, nos lo tomamos como un hobby, aunque cada vez tenemos más volumen de trabajo, sobre todo gente como Mayi y Omar, que se ocupan de la producción, y Blas que hace la postproducción. Estamos muy contentos por cómo nos está yendo y pensamos que vale la pena, aunque es complicado porque realmente no ganamos dinero. Todos tenemos que trabajar en otra cosa para mantenernos.
O.A.R: Lo importante es eso, que teníamos claro que si creábamos una productora era para hacer sólo lo que nos gustara. Nuestro o de otra gente, pero solo lo que nos gustara. Aunque llega un momento que cansa, porque tienes que compaginar todo esto con otro trabajo que te dé de comer.
D.R: Sí, aunque también es verdad que tanto por los cortos como por Stockholm y Paradiso, hemos dado un paso adelante y ahora estamos más cerca de tener cierto status.
Y nada habéis dicho de “Ciutat morta”!
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