Una cosa que siempre me sorprende cuando doy clase es que cuando les pregunto a mis alumnos si ya han escrito algún guión de largo (o un piloto de una serie de TV), o si están escribiéndolo en ese momento, la respuesta suele ser “no”.
Y me sorprende porque claro, si están estudiando guión, lo normal, digo yo, es que escriban guiones. O que al menos intenten escribirlos. Los estudiantes de Bellas Artes pintan en su tiempo libre (o esculpen, o dibujan, dependiendo de cuál sea la disciplina que les interese). Es algo que se da por hecho. Lo raro es que no sea así.
Sin embargo, eso no ocurre con los estudiantes de guión. Alguna vez me he encontrado con alumnos de tercero de la ECAM que aún no habían escrito un guión de largo. ¿Por qué? Pues porque no se lo habían pedido en los dos primeros cursos.
Pero a escribir se aprende escribiendo. De nada sirve memorizar todos los libros teóricos que caigan en tus manos si luego no aplicas lo que has leído. Las reglas, las normas, los trucos, los recursos, sólo forman parte de ti, sólo los interiorizas, cuando los has utilizado. Por otra parte, aunque para aprender a escribir guiones es obvio que hay que dominar la técnica del guión, también hay que aprender a desarrollar la creatividad (o más bien a utilizarla, a saber entregarse al proceso creativo). En el camino, encontrarás tu propia voz, aquello que te diferencia del resto de compañeros. Y todo eso sólo ocurrirá escribiendo.
Lo fácil sería decir que mis alumnos no escriben porque son unos vagos, o que en realidad no valen para esto. Pero, aunque puede que sea una explicación válida en algunos casos, no creo que sirva para todos.
Hablando con muchos de ellos, mi impresión es que les apasiona el cine, y que están locos por escribir una película, y que además tienen cosas que contar.
Pero luego, no escriben nada más que los ejercicios de clase.
Yo creo que lo que les paraliza es el miedo. Miedo a no estar a la altura de sus propias expectativas, miedo a no ser tan buenos como querrían ser, miedo a defraudar a sus compañeros, miedo a no ser capaces de escribir ni siquiera una de esas malas películas que de forma tan despiadada critican en clase.
Ese miedo provoca que les cueste mucho confiar en sus ideas. Ninguna les parece lo bastante buena como para decidir invertir en ella los meses de trabajo que lleva escribir un guión de largometraje. Tienen la sensación (bueno, más bien la certeza) de que van a escribir una mediocridad, y, para eso, mejor no escribir nada.
Lo que pasa es que aunque la idea que estás barajando sea realmente una castaña, pasar varios meses escribiendo tu primer guión de largo nunca es perder el tiempo. Por muy malo que sea el resultado.
Terminar las primeras cien páginas es un paso muy importante para cualquier guionista. Porque, independientemente de que después te avergüence que alguien las lea, al menos te habrás demostrado a ti mismo que puedes hacerlo, y la segunda vez afrontarás el proceso con mucha más tranquilidad. Además, después de pasar varios meses escribiendo habrás aprendido muchas cosas que contribuirán a que tu segundo guión sea mejor que el primero.
Pero luego, ocurre otra cosa.
Y es que existe la posibilidad de que esa idea que has tenido no sea tan mala como crees. Porque lo de “malo” o “bueno” es un asunto muy relativo. Si de pronto una idea te ha parecido que podría servirte para escribir un largometraje, será por algo. No importa lo subjetivas que sean tus razones. Eres un ser humano, por muy especial que te creas, seguro que no eres tan excepcional. No es descabellado pensar que habrá otras muchas personas a las que también puede que les interese esa historia.
Para mí, una idea para un guión de largometraje es válida cuando puedes responder afirmativamente las siguientes preguntas: ¿Tienes a un personaje protagonista que busca algo, que necesita algo, que quiere algo? ¿El desarrollo de la premisa puede dar lugar a una historia de entre 80 y 90 páginas? Si es así, no hay razón alguna para no comenzar a escribir.
Ah, no voy a insistir en ello porque ya lo he comentado varias veces aquí, pero una idea válida para un guión de largo no es una premisa, ni un escenario, ni un personaje. Para servir, debe incluir un posible desarrollo, debe ser una historia, e historia es sinónimo de cambio, de evolución. Visto así, creo que no es tan difícil dar con una idea con la que es posible escribir un guión.
Pese a ello, los alumnos de guión no se arrancan. Y creo que es también porque es inevitable comparar lo que se te ocurre con los guiones de las películas que te gustan, con todas esas obras maestras que quieres emular. Esos guiones perfectos. Por eso, buscas ideas perfectas, que permitan “ver” claramente la película que podría rodarse con ellos (algo que por cierto le pasa también a muchos directores).
Solo que eso no es así. La mayor parte de las ideas de las grandes películas necesitaron meses y meses de trabajo para acabar siendo lo que son. Al principio seguro que eran tan amorfas como las que se te ocurren a ti. Eran, por decirlo a las claras, “una mierda”. Pero tenían algo que hizo que sus autores decidieran apostar por ellas.
Pretender que desde su primera formulación una historia sea perfecta es la mejor manera de no llegar a escribir nada nunca. Hay que lanzarse a la piscina, arriesgar, y confiar en que tu instinto no estuviera equivocado y que la historia que has decidido escribir merezca realmente la pena. Porque de eso se trata, de instinto. No hay nada más. No existe la receta magistral, el “test” que te permita estar a salvo de cometer un error.
Quizá en las clases de guión los profesores deberíamos dedicar más tiempo a tratar estos asuntos. Puede ser tan importante “desbloquear” a los futuros guionistas, ayudándoles a aprender a gestionar su creatividad y a perder el miedo a escribir, como explicarles cuestiones de estructura.
A lo mejor así, la próxima vez que preguntemos quién ha escrito ya un guión de largo la respuesta no será tan desalentadora.
Por David Muñoz.
Yo me tiro un poco a la piscina y lanzo mi teoría. De ese porcentaje que dice “NO” me da la impresión de que muchos de ellos se apuntan a los cursos atraídos más por la idea de “trabajar en esto” que por la auténtica inquietud de “escribir”.
En la última década el curro de guionista se ha puesto muy de moda, no tanto como las mechas californianas, pero casi. Todo el mundo quiere ESTAR en una serie de la tele o una peli de éxito… dejarse llevar por esa inercia de “esto mola”, pero muy pocos tienen la inquietud de CONTAR HISTORIAS. De ser así, no habrían esperado a los veintitantos para escribir un guión al dictado de un máster, sino que llevarían escribiendo casi casi desde que aprendieron a coger un plastidecor.
Lo que estaría muy bien es que las productoras filtrasen a “ese tipo” de guionista. Porque alguno hay por ahí que se preocupa más en ir los jueves tarde a “la bicicleta” con su nueva camisa, que en escribir algo propio, por gusto, fuera de cualquier tipo de directriz.
Entonces aquellos a los que realmente nos gusta esto -dicho sea de paso, ya sea desde los cinco años, que desde los veinte, da igual-, podamos rentabilizar todo ese esfuerzo que hemos dedicado a la escritura y que de momento no ha dado sus frutos…
Bueno, yo no escribí un guión de largo hasta que hice el máster. Pero escribo relatos desde hace años, que también mola mucho.
Qué buen sitio “La Bicicleta”, por cierto.
Creo que se nos está yendo de las manos… Hasta he leído la palabra “arte”. Yo creo que el que se crea artista y se dedique a escribir series en España, se debería encerrar en su casa con una botella de bourbon y dejar a los demás ejercer este OFICIO, que por otro lado es fabuloso.
Todavía no se ha explicado por qué es más lícito como creador, una persona que lleva escribiendo desde los cinco años que desde los veinte. Entiendo que cuantos más años lleves escribiendo más técnicas y comportamientos adquiridos tendrás y te será más fácil enfrentarse a ciertas situaciones. Incluso podrás llegar a ser “mejor” guionista.
Pero de ahí a decir que una persona no es válida o que su objetivo es ir a la moda, por el hecho de empezar a escribir más tarde… Ay mi madre.
Por cierto… ¿Arte?, ¿moda? Mientras no olvidemos que los guionistas no somos nadie, nos irá mucho mejor.
Yo no hablo de guionistas lícitos o valideces varias. Sencillamente muestro mi estupor ante el hecho de que alguien que se mete en un máster de guión jamás haya tenido la inquietud de escribir uno por su cuenta y riesgo. Me da igual que sea a los 6 o a los 19.
Y qué coño. Los guionistas sí somos alguien. De hecho somos MUY importantes aunque nos empeñemos en creer que no para justificar nuestras supuestas miserias en comparación con otros gremios del mundillo.
De acuerdo Chico, creo que al final hablábamos de lo mismo…
Y efectivamente los guionistas no somos menos que otros dentro de la industria audiovisual… Pero tampoco más.
A parte de la pereza y el miedo, otros frenos a la hora de ponerse a teclear son la dispersión y la distracción. A veces no podemos decir que hemos escrito un largo porque tenemos tres a medias. Y además tenemos ese par de cortos a medio hacer, ese relato que nunca dejas de reescribir (porque también te gusta escribir relatos), y puede que hasta te guste tocar la guitarra y dediques parte de tu tiempo libre a jugar a ser Bob Dylan. Y cuando ves que uno de esos caminos abiertos se empantana, pues reculas y coges otro, o incluso abres otro, a lo loco. La capacidad de priorizar y focalizar tus energías en un proyecto (o en dos o tres, pero no ocho), y quitarse de todos las distracciones autoconspirativas (chequear el mail o hacer la colada se convierten de golpe en tareas urgentes) es algo que también debería entrenarse. Si invirtiéramos toda la creatividad que a menudo invertimos en generar evasivas contra el trabajo (y su extensible bloqueo y frustración), si no reculáramos tanto por miedo a no dar con un claro al final ese camino denso y lleno de broza, tal vez tendríamos un porfolio curioso y algo que enseñar al mundo.
Pues yo no estoy segura de que sea indiferente que uno empiece a los cinco años a los veinte. Cada persona lógicamente es diferente, pero la facilidad para la escritura no es algo que se coge de un día para otro, y la facilidad para la escritura solo es una condición sine qua non, un punto de partida. Que le pregunten a los bailarines, a los músicos, a los pintores cuántos años tenían cuando comenzaron.
No creo que haya muchos bailarines que empezaran a los 20 sin haberse aprendido una coreografía en la intimidad de su habitación o pintores que no dibujaran en sus ratos libres antes.
Escribir es algo accesible para cualquiera. No necesitas más que papel y lápiz. Si de pequeño no has escrito cuentos o de adolescente cortometrajes para tus colegas, de verdad que me sorprende que a los 26 descubras que quieres ser guionista y no te hayas planteado nunca antes escribir un largo.
Este tipo de entradas me encantan, porque aunque habla de escribir guiones de cine, se puede aplicar a muchos proyectos en la vida. O simplemente a la vida. Si quieres hacer algo, empieza a hacerlo, casi nunca te va a salir perfecto a la primera, y siempre va a necesitar más trabajo del que piensas.
Esa parálisis por miedo, o por exceso de análisis, ese terror a dar el primer paso para conseguir algo por si no sale bien es una constante humana. Es algo de guión pero a la vez algo bastante universal.
La diferencia con un cuadro o una escultura, es que se tardan meses, a veces años, en escribir un guión o una novela. Son muchas horas de teclear, corregir, guardar, revisar, volver a teclear. Un montón de trabajo que nadie te agradece, y en el caso de los principiantes, sin cobrar un euro, tan sólo por la vaga esperanza de quizá, tal vez, a lo mejor, si conoces a la gente adecuada y las estrellas se alinean en tu favor, puedas ganarte la vida con esto. Es un gran compromiso, con muchas posibilidades que la cosa no funcione, con o sin máster, normal que la gente se eche para atrás…
Pero Tarik, cuando escribía guiones de largo u obras de teatro con 16 años jamás esperaba que nadie me agradeciera nada, ni siquiera que me lo compraran. Era la forma más rápida y más sencilla de crear MI PROPIA PELÍCULA y de DISFRUTAR haciéndolo.
ESA era la única razón por la que escribía. Si siendo adolescente no eres capaz de escribir un guión o un relato de cinco páginas a lo loco y sin prejuicios y si sólo piensas en que no conoces a la gente adecuada a lo mejor es que sólo te interesa ver tu nombre en unos títulos de crédito y no sientes la inquietud de contar historias. ESA INQUIETUD es más importante que tener contactos o hacer un máster.
Tu comentario, Tarik, más que una respuesta a lo dicho por David es toda una confirmación: “Un trabajo que nadie te agradece, y en el caso de los principiantes, sin cobrar un euro”. Mal vamos así… Vamos a salirnos un poco del tema “guión”… ¿Qué hacían hace algunos años los críos que hoy son grandes futbolistas? Pegarle patadas a un balón allá donde estuviesen: en el patio del cole, en la calle, en el parque, quitándole horas al estudio o al descanso… seguramente TODOS soñaban con ser grandes figuras, pero también sabían que el 99’9% se quedarían por el camino. O como mucho llegarían a un equipo de tercera. Pero seguían pateando balones porque les apasionaba, es lo que deseaban hacer por encima de todas las cosas, sin preocuparse de si en el futuro vivirían de ello. Mucho menos de pedir diner por jugar “para ya”.
El que se acerca al guión o a cualquier práctica artística con la idea de o me pagan ya mis primeros ensayos (porque son ensayos, no nos engañemos) o no hago nada, nunca llegará a nada. Pero es que, además, NO LO MERECE.
Es un compromiso, sí, pero con los propias inquietudes. Lo cual no debería ser un problema, que para eso están.
Aplicando el diccionario Tarik-Castellano, tu comentario se traduce en: “No he escrito nada, y prefiero pasarme la vida justificándome antes que hacer lo que propone el título de este post, porque TENGO MIEDO de descubrir que soy un mediocre.”
Ala Barrejón, cómo te quemas.
Mal empezamos si solamente escribimos porque nos pagan. Debemos escribir siempre. Si además nos pagan, la hostia.
Para reforzar el mensaje de David:
http://blogdedavidsalinas.blogspot.com.es/
Muchos creen que escribir guiones es un trabajo, un oficio. No es así. Un guionista es un artista, tiene inquietudes, le gusta escribir. Sobre todo esto: le gusta escribir, y escribe. No por dinero, escribe porque le gusta. Si además tiene talento, trabaja y le toca un poco de buena suerte, las cosas suelen salir bien y puede llegar incluso a vivir de ello. Pero las tres cosas son indispensables: talento, trabajo y suerte. Si te falta cualquiera de ellas, no lo consigues. Y tú solo puedes poner una de tu parte, trabajo. Talento y suerte tienes los que tienes y no hay más.
Ah, y lo importante es acabar un guion, no empezarlo. Si no acabas el primero, nunca podrás escribir el segundo. Los guionistas que tienen “varias cosas empezadas…” mienten siempre.
¿Mienten? No lo pillo. Yo tengo varias cosas empezadas, soy un desastre, pero no un mentiroso, creo.
Lo que está claro es que ya sea con cinco años o con veinte, lo único que te convierte en guionista es escribir.
Yo creo que es mucho más esclarecedor, aquellos que después de un Master, siguen sin escribir porque no hay nada ni nadie que se lo requiera.
A este debate habría que añadir el de “Guión, obra final ¿Sí o no?”, porque a día de hoy la cosa anda tan jodida que, casi la totalidad de los guiones que se escriban, por buenos que sean, no se van a rodar. Precisamente por esto también me sorprende la teoría de Chico sobre el porqué de este “Splash interruptus” de los jóvenes guionistas. No digo que no sea como expone Chico, que más sabe que yo de lo que se cuece, sino que me sorprende el desconocimiento de cómo anda el sector para que el fin de los jóvenes no esté motivado en la pasión y sí en el objetivo de alcanzar la gloria.
Retomo: “Guión, obra final ¿Sí o no?”. Yo me posiciono en el NO. Me posiciono en el No, porque un guión final que no se convierta en su fin sólo puede servir para que lo lea y valore gente de tu mismo o parecido perfil, y no un público objetivo al que ha sido destinado cuando se estaba creando. Casi nadie lee guiones más que los propios guionistas (que no sean como herramienta de trabajo). Escribir guiones como ejercicio está bien. Pero nadie puede negar que si no existen esperanzas de que lo que escribas se ruede, se convierte en algo frustrante. Por mucho que el camino recorrido sea lo que dé valor, vislumbrar una meta, por lejana que sea, te da el ánimo necesario para luchar. Si al empezar el camino, de repente te ponen la meta más atrás, jode. Si directamente no sabes de su existencia, te pensarás mucho si iniciarlo… Esto simplemente es un proceso lógico de la condición humana, no un problema de actitud. Por mucho que se intente aleccionar con que la práctica es buena y necesaria (que lo es). Hace poco hubo un debate en 8 y ½ a este respecto. Creo que con Natxo defendiendo el Sí, con buenos argumentos.
Pero si existe más gente que crea que No, en mi opinión, como alternativa, si se quiere escribir en estos tiempos delicados y no caer en esa frustración, habría que orientar qué se escribe para combatir ese revés (como se decía en otra entrada de Bloguionistas, creo que también de David), más cuando estamos en pleno cambio de modelos de negocio y de formas de entender los contenidos. Sean comic, webseries, cortos, teatro, modelos audivisuales para web, etc. (normalmente aunque todo sea escribir, cada cosa tiene su técnica, trucos, estilo, y será conveniente formarse un poco hacía tal). Cosas que tengan visos más efectivos de convertirse en su fin. O escribir novelas o ensayos que sí es claramente una obra final, independientemente de cómo ande el sector también. O emigrar… Ser perseverante hasta la cabezonería es absolutamente necesario para destacar en cualquier actividad y más en esta, pero sin caer en la enfermedad porque la realidad no te deje alternativa.
Nada de pesimismos, ni desesperanzas. Simplemente fijar el tiro desde las condiciones actuales.
Dicho esto, yo escribo todos los días. Estoy con dos largos. Sin motivo.
Muy de acuerdo Panov. Si las circunstancias limitan las posibilidades de rodar un largo, pues rodemos cortos, a coste cero, y de paso alentemos la moral, que bien hace falta. Ahora bien, aunque es cierto que es difícil que te produzcan un largo de 3 millones, no lo es tanto si el largo cuesta un 90% menos. Hoy en día las pelis pequeñas y los cortos bien producidos se mueven por el mismo espectro financiero (salvando distancias, claro). Además, quién dice que el largo que hoy no tiene viabilidad sí la tenga en unos años. En todo caso nada es en balde mientras se escriba algo.
Sí, por supuesto. Un largo low cost es del todo posible con un poco de suerte y muchísimo trabajo en cualquier ámbito. Sobre todo si cuentas con amigos en los diferentes puestos de una producción que se involucren en el proyecto. Teniendo en cuenta que por muy poco que vaya a costar, también existe un coste económico, ojo. Claro que, en cuanto al guión como tal, mi opinión es que la función del “guionista clásico” se queda aquí un poco fragmentada. O bien te pones al frente del proyecto o se forma un equipo (normalmente cercano) que confíe en ti. Pero no conozco un mercado del guión de largometraje low cost como tal.
En el fondo lo que quería decir es que hay que tratar de adaptarse a las difíciles condiciones de la actualidad, caminando hacia cualquier formato que sí tenga opciones de hacerse realidad como obra final. Escribir con esperanza. Brujulear hacía lo factible. Entonces sí que no servirán las excusas por una falta de motivación (que yo entiendo).
Evidentemente un largo low cost tiene unas características muy concretas que debes tener en cuenta a la hora de afrontar el guión. No podrás contar con multitud de situaciones simplemente porque no cuadrarán por presupuesto. Esto generará dificultades y obstáculos añadidos que no son lo ideal. Pero también obligará a buscar alternativas imaginativas para solventarlos (te forzará. Y quizá te hará mejor por ello). En el fondo esto siempre ha sido un poco así. Porque un guionista español de hace unos años, orientando sus guiones al mercado español, no podía tener las mismas perspectivas que un guionista americano (a grosso modo). Siempre ha habido que autocensurarse dependiendo de las posibilidades de un presupuesto viable. El problema de las producciones low cost es que esto se multiplica exponencialmente por mucho.
Pero es que la mayoría de los guiones se quedan sin rodar, AHORA, AYER y SIEMPRE. En España y en CUALQUIER PAÍS DEL MUNDO.
¿De verdad os supone una perspectiva tan horrible como para no lanzaros a la piscina sin la promesa de un cheque a fin de mes? De verdad que me siento bastante hortera diciendo esto, pero ¿DÓNDE ESTÁ VUESTRA PASIÓN POR ESCRIBIR, TÍOS?
Si aspiras a que algún día alguien te pague por un guión escrito por ti… tendrás que tener cierta experiencia en escribir guiones, ¿no?
Si nunca escribes ningún guión, ¿cómo esperas que alguien te pague por uno? Yo lo veo como el portafolio de un dibujante, un diseñador, un modisto o un arquitecto.
Chico, yo no dudo que la gente que lee este blog escribe. Sino se llamaría blogcerrajeros (y si así fuera, todos sabrían abrir cerrojos). Pero entiendo que lo que defienden es, precisamente, su pasión por escribir. A mí me gusta mucho escribir, y por eso daría lo que fuera porque me pagasen por ello, por dedicar la mayor parte del día a darle rienda a mi pasión (y eso no significa que sólo vaya a escribir si me pagan algo, eso me convertiría en un ingenuo). Por eso creo que, antes de atacar la página en blanco, es lógico preguntarse (más si, como en mi caso y el de muchos otros, aún no hemos ganado dinero por escribir un guión, lo cuál nos hace ser tiquismiquis a la hora de invertir nuestro tiempo e ingenio en una cosa u otra): “Oye, ¿qué formato de ‘contar historias’ me puede abrir alguna puerta?”. Si lleváramos eso al extremo, escribiríamos ‘Splash!’, pero nos gusta escribir, y eso nos frena. A mí eso me pasa siempre. Y entre abordar un cortometraje, un relato, un sketch, un falso documental, una biblia o un largo, lo primero que descarto es el largo. No porque no me guste (tengo ideas por ahí anotadas y me apaetece mucho hacerlas), sino porque escribiendo un corto o un sketch o un falso documental o una webserie, puesto que tengo amigos con equipo y ganas, las oportunidades de que acabe en una pantalla aumentan. Y si aumentan esas también aumentan las de que la gente te vea, y quizás te vea alguien que quiera financiar lo que has hecho. Es instinto de supervivencia, pero del bueno, no del que te empuja a escribir cualquier mierda por un plato en la mesa.
Si hubiéseis dedicado a escribir vuestro guión el tiempo que habéis invertido en escribir todas estas parrafadas, ahora mismo llevaríais 20 ó 30 páginas.
Para ganar un maratón y ganar una medalla, ¿cuántos maratones hay que correr antes entrenando, sin medallas?
Verás, Chico, yo es que tengo el mal hábito de comer tres veces al día, y sí, la pasión está muy bien, pero invertir horas en algo que lo más probable es que no se llegue a ver estrenado nunca y que no te reporte nada más que la satisfacción de una vez terminado poder decir “¡Joder, cómo molo!”…. Pues hombre, como que no. Y tú sabes que de los treinta alumnos de cualquier máster de guión a lo mejor uno o dos se van a ganar la vida con esto. ¿Significa eso que el resto tienen menos talento, o se han esforzado menos? NO. Pero como decían en Mad Men: “El mundo no es lo bastante grande para soportar el peso de los sueños de tantas niñas que querían ser bailarinas”. No todos lo van a conseguir, eso es un hecho, y no por falta de ganas, muchas veces será porque nadie les dio una oportunidad, o porque el mercado está en crisis. Que el rollo del sastrecillo valiente queda genial en el cine, pero el mundo real es J-O-D-I-D-O…
Por suerte yo sólo como una vez al día y muy poco… ¿Estamos locos o qué? Pero Pablo, he estado currando diez años de mi vida como diseñador gráfico y jamás he dejado de escribir. Como yo, hay mogollón de guionistas que han tenido un plan B durante mucho tiempo. Han currado de camareros, publicistas, periodistas, profesores, limpieza… para poder subsistir mientras llegaba ese jodido momento de poder vivir únicamente de esto.
Esa figura del guionista atormentado que SÓLO PUEDE ESCRIBIR mientras llega su oportunidad… de verdad que me cuesta empatizar con ella. Puedes currar en cualquier cosa y sacar cada día tres horitas fácil para darle a la tecla y volcarte a saco los fines de semana y festivos. El que algo quiere, algo le cuesta.
Y vuelvo a repetirme. En el mundo del guión, como en CUALQUIER OTRO no todos llegan a conseguirlo. Es un drama, sí, pero no mucho mayor que en cualquier otro gremio. Desde luego, como no lo vas a conseguir es con esa mentalidad de “no escribo porque están fatal las cosas”.
Yo empecé a escribir porque me gusta y sigo escribiendo porque me gusta. Pero como a algún productor se le ocurra decirme: “Mira, que no te vamos a pagar por esto que has hecho porque está la cosa jodida, pero que da igual, ¿no?, porque como te gusta”… Le doy un cabezazo que le parto la napia. Conclusión: si te gusta escribir (y para ser guionista te tiene que gustar) HAZLO, pero luego defiende tu trabajo con uñas y dientes (y cabezazos si hace falta), y estarás defendiendo la profesión.
Hola, he tenido una semana un poco complicada y acabo de sentarme ahora a leer los comentarios de mi entrada. Pero se me ocurren tantas cosas que decir que lo que me parece que voy a hacer es escribir una entrada contándolo todo en vez de explicarlo aquí. En todo caso… aunque no hayas escrito un guión de largo hasta los veintitantos años os aseguro que se puede llegar a ser guionista. Sé lo de que hablo, porque es mi caso. No todos sabíamos lo que queríamos ser con 16 años. Yo de hecho es que con esa edad no sabía ni que se podía ser guionista de cine. Es que ni se me pasaba por la cabeza.
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