CARTA A UNA SERIE DE INÚTILES

Por Natxo López

Este escrito está dirigido a un grupo determinado, pero heterogéneo, de profesionales de la industria audiovisual. No son muchos, aunque se hacen notar. No representan a un sector, empresa u oficio concreto. Algunos son guionistas, otros actores, productores, técnicos, directivos… No tienen sindicato propio ni asociación profesional. No comparten denominación ni organigrama, aunque sí numerosas características personales y curriculares.

No son miembros exclusivos de esta industria, tampoco. Están por todas partes, se les encuentra en cualquier negocio y estructura laboral, pública o privada, nacional o internacional. Pero yo me dirijo a los nuestros, a los que refugian en el cine y la televisión de este país, porque son quienes nos afectan de manera más directa. Los que trabajamos en esto los conocemos y lidiamos a diario con sus desventuras y arrebatos.

Me dirijo a ustedes, por tanto, miembros de este particular conglomerado, con el honesto propósito de intentar ayudarles a encontrar un camino en estos difíciles momentos que vivimos. Porque, como ustedes ya habrán notado, se nos ha acabado el chollo. La crisis ha hendido esta industria como daga caliente que entra en el cuerpo blando del pecador. Se nos están agotando las alegrías y las fortunas, pero sobre todo, nos estamos quedando sin derroches, sin fastos y sin panderetas.

Ustedes saben a qué me refiero. Ustedes llegaron a esta industria porque habían oído rumores de vida fácil, pelotazos y cornucopias. Les habían dicho –y era verdad- que podías forrarte aunque fueras medio bobo, que podías medrar sin dar palo al agua. No era exactamente cierto, porque ustedes se lo han tenido que pelear. Y desde luego han demostrado sus talentos; uno tiene que tener cierto instinto natural para la corruptela y el pasillismo, para el trinque alegre, la fiesta perpetua, el escaqueo inapelable, la risa siempre calculada, para acertar con el momento justo, exactísimo, donde dejar caer la puñalada trapera al compañero de mesa.

Me dirijo a ustedes, soplapollas y genuflexientes inútiles de carrera, para aconsejarles que se vayan yendo. Porque esto ya no va a ser divertido. Ya no va a caer maná del cielo. Los vicios se los tendrá que costear uno, los viajes a todo trapo, las facturas del resort, las tarjetas de empresa infinitas… todo se noos acaba. El audiovisual, ya lo saben, es un sector especialmente puñetero, donde las ganancias nunca vienen aseguradas, mucho menos si no hay subvenciones de por medio y televisiones pagando de antemano. Y ya no se sabe si las va a haber o no. Es la puta locura. Nadie parece tener su puesto asegurado. Tampoco aquellos que, como ustedes, no conseguirán justificar por qué sus sueldos abultados son necesarios cuando, de hecho, ustedes no hacen absolutamente nada útil.

Aquí nos vamos a quedar castigados de rodillas los idiotas, los soñadores, raritos a los que nos gusta sentirnos creadores. Ya saben, sí, los artistas, los escritores, productores, directores que arriesgan su pasta para ver su sueño rodado. Nos vamos a comer el marrón los pringados que sufrimos de insomnio, que perdemos la vista día a día frente a una pantalla, esos frikis que inventan artilugios mecánicos porque no tienen una Dolly, quienes bucean en las cuentas para buscar soluciones creativas a los marrones económicos de un rodaje. Actores que se aprenden –y se estudian- sus personajes, que les buscan las mil vueltas, que se esfuerzan por vocalizar, por comprender y ser comprendidos; directores de fotografía que conocen las beldades de los avances tecnológicos y cómo éstos abaratan y agilizan los rodajes al tiempo que mejoran los resultados, vampirescos montadores de Mordor, scripts que salvan millones no dejando pasar una, ayudantes que rehacen planes de rodaje hasta que les sangran los dedos…

Nos quedamos los que amamos este oficio raro de contar historias. Nos gusta sufrir, sí. Somos tan estúpidos, tan gilipollas, que no nos metimos en esto para hartarnos de cocaína y follarnos meritorias o actrices de reparto. Tampoco para hacernos ricos. No queremos sentirnos poderosos ni gritar improperios a gente asustada, ni exigir tener la razón, ni hacernos fotos con ministros o actores mediáticos. No disfrutamos especialmente de las reuniones de trabajo en caros restaurantes; preferimos los restaurantes modestos compartidos con amigos, incluso trabajando. Somos pequeñitos, sosos, malvestidos, casi invisibles.

Somos tan tontos que nos gusta trabajar y que nos paguen por hacer algo productivo en lugar de por tocarnos los cojones y tocárselos a los demás. Y eso de trabajar, seamos honestos, a ustedes les resulta tedioso y poco emocionante, incluso un poco demodé y, por supuesto, humillante. Y lo de contar historias pues como que no les emociona especialmente, les daría igual dirigir una empresa de embutidos siempre que mantuvieran sus privilegios. Ustedes no entienden de giros de escaleta, ni de personajes, detonantes, tramas horizontales, raccords emocionales, clímax narrativos o premisas cómicas. Cuánta tontería e impostura hay en este oficio, ¿verdad? Ustedes sí que se dan cuenta de nuestra pose. ¿No es todo un poco rollo? ¿No tienen ganas de perdernos de vista?

Yo creo que si quieren seguir mangoneando es más práctico que pongan su horizonte en otra parte; puede que aún repartan puestos en determinados ámbitos políticos, ministerios, consejerías, subsecretarías. Ese tipo de cosas, yo de eso no entiendo. O tal vez en entidades bancarias; al fin y al cabo las fusiones y las aguas revueltas siempre traen oportunidades a los aventajados; corran rápido a ver si les queda algo, todavía podrán encontrarse buenas migajas por ahí.

Aún mejor, me atrevería incluso a recomendarles que se busquen la vida fuera del país. Si total aquí ya no queda nada que rascar y hay muy mal ambiente y le peña está toda quemada. Ustedes saben que se lo digo por su bien, yo qué voy a ganar con todo esto.

Entiendo que eso de cambiar les puede dar como mucha pereza y podrían decidir atrincherarse en sus puestos. La grandiosa técnica del koala. Y quizá aguantarían todavía un tiempo, sí. Pero ya no va a ser lo mismo de antes. Porque alguien, en algún momento, les va a sacar los colores, les va a empezar a exigir que den el callo, que demuestren algún tipo de talento, aunque sea mínimo, cualquier cosa que justifique su presencia en una industria cuya supervivencia depende, hoy más que nunca, de que las cosas se hagan bien, de obtener resultados, de ser rentables, eficaces, eficientes, puñeteramente talentosos. Encadenar fracasos ya no va a ser una carrera de éxito, aunque tengan en su haber másters y manuales que digan que sí.

Así que márchense, estimados inútiles. Váyanse lejos. Serán más felices, en serio. Háganse un favor a sí mismos y muevan el culo, déjennos a nosotros los tontos aquí solitos, sufriendo, esforzándonos, trabajando y rompiéndonos la crisma por sacar esta industria adelante intentando, sencillamente, entretener un poco y contar buenas historias a quien sea que las quiera escuchar.

35 comentarios en «CARTA A UNA SERIE DE INÚTILES»

  1. Suscribo todo pero con un par de matices:

    -Uno. Me hace gracia que siempre que se hable de guionistas sea en clave masculina.
    – Dos. Me ha matado lo de malvestidos..

    No discriminemos la combinación de elementos guionista-chica-friki-pija-autor o habrá que rebelarse contra el lado oscuro.

    De todas formas, muy bien dicho todo Natxo.

    1. Bueno, ya sabe usted cómo es este lenguaje nuestro, que estandariza hacia lo masculino. Ninguna intencionalidad al respecto, prometo. Los comentarios sobre tirarse becarias y esas lindezas hacen referencia en realidad a los destinatarios de la misiva (que sí que creo que tienden a ser más hombres que mujeres).

      En cuanto a lo de malvestidos, es una apreciación que creo que tendrán los miembros de ese colectivo, no es que yo lo piense asi (aunque en mi caso podría ser verdad).

  2. Si es que somos unos locos maravillosos. Natxo, tío, que no te gustes con lo de sentirnos creadores y contar historias y tal, que da mucha vergüencica, que parecemos poetas o algo de eso.

  3. Yo, que soy de natural pesimista, creo que esos inútiles siempre flotan. Alguno será nombrado directivo de una cadena, ya lo verás.

  4. Joder, ahora parece que es que los malos son los productores y los guionistas y demás os habéis metido en esto por amor al arte… Aquí, chupar del bote lo han hecho todos, algunos más que otros, eso si, pero todos.

    1. No sé qué quieres decir exactamente con chupar del bote. ¿Sabes de lo que hablas? He tratado estos últimos años con muchos guionistas y te juro que todos ellos han trabajado lo suyo y el dinero que les han pagado era mucho menos del que merecían sus ojeras. Aquí, como en otros sectores, cuando las cosas van bien se lo llevan crudo los de arriba; y cuando las cosas van mal, también. Los guionistas, al menos de momento, son de los de abajo. Incluso los que han podido cobrar mucho dinero al cabo del año es porque lo han sacrificado todo.

      Nadie dice que los malos sean los productores. Los hay malos y los hay buenísimos. En el encabezamiento del post se menciona a varias profesiones.

  5. Ahora mismo hay 14 personas leyendo este post que deberían darse por aludidos por él y sin embargo al leerlo piensan “Joder, que razón tiene”.

    Y fijo que más de un comentarista, lo mismo.

  6. El problema es que muchos de estos “Imbéciles” ya se han llevado un sustancioso beneficio dejando muchas empresas en la ruina y con unas deudas imposibles de cobrar. Para tod@s l@s que han quedado… que se vayan preparando.

  7. Pingback: Carta a una serie de inútiles

  8. ¿Qué más da quién se dé por aludido? ¿qué más da que, como decía el de la película. “solo la mi… y los bastardos floten siempre”?
    Lo importante no es lo que piensen o hagan ellos. Lo importante es que los demás asuman que hay que limpiar la casa
    Va a ser muy duro, pero quen ama ésto, si no puede hacer “Matrix” (pongo americanas, por lo de las suspicacias), hace “Juno”. Y si no puede hacer “Juno”, hace “Clerks”. Y es feliz.

    Un saludo y felicidades por el artículo.

    PS: ¿habéis comentado por aquí el anuncio de Eastwood para Chrysler? Es brutal y muy oportuno.

  9. Brillante el anuncio de Eastwood! Carne de gallina y sin ser americano. Ellos tienen a Eastwood entre otros. Pero nosotros… ¿A quien tenemos que nos levante la moral de manera semejante?
    Casillas, ¿tal vez? ;)

  10. Pues yo aún les perdonaria todo, menos que se empeñen en coescribir (o más bien en hacerte reescribir para incorporar la parida que se les acaba de ocurrir o para dar cabida en la serie a su última amante).

  11. Tus ‘inútiles’ han estado en todas partes. Se ha hablado mucho de la burbuja inmobiliaria, pero ha habido burbujas en todos los sectores que el dinero ha fluido sin control.

  12. Hay que reconocer que debido al culto a la imagen que hay en el cine, el 90% de las actrices son agradables de ver, y la mayoría directamente están buenísimas ( por desgracia, vende más una tía buena, aunque sea mala actriz, que una fea buena actriz), lo que provoca que se acerquen al gremio muchos hombres sin vocación en el cine a ver si pillan algo en los rodajes. Supongo que en el pecado está la penitencia.

  13. Ojalá. Estamos en el mejor de los momentos para liberarnos de todos esos de los que hablas, que no sólo plagan el mundo del audiovisual, sino todos los sectores en España. Ojalá, pero me temo que no. ¿Sabéis aquello de “Dios, qué buen vasallo se hobiese buen Señor”?

    Pues eso.

  14. “Jrandísimo” post.

    Pero :”Así que márchense, estimados inútiles. Váyanse lejos. Serán más felices, en serio. Háganse un favor a sí mismos y muevan el culo, déjennos a nosotros los tontos aquí solitos, sufriendo, esforzándonos, trabajando y rompiéndonos la crisma por sacar esta industria adelante intentando, sencillamente, entretener un poco y contar buenas historias a quien sea que las quiera escuchar.”

    Y si no se van, ¿qué?

    Porque hablar es gratis.

    P:S(o en nuestro caso, postear y comentar)

  15. Pingback: El agitado mundo del audiovisual «

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