¿QUÉ MOSTRAR, QUÉ CONTAR? (y II)

Por Daniel Castro (Guionista en Chamberí)

Como recordaréis, el lunes pasado os contaba las razones por las que en un guión siempre se debe preferir mostrar algo a contarlo. No es lo mismo decir: Carlos es ludópata que verle perder seiscientos euros en una tarde jugando en la tragaperras. La primera opción te llega al intelecto, la segunda, además, te graba emocionalmente esa información, que, además viene “autentificada” por la experiencia directa del espectador (“No es que me hayan dicho que el tipo es ludópata, es que yo mismo le he visto perder 600 euros en la tragaperras sin levantar el culo del taburete”)

Es decir: “Muestra, no cuentes”. “Show, don’t tell” – en inglés.

Esta es la regla general. Sin embargo, no siempre puedes (o quieres) mostrar.

Cuando uno escribe un guión, hay un montón de información que quiere transmitir a sus espectadores. De hecho, fríamente observado, un guión no es más que una transmisión de información.

– Quieres que el espectador sepa que el niño alérgico está sufriendo un shock anafiláctico provocado por el malo de la película.

– Quieres que el espectador sepa que el inhalador del niño, el que le sirve para superar estas crisis, está vacío.

– Quieres que el espectador sepa que… era el último inhalador que les quedaba.

– Quieres que el espectador sepa que las farmacias del pueblo están cerradas el fin de semana

– Quieres que el espectador sepa que el padre de la familia hizo un cursillo de primeros auxilios hace mucho tiempo

– Quieres que el espectador sepa que el niño puede morir si el shock anafiláctico es grave.

– Quieres que el espectador sepa que han llamado al hospital, que ha prometido mandar una ambulancia

– Quieres que el espectador sepa que la ambulancia tardará como mínimo quince minutos en llegar desde el hospital.

– Quieres que el espectador sepa que la muerte puede llegar antes que la ambulancia.

– Quieres que el espectador sepa que el padre tiene una idea: tal vez alguien del hospital puede decirle por teléfono qué debe hacer. Tratará de usar sus oxidados conocimientos de primeros auxilios para salvar a su hijo.

Me acabo de inventar toda esta sucesión de informaciones (eso sí, muy basada en una terrorífica escena que vi el otro día en la peli “Firewall”).

Todos son datos importantes para la comprensión de la escena y para aportar la emoción que el guionista quiere provocar en el espectador.

La aplicación radical de la norma “Show don’t tell” nos obligaría a mostrar visualmente todas estas informaciones.

Veamos cómo podría ser:

– Niño sufre ataque. Plano detalle en el suelo del trozo de cacahuete en su bocadillo. Es la causa del ataque.

– Madre se alarma por el ataque. Reacciona. Saca el inhalador: trata de usarlo. Suena a vacío. Nada sale. El ataque del hijo se agrava.

– El hermano sube al piso de arriba. Busca en el mueble del aseo. Nada, no hay ni rastro de inhaladores de repuesto.

– Padre toma el coche. Rompiendo todas las normas de circulación, se desplaza hasta la farmacia del pueblo. Un cartel informa de que está cerrada. Farmacia de guardia más próxima: Arnedo, 32 kilómetros por la N II. Preocupación en la cara del padre.

– Padre regresa a casa. El hijo sigue sufriendo el ataque. Viéndole, tiene un rápido flashback. El padre, mucho más joven, asiste a unas clases de primeros auxilios. El flashback se desvanece, el padre duda viendo que…

– El niño sigue estremeciéndose. El hermano posa su cabeza sobre el pecho del pequeño. Su corazón parece dejar de latir de vez en cuando, como si perdiera un latido. Y respira cada vez con más dificultad.

– La madre, desesperada, llama por teléfono al hospital. Repite lo que le comunican: ¿la ambulancia tardará quince minutos? ¡Eso es demasiado!

– El padre toma el teléfono de las manos de su mujer. Pregunta si hay ahí un médico que pueda guiarle. Él hizo un curso de primeros auxilios hace tiempo. Cree que puede intentarlo. No puede dejar que su hijo muera esperando una ambulancia.

Como veis, casi toda la información se ha transmitido de forma no verbal (excepto en los últimos dos puntos en los que parecía demasiado forzado encontrar otras soluciones): hemos visto que no hay inhaladores, hemos visto que las farmacias están cerradas, hemos visto que el estado del niño es cada vez más grave, incluso hemos visto al padre recordar que, años atrás, asistió a un curso de primeros auxilios.

Sin embargo, ¿es ésta la mejor manera de contar esta situación?

¿Necesitamos realmente introducir un flashback en ese instante o basta con que el padre diga que hace años fue a ese cursillo? ¿Hace falta ver al padre yendo a la farmacia o basta con que la madre diga que a esas horas la única abierta es la de guardia, en Arnedo?

Hay casos en los que la aplicación radical del “Show don’t tell” es poco práctica e incluso poco natural. Aún a riesgo de perder algo de componente emocional muchas veces parece más lógico contar que mostrar.

Volvamos al principio de este eterno post:

Si Jorge Guerricaecheverría y Daniel Monzón hubieran querido que todos recordáramos el motivo por el que se suicidó el primer inquilino de la Celda 211 y cuál es su conexión con los hechos posteriores, hubieran podido contar algo parecido a esto:

– Al preso de la Celda 211 le diagnostican un grave tumor. El médico le comunica que debería ser trasladado de urgencia a un hospital. Lo tiene que autorizar el director de la prisión.

– Los compañeros de prisión se enteran del caso. Todos quieren mucho al preso. Deciden que hay que presionar para que el traslado se haga lo antes posible.

– Malamadre, trajeado y todo serio, va con unos cuantos presos a ver al director de la prisión para hacer petición formal de traslado al hospital.  El director se pone a la defensiva y, tal vez por la actitud de alguno de los presos, dice que el traslado al hospital del preso seguirá el trámite ordinario. Eso es casi una sentencia de muerte para el inquilino de la 211. La reunión ha concluido.

– Malamadre y los demás, muy irritados y decepcionados, comunican al preso de la 211 que no han tenido éxito, pero le piden que tenga ánimos. Seguro que aguanta y se cura. Tratan de consolarle.

– El preso, sabiendo que no va a poder curarse del tumor, se suicida. Los presos se enteran de la muerte. Motín.

Si llegamos a ver estas escenas previas, todos hubiéramos entendido la relación entre ese suicidio y el posterior motín. Y yo no hubiera hecho el ridículo diciendo que la primera secuencia no tenía relación alguna con la trama de la película.

Sin embargo, los guionistas decidieron que no era ésta la historia que querían contar (y, desde luego, creo que lo hicieron con muy buen criterio). La historia que ellos querían contar arrancaba verdaderamente con la llegada del nuevo funcionario de prisiones y su coincidencia con el motín.

Decidieron conservar la escena del suicidio y, después, contar verbalmente la historia de ese personaje y su incidencia en el motín. Evidentemente, esta fórmula resta importancia a todo ese “prólogo” y anula casi completamente el impacto que esa parte de la historia tiene en el espectador.

Mostrar es mejor, porque deja huella. Pero mostrar también es más caro (y suele requerir más tiempo) que contar. Por ejemplo: no es lo mismo mostrar a bandas rivales enfrentándose a tiros en la Gran Vía que mostrar a un tipo volviendo a casa con cara de susto y diciéndole a su madre: “Mamá, hoy no vayas al ambulatorio, que ahí fuera hay montada una muy gorda”).

Como el tiempo y el dinero son limitados, tenemos que elegir.¿En qué queremos gastarnos el dinero? ¿A qué queremos dedicar los folios?

En principio, yo diría que mostraremos lo que consideramos importante para nuestra historia y que, en cambio, contaremos aquello más accesorio (o aquello que no se beneficie especialmente de ser mostrado).

Pero… he ahí otro gran dilema: en nuestra historia, ¿qué es lo  importante y qué lo accesorio?

Parece una pregunta sencilla, pero suelen ser las preguntas sencillas las que tienen respuestas más complicadas. Muchas veces, escribir el guión es lo de menos. Lo difícil suele ser decidir cuál de los miles de guiones que podrías crear a partir de tu idea inicial es el que realmente quieres escribir.

10 comentarios en «¿QUÉ MOSTRAR, QUÉ CONTAR? (y II)»

  1. Se me ocurre una tercera parte para conciliar narrativa y presupuesto: mostrar sugiriendo. Un ejemplo: Funny Games. El moreno se está haciendo un bocadillo cuando suena un disparo, gritos, llantos y una pelea. Sube la escalera. Corta al salón: plano fijo de la televisión llena de sangre salpicada, y el rubio y el moreno discutiendo cómo se mata a la gente y en qué orden. Hablan mientras se alejan sus voces. Se abre y se cierra la puerta de la calle.

  2. Me apunto a lo de sugerir: siempre más elegante, más barato y además le das jabón al espectador, al que obligas a participar.

    Respecto a “Celda 211” y el famoso prólogo, cuanto más lo pienso más convencido estoy de que a los autores les importan poco las razones del motín. No creo que ese prólogo tenga otra la finalidad que la de intrigarnos, de impactarnos, de introducirnos en una ambiente de violencia desde el primer momento. De hecho, ni siquiera lo necesitamos para creernos el motín. Damos por hecho que los motines se producen con cierta frecuencia y ya está. Lo que sí me costó aceptar es esa celda oportunamente abierta y vacía, y eso fue porque no me dí cuenta de que era la misma que la del suicidio hasta más tarde.

    Quizás habría ganado con voces en off instando a Calzones a aguantar, insultando a los funcionarios, maldiciendo, sobre una imagen de la puerta de la celda, viendo el número durante un rato. Y luego pasamos al interior, donde Calzones se hace el roto.

    1. La muerte del preso no es el motivo del motín. Es, si acaso, un motivo, y el motivo más humano, que hace que Calzones se cambie definitivamente de bando (una vez le han jodido la vida, todo hay que decirlo). En ningún momento se dice (o se insinúa) que los presos se amotinen sólo por el compañero muerto, sino que se le enumera como una razón más.

  3. Yo creo que Celda 211 patina bastante al final.
    (supongo que esta claro que a partir de aqui, SPOILER).
    Tenemos a un funcionario de prisiones que por las circunstancias se hace pasar por un preso en medio de un motin.
    Tambien por las circunstancias (poco creibles) acaba matando a un tio. ¿que va a pasar despues?
    a partir de aqui la pelicula cae en picado. Antes la motivación del personaje era salir con vida de allí. Despues de morir su mujer y de haber matado a un tio ya no tiene mucho por lo que luchar. De hecho sabes que la va a palmar. Lo que hacen los guionistas es darle una nueva motivación. A partir de ahora lucharé por los derechos de los presos. La escena inicial era un sembrado para ese momento.
    Y al final, claro está, la palma de una manera muy tonta pero que quiere hacerse pasar por heroica.
    Y Malamadre también, por malo.

    Acabo de ver el último capitulo de la tercera temporada de “Breaking Bad”. Impresionante.

    1. Yo creo que patina a partir del motín en el que se involucrada su mujer, antes incluso de que muera. La historia toma una dirección que, entre otras cosas por lo que dices, ya no tiene demasiado interés.

      Por otra parte, también me parece crítico que el personaje más interesante no sea el protagonista.

  4. Yo creo que la primera escena de Celda 211 tiene un objetivo claro: dar el tono de la película. Un suicidio con esa fotografía y esa premeditada falta de información nos dice: “Esto que van a ver es una buena película de acción, esto no es los hombres de Paco”

    De hecho, si no explicaran las razones del motín y la historia del preso, no pasaría nada

    1. Efectivamente, pero también es posible extrapolar: ese preso son todos los presos del módulo, y este se suicida como el otro está completamente gagá y el de allí se juega la vida en un motín. Marca el tono de la película, y el fondo dramático de los personajes sin que estos vayan plano fijo por plano fijo contando sus tristes pasados.

  5. Yo añadiría otro elemento (para complicar más el asunto, vamos) que no has considerado: cuando cuentas sugieres, no muestras. Esto te permite dejar elementos en el aire.

    Hay una película de hace un par de años, Pontypool, enésima revisión del genero zombie, esos tipos con cara de mala uva y aspecto de necesitar urgentemente un bono para el salón de belleza, que le da una vuelta de tuerca al género dedicándose precisamente a contar todo y no mostrar nada. Y funciona. En general en cualquier película de terror que se precie buena parte de la intriga se basa en lo que se cuenta y no se muestra.

    De hecho, para mí contar sí que implica una respuesta emocional. No con respecto a los protagonistas del hecho que sucedió, sino con respecto a la respuesta emocional de quienes cuentan y escuchan la historia.

    Por poner un ejemplo: si muestras a unos médicos desatendiendo a un chaval estás dando una cierta información. Pero si muestras al padre protestando por como le atendieron: das la misma información, das información acerca del carácter del padre y además estableces en quien lo ve una relación emocional con el padre en vez de con los médicos.

  6. Gran post, enhorabuena, está muy bien esa perspectiva de las “excepciones a la regla”. En mi opinión, hay que aplicar el “show don’t tell” en las circunstancias ordinarias: reflejar el carácter (eligiendo la ropa que va a ponerse?), manifestar una costumbre, denotar un estado de ánimo… Pero cuando hay mucho en juego en muy poco tiempo (o sea, en circunstancias extraordinarias, en los momentos de tomar decisiones radicales) hay que dar al espectador tantos elementos para hacerse cargo que el “show” se queda corto… (Por cierto, habría sido de coña ver al padre pirarse a una farmacia con su hijo axfisiándose en el suelo de la cocina… muy bueno).

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