A VECES OLVIDO QUE…

…a nadie le importa que tu protagonista estuviera enamorado en el colegio de una niña que no le hacía caso.

David Muñoz

Una de las cosas que más nos cuesta aceptar a los guionistas cuando empezamos a trabajar profesionalmente es que nuestro trabajo está sujeto a continuas reinterpretaciones y modificaciones hasta que la película que hemos escrito se da realmente por terminada.

Y el montaje es la fase en la que se llevan a cabo más cambios.

Además de realizarse infinidad de retoques “menores” (que casi nunca nos parecen  de verdad “menores” a los guionistas), a veces se eliminan subtramas completas, se hace desaparecer a personajes o se altera completamente la estructura de la película. Si dichos cambios son producto de la falta de confianza en la película por parte de los productores, el resultado puede ser desastroso. En la vida real los patitos feos no se transforman en cisnes por muchas horas que pase el montador delante del Avid. Pero mi impresión es que eso ocurre muy pocas veces.

De hecho, la mayor parte del tiempo el montador se convierte en un buen aliado del guionista y del director, mejorando su trabajo al solventar problemas que es casi imposible anticipar en el guión e incluso durante el rodaje, pero que resultan muy obvios cuando te sientas a visionar el material rodado.

Y precisamente he visto hace muy poco dos películas cuyos DVD incluyen varias escenas eliminadas que me parecen bastante representativas de algunas de las cosas que pueden pasar y pasan mientras se monta y porqué, (y también de algunos de los errores que solemos cometer más a menudo los guionistas). De la primera hablaré esta semana y de la segunda la que viene, ya que tiene relación con otro tema que también quiero comentar en esta columna.

De una de las escenas eliminadas de "Lakeview Terrace".

En “Lakeview Terrace”, estrenada aquí con el “videoclubero”  título “Protegidos por su enemigo”, escrita por David Loughery y Howard Korder y dirigida por Neil Labute, la mayor parte de las escenas suprimidas explican dónde trabaja la pareja protagonista. Y no se echan de menos. En realidad, nos da exactamente lo mismo saber a qué se dedican. ¿Por qué? Pues porque nada de lo que ocurre tiene que ver con su vida laboral. Nos daría igual que fueran bomberos, fontaneros o diseñadores gráficos. En “Lakeview Terrace” lo único que importa es lo que pasa una vez la pareja llega a su casa (construida, por cierto, en el lugar que da su título original a la película) y especialmente todo aquello que afecta a su relación con el vecino que les hostiga, interpretado por Samuel L. Jackson. Porque, reducida a su esencia, esa es la historia que cuenta la película.

Pero  esto, que resulta bastante obvio mientras ves el DVD, seguro que no se lo pareció ni al director ni a los guionistas mientras trabajaban en la última versión del guión. Como dice Neil Labute en uno de los comentarios, “sólo en el montaje te das cuenta de lo que es realmente necesario para contar la historia”.

En realidad, es raro que, en algún momento del proceso de escritura, no te preguntes si los espectadores no echaran de menos saber más cosas sobre tus personajes, independientemente de que sirvan o no para comprender mejor la historia. Por alguna extraña razón, todos los guionistas pasamos por un momento de enajenación transitoria que nos lleva a creer que estamos escribiendo una novela y que podemos desviarnos del camino principal y hasta, si nos apetece, hacer alguna paradita*. Y así acabas escribiendo escenas en las que, sin que venga muy a cuento, la madre del protagonista aparece por su casa y repasa con él toda su historia laboral… o un encuentro casual con una ex novia en el supermercado se convierte en un diálogo de tres folios  (por usar dos ejemplos recientes de guiones en los que he trabajado). Y todas esas escenas suelen acabar en la papelera.

Otra escena eliminada de "Lakeview Terrace"

Otra escena eliminada clásica, sobre todo en películas que transcurren en una sola localización (o casi), y que también está entre las cortadas de “Lakeview Terrace”, es esa en la que el protagonista llega a su casa/mansión/chabola y la recorre de arriba abajo con alguna excusa, porque el guionista ha pensando que esa es la mejor manera de que el espectador comprenda su geografía. Sin embargo, al final sólo nos interesan las habitaciones en las que transcurran escenas de peso, y nos vale con conocerlas mientras acompañamos a los personajes en sus acciones. A mí esto me pasó en “El espinazo del diablo”. Escribimos una escena larguísima de presentación del orfanato de la que sólo quedaron unos minutos (o menos) en el montaje final. Y fue una decisión acertada. Porque hubiera retrasado muchísimo el momento en el que se conocen los dos protagonistas de la trama infantil, que era lo realmente importante.

De todas maneras, lo cierto es que ahora mismo en una película española todas esas escenas que al final no sirven para nada casi nunca suelen sobrevivir al inevitable podado de la versión de rodaje del guión. Hasta en películas de presupuesto medio se está tendiendo a guiones de entre ochenta y noventa páginas en los que no te puedes permitir casi ningún capricho. Normalmente, nuestras películas se suelen rodar en tan pocas semanas que resulta milagroso que haya tiempo para algo más que lo indispensable. Así no resulta extraño que en el DVD de una película española la sección “escenas eliminadas” sea una rareza. Mientras, de algunas películas norteamericanas se acaban poniendo a la venta ediciones especiales con hasta un 30% de metraje adicional. Por Ej., hace poco leí que el primer montaje de “The Road” duraba… ¡cuatro horas! Lo cuál no quiere decir nada sobre la calidad de la película (que por otra parte tiene una pinta estupenda). Sólo quiere decir que el guionista y el director de la adaptación de la novela de Cormac McCarthy se han podido permitir descubrir cómo es exactamente la película que querían hacer mientras la estaban rodando y montando. Un privilegio que aquí puede que sólo esté al alcance de Amenábar y alguno más.

Resumiendo: lo que “manda” al escribir un guión de cine es la historia que estás contando. Y todo lo que no tenga que ver con ella (o sea, que no sirva para responder alguna de las preguntas que el espectador se hará mientras la vea sobre los personajes y sus circunstancias) es susceptible de ser eliminado en montaje.

Y es cierto que yo a veces lo olvido. Y que probablemente seguiré olvidándolo. No sólo me viene bien decirlo para justificar el título de mi columna en Bloguionistas.

A ver si ahora que lo he contado aquí consigo que no me pase tan a menudo.

*Otros guionistas, sobre todo cuando empiezan, escriben biografías detalladísimas de sus personajes… que luego no utilizan. No digo que no sea útil saber muchas cosas sobre tus personajes, pero la realidad es que solo vas a acabar usando aquellas que tengan relación con la trama que protagonizan. Lo mismo nos da que Luke Skywalker tuviera una novia a los 16 años que le destrozó el corazón. Solo nos importa que está deseando largarse de Tatooine para unirse a la rebelión (o sea, aquello que le proporciona conflictos y objetivos como personaje; lo que le pone en marcha). Pero por otro lado en ocasiones es inevitable imaginar qué ha sido de tus “criaturas” antes de aparecer en tu guión o qué va a ocurrirles después. En una entrevista reciente en la revista Creative Screenwriting, Quentin Tarantino decía que conocía de arriba abajo las vidas de los personajes de “Inglourious Basterds”, pero que ni siquiera las había escrito. Porque lo que nunca conviene hacer es escribir biografías a modo de “Biblia” televisiva. Sobre todo si luego te empeñas en respetarlas y eso te impide hacer cambios que podrían mejorar la eficacia de tu guión. Puede ser que al llegar al final del segundo acto descubras que te vendría muy bien que tu protagonista tuviera conocimientos de fontanería para salir del apuro en el que le has metido y que sin embargo en su biografía hayas escrito que era contable. Además, incluso las “Biblias” que se escriben en televisión son únicamente documentos de referencia (generalmente muchísimo menos detalladas de lo que cabría esperarse) que suelen quedarse obsoletos en cuanto escribes tres o cuatro capítulos.

Ampliación: justo ayer estuve viendo en Barcelona 50 minutos de la primera versión del montaje de Dentro de mí, la película de terror que escribí este año para Filmax, junto a la jefa de desarrollo de la productora, el director y el montador. Como siempre, me resultó muy interesante ver cómo la película va adquiriendo su forma definitiva. Y como siempre también, bastantes cosas que en guión a todos nos parecían imprescindibles ahora resulta que no lo son tanto (sobre todo muchos diálogos y algunas escenas de transición). De momento, el montaje dura alrededor de dos horas, pero la intención es que acabe teniendo entre 85 y 90 minutos.


4 comentarios en «A VECES OLVIDO QUE…»

  1. Supongo que uno de los grandes ejemplos de escenas eliminadas es las adaptaciones de libros. Los recortes empiezan por el propio guionista, siguen por el director, el productor, la mesa de montaje. Numerosos ejemplos, de rabiosa actualidad, desde los tomos enciclopédicos de Harry Potter o el Señor de los Anillos, a las novelas de Milenium que ven resumidas cientos de páginas en los primeros minutos de metraje para centrarse rápidamente en el meollo.

    Aquí no son los guionistas los que se quejan de que su obra ha sido ultrajada (su trabajo ya fue recortar) sino los escritores y todos los lectores y fans que ya tenían su película en la cabeza antes de ver la versión definitiva. Y eso es lo que une a todos, guionistas, escritores, fans, directores: que ya tenían una película en la cabeza.

  2. Joder, no sabes lo de acuerdo que estoy con esto que comentas. Algo por lo visto muy difícil de captar para mucha gente. Sólo una salvedad; a veces que un personaje trabaje en una cadena de montaje, de taxista o de funcionario, determina su carácter en relación a su vida en pareja, aunque sólo esto sea lo importante para la historia. En este caso podría aportar al conflicto (atenuante, agravante, motivante, etc).

    Saludos.

  3. mmm lo de las novelas recortadas tendria facil solucion, hacer series en lugar de películas, mira dexter por ejemplo, no he leido el libro, pero se que el escritor colabora estrechamente con los guionistas de la serie y tiene pinta de estar contento con el resultado

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