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1731 PALABRAS SOBRE (Y A FAVOR DE) LA VOZ EN OFF

por Daniel Castro, Guionista en Chamberí

En Cambrils, invitado por un estupendo festival de cortos, me siento en un bar del paseo marítimo y abro el número de “Cahiers du cinema” que compré hace casi un mes. Creo que esta revista es una gran inversión, la tengo desde hace tres semanas  y sigo con la impresión de que me quedan un montón de artículos por leer. Y, de los leídos, me quedan un montón por entender. Espero haber comprendido por lo menos un cuarenta por ciento del número de febrero para cuando salga el de marzo.

El que tengo es un número homenaje a Éric Rohmer, director de cine francés que murió  hace poco y me gustaba bastante, como ya escribí aquí. En la revista que, por cierto, me parece mucho más legible de lo que esperaba, prejuicioso de mí, han recogido declaraciones del director sobre cada una de sus películas. En general, son todas interesantes, pero hay un párrafo que me ha llamado especialmente la atención. Tienen que ver con la relación entre la imagen y la palabra y con el estilo de Rohmer.

Hablando sobre una de sus primeras películas, “La carrière de Suzanne” Rohmer defiende su uso de la voz en off en cierta secuencia: “El punto de vista que tenemos sobre ella es siempre el mismo y la distinción sólo es expresada por el comentario. Ustedes me dirán entonces que eso es literatura y yo les responderé que no. (…) El hecho de unir estrechamente la palabra a la imagen crea un estilo puramente cinematógráfico. Al contrario, hacer decir ciertas cosas a los actores cuando podrían decirse en el comentario, en realidad lo hace teatral”.

La verdad es que estas palabras me han sorprendido. Aunque siempre le he tenido mucho aprecio a la voz en off, como espectador y como guonista, tengo que reconocer que, casi sin querer, con el tiempo he ido interiorizando poco a poco un discurso, bastante generalizado, que es el que tiende a censurar su uso, tildándolo de “recurso literario” o “no cinematográfico”.

Como dice Rohmer, la voz en off es absolutamente (y casi únicamente) cinematográfica. Evidentemente, su origen es el narrador (omnisciente o no, de los relatos literarios) pero, así como habitualmente en una novela el narrador es la única fuente de información para el lector (sé lo que le ocurre a Gatsby únicamente gracias a lo que me cuenta Nick Carraway, sé lo que le pasa a Holden Cauldfield sólo a través de lo que me cuenta él mismo, sé lo que le pasa a Alonso Quijano gracias a lo que me cuentan Cidi Hamete Benengeli y los demás narradores) no ocurre así en el cine. La superposición entre narración e imagen y sonido da lugar a algo puramente cinematográfico. Esta relación a veces puede ser redundante (es decir, la información transmitida por la voz y por la acción vista en pantalla puede ser coincidente. “David cerró la puerta” y, en imagen, vemos a David cerrando la puerta. Este es el tipo de uso de la voz en off que la ha dotado de cierta mala fama. Pero no es el único tipo de relación de la voz en off con la imagen.

Aprovechando precisamente que la voz del narrador es una fuente de información más, que llega al espectador superpuesta a una imagen, (y que es ésta última la que éste toma como “cierta” habitualmente), algunas películas apuestan por un uso irónico de la voz en off. “Carlos inició el día con energía. Después de su tabla de ejercicios matutina, un desayuno equilibrado y un repaso a los titulares de la prensa internacional” podría ser una buena narración irónica para imágenes que mostraran a un tipo desgarbado que se levantara a las dos de la tarde, se arrastrara hasta el salón en albornoz y engullera bacon bañado en ketchup mientras hojeaba un viejo catálogo de Media Markt.

Sin embargo, el uso más habitual de la voz en off, es el de transmitir información que se considera necesaria y sería muy complejo introducir de otro modo. Por ejemplo, sobre la imagen de un hombre pensativo que camina por la calle podría introducirse la siguiente voz en off: “David estaba confuso. Elegir entre el amor puro que sentía por Ángela o la pulsión sucia que despertaba en él Estefanía le resultaba absolutamente imposible. Esta indecisión fue extendiéndose a otras áreas de su vida”. En la siguiente secuencia, David rompe a llorar cuando la panadera le pide que se decida de una vez, lleva cinco minutos dudando entre llevarse una chapata o una baguette.

Analicemos un poco este ejemplo (por favor, me lo acabo de inventar mientas llegamos a Zaragoza en el tren, no lo toméis por un clásico de la narración cinematográfica). Alguien dirá que, evidentemente, esa voz en off podría eliminarse. Claro que sí. Se me ocurren cuatro maneras. Vamos con las dos primeras:

Podríamos sustituir la narración por una conversación de David con un amigo en una cafetería: “Tío, estoy hecho un lío, me mola una y me pone la otra…” sería el espíritu de la secuencia. El colega le diría: “No sé cómo ayudarte, macho, pero, cuando te decidas, mándame a la que te sobre”. Sobre este tipo de secuencia está basada la ficción televisiva española de los últimos veinte años. Después de la improductiva conversación con su colega, David lloraría en la panadería. Hasta el espectador más despistado sabría el motivo.

Si, en cambio, decidiéramos rompernos un poco más el coco trataríamos de hacer visual el dilema de nuestro protagonista. Desaparecen el amigo y la cafetería: nuestro protagonista, David, lleva en la mano una foto de Ángela y, en la otra mano, un condón que le recuerda a su pasional relación con Estefanía. Mira ambos objetos, pensativo, sin saber cuál romper y cuál conservar en su cartera. Nos cargamos la voz en off y, en cambio, utilizamos objetos que “materializan” el conflicto. Se guarda ambos, indeciso. Cortamos a la brillante secuencia de la panadería. Llora, incapaz de resolver su dilema.

Ambas pueden ser buenas soluciones pero… ¿no parece un poco raro que un tipo tenga en sus manos, y contemple, indeciso, dos objetos que simbolicen las dos relaciones amorosas que ahora ocupan su corazón? ¿No puede resultar un tanto explicativa la conversación con el amigo de la cafetería? Creo que es a esto a lo que Rohmer se refiere cuando asegura que para evitar el comentario se hace decir (o hacer, añado yo) a los personajes cosas que no dirían (o harían) si fueran fieles a su manera de ser. Paradójicamente, para huir de lo “literario” de la voz en off se cae en un relato “teatral” en sentido peyorativo.

Se me ocurren otras dos maneras de prescindir de esa voz en off inicial. Vamos con la tercera. David, nuestro protagonista, duda entre dos mujeres. De pronto, vemos que se imagina a Ángela, con su sonrisa, agradable y tranquila. Comienzan a besarse. De pronto, el beso se vuelve sucio y apasionado y… David descubre con sorpresa que… el rostro que tiene frente a él, ahora, es el de la excitante Estefanía. Después de este breve flash, mezcla de recuerdo y fantasía, que le deja turbado, David se encamina hacia la panadería sin ser consciente del nuevo e insoluble dilema que allí le espera.

Si estos saltos temporales (y entre la realidad y la ficción) nos parecen demasiado aventurados, tal vez prefiramos la cuarta solución, la que podemos llamar “la vía sobria”. Mostramos a David mirando por la ventana o caminando por la calle con la mejor expresión de “me estoy debatiendo entre dos tías, una que me pone y otra que me mola” que el actor pueda proporcionarnos. Después, David se adentra en la panadería. Confiamos en que el espectador adivine que rompe a llorar por la indecisión entre dos mujeres, y no por su incapacidad para decidirse entre dos variedades de pan que encuentra igualmente sabrosas.

Vamos a observar estas dos últimas opciones: ninguna de las dos recurre a la voz en off, ni fuerza en el protagonista comportamientos poco verosímiles (contemplar foto y condón) o escenas meramente informativas (conversación explicativa con colega en cafetería). Sin embargo, la primera (la de los flashes de David) marca un estilo de dirección que algunos espectadores podrían encontrar muy poco realista y demasiado enfático. Por ejemplo, si se trata de una película de tono sobrio en la que los hechos imaginados o recordados por los protagonistas no van a verse, parecería que este recurso rompería el estilo del relato. La última opción, la más conservadora, simplemente, renuncia a la introducción de la información sobre las dos mujeres que atormentan a nuestro protagonista. Esta información deberá darse en alguna secuencia anterior o posterior para que el espectador entendiera el llanto del protagonista ante la baguette y la chapata.

Aunque las he expuesto en tono cómico, creo que todas estas posibilidades son válidas y, de hecho, se emplean habitualmente en series y películas. No creo que la primera forma de dar la información, la voz en off, sea intrínsecamente peor o mejor que las demás. Desde luego, no creo que sea “menos cinematográfica”. Pienso que la narración es un arma más del arsenal de que disponen un guionista y o un director. Y, como todas ellas, creo que tiene grandes ventajas y contraindicaciones. Ha sido utilizada de manera muy perezosa, pero también de forma muy brillante. No imagino “Uno de los nuestros”, “Un condenado a muerte ha escapado” o “La Pantera rosa” sin ella. Tampoco éste espectacular prólogo.

Sin embargo, además de su utilidad para introducir información de forma rápida y muy económica, la voz en off también adjetiva el relato al que acompaña. Dependiendo de la manera en que esté redactada la narración, y del tono y la voz que la locute, estaremos añadiendo, casi imperceptiblemente, dramatismo, frialdad y distanciamiento o lirismo a las imágenes.

Por último, creo que la voz en off tiene otra propiedad casi infalible: y es que rompe la barrera con el espectador y le implica en el relato. Es como si alguien, saliera de detrás de esa gran pantalla blanca, se acercara a tu oído, sólo al tuyo, y te dijera, suavemente: “Ven conmigo. Tú, sí, tú: ven conmigo, que te voy a contar una historia”.

Y yo, cuando escucho esa voz, desde luego, no suelo resistirme.

14 comentarios en «1731 PALABRAS SOBRE (Y A FAVOR DE) LA VOZ EN OFF»

  1. Muy de acuerdo Daniel. Como todos los recursos, la voz en off puede ser una novatada o un recurso fácil si se utiliza mal, o puede ser brillante y extremadamente cinematográfico si se hace un buen uso de ella como en los ejemplos que pones.

    Como siempre, disfrutando y aprendiendo con tus entradas. Un saludo!

  2. Precisamente lo que dices en el último párrafo es lo que a mi más me desagrada en una película: el hecho de que la voz en off te haga sentir que te están contando algo en vez de sentir que estás viendo una realidad distinta.
    Por ese mismo motivo en las películas de Rohmer casi nunca había voz en off (a pesar de que creyera que era algo puramente cinematográfico, etc.) y tampoco utilizaba música. Porque tanto la voz en off como la música convierten la película en algo contado de forma reiterativa. Una película con voz en off o música sería el equivalente a un amigo que te dice: Buah! te voy a CONTAR algo increíble, ya verás qué bueno: y te lo cuenta con sus propias palabras, con toda su intención de que te agrade y te hagas una idea de lo que fué. Y si el amigo sabe contar bien la historia te gustará. Pero una película sin voz en off y sin música sería el equivalente a un amigo que te dice: Buah! Te voy a ENSEÑAR una cosa que vas a flipar! Y te lleva a un sitio donde hay una pared con un agujero y te dice: mira. Y lo que ves te puede gustar o no. Pero yo prefiero que me enseñen algo a que me lo cuenten. La voz en off te recuerda que te están contando algo. Y la música convierte la imagen en una ilustración.
    (Después de esta entrada y a pesar de los diferentes matices, ya tengo bastante claro que de los que escribís aquí eres con el que más me identifico en cuanto a manera de entender el cine. Eso o que en realidad cuando hablas de Rohmer ya me has ganado).

  3. No estoy demasiado de acuerdo contigo R9. Para mi el cine tiene música y puede tener a alguien que aporte detalles sobre la historia a modo de voz en off. No me parece que el cine sea mejor o más cine por ser más aséptico o por utilizar menos artificios. Es más, como lenguaje audiovisual creo que la música, no sólo como complemento de las imágenes sino a veces, como portadora del mensaje principal, es esencial en todo buen relato. Ahora bien, haz una película donde se demuestre todo lo contrario y estaré de acuerdo contigo durante el tiempo que dure. Abrazos!

  4. No me refiero a que sea mejor o peor. Simplemente que a mi me agrada más así. Estoy en desacuerdo con los “gurús” del cine que dicen que utilizar la voz en off es un mal recurso. Aporta otras cosas simplemente. Igual que la música. Prefiero sentir que estoy viendo algo que sentir que me lo están contando. Eso sí, si lo que me cuenta alguien está mejor contado que lo que me muestra alguien, elijo lógicamente el relato. Pero en condiciones de igual “valor” me gusta más verlo que me lo cuenten. Saludos!

  5. Y respecto a lo de “haz una película donde se demuestre todo lo contrario y estaré de acuerdo contigo durante el tiempo que dure”. Es mi ilusión a largo plazo jaja, pero no hace falta que esperes tanto. Mira cualquier película de Rohmer. “Cuento de verano” por ejemplo. O la “Rodilla de clara”. O casi cualquiera de las que tiene, ya que en muy pocas usa la voz en off. Pero bueno repito que va a gustos.

  6. guionistaenchamberi

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

    Óscar; sí, ¡ese corto me fascina! Esa imagen del tipo mirando la cafetera mientras el universo corre peligro de esfumarse me parece fascinante.

    Como ya tuve bastante polémica con el Affaire Haneke, estoy de lo más conciliador: creo que la voz en off es un recurso cinematográfico más, que se puede usar bien o mal, como la música, los travelings o las elipsis, y que a algunos tiende a irritarles y a otros… no tanto. Y, por lo que leo en vuestras muy sensatas aportaciones, creo que estaremos bastante de acuerdo en esto.

  7. Mi granito de arena: Nuestro amigo Bob McKee dice que si la voz en off no es necesaria para entender la historia, entonces la puedes usar.

  8. Interesante ejemplos del uso de la voz en off.

    Creo que en el cine mudo, los intertítulos funcionan a modo de voz en off que expone las ilusiones, las expectativas y los miedos de los personajes.

    Así leemos en Y EL MUNDO MARCHA de King Vidor: Es fácil dejar un trabajo; aunque difícil explicárselo a una esposa que soporta tantos sacrificios y con tanto valor.

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